No, pues la verdad tiene un
destino: es mi verdad personal, mi canto a Dios.
Esto es posible porque el
hombre tiene carácter "efusivo", "operoso" (la operosidad
es lo que la persona añade al amor).
La libertad trascendental o
la persona como libertad, es de índole donante. El ser humano es efusivo,
aporta.
No se trata solamente de
buscar la verdad, sino de alcanzar mi destino a partir de ella. El realizarse
es un dar.
Somos más libres cuando
actuamos sin motivos, sin intereses, cuando le cantamos a la verdad encontrada.
Así lo siente quien tiene una fuerte inspiración. El enamorado
Para saber más pueden ustedes leer: Polo, "La verdad como inspiración",
en La persona humana y su crecimiento, p. 202
.
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