El Hijo, el Verbo De Dios, no se reduce a ser objeto de conocimiento,
es decir, a ser entendido.
Tomás de Aquino sostiene que el Hijo no es el Padre entendiéndose a sí
mismo, sino el engendrado por ese
entenderse a sí. (Cfr.
S.Th., I, q.34, a.1, ad 2; q.37, a.1, ad 2 y ad 4).
Aunque no se distinga en nada del Padre desde el punto de vista de la
naturaleza, el Hijo traspasa el "ser entendido".
El Verbo, como Imago Patris,
no es una mímesis ideal, sino una
realidad personal.
La generación es "novedad", es un desarrollo personal de la
verdad encontrada. Hay un trascenderse en la obra, un trans-encuentro. El Amor
es llama.
Para saber más leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y
su crecimiento, pp. 197-206
.
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