La verdad es un trascendental
metafísico. Una de las perfecciones puras del ser del universo físico.
Para referirla al hombre es
preciso trascenderla, de acuerdo con los trascendentales antropológicos
(co-ser, libertad trascendental, inteligir personal y amar personal).
La persona humana es ser
segundo, su verdad no es como la sencillez del ser del universo. Se desvela
como "transparencia", al entender. En el hombre hay verdad en la
medida en que intelige.
La verdad referida al orden
antropológico no es una mera copia o reflejo o adaequatio. El reflejo es repetición de lo que se ha visto, mera
reduplicación del antecedente.
En cambio, la verdad en el
orden de la antropología trascendental, permite y exige una expansión que va
más allá de la verdad formalmente considerada. La persona que posee la verdad
se transforma en esa verdad al acogerla, la expresa, la canta al inspirarle.
En el inteligir personal,
donde la verdad se trasciende, la verdad no es terminal. Si se ha encontrado
hay, más o menos, enamoramiento.
La verdad no se refiere pues
al hombre como posesión de una copia, sino como "encuentro" con la
actuosidad del ser.
Para saber más leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y
su crecimiento, pp. 197-206
.
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