Es frecuente entender la libertad como una toma de postura ante la
verdad, pero como si la verdad, por sí misma, no fuera suficiente y necesitara
de un plus que sólo una decisión posterior, mía, puede aportar.
Aunque ella sea la más bella, soy yo, pensamos, quien elige que lo sea
para mí. No bastaría su belleza.
Aquí, cuando hablamos de la verdad como inspiración, estamos diciendo
otra cosa: es la verdad la que me inspira, la que inspira a la libertad, y no
al contrario.
Noten la aparición del co-ser, característico de la persona humana:
porque ella es bella, le quiero cantar. Le canto porque es bella y es bella
porque le canto.
Desde luego, cabe actuar, (decidiéndose libremente por una verdad),
solamente en cuanto que la "elegimos", pero entonces nos quedamos en
los motivos. Polo llama a esa libertad "libertad según motivos":
porque busco mi chica, la elijo, tú eres mi belleza.
Pero entonces no hay trascendimiento, no hay propiamente
enamoramiento, la verdad no es traspasada por la libertad, para cantarle.
El autotrascendimiento (que estudiaremos en la etiqueta 1.0.2) nace de
la llamada de la belleza que nos convoca y es precisamente el
"encuentro" con la verdad de mi vida.
No soy solamente lo que quiero ser. Soy cántico a la verdad que me
sale al encuentro. Mi libertad es mi canto.
De esto
habla Rafael Corazón en la glosa a Leonardo Polo de su manual Filosofía del
conocimiento p. 136
.
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