Aristóteles
dice que el intelecto es lo que está totalmente separado.
Esto
Tomás de Aquino lo glosa de una manera muy aguda, pues dice que el intelecto
agente está tan separado como la sustancia pero más, o sea, de otra manera.
En
efecto, la sustancia está separada para seguir siendo sustancia; en
cambio, el intelecto agente está separado para poder entenderlo todo, y por eso
se puede decir que el intellectus puede hacerse todas las cosas.
La noción
de sustancia, como el resto de las categorías, hay que reservarla para el
ámbito de la realidad física.
Sustancia
es cualquier compuesto hilemórfico, es decir, cualquier compuesto de materia y
forma.
La
forma "separa" la sustancia de la indeterminación de la materia.
Ya se
ve que es una "separación" ínfima, pues está regida por el orden del
universo.
El
intelecto está mucho más separado, separado
de otra manera. Las categorías físicas no convienen al conocer, no
convienen al ser "personal". Así se entiende, por ejemplo, que sea
mejor no pensar el conocer como un "accidente", y en teología no
pensar tampoco la gracia como "accidente".
Sí, la
sustancia está separada, pero su separación es ínfima.
El
intelecto está mucho más separado pues se hace otro.
La
realidad del conocer es una realidad distinta que la realidad de la física, que
no puede ser dos cosas a la vez.
El
intelecto, sin embargo, es dual.
Conocer
es hacerse otro. Siguiendo siendo lo que somos, también somos otro. No es un
bronceado, no es un accidente, es dualidad.
Método
y tema coinciden, estando separados.
Para
saber más : Cuaderno de Polo sobre la esencia humana. p.106.2
Y
etiqueta 4.1.0 sustancia
.
7 comentarios:
Desde esa separación máxima del intelecto se empieza a ver la libertad de la persona, ¿no? Pero esa separación no nos lleva a una especie de indeterminación.
Sinceramente, la limpidez de la luz intelectual es un tema precioso. Yo querría preguntar cómo tenemos que distinguir la luz del intelecto y la luz de la fe para no confundirlas y para que sus temas se vean claros sin que, por un lado, caigamos en intelectualismo y sin que, por otro lado, caigamos en fideísmo (lo digo por mí, para aclararme).
La separación máxima es en Dios, no nuestra.
Es la distinción entre las Personas divinas, que "coinciden" en la Unidad divina.
La luz del inteligir personal, o la persona en tanto que Entender es transparente. Es de nivel trascendental.
La luz de la fe es la luz que atraviesa a la inteligencia (nivel esencial) gracias a la apertura de la fe personal (nivel trascendental) y de la elevación sobrenatural (anticipación del encuentro definitivo con Dios que redunda en todas nuestras potencias).
Como ves, distingo entre la fe personal y la fe sobrenatural.
Ambas nos hacen ver cada vez mejor como Dios ve.
Los peligros del intelectualismo y del fideísmo vienen de pensar solamente a nivel objetivo. No estamos hablando de razonamientos o aceptación de verdades objetivas. Estamos hablando de un conocimiento superior al conocimiento objetivo, que se alcanza con el hábito de sabiduría (fe personal) y con el hábito de la fe sobrenatural que necesita también del hábito de sabiduría.
¿Sabes por qué me lío con los términos? Porque, como decía repetidamente Don Leonardo, la noción de hábito está olvidada (él dice que es la noción de virtud, pero creo que viene al caso). En mi facultad no puedo usarla porque nadie la usa. Es más, tengo que prescindir de ella cuando me expreso para hacerme entender. Supongo que cuando acabe podré expresarme adecuadamente. Opino como tú en cuanto a la confusión cuando se piensa solamente a nivel objetivo, pues en mi facultad solamente se piensa a ese nivel o, aún más, ni siquiera se considera a la hora de pensar (aunque piensen según ese nivel). Digamos que "mi cancha filosófica" ahora mismo está en el nivel objetivo y no me conviene pensar en otro nivel para poder acabar la carrera. Pero tengo unas ganas locas de proseguir...
Quería consultarte si la elevación sobrenatural tiene alguna relación con el conocimiento místico. En el Congreso de la Libertad Trascendental Juan A. García dijo que Don Leonardo no planteaba ningún conocimiento místico con su método, pero a mí a veces sus planteamientos me recuerdan a los de San Juan de la Cruz o el Maestro Eckhart. Esta semejanza a mí me interesa mucho. Estoy leyendo la Subida al Monte Carmelo para ver si hay similitudes en los dos planteamientos, porque Don Leonardo y San Juan de la Cruz usan el lenguaje aristotélico-tomista y los comprendo mejor que a los neoplatónicos.
Ricardo Yepes decía que lo más urgente es la Teoría del conocimiento.
Cuando de entrada están convencidos de que nuestro conocimiento es algo parecido a la inteligencia artificial, están negando una evidencia, que no alcanzan por sus prejuicios.
En el fondo se dan cuenta de que en el momento en que cedan en la inmaterialidad del conocimiento (también la inmaterialidad del conocimiento sensible de los animales), tendrán que admitir la existencia de Dios. Y eso es lo que, pobrecillos, no quieren admitir.
Es ahí donde debemos insistir: en la inmaterialidad del conocimiento, también del sensible. De ahí la importancia del "sobrante formal" poliano.
¡La sensación de "rojo" es inmaterial!
Un manual excelente es el de Rafael Corazón, Filosofía del conocimiento, de Eunsa.
En teología espiritual se habla de mística como del conocimiento que está por encima de la razón. Como un don de Dios. La contemplación de los místicos.
Josemaría Escrivá habla de la contemplación como camino para muchos. No solo los "místicos".
Abandonar el límite mental no es nada "místico" en el sentido de don de Dios extraordinario.
Es el ejercicio de los hábitos innatos que todos tenemos en tanto que personas.
Los "místicos" son poetas.
La filosofía más alta es la poesía.
Polo es otro tipo de místico. Claro que va más allá de la razón. Pero es un místico en la vida ordinaria.
También poeta.
¡Claro que es un camino para muchos, caramba! Eso está claro... Bueno, dejemos la mística para los místicos...
Por cierto, estoy con Yepes. La Teoría del conocimiento es muy, muy urgente, porque ahora mismo conocer es como desmontar una máquina que tiene miles de piezas e intentar montarla sin el manual de instrucciones... El resultado es que cuando la vuelven a poner en marcha, estalla. Vamos, que nadie se aclara y además se confunden cantidad de cosas.
Juan Fernando Sellés tiene un librito editado por la Universidad de la Sabana, titulado Curso Breve de Teoría del Conocimiento.
Y ya te dije que Rafael Corazón tiene la Filosofía del Conocimiento.
Con ellos no hay que desmontar piezas. Es una aproximación global
Publicar un comentario