¿De qué modo el límite, que es la unicidad, limita de un modo plural?

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El profesor Juan A. García apunta: 

En orden a la persistencia supratemporal, el límite es lo actual, y por ello limita e impide la advertencia de la mutua vigencia de los primeros principios. (1ª dimensión).

En orden a la ocurrencia esencial, el límite es inefectivo, está exento, y así limita el encuentro de la concausalidad extramental. (2ª dimensión)

En orden a alcanzar la coexistencia personal, el límite señala la ausencia del carácter de pensante en lo pensado, por eso limita la búsqueda personal. (3ª dimensión)

Y en orden al acontecer esencial de la persona, ver-yo y querer-yo, el límite carece de profundidad, de altura, es chato, o está privado de interioridad, y así limita el ascenso hasta el ápice de la esencia humana que es el yo. (4ª dimensión)

En todo caso el límite es una detención de la actividad.






Pueden ustedes ir al blog "Polianos" de Juan A. García para comentar su propuesta.

http://ieflp.blogspot.com/2017/10/dimensiones-del-abandono-del-limite.html
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¿Qué es la coincidencia?

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Para entender la "separación" propia del conocer, Polo acude a la noción de "coincidencia": iluminar e iluminado coinciden, pero no se tocan.

La coincidencia cognoscitiva es la dualidad de método y tema. Conocer equivale a la coincidencia del método con el tema.
Coinciden sin tocarse. Hay discontinuidad salvada por la remitencia iluminante.

No confundamos esta remitencia con la coincidencia lógica, que se formula como comparación entre objetos.
Decir que dos objetos coinciden en algo es tanto como pensar ese algo como otro objeto y sentarlo por separado.
Así se piensan las ideas generales.

La coincidencia, en lugar de identificar el pensar y lo pensado, equivale a su separación.


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¿Cuál es la mayor distinción?

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La que existe entre Dios y la criatura.

Esta distinción es mayor que la que existe entre la criatura y la nada.

De esto habla Polo en Antropología trascendental I, p. 136.3
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¿Qué significa "otro"?

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"Otro" tiene un significado antropológico de gran calado.

Otro, en el lenguaje usual tiene varias significaciones: "diferente", "distinto" y "uno más".

« otro que X » : (diferente) (es una distinción lógica, no real);

« otra realidad que » : (realmente distinto);

« cierta multiplicación de lo uno »: (uno más o uno-otro). Decir distinción uno-otro significa que el otro es "uno más" pero sin tener en cuenta la "dependencia" que existe entre los que son otros, distintos entre sí. (Se trata también de una distinción lógica)

Todos estos significados ofrecen como denominador común alguna referencia comparativa.

En Antropología trascendental I, p.130, Polo caracteriza la noción de "diferencia" haciendo ver que es meramente lógica y, por tanto, no es trascendental.

No utilizaremos, pues, el término "diferencia" para designar "lo otro real", sino lo pensado diferentemente.

La diferencia es el modo propio de discernir entre objetos pensados.
La diferencia pura es lo pensado.

En lo pensado no hay ser.
Hay menos ser en lo pensado que en el cerebro de una mosca.

El "acto" de pensar sí es real. Pero "lo pensado" es irreal. Es diferencia pura.

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Al contrario, lo "otro" es el término que utilizaremos para designar la "distinción real", implicando la dependencia.


La distinción es trascendental. (La distinción pura es la Trinidad).
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¿Cómo se matiza el conocimiento del ser?

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El conocimiento del ser alcanza una admirable matización con el hábito de los primeros principios.
El estudio del inteligir humano queda inacabado si no se tiene en cuenta el carácter habitual de la inteligencia humana.
Y entre los hábitos mentales destaca el hábito de los primeros principios. Con él se accede a la vigencia entre sí de los primeros principios reales, sin confundirlos: el de identidad originaria, el de no contradicción y el de causalidad trascendental.



Ideas sacadas del libro de Polo "Epistemología, creación y divinidad". Capítulo 2, 5. Doble significado de la infinitud intelectual

Para saber más ir a las etiquetas:
1.9.2 hábitos (1) en general;
1.4.0  Los principios;

3.2.0 Hábito de los primeros principios
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Posibilidad

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posibilidad como futurible. Futurible es lo que nunca será real, es decir, aquello para lo que el futuro es indiferente.

posibilidad como potencia pura, llamada materia, que por ser constitutiva de las criaturas físicas, impide que  éstas sean necesarias.

posibilidad de las criaturas espirituales, es la libertad trascendental, la no desfuturización del futuro. Los seres espirituales, para seguir siendo requieren el futuro, al igual que la zarza ardiente que vio Moisés en el monte Horeb.
La libertad creada es un acto de ser incoativo todavía más intenso que el acto de ser del universo físico. A la libertad trascendental no le falta el futuro, no sólo para no dejar de ser, sino para su intrínseco crecimiento.
A esta "posibilidad" cabe asimilar la potencia "obediencial" por la que somos capaces de Dios.

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¿Qué es la posibilidad como futurible?

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Futurible es lo que nunca será real, es decir, aquello para lo que el futuro es indiferente.





Hablamos del futuro en la etiqueta 1.12.5

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Potencia

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El ser se dice de muchas maneras.
Una manera de decir el ser es decir: "acto".
Otra manera de decir el ser es decir: "potencia". De este modo indicamos que el acto no es acto puro, que al depender del Ser, siempre puede ser más, según la dependencia.
Los actos de todas las criaturas son acto-potenciales, no son puros, teniendo perfección siempre pueden ser más perfectos.

<Piá dirá que la causalidad trascendental muestra que un acto de ser creado no puede existir sin esencia, porque al “depender” del Origen, no es todo lo que puede ser, todo acto de ser creado se distingue realmente de su esencia. Este es el gran descubrimiento de Tomás de Aquino>


Polo es un gran maestro.
Sabe poner en relieve los grandes descubrimientos de la Filosofía, destacando sus novedades.

Un ejemplo es cómo, poco a poco, hizo estudiar a sus discípulos (Ricardo Yepes, Jesús de Garay…) los diversos sentidos del acto y de la potencia en Aristóteles.

Así consiguió mostrar que la esencia es "acto" y también es "potencia", pero con sentidos mucho más precisos de los que estamos acostumbrados.

La esencia es, desde los griegos, "acto", perfección.
En Aristóteles la ousía, que sería el equivalente de esencia, es un sentido del acto. Es entelechéia, forma.

De ahí que digamos: esta flor "es" un tulipán. El meollo o esencia de esta flor es ser tulipán. Acto estable, acabado.

(A ese sujeto, en cuanto que principio de operaciones, se le puede llamar naturaleza).

Noten ustedes que sin darnos cuenta hemos introducido en nuestro discurso una "suposición". Suponemos que la esencia es subsistente. La esencia pensada sí es perfecta, pero en la realidad no existen las esencias pensadas. Las criaturas son actos, sí, pero actos no acabados.

Aristóteles quedó prendido de la perfección de sus entelechéias  sin sacar todo el partido de su descubrimiento de juventud.

Polo llamó la atención sobre ese descubrimiento de Aristóteles (el par potencia-acto) que hizo al observar la distinción entre la mente dormida y la mente despierta. En cuanto dormida, la potencia indica imperfección, en cuanto despierta, el acto indica perfección.

Este sentido del acto, energéia, que no está detenido, que está despierto y abierto a ser más, quedó arrinconado por el prestigio de la "sustancia", de lo acabado, de la forma.

En tanto que los entes pueden "despertarse", perfeccionarse, son potencias "activas". La semilla puede devenir árbol.

Hay, sin embargo, ciertas potencias que son "pasivas", dependen de otras y pueden "recibir" perfecciones que no están contenidas en ellas a priori. Es más ventajoso para la inteligencia ser potencia pasiva, pues así puede conocer lo que por sí sola no podía conocer.

Y es así como las potencias pasivas adquirirán hábitos que no poseían de entrada.

En definitiva, la "potencia", siendo imperfección, es una cierta presencia del futuro en el ser.

Aunque un león sea magníficamente perfecto, nosotros, hijos de Dios, imperfectos, somos más ricos que el león. Nuestra imperfección es potencia obediencial abierta a la máxima amplitud. Aquí no hay leones que valgan.

Lo que no podremos nunca decir es que cigarro esté en potencia de ser ceniza, aunque haya la posibilidad de convertirse en ceniza. No debemos confundir potencia con posibilidad.


Tomás de Aquino, al descubrir la distinción real entre esencia y acto de ser ("acto de ser" es otro sentido del acto que Aristóteles no conoció) hace una investigación más atenta sobre la noción de potencia, clave de la filosofía aristotélica.

Y encuentra un sentido de la potencia que Aristóteles ignoró: la esencia como "potencia" del acto de ser.

La noción aristotélica de potencia era la dynamis. Y es válido ver el universo en movimiento. Potencias activas y pasivas que se van actualizando armoniosamente. Potencias de las diversas naturalezas, que se actualizan según el orden de la tetracausalidad. El universo de Aristóteles es así, en movimiento. Es lo que es: Acto puro y potencias que se actualizan, imperfecciones que se perfeccionan.

Pero el nuevo sentido de potencia, la esencia que sin el ser no es nada, introduce la novedad, vislumbrando una riqueza nueva de lo radical. No es una potencia como las potencias aristotélicas. Es una potencia que siempre dependerá de un Ser dador del ser.

No es que la esencia esté en potencia del acto de ser (eso es "posibilidad"), sino que la esencia como potencia es "potencia" gracias al acto de ser. No es que sea imperfección gracias al acto de ser, sino que el ser puede abrir horizontes no contenidos en las semillas (si el Creador se los da, directamente o a través de otros seres).

El universo ya no es "lo que es" sino que también es lo que será con novedades. (Los sentidos que los hombres queramos aportar). Hemos descubierto el amor, que es dar, en el Ser.

El tulipán ha podido provenir de cruces genéticos, y puede desplegarse según sus cromosomas, dependiendo de su "alma", pero lo más alto, lo radical y primero, es que el tulipán "es" dependiendo de su acto de ser, creado por Dios. Depende radicalmente del don de Dios.

La esencia, la sustancia del tulipán, depende radicalmente del acto de ser creado. Ya no es solamente lo que es porque las cosas son así, sino porque Dios quiere que sea así. Radicalmente hay una decisión libre del Ser supremo.

La esencia es pues acto, en tanto que sustancia (Aristóteles) y la esencia es potencia no sólo porque tiene potencialidades que se activan (eso lo dice también Aristóteles), sino porque, radicalmente, es potencia respecto del acto de ser (Tomás de Aquino). Depende del acto de ser, dependiendo del Ser.

Hay algo en la potencia que ya es, porque será, pues "depende" de Dios, ya sea desplegándose (esencia del universo físico como orden dado por Dios), ya sea aportando (libre esencia humana que acepta su destino).

Es un sentido de la potencia como "bien" del acto de ser, como lo otro que el ser, en orden a la realización del ser. Es "otro" don. Somos y seremos. 

Seré feliz (es esencial), si Dios quiere, y si yo quiero.

"Lo otro que el ser", u otra manera de decir ser, es decir: "potencia", que en la medida que es, la llamamos bien.

El bien es lo otro que el ser en orden a la realización del ser.

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¿Existe una apertura más íntima que la intimidad?

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Sí.
Existe una apertura más íntima que que mi intimidad.
La Intimidad (considerada como el conjunto de las dualidades de los cuatro radicales personales), se dualiza gracias a una apertura todavía más íntima.
Piá la denomina apertura transcendente por abrir el ser humano más allá de su propia intimidad.

La apertura transcendente es más íntima a la persona que su propia intimidad. Es una apertura que transciende la intimidad humana profundizando en ella.

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¿Una Persona divina es Relación?

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Sí.
Una Persona divina es Relación subsistente en el orden del Amor.

Pero no caigamos en el error de considerar las relaciones divinas, al decir "subsistentes", como individuos. Lo que subsiste es la persona en tanto que co-ser.
La naturaleza divina, o la índole divina, el dar puro, es trina por dentro. Identidad trinitaria o comunión de Personas. De ahí la triple Novedad, les tres personas subsisten en el Amor.

Dios es, de entrada, Origen del dar, el dar como Don y Aceptación originaria.


El profesor Sellés dice, hablando de la Trinidad, que no está bien hablar de relaciones en la Trinidad, y menos de relaciones de oposición, porque relación supone que hay subsistentes separados que se relacionan.
Pienso que sí se puede hablar de relaciones si se las considera en el orden del Amor, en comunión de personas. Lo que subsiste es la Trinidad y no cada Persona aislada, cosa imposible.

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¿Es el Universo físico relación subsistente?

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No.
El Universo material no es relación subsistente.

El Universo es "persistencia" subsistente en el orden del Origen. Depende del Origen en el modo sencillo de la persistencia.


El Universo entrará en el orden del Amor en la medida en que las personas queramos.
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¿De qué modo podemos hablar de relaciones trascendentales?

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Tres son las dimensiones del hábito: la tenencia, la disposición y la relación.

La tenencia es clara en los hábitos categoriales: me pongo un sombrero.

La disposición es clara en los hábitos adquiridos por las potencias espirituales: sé nadar o ser oportuno.

La relación se muestra especialmente en los hábitos superiores.

En efecto, la sindéresis, el hábito de los primeros principios y el de sabiduría (que son hábitos superiores) abren la persona, respectivamente,  a relacionarse con su obrar, con el universo y con su intimidad, también divina.

Se trata de relaciones existenciales, no categoriales, que tornan a la persona en coexistente.

No son relaciones subsistentes (eso se queda para las personas divinas), pero tampoco son relaciones accidentales, ya que están en el orden del ser. Las llamaré (aunque algunos no lo aprecien) relaciones trascendentales.

A todos los niveles el hábito aparece como continuación del ser: sombrero, simpatía, filiación divina.

Y eso es así porque su ser es inacabable, siempre además.

Sin embargo, la persona humana es también relación subsistente, si se tiene en cuenta el Origen.
La persona humana por su filiación divina es relación subsistente en el orden del Origen.

La apertura del hombre hacia Dios se realiza así en cuatro relaciones que se convierten entre sí: la gracia, la esperanza, la fe y la caridad (que también son hábitos superiores) son distintos modos de abrirse la persona a su Creador.


No olvidemos que cuando aquí hablamos de gracia, esperanza, fe y caridad, no nos referimos a las virtudes teologales, sino a las aperturas transcendentales.
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¿Por qué dice Polo que el hombre se distingue más de Dios que de la nada?

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Distinguirse más de Dios que de la nada significa que, sin depender de Dios, somos nada.
Estamos más cerca de la nada que de Dios.

La subsistencia es imposible sin Dios.


La dependencia nunca se acaba, si se acabara volveríamos a la nada.

¿Es real la relación de la creatura con Dios?

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Sí. La relación de la creatura con Dios es real.
Los "actos de ser" creados son reales.

Sin  embargo, en Dios, son relaciones de razón.

No se asusten.
Noten que nuestros objetos pensados son irreales. Y bien que jugamos con ellos.

Los actos de ser en Dios se parecen a las ideas en nuestra mente.

Añadiéndonos, no añadimos nada a Dios, pero bien que nos ama.






Para saber más sobre la creación ver etiqueta 1.6.0
Para saber más sobre la relación ver etiqueta 1.5.2

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¿Qué tipo de relación existe entre la inteligencia y la realidad?

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No es una relación simétrica: la inteligencia no conoce la realidad de modo semejante (como una fotografía) a como la realidad se realiza.

No es tampoco una relación trascendental, pues al conocer no conocemos exhaustivamente la realidad.

Es una relación intencional de semejanza. Al conocer poseemos intencionalmente la realidad.

La voluntad, sin embargo, es relación trascendental con el bien. Es intención de otro, tal como será. Es intención de alteridad.








De esto habla Lluis Pifarré en su libro "Entender a Leonardo Polo", p. 63.2
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¿Cómo explicar que la relación de la creatura con el creador es real en la criatura y de razón en Dios?

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Rondaba en mí el deseo de explicar un viejo problema: cómo las criaturas tienen una relación real con Dios, cuando en Dios, la relación es de razón, ya que no añadimos nada a Dios.

Un buen amigo, quizá el mejor, me envió hace poco una anécdota luminosa. Él es, entre otras cosas, novelista de narrativa peculiar.

Entonces razoné: nuestros personajes de ficción son eso, ficciones. ¿Y si fueran reales?

No parece aventurado pensar que somos pensamientos de Dios. Y que del mismo modo que, íntimamente, viven en el escritor sus personajes, de alguna manera somos hijos de Dios.

Los objetos de nuestro pensamiento son irreales, su ser es sólo intención de semejanza, se limitan a remitir a la realidad.


¿Y si en Dios, la relación irreal que somos, remitiera a nuestra realidad?
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¿Qué nos muestra de Dios el autotrascendimiento humano?

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Autotrascenderse es una forma de dar. La más alta.

No es un aniquilarse, ni tampoco simplemente cambiar a mejor.

Cuando hablamos de autotrascendimiento, queremos decir actividad más alta de dar: darse.

Lo trascendental en sentido estricto es el Dar supremo, Dios.

Pues bien, en congruencia con el autotrascendimiento humano, podemos entrever el carácter donal de la actividad divina, del ser de Dios.

Las relaciones personales intratrinitarias son relaciones donales.

La Sagrada Escritura expresa en términos de dar la relación entre el Padre y el Hijo (por ejemplo, Jn 5, 36); e igualmente el Padre da el Espíritu (Lc 11, 13) a petición de Cristo (Jn 14, 14), y lo da sin medida (Jn 3, 34).

Este "sin medida" significa "sin reservas".
Sólo Dios puede dar así.

Luego el autotrascendimiento humano nos muestra, si lo llevamos al extremo, cómo será el Dar supremo que es Dios.








Sacado del artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.61.2 . Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.

Para saber más ver las etiquetas :
1.0.1  Dios
1.0.2  dar trascendental
1.5.2  relación (en construcción)
5.2.0     trascendentales

12.1.0  Trinidad(en construcción)
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¿Es el ser humano "relación", según BXVI?

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Así se expresó, por ejemplo, en la audiencia del 6 de febrero 2013:


El ser humano es relación: Yo soy yo mismo solo en el tú y a través del tú, en la relación de amor con el Tú de Dios y el tú de los otros. Pues bien, el pecado perturba o destruye la relación con Dios, su presencia destruye la relación con Dios, la relación fundamental, toma el lugar de Dios.
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Háblenos de la acción

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1) La acción como categoría física.
Cuando hablamos de "acción" en el lenguaje corriente nos referimos al "movimiento físico". Una película de acción es aquélla en la que hay mucho movimiento y muchos golpes.

Es lo que Aristóteles llama "accidente acción" o kínesis, o movimiento.
Propiamente no son actos, sino procesos.
Se trata de la categoría física "acción", (poiein en griego, actio en latín), o movimiento transitivo en el "agente". Acción típica de la acción transitiva de los seres inanimados (como la olla de leche hirviendo).
Un movimiento físico que produce otro movimiento físico (que se llamará accidente "pasión"). Es un movimiento "transitivo".

El movimiento físico se pone en marcha según el orden del universo físico. No tiene su principio en el agente que mueve, sino en las leyes del universo que rigen este movimiento.
Es el movimiento de los seres inertes, el propio de las reacciones químicas, de los movimientos de los astros, de las leyes de la gravedad…, la caída de las hojas, el quemar de un cigarro o la llegada del tren.

Noten, por favor, la diferencia de las acciones transitivas con los actos inmanentes.
Los actos de pensar no son procesuales, no son movimiento, no son transitivos.
Si se piensa, "ya" se tiene lo pensado. La luz es lo más veloz de lo físico. El acto de pensar la aventaja, porque es "ya".

Las acciones físicas producen siempre un efecto pues la realidad física cambia con el movimiento que la acción produce.
Los actos de pensar no modifican la realidad física, no cambian las cosas físicas. Son inmanentes.

La acción transitiva de la que hablamos aquí es el accidente físico del agente, el movimiento del agente en tanto que está produciendo un cambio físico en el paciente.

2) La acción como praxis. Actividad humana.
Si hemos comprendido bien lo que es la acción física, ahora podemos explicar otro sentido de la acción: la praxis.

Esta distinción tiene que ver con la doctrina de Aristóteles sobre las actividades de poiein y praxis, traducidas después como producción y acción.

La explicación se complica porque la "producción" no es aquí la poiein o categoría física "acción" (que depende solamente de las leyes del universo físico), sino el cambio físico "producido" por el hombre, por una acción propiamente humana.

Las acciones propiamente humanas, llamadas praxis por Aristóteles, son de tres tipos:
1) las operaciones inmanentes. Son operaciones simples: la teoría propiamente dicha o actividad teórica y las operaciones de los sentidos (cuando vemos, vemos, y ya está).

2) la actividad práctica (ética y política)

3) la actividad productiva. Esta actividad productiva es la propiamente acción humana.

A menudo, para simplificar hablamos de teoría y práctica.
La actividad teórica o praxis teléia es la praxis perfecta de Aristóteles. Es puramente inmanente.

Lo práctico son las praxis, acciones inmanentes, que van unidas a un movimiento transitivo y se llaman también poiesis (producción).
Pero también son prácticas las praxis éticas y morales, o actos de la voluntad (que son puramente inmanentes).

Poiesis son: hacer una casa, respirar, hacer la digestión. Aparece una perfección gracias al cambio inmanente de un ser vivo, que acompaña y está en el origen del movimiento transitivo.

3) Descripción de las acciones puramente inmanentes, sin movimiento.
En la acción puramente inmanente no hay cambio o movimiento en la realidad física.
Es la aparición de una perfección al realizarse un cambio inmanente de un ser vivo, sin movimiento transitivo.
Sólo hay cambio inmanente, sin movimiento. O movimiento "discontinuo". Por ejemplo: pensar, o querer, o ver.
La operación inmanente es un perfeccionamiento intrínseco. Una potencia que se actualiza (aunque para actualizarse necesita del acto ; por ejemplo, para pensar, se necesita, entre otras cosas, del acto del intelecto agente ; y para ver, se necesita, entre otras cosas, del sobrante formal del sentido de la vista).
Se consuma en sí misma, tiene el fin en sí misma, y no fuera de la operación. Cuando vemos, vemos.

Son las praxis perfectas y las praxis éticas de Aristóteles.

4) Recordemos finalmente que en Antropología cuando hablamos de "acción", nos referimos en directo a la poiesis, a la actividad humana productiva.
Sin embargo, debemos estar atentos, pues muchas veces generalizamos y llamamos "acción" a todo tipo de movimiento, físico, inmanente o productivo.

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No se inquieten ustedes si al final no saben qué responder cuando les dicen que distingan entre Persona y Acción.
En este caso, la Persona es el acto de ser personal y la Acción su naturaleza que debe crecer con un crecimiento natural y también gracias a la manifestación de la persona en ella (que la esencializa).


¿Qué es el yo?

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El yo es el ápice de la esencia humana.

Como bien precisa Juan A. García González, la palabra ápice, designa aquí justamente su dependencia de la persona.

Ese ápice es un hábito innato, el de sindéresis: hábito innato al ser personal.

El yo se distingue de la persona, porque depende de ella.
La distinción, más que separar vincula el yo y la persona.

Mi esencia es de mi persona a través de mi yo, del ápice de mi esencia.

Un ejemplo: la persona que soy se manifiesta por las elecciones de mi yo.

Si puedo aportar algo al mundo es pasando por mi yo.
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¿Qué es la sindéresis?

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La palabra sindéresis significa "atención vigilante".

(Clásicamente a la sindéresis se la llama intelecto práctico. Es el intelecto práctico o razón "natural" por el que el hombre sabe que debe hacer el bien y evitar el mal).

Polo rectifica el planteamiento tradicional proponiendo que la sindéresis es el hábito innato por el que la persona es agente de sus actos (voluntad agente, querer-yo) y dualizándose con el hábito de los primeros principios ilumina el  ver que es la inteligencia (y lo ilumina con el miembro inferior de la sindéresis, el ver-yo)

La sindéresis hace "verdadear" la inteligencia y la voluntad.

La persona humana, gracias al hábito de sindéresis, hábito innato del intelecto personal, expresa, de modo global, lo que ve y lo que quiere.

Por eso la sindéresis se describe como "inspiración global", porque inspirar no es otra cosa que "expresar" la verdad encontrada.

El ápice de la esencia humana es el "yo", precisamente este hábito innato con dos miembros o dos instancias cognoscitivas, ver-yo y querer-yo.

El ver-yo nace del intelecto personal y el querer-yo del amar donal.

La sindéresis es la apertura con que cuenta la persona para iluminar, dirigir, controlar, la naturaleza humana. Se atribuye al hábito de sindéresis el conocimiento de la propia esencia.

Pero ese conocimiento o ese ver o englobar,  se dice "conocer-yo" o "querer-yo" según vea lo "inteligido" o lo "querido".

Hay una diferencia entre lo inteligido y lo querido: lo querido debe ser constituido por el querer-yo.
El querer-yo no se limita a conocer la voluntad, sino que constituye lo voluntario (lo impulsa). Sin el respaldo del querer-yo la voluntad no quiere nada.
En esta faceta del yo (querer-yo) existe algo más que la luz iluminante, o si se quiere, que el querer-yo depende menos del intelecto personal y más del amar donal, por eso es más otorgante que iluminante.

El yo se cifra en ver; es ver: ver-yo (el ver-yo es iluminante) y querer-yo (constituyendo lo querido; el querer-yo es iluminante y constituyente).
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