Llamamos díada transcendente a la dualidad Dios-persona humana.
La persona humana nace de Dios.
La persona humana vale para Dios.
La persona humana es relación, subsistente en el orden del Origen.
Y llamamos díada trascendental a
la doble dualidad apertura interior y apertura hacia adentro.
La persona humana es además.
La persona humana es intimidad.
La persona humana se abre hacia fuera y hacia adentro.
La persona humana se abre transcendentalmente hacia dentro, hacia
Dios, según cuatro sentidos o dimensiones, que se corresponden con los cuatro
trascendentales personales.
1. la gracia inicial originaria, humildad o abajamiento primero;
2. la esperanza,
amanecer o alianza primera (fidelidad);
3. la fe,
alumbramiento o luz primera (filiación);
4. la caridad
o arrullo (comunión o servicio).
El primer abajamiento o humildad
trascendental, equivale a la verdad del co-existir personal. La humildad es la
verdad.
El amanecer de la persona equivale
al destinarse de la libertad.
El alumbramiento equivale a la búsqueda
intelectual del destino personal.
El primer arrullo equivale a la búsqueda
amorosa del encuentro con Dios.
Aunque utilicemos el mismo nombre, no deben
confundirse la humildad, la esperanza, la fe y la caridad de las que aquí
hablamos (aperturas transcendentes),
con las virtudes a nivel esencial, y tampoco con las virtudes
sobrenaturales de las que habla la teología.
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