¿Qué distinción conviene no perder nunca de vista al estudiar la Antropología trascendental?

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Para mejor entender quién es el hombre, es decir, para estudiar la Antropología trascendental, tal como Polo propone, no conviene perder de vista que el hombre es dual: persona humana y vida humana.

Existen dos niveles en el hombre, uno que llamaremos trascendental y otro que llamaremos esencial.

No es lo mismo el "ser personal" (que es el nivel trascendental) que "la esencia humana" (que es el nivel esencial).
El hombre es dual.
La fuente de la que surge la dignidad del hombre es su ser personal, radicalmente libre, que merece por eso el calificativo de "persona".
Lo más profundo del hombre es su "ser personal".

Sin embargo, llamaremos "esencia humana" a su libre manifestación.
La esencia humana es el "disponer".
La persona humana "dispone" según su esencia.

Polo amplía la clásica distinción entre esse y essentia, y lo hace descubriendo un nuevo sentido del esse y un nuevo sentido de la essentia.

El esse  de la persona o ser personal, es distinto del esse  del Universo que estudia la Metafísica. Es un ser libre.

La essentia de la persona humana es también distinta de la essentia  del Universo o tetracausalidad. La esencia humana es "el disponer" libre de cada persona.

Por eso insiste en que la Metafísica debe ampliarse con la Antropología trascendental.
No es lo mismo el ser que estudia la Metafísica que el ser que estudia la Antropología trascendental.

Aunque ambos estudios son Filosofía primera.

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¿Qué busca la Filosofía Primera según Leonardo Polo?

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La Filosofía Primera busca lo más "radical", el primer principio, que debería  ser único: el fundamento de la realidad.
Así lo entendió Platón, cuando consideraba el Uno como fundamento de todas las esencias.

Polo, sin embargo, propone que la Antropología filosófica es también filosofía primera.
¿Por qué? Porque lo radical del ser no es solamente fundamento.
Ser persona también es radical.

La Antropología filosófica, en tanto que filosofía primera, estudia pues los radicales "personales", que se distinguen (ademaseando) del primer principio o Ser del Universo.

La física y la biología clásicas son filosofías segundas pues no tratan del fundamento, no buscan el primer principio, sino que buscan comprender lo real de acuerdo con principios y causas; principios y causas (físicas o biológicas) que son menos radicales que el primer principio.

Estas ciencias buscan explicar la realidad por sus causas.
Las causas son principios, pero no primeros principios.

La Filosofía Primera es, desde siempre, la Metafísica.
Sin embargo, con su propuesta de ampliación, Polo defiende que la Antropología no es filosofía segunda, sino que es también Filosofía Primera.

¿Es "también" filosofía primera?: es "además", filosofía primera.

Dios creó la filosofía primera, para que juguemos con ella. La Antropología filosófica le da sentido. Es más primera que la primera. Es, humildemente, "además".

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¿Qué es lo primero que estudia la Filosofía primera?

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Lo primero que estudia la Filosofía primera es el Ser.

Pero atención, el Ser no es unívoco.

Polo es (entre otras cosas) el filósofo de la distinción.

Debemos distinguir entre
- el ser Originario,
- el co-ser personal y
- el ser del Universo.

Los tres son "ser", pero son distintos.

Noten cómo se abre el horizonte admirando la distinción del Ser. A la filosofía del Ser, se le llama filosofía "trascendental" y es la filosofía primera o filosofía de lo primero.
Lo primero es lo trascendental.

Y como el ser se distingue en ser Originario, en co-ser y en ser del Universo, la filosofía primera será Teología natural, Antropología trascendental y Metafísica, respectivamente.

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¿Cuáles son las 4 fases de la libertad trascendental?

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1ª Don
2ª Aceptar
3ª Dar
4ª Buscar

Don: el don creado premoviente que es, de entrada, la persona libre. Trascendentalmente, la persona es creada como libertad.

Aceptar : la persona, al querer, acepta, trascendentalmente, la iniciativa divina. El aceptar trascendental está condicionado por el querer a nivel esencial.

Dar : no es otra cosa que la generosidad de la persona, que deja hacer a Dios, abriéndose gracias al hábito innato de los primeros principios.

Buscar : la libertad es acto vital que, si no se estraga, busca siempre, congruentemente, las nuevas facetas de los temas trascendentales, Dios, las personas, el mundo.

De esto se habla en Juan A. García. La metalógica de la libertad… Studia Poliana nº 10, 2008, p. 19, 4.

Para saber más:
Etiqueta 5.5.4………………. libertad trascendental.

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¿Qué es la felicidad?


Somos felices cuando se colma el vaso de nuestros deseos. 

 Esa felicidad es fácil de obtener. Lástima que sea frágil. 

No dura siempre porque el vaso se rompe. 
 El filósofo busca la felicidad que está más allá del tiempo. 
 Pienso que es la Comunión de personas. 
Lo que Agustín de Hipona llama el orden del amor.

¿Es la metalógica de la libertad el punto álgido de la filosofía poliana?



Así lo sugiere Juan A. García. 
En efecto, la antropología que propone Polo es una investigación acerca del misterio humano (ver Antropología trascendental II, p. 238.3). 

 ¿Quén es el hombre? Un espíritu en el el tiempo. 
Un acto viviente
 Polo es el filósofo de la distinción y el filósofo de la libertad trascendental. 

 El misterio humano es asequible a la libertad, a ese don creado en el que carece de sentido el aislamiento, la soledad. 

 El hombre es hijo. ¿Cómo accede la libertad trascendental, el acto viviente, a su misterio? 
Aceptando generosamente la iniciativa divina. Jugando. Conociendo libremente, habitualmente, la máxima amplitud del Amor. 
 La libertad anima y corelaciona la altura, la profundidad, la anchura y la longitud. Vuelve, accede, advierte, encuentra, otea, busca. Ese subir y bajar, juego de niños, es la metalógica de la libertad

De esto se habla en Juan A. García. La metalógica de la libertad… Studia Poliana nº 10, 2008, p 8, 3. .

¿Qué es el "ordo amoris" agustiniano

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Polo entiende el ordo amoris agustiniano como el incremento de felicidad que proporciona la contemplación de la felicidad de todos.

Es un orden superior al orden del universo.
Su origen es el añadirse de las personas, que otorgan, que aman y cantan.

Es, por decirlo de otra manera, comunión.

Misterio de Amor.

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Si la intimidad humana es libre ¿somos Dios?

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No somos Dios.
Aunque estemos abiertos a la plenitud, nuestra vida, nuestro crecimiento, nuestra esencia, depende siempre de la máxima amplitud, somos criaturas.



Somos como caballos felices en un prado (Sabiduría 19, 9).

Aunque estemos incluidos en la máxima amplitud, no deja de ser una inclusión o adopción.

En virtud de la estricta dualidad co-existencia–esencia, toda la actividad trascendental humana (es decir, la actividad personal dirigida al Transcendente en cuanto que ‘mi Origen’ y ‘mi Destino’) repercute en su potencia, o sea, no cabe la actuosidad trascendental humana separada enteramente de la actividad esencial del hombre. Si esa se diera, el hombre sería Dios.

Comenzamos a existir cuando Dios nos crea en una naturaleza corporal y como personas podemos disponer esencialmente, irrestrictamente, pero nuestra intimidad, la persona que somos y seremos es siempre distinta de nuestra manifestación.


¿Cuál es para la filosofía clásica el principio próximo del operar humano?

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La filosofía clásica refiere el operar humano a un principio próximo: la facultad.

La operación es el acto de la facultad.

El principio remoto es el alma.


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¿Qué es el olvido de sí?

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Pienso que "el olvido de sí" puede referirse a dos disposiciones de la persona humana altamente fructuosas.

A) olvido de quién seré:
nos olvidamos de nosotros mismos cuando omitimos la búsqueda de nuestra réplica, (nuestra Réplica de Dios), de nuestra identidad o Amor, para ponernos a trabajar.
La persona, al ejercer su hábito de los primeros principios, al abrirse hacia afuera, cesa generosamente de ser protagonista para contemplar la creación.
Y no solo la deja ser, sino que, ejerciendo la sindéresis, comprometiendo su yo e introduciendo el límite mental, trabaja como un mulo.

B) olvido de mi yo:
sí, estoy hablando ahora del descanso deportivo o del reposo dominical. Me olvido de mi trabajo, de mis intereses y afanes, para descifrar y contemplar el sentido de mi vida: quién seré.
Los cristianos llamamos a este olvido, oración.

Trabajo y oración.
Dos modos de olvidarnos de nosotros mismos.

Y la adoración es el ocultarse del yo.

Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 345.3
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