Esencia – Ser. Su distinción
En la etiqueta 1.7.0 hemos recogido las preguntas que se refieren a lo
que es la cima de la filosofía de Tomás de Aquino: la distinción real
entre esencia y acto de ser.
Leonardo Polo prolonga esa distinción y profundiza en ella. Y así propone
una doble distinción, a nivel del acto de ser y a nivel de la esencia:
- El acto de ser de la "persona", acto de ser libre,
es también distinto del acto de ser del "universo", que no es libre,
sino principio de no contradicción o persistencia.
- Y la esencia de la "persona" humana (manifestación de
libertad) es distinta de la esencia del "universo" físico, o
despliegue ordenado de la tetracausalidad.
Antes que nada, intentemos aclarar la noción de acto de ser (esse), para no confundirla con la noción
de "existencia".
Clásicamente "existir" es el salir a la luz, el aparecer, de
una posibilidad. Es el efecto de una causa eficiente, que hace que las formas,
las esencias, pasen del modo de la posibilidad al modo de la realidad.
Si se confunde la existencia con el acto de ser, entonces no habrá
distinción real entre esencia y acto de ser (considerado como
existencia) pues la existencia es sólo una modalidad de la esencia.
De ahí que los griegos no entiendan la noción de creación pues todas las posibilidades
de la existencia están contenidas, ya, en la esencia del universo.
El mundo se mueve ordenadamente según las causas, y se acabó: las formas
van apareciendo ordenadamente, se actualizan según el Acto.
El gran descubrimiento de Tomás de Aquino es comprender que las esencias
no tienen en sí el principio de su ser. Si son, son porque un principio distinto
realmente de ellas las hace ser. Ese principio es el esse o acto que las hace ser.
De ahí que el ente esté compuesto por dos coprincipios, la esencia y el acto de
ser, realmente distintos.
Sin embargo, los filósofos posteriores, incluso tomistas, caen
frecuentemente en el esencialismo, pues confunden el esse con la existencia. El error del esencialismo lleva a entender
Dios como causa "eficiente" (aunque la llamen causa primera).
Por eso Polo precisa que Dios no es una causa eficiente que hace que las
esencias posibles existan. Dios es Origen tanto de la posibilidad como del
existir. Dios es Creador porque es Origen tanto de la esencia como del acto de
ser.
La contraposición al esencialismo es el existencialismo.
Posición comprensible ante la falta de libertad a la que el esencialismo
aboca. Si las cosas son como son y lo son eternamente o por la arbitrariedad
del Creador, no hay libertad que valga.
O, si queremos salvar la libertad, deberemos limitarla a ser solamente
libertad esencial, propiedad de nuestra voluntad, pero no de nuestro ser. La
persona no podría ser trascendentalmente libre.
Heidegger denuncia el enterramiento de la libertad cuando advierte que
hemos olvidado el ser.
Los excesos del existencialismo (una amplia gama que va desde el
materialismo marxista hasta la fragmentación de la filosofía y el pensamiento
débil) se podrían evitar si no caemos en la confusión o no distinción entre
esencia y ser.
Confusión que termina atribuyendo al ser lo que corresponde a la esencia
y lo que son características de una de sus modalidades como lo es la
existencia.
No es correcto pensar así porque todo lo que nos acontece, nuestra
"vida", nuestra "existencia", no es el acto de ser. El esse es distinto realmente de la
esencia. El esse no
"realiza", o dicho de otro modo, no nos "realizamos"
dándonos la esencia que queremos, sino que libremente aceptamos las
posibilidades que Dios y los demás, con el universo, han puesto a nuestro
alcance.
¿Dónde está la libertad?, ¿en la esencia o en el ser?
Si seguimos la propuesta poliana, habrá que distinguir:
El acto de ser del universo y su esencia no son libres. Son lo que
son.
El acto de ser de la persona humana es libertad trascendental,
"además", persona, libre.
La esencia de la persona humana "manifiesta" la libertad
en la medida en que libremente queremos, esencializando nuestro mundo,
iluminándolo y otorgándolo amorosamente.
Dios es el Origen tanto de la criatura física como de la criatura libre,
según les dé el ser "sencillo" (ser del universo) o el ser
"además" (el ser que es cada persona humana).
¿Cómo
se llega a conocer la distinción real entre acto de ser y esencia?
Tomás de Aquino no acabó de explicar bien el modo de
llegar a conocer esta distinción culmen de su filosofía.
La proposición de Polo es que, abandonando el límite mental, según las cuatro dimensiones
de su método, se puede conocer cabalmente esa distinción "real".
Para sentarla es menester abandonar la actualidad, porque si la esencia y el
ser se consideran solamente según la actualidad, su distinción sería objetiva,
pero no real. La pensaríamos sin
llegar a conocer su "realidad" (no olviden que no es lo mismo
pensar que conocer).
Confundiríamos, maclándolos en la noción de
"existencia", el esse y la
esencia.
Pero abandonando el límite mental, abandonando la
actualidad según las cuatro dimensiones del método poliano:
se advierte el ser extramental que es el universo físico (1ª
dimensión) ;
se encuentra la esencia del universo (2ª dimensión);
se alcanza el ser personal (3ª dimensión);
y se accede a la esencia humana(4ª
dimensión).
Queda claro así que la distinción real de ser y
esencia es distinta en antropología (distinción entre acto de ser personal y
esencia humana) que en metafísica (distinción entre el ser del universo físico
y la esencia del universo o tetracausalidad).
Abandonando la actualidad según las cuatro
dimensiones, queda sentada en ambos campos.
¿Por qué el enfoque poliano de la distinción real de
esencia y acto de ser hace avanzar a la filosofía?
A mi entender es porque equilibra la
"importancia" entre esse y essentia. Según la propuesta poliana,
ambos son "importantes" alejándose del esencialismo y del
existencialismo.
Tradicionalmente se entiende que el acto de ser es prioritario a la
esencia. Cada acto de ser estaría restringido por su esencia. La esencia
limitaría la intensidad de la perfección del acto de ser.
El realismo filosófico exige, ciertamente, que lo primero y prioritario
sea el ser.
Y considerando el problema en términos de "actualidad", también
es cierto que la esencia pensada, limita al ser pensado.
Polo, sin embargo, al abandonar el límite mental (al abandonar la
"actualidad"), e ir más allá de la actualidad, entiende con más
realismo la prioridad del ser sobre la esencia, y no en términos de eficiencia,
como si el ser fuera un acto emergente, con una virtualidad o fecundidad
"limitada" por la esencia.
Juan A. González ha llamado la atención sobre este punto. La prioridad
del ser, según Polo, es de otro orden, semejante a la finalidad.
Incluso llega a decir que el ser es finalidad pura, es decir, sin
la composición que caracteriza a la finalidad física.
Polo concede una cierta prioridad o antecedencia a la esencia, compatible
con la prioridad del esse.
La esencia se activa yendo hacia adelante, hacia la posteridad.
La posteridad inagotable es el ser. El ser no es limitado.
Al contrario, la esencia se despliega o crece, según su ejercicio, que
mira al futuro.
Se entiende así que acto de ser y esencia sean realmente distintos. Y que
la esencia sea "desde" el acto de ser.
El planteamiento poliano mantiene la distinción real clásica entre esse y essentia, pero al considerar la Identidad divina, en la que Esse y Essentia tienen la misma importancia, equilibra la distinción : el esse no es causa de la essentia, si no es al modo de finalidad,
pero finalidad "pura".
Fíjense que sucede algo semejante al problema entre gracia y libertad. ¿Está
el hombre predestinado o su destino depende de su voluntad? Las dos cosas. El
destino se abre con la fuerza de nuestras pisadas.
Y en el caso del universo físico, es decir, del ser que no es libertad,
la essentia es un despliegue de las
cuatro causas según la "persistencia" de su esse.
En Dios Esse y Essentia se identifican, se compenetran
de tal modo que no se pueden formular separadamente.
En las criaturas, sin embargo se distinguen realmente.
En la criatura física (universo material), la essentia marca un "antes" que retrasa el despliegue del esse.
En la criatura espiritual, la essentia
crece libremente hacia su destino.
El esse, la persona que será,
es futuro indesfuturizable, abierto desde Dios.
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