¿Es jerárquico el acto de ser?

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Sí.
La jerarquía del acto, según el ser, es a varios niveles:

-Identidad (Dios).
-acto de ser personal.
-acto de ser del universo físico.

Pero, en cada nivel, (salvo en Dios, que no es compuesto), el acto es más o menos intenso, según su esencia, compuesta de una pluralidad de actos.

Por ejemplo, para el acto de ser personal humano, disponer, manifestar, iluminar, dar, (que son distintos modos de designar la esencia humana) son actos por los que se expresa la persona humana.

Y ese iluminar es jerárquico, cada acto de conocer es distinto y conoce más intensamente la realidad.

Como es más o menos intenso el disponer, manifestar y dar.


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¿Cómo aclarar la noción de "intensidad"?

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La persona humana está abierta por dentro, es intimidad. Y Dios es más íntimo aún.

La interioridad del Origen no acaba nunca.
La persona humana, libertad trascendental, es inclusión atópica, abriéndose "por dentro" en el ámbito de la máxima amplitud, Dios.

Somos íntimos a Dios porque Dios es íntimo a nosotros.

Nuestra intimidad es una interioridad infinitamente "intensa" Así se aclara la noción de intensidad referida a la persona y no a su esencia.

También la podríamos llamar "crecimiento intrínseco sin culminación".

La intensidad del Origen es inabarcable, es decir, máximamente amplia.

El tema del Intelecto personal humano (intellectus ut co-actus) es precisamente esa máxima amplitud.
En atención a ello Polo sostiene que el carácter de "además" que caracteriza a la persona, se incluye atópicamente en el ámbito de la máxima amplitud (que es una de sus definiciones de la libertad trascendental).

¿Quién soy? La respuesta no acaba nunca, pues soy "además". Mi identidad se corresponde con la infinitud de mi Origen.

El carácter de "además" se distingue de la Identidad (Dios) y es creado. El hombre no añade nada a Dios (Dios y la criatura no son un todo).

Sin embargo, la interioridad de la Identidad, es decir, Dios dentro de mí, no anula mi identidad. Dios me crea dentro de sí y habita dentro de mí creándome como "además", si quiero "añadirme", si no, me malogro. Como soy libre, puedo tarir la fuente y cosificarme.

Pero también puedo, libremente, dar gloria a Dios, pues mi ser es, por dentro, infinitamente "intenso".

Esa "manifestación" de la gloria de Dios, crecimiento de la persona humana es crecimiento esencial.


De esto se habla en Antropología trascendental. I. La persona humana. p.194, nota 58

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¿Tiene razón Fabro cuando habla del acto de ser como acto intensivo?

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El intento de Fabro es correcto desde la metafísica.

Fabro quiere pensar la unidad del acto de ser con el Ser.
Cada ser, diría, está limitado por su esencia. Es más o menos intenso según el despliegue de sus potencialidades.
La intensidad es como cierta concentración o adensamiento: "hay" más ser.

Pero un acto que se concentra en sí mismo ahí se queda.

El ser del hombre no se queda.

La metafísica de Fabro es correcta si "pensamos" el ser". Si lo detenemos, deteniendo la libertad como accidente.

Pero ser hijo de Dios, no es un accidente.

Desde la antropología poliana se comprende mejor que el acto de ser personal está abierto por dentro, es "además", coexistencia inagotable.

Su intensidad no se detiene, es transparencia sin límite. Lo intensivo (es decir, lo más o menos intenso) no es el ser, sino la esencia humana, es decir, su manifestación.

El ser personal es máximamente intenso, pues no se acaba. Es inagotable.







Polo habla de esto en Presente y futuro del hombre. p. 203.3

Para saber más:
Sobre el acto de ser personal : …...Etiqueta 5.0.0
Sobre el además :……………………….. Etiqueta 5.5.0
Sobre el Co-existir personal :…….. Etiqueta 5.5.1

Sobre el carácter de además: ……..Etiqueta 5.4.0
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Es el acto de ser humano intensivo?

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No, porque su intensidad es máxima, sin fin, inagotable.

Lo que es intensivo es el crecimiento de la esencia humana.
El hombre puede crecer irrestrictamente y se manifiesta, más o menos, libremente.

La infinitud de la intensidad se debe a lo más íntimo de nuestra intimidad.
El "además" está abierto por dentro, y más allá de su más allá, habita Dios.
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¿Apoya Inciarte la noción de acto de ser intensivo?

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Alejandro Llano en el tomo segundo de su biografía "Segunda navegación" p. 337, deja constancia de cómo Fernando Inciarte prestó atención a la noción neoescolástica de "participación".

Observó que los entes, más que participar del Ser, participan cada uno de "su" propio ser.

Se confirma así, a mi parecer, la convicción de que los actos de ser son "distintos". 

El acto de ser personal, la persona, es la máxima intensidad, en cuanto que inagotable.
La que es intensiva es la esencia.
Los actos de ser son "distintos", jerárquicos.

Pienso que habría que revisar la noción neoescolástica de participación "trascendental" que no "separa" suficientemente la criatura de Dios.





Para saber más sobre la "separación" ver Etiqueta 1.5.3.

También se puede consultar la Etiqueta 1.5.0 que trata de la "distinción".

¿Expresan los hábitos una progresiva intensificación del carácter activo del ser

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La "intensidad" es propia de la potencia.

Los actos no son más o menos intensos. Los actos son superiores o inferiores, jerárquicos.

Los hábitos son actos. Pero se les puede decir más o menos "intensos" según la potencia que actualizan.

Los hábitos superiores más que intensificar, multiplican la actividad del ser, creando nuevas relaciones. Son aperturas.

El ser personal es coexistente y multiplica sus relaciones.
No se trata, claro está, de relaciones accidentales sino duales. La persona se desdobla con sus hábitos, hacia fuera y hacia dentro. Es un ser-con hábitos.

Más que una intensidad del acto de ser personal, o que una persona es más o menos "intensa", es preferible hablar que la persona aumenta sus relaciones, se abre más, acogiendo y dando.

No se trata que el ser-con hábitos sea el mit-sein de Heidegger, que apunta a la sociabilidad. Sino el co-ser-con que rebrota, que sobra. No solo alteridad, sino dualidad interna, radical. Hacia fuera y hacia dentro.

La persona no puede existir sin multiplicarse. Y esta multiplicación es posible por la dualidad (hábitos) y la alteridad. Es una multiplicación "hacia" la unidad. No es dispersión, sino crecimiento como el fuego.

Es el juego del tener (hábitos) y del dar (alteridad).





Glosa a Juan A. García González: Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 336.3

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¿Qué es la "intensidad" del acto de ser?

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La "intensidad" del acto de ser es su inagotabilidad.



Polo habla de esto en Presente y futuro del hombre. p. 203.3

Para saber más:
Sobre el acto de ser personal : …...Etiqueta 5.0.0
Sobre el además :……………………….. Etiqueta 5.5.0
Sobre el Co-existir personal :…….. Etiqueta 5.5.1
Sobre el carácter de además: ……..Etiqueta 5.4.0


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¿Qué es la responsabilidad?

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La responsabilidad es el rasgo propio de la persona en cuanto que es libre.

Aparece con la libertad nativa. Desde el nacer de la libertad.

La libertad nativa es ese "nuevo" nacer radical, esa novedad de ser persona humana que "responde".

El valor de mi vida depende de mí.
Eres única.



Para saber más:
Etiqueta 5.5.4: libertad nativa

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¿Es la ética importante para la "humanización"?

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La ética asoma la cabeza con el "homo habilis", que debe trabajar para subsistir.

Sostengo que el homo habilis no es todavía persona humana. Cuenta solamente con su imaginación y su instinto. Con ellos puede ya fabricar instrumentos. Trabajando (sin darse cuenta de que trabaja, como las abejas) modificará el entorno para vivir mejor.

Esa necesidad de trabajar da lugar a problemas muy originales y de mucho alcance. Es una ética incrustada en la naturaleza.

La evolución terminará completamente para el hombre cuando es, ya, persona humana (aunque ser persona no sea producto de la evolución).
Comienza entonces el proceso de "humanización" en el que siempre estaremos, y cuyo motor será también siempre la ética.

Los hombres y mujeres que componemos la humanidad debemos encauzar nuestras vidas solidariamente, éticamente.

La "humanización" es de índole ética, es arte de crecer, y depende de nosotros, si queremos.






De esto habla Polo en "Ética". Hacia una versión moderna de los temas clásicos. 2ª edición. Unión Editorial. p. 41.4

Para saber más:
sobre la ética, ver etiqueta 9.0.0
sobre la humanización, ver etiqueta 9.2.1
sobre la evolución, ver etiqueta 9.1.0

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¿Son las normas éticas el resultado de convenciones, pactos o tradiciones culturales?

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El pactismo es una doctrina bastante abundante en la edad moderna; recuérdese, por ejemplo, el contrato social de Rousseau.
Pero si las normas éticas fueran puras convenciones, o lo que es peor, si fueran naturales en el sentido biológico (como la leona cuida a sus cachorros), entonces no se pueden tomar en serio, porque no concernirían mi libertad trascendental.

O las cumpliríamos necesariamente (como hacen los leones) o consistirían en un ajuste, todo lo democrático que se quiera, a un destino impuesto.

Sin embargo, el destino no se impone al ser libre. El ser libre se destina a su destino y las leyes éticas son las leyes del ser libre para ser libre, para destinarse: "haz el bien para crecer".

El hombre libre debe encontrar el bien y capacitarse al amor, queriéndolo, libremente.

Si estas leyes no existieran, si no tuviéramos el deber de buscar el bien y de crecer en el amor, seríamos animales.

El que considera la ética como un código pactado de conducta para que los lobos no se coman a los lobos, o para que juntos vivamos mejor, limita su horizonte a la biología. Se reduce a vegetar, a rumiar y, a lo más, a procrear.

Esto es gravísimo para el ser que va más allá de su especie; para el ser que está abierto, por dentro.











De esto habla Polo en "Ética". Hacia una versión moderna de los temas clásicos. 2ª edición. Unión Editorial. p. 61.2


Para saber más:
sobre normas, bienes y virtudes, ver etiqueta 9.1.4
sobre la ley natural, ver etiqueta 6.2.0
sobre el destino, ver etiqueta 13.0.0
sobre el derecho, ver etiqueta 9.14.0
sobre la humanización, ver etiqueta 9.2.1

sobre la distinción hombre-animal, ver etiqueta  4.6.1
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¿Por qué el hombre tiene un problema ecológico?

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Porque los animales se adaptan a su nicho ecológico, pero el hombre, al contrario, modifica el entorno.

Pertenece a la esencia del hombre el inventar, por la acción, el nicho preferido, no sólo para sobrevivir, sino también para mejorarse y mejorar su vida, regalando artísticamente nuevas armonías.

Vemos aquí una de las categorías éticas en su nacimiento: la responsabilidad, porque, desgraciadamente, el homo sapiens sapiens puede hacer inhabitable su entorno.







De esto habla Polo en "Ética". Hacia una versión moderna de los temas clásicos. 2ª edición. Unión Editorial. p. 40.3
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¿Por qué la justicia es una virtud necesaria para vivir humanamente?

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La justicia es una virtud necesaria para vivir humanamente porque la naturaleza humana es una naturaleza libre.

En cuanto que unidos y abiertos a un cuerpo "material", estamos condicionados por el orden con que rige la causa final del universo físico.

Pero como nuestra naturaleza humana es de un quién, somos capaces de poseer con las manos, con la razón y con nuestros hábitos. El hombre, y ésta es una averiguación central en antropología, es un ser poseedor, y por tanto libre. Las tenencias exigen libertad.
La naturaleza humana es eminentemente poseedora (y dadora).

Y si somos libres, podemos "darnos" fines, según los medios que poseamos.

Se ve entonces con claridad la importancia de la justicia: debemos, libremente, respetar la propiedad de los demás para edificar el bien común.







De esto habla Genara Castillo en La esencia del hombre, p. 14.3.

La naturaleza humana la tratamos en la etiqueta 6.1.0
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¿Es lo mismo la libertad esencial que la libertad trascendental?

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No es lo mismo la libertad esencial que la libertad del ser personal o la persona en tanto que libertad (libertad trascendental).

La libertad en la esencia es "manifestación" de la libertad personal (la libertad trascendental se manifiesta libremente con libertad esencial).

Pongamos un ejemplo de libertad esencial: escoger entre moto o bicicleta ; o la libertad de expresión, que me dejen gritar.

La libertad trascendental (y éste es uno de los grandes descubrimientos de Polo), es la persona misma. La persona, cada quién, es un ser abierto por dentro.

Abierto quiere decir eso, que no está cerrado, que puede ser todas las cosas, si quiere.

La libertad, como todo lo humano, es dual. Tener en cuenta la dualidad nos ayuda a entender mejor la antropología poliana.

Pero no debemos imaginar la esencia como un sujeto distinto del sujeto que es la persona. Eso sería dualismo.
Polo llama a la esencia humana "el disponer indisponible". No podemos disponer de nuestra esencia.

La esencia es nuestro autoperfeccionamiento. No es que yo tenga más músculo haciendo ejercicio, sino que yo soy músculo. El "tener" con los hábitos no es lo mismo que el "tener" con las manos.

De ahí que podamos decir que somos más libres (libertad esencial) en la medida en que disponemos con más virtudes. El hombre puntual puede llegar a tiempo o retrasarse (si quiere). El que no posee la virtud de la puntualidad llegará tarde a no ser que por casualidad se presente a tiempo.

Luego la libertad trascendental crece según el crecimiento de la libertad esencial. El ser personal no crece aislado, sino que decimos que es "elevado". La elevación es un cierto crecimiento intrínseco, sin culminación.

En la etiqueta 5.7.0 hablamos de las elevaciones o etapas trascendentales.



Y ahora detengámonos sobre la dualidad que es la libertad trascendental.

El miembro inferior de esa dualidad es la libertad nativa y el miembro superior es la libertad de destinación.

"Libertad nativa": Dios crea al hombre llamándolo. El hombre no está obligado o determinado a responder. Su creación es una llamada…

Aunque no nos demos cuenta (el "darse cuenta" pertenece a la esencia humana), aunque ahora no nos demos cuenta, digo, al ser creados hemos sido llamados por Dios a acompañar libremente, íntimamente, a acompañar a los otros, a las demás personas y a Dios, con amor donal, sirviéndonos del mundo. Esa llamada inicial es la que nos hace radicalmente libres: es la "libertad nativa".

El miembro superior de la dualidad de la libertad trascendental es lo que Polo llama "libertad de destinación": seremos eternamente lo que queramos ser. No se nos impone el destino.

Acompañaremos a quien queramos: a Dios, a Zapatero, al Pálido Iniesta, a Nadal o a Segolène. O al lucero del alba.

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¿Por qué nuestras obras tienen valor simbólico?

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Nuestras obras tienen valor simbólico porque no podemos expresar enteramente la verdad encontrada.

La verdad, en tanto que nos inspira, nos supera, siempre podremos hacerle más eco, cantarle más.

Aquí no se trata del éxito pragmático, de marcar un gol. Se trata de celebrarlo.




Para saber más pueden ustedes leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y su crecimiento, p. 201.3

Etiqueta 5.2.1 la verdad y su encuentro;
Etiqueta 6.4.0 símbolos.

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¿Es la libertad posesión del futuro indesfuturizable?

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Sí, pero no una posesión "ya" adquirida, sino que es y será estrictamente novedad otorgada por el Origen, con amor fiel de dilección. Un amor que no acaba y que "mantiene" la libertad.

No es "posesión" salvaje.
La libertad radical no necesita manos (las manos serían un antecedente que empañaría la trascendentalidad de la libertad).

La libertad moral sí que las necesita, pues es libertad manifestada como "perfección" de la esencia humana. Sus manos son las virtudes. Cuanta más virtud, más libertad (esencial).

Pero la libertad trascendental es inmaculada, don gratuito, irrenunciable. Incluso Satán es así libre, por desgracia para él.

La libertad trascendental es posesión del futuro, pero sin desfuturizarlo. Siempre seremos hijos en la casa del Padre. Mi casa.







Para saber más sobre la libertad
Etiqueta 1.1.2   libertad
Etiqueta 1.1.2   naturaleza y libertad
Etiqueta 5.5.4   libertad personal o trascendental
Etiqueta 5.5.4   libertad nativa
Etiqueta 5.5.4   libertad de destinación.
Etiqueta 6.1.5   libertad esencial o de disposición

Etiqueta 6.8.0   metalógica de la libertad
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¿Es la libertad trascendental un hábito?

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No
La libertad trascendental es uno de los cuatro radicales personales (co-ser, libertad, entender y amar). Es un trascendental (una perfección pura del ser), pero del ser "personal".

Es un trascendental antropológico (no metafísico).







Glosa a Juan A. García González: Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 340

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¿Es la libertad acto?

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Mucha gente piensa hoy el mundo como "energía". El prestigio idealizado de Einstein y la ciencia han compuesto una visión de la realidad ampliamente fisicista.

El pensamiento sería como un humo espiritual producido por las neuronas millonésimamente interconectadas. Es la eficiencia de los galactordenadores.

¿Y la libertad? Un espejo de la espontaneidad de la naturaleza. Un espejismo para ilusos.

No.

La libertad es acto.

A nivel esencial, se manifiesta social, psicológica y moralmente. Pero radicalmente, la libertad personal  es una de las cuatro "fuentes" de la persona humana (coexistir, libertad, inteligir y amar).

La coexistencia es la apertura.

La libertad es precisamente la actividad nunca determinada por las condiciones iniciales, sino voluntariamente ofrendada, según el libre entender y querer.

Lo característico de la actividad de la libertad personal es no conformarse con el acto que es su tema.

Es una actividad que desborda su tema y siempre pide más.









De esto se habla entre otros lugares en  Juan A. García. La metalógica de la libertad… Studia Poliana nº 10, 2008, p.  15

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No es fácil comprender que la persona humana "sea" libertad trascendental

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Pero el filósofo puede comprenderlo.

Polo identifica la libertad "trascendental" con la persona que cada uno es.

El ser personal que soy está abierto por dentro, es libre porque puede ser todas las cosas, si Dios se las da (y lo hace al crearlo incluyéndolo atópicamente en el ámbito de la máxima amplitud) y las acepta libremente, queriendo.

La libertad trascendental es la apertura de la persona, apertura que no tiene restricciones.

La libertad trascendental, como todo en el hombre, es dual: su miembro inferior es la libertad nativa y su miembro superior es la libertad de destinación.

La libertad nativa es otorgada por Dios al crear a la persona al modo de llamada y es apertura a recibir un encargo, al que libremente podemos destinarnos, si queremos.

Por eso Goethe dice que el hombre libre es el "noble", el que espera un encargo.
Y en "Quién es el hombre", Polo recuerda que Caperucita recibe un encargo: llevar el cesto a su abuelita.

La vida es la realización del encargo.

El encargo que nos hace la libertad es, de entrada,  el de edificar la vida.

La libertad nos compromete, pues la libertad nativa nos hace un encargo y se transforma en búsqueda de destino. ¿Quién aceptará mi vida? Aparece así en nuestro horizonte el miembro superior de la libertad trascendental: la libertad de destinación.

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¿Por qué es difícil entender lo que es la libertad trascendental?

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Quizá sea más fácil entenderlo si nos damos cuenta de que normalmente, cuando hablamos de libertad, estamos hablando no de la libertad trascendental (que es el ser de cada persona humana o la persona humana en tanto que libertad) sino de la libertad que aparece en la vida de cada persona, que es "manifestación" de la libertad que cada persona es, y que, por tanto, está en el orden esencial y no trascendental.

Ésa es la libertad que es intensiva, la que admite grados: siempre podemos ser más libres.

La verdad (la verdad personal, el desvelamiento del ser que somos y seremos) nos hace libres, en el orden esencial, (en el orden trascendental somos libertad de entrada y para siempre, pues la Verdad nos ha creado libres).

Cuando vamos conociendo nuestra verdad, vamos conociendo nuestro destino, que vamos aceptando libremente, en la medida en que edificamos nuestra vida.

Encontrar nuestra verdad es el acontecimiento más importante de nuestra existencia. Lo saben los que se enamoran.

Ser libre es pues estar abierto a todo. Podemos ser todas las cosas, si Dios nos las da y los otros nos dejan. Y si queremos.

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¿Es dual la libertad trascendental?

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Todo en el hombre es dual.

Polo propone llamar "libertad nativa" al miembro inferior de la libertad trascendental.


Y llama "libertad de destinación" al miembro superior.
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¿Cómo nace la libertad trascendental?

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Hablamos aquí de la libertad "trascendental" (no de la libertad "de la esencia humana", que es manifestación de libertad: la libertad pragmática y moral).

La libertad trascendental es una de las perfecciones puras de la persona humana (Polo ha descubierto cuatro trascendentales antropológicos o perfecciones puras de la persona: co-ser; libertad trascendental; inteligir personal y amar).

Como la persona humana es dual en todas sus dimensiones, la libertad trascendental también es dual.
Sus dos miembros se llaman: "libertad nativa", el inferior y "libertad de destinación" el superior.

La libertad nace y comienza con la persona.

Ese "nacer" es la libertad nativa.

¿Cómo describir la libertad nativa? Atendiendo al desdoblarse del ser con los hábitos superiores.

El ser personal no es ser sencillo (el ser sencillo es el universo), no es ser sin más.
El ser personal es "además", co-existe en Dios, con los demás y con el universo.

Pues bien, la libertad nativa es el "co-" del "co-ser" o "co-existir".

Si el ser se desdobla es porque se abre por dentro a la co-existencia (tiene esa habilidad) gracias a los hábitos. Por decirlo de otra manera: se dispone abriéndose por dentro y por fuera.

La persona humana nace siendo libre gracias a los hábitos superiores (que clásicamente se llaman innatos, pero que en realidad son non natos, porque nacen con la persona).

La sindéresis abre la persona a su obrar.
El hábito de los primeros principios reales abre la persona a la creación.
La sabiduría abra la persona íntimamente y hacia Dios.

La apertura hacia dentro, que abre la persona a la búsqueda de su identidad de hijo de Dios es lo que llamamos "libertad de destinación".

Lo personal es siempre libre, abierto, holgura en la máxima amplitud. ¡Qué bien se está!

La libertad son mis zapatos cómodos.







Glosa a Juan A. García González: Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 340.2

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¿Es la libertad algo así como una voluntad trascendental?

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No.
Los modernos piensan la libertad como si fuera un principio radical fundante. También como un yo trascendental que decidiría, al fin y al cabo, el ser que somos.

Cuando Polo habla de la metalógica de la libertad es precisamente para negar la existencia en el hombre de una voluntad trascendental que constituyera lo lógico de su mente.

La libertad trascendental no es un principio fundante, sino un "conectivo" de actos, a los que respeta en su integridad.
Es método abierto a temas plurales.

Es el acto insatisfecho con su tema que empapa nuestro ser, que es siempre además.

La libertad trascendental es actividad interior del acto de aceptar que busca.

En su Antropología trascendental I, p. 204, Polo dirá que la libertad trascendental es el valor activo de la coexistencia.
El ser de la persona humana es "co-ser" y no la voluntad altiva del eterno retorno.








De esto se habla entre otros lugares en  Juan A. García. La metalógica de la libertad… Studia Poliana nº 10, 2008, p. 19.3


Para saber más:
Sobre el yo:              Etiqueta 6.2 yo y sindéresis
Sobre la voluntad:     Etiqueta 6.2.2 Voluntad
Sobre el logos:          Etiqueta 2.7
Sobre la metalógica:  Etiqueta 6.8
Sobre el además:      Etiqueta 5.5.0
Sobre la libertad trascendental : Etiqueta 5.5.4
Sobre la libertad sin más : Etiqueta 1.1.2

Sobre el acto de aceptar que busca : Etiqueta 5.5.3 donde se habla del "amar donal o personal".
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¿Somos libres gracias a los hábitos?

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Sí.
A todos los niveles, los hábitos nos dotan de libertad.

Soy más libre gracias a internet (hábito categorial o hábito del cuerpo, hábito en mis dedos que teclean).

Soy más libre gracias a mi serenidad (hábito del alma).

Soy radicalmente libre gracias a mis hábitos superiores que me permiten abrirme (relacionarme) íntimamente, trascendentalmente, con Dios y las criaturas, y ofrecerles, si quiero, mis dones.

Mis dedos, gracias al hábito categorial, me permiten navegar.

Mi voluntad se volvería loca, ansiosa, sin la serenidad.
(Las potencias espirituales no se dan sin los hábitos pues, por ejemplo, ¿de qué me serviría conocer, si no sé que conozco?, sería un conocimiento meramente sensible, como el de los animales, títeres de sus instintos).

Y a nivel superior, gracias a la intimidad que soy, abierta por dentro a los hábitos transcendentales, soy fuente que acepta y da, si quiere, los dones que recibo.

Mi ser más profundo no es interioridad psicológica, moldeada por mis genes, o por mis padres o por el Estado.

Mis hábitos superiores me dejan libre, me incluyen en el ámbito de la máxima amplitud para ser "además", en la medida en que quiero.

Soy libre gracias a mis hábitos.






Glosa a Juan A. García González: Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 337.2


Se habla de los hábitos en la etiqueta 17.3.1
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¿Admite grados la libertad?

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Si, en su empleo.

La libertad trascendental coincide con nuestro ser, somos libertad creada, Dios nos crea incluidos en el ámbito de su máxima amplitud. Esta libertad no es, en sí, limitada.

Es su ejercicio el que comporta grados, que se miden por aquello respecto de lo cual la empleamos.
Elegir entre whisky o ginebra es cosa de poca importancia. Las elecciones que aparecen delante de nuestra conciencia son más o menos limitadas y estrechas. La libertad no se agota en ellas.

Somos más libres de lo que nos dice nuestra conciencia.
Las dudas sobre nuestra libertad se deben a que la consideramos en orden a coyunturas mínimas. Y así pensamos que no somos libres de tomar té o café, pues estaríamos condicionados por genes o costumbres.

Sólo en el orden trascendental somos estrictamente libertad (creada).

En el orden esencial (la vida) la libertad se manifiesta según la importancia de la realidad que encaramos.
Quien ofrece su respiración a Dios es más libre que el que husmea, distraído, una sopa de pescado.

Dios no crea espíritus superiores o inferiores, sino espíritus libres, que se jerarquizan libremente, según sus decisiones ante oportunidades y alternativas.
La ocasión hace al ladrón.









De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 220.2

Para saber más sobre la libertad

Etiqueta 1.1.2   libertad
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¿Puede crecer la libertad?

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Los griegos saben que somos más libres en la medida en que dominamos los medios que nos conducirán a la felicidad.

Si soy capaz de levantarme puntualmente soy más libre, y feliz. La virtud nos hace más libres.

El fin es la felicidad.

Polo propone, sin embargo, una noción ulterior a la felicidad. La llama "el destinar". Será un gozo mayor que el de la felicidad, un canto al encuentro amoroso. Un crecimiento intrínseco sin culminación. Llama o fuego.

Desde la intimidad de la persona (recordemos que intimidad es el ser personal en tanto que creado para acompañar), desde la intimidad personal, insisto, entendemos que la felicidad griega, la posesión del fin, no basta. No basta la satisfacción.

Si no encontramos nuestra réplica, para cantar con ella, quedamos frustrados.

Vistas así las cosas, nuestra libertad se dilata con la tarea de mi vida: el canto con el que sabré agradarLe.

La ampliación de la libertad es el destinarse al Amor.





Glosa a Leonardo Polo. Tener y Dar. En "Sobre la existencia cristiana" p. 133.2
Etiqueta 5.11 la intimidad
etiqueta 1.8 la vida
Etiqueta 1.0 el amor

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¿Cómo se dilata la libertad?

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Polo se siente a gusto respirando libertad.

Utiliza con tino el verbo "ampliar".

Denomina a Dios "máxima amplitud".

Y una de las fórmulas con las que describe la libertad trascendental dice así: "la libertad es la inclusión atópica en el ámbito de la máxima amplitud".

Lo amplio es pues lo trascendental.

Somos libres, trascendentalmente, pues podemos movernos, como en casa, en el barco Libertad.

En esta perspectiva, la vida como tarea, o la tarea de la vida, es una dilatación de la libertad.

Desde la intimidad personal que somos (es decir, desde nuestro ser radicalmente acompañantes o hijos), no sólo trabajamos para hacer un mundo mejor. Eso ya lo hacen los griegos que buscan, con su visión del hombre libre, los medios para ser felices.

Cuando la vida es tarea, insisto, la libertad se amplía.

No manda ya el fin, sino el otorgamiento amoroso.

Diciéndolo de otra manera: contigo pan y cebolla.
Aunque no consigamos un mundo feliz, respiramos la libertad de quien ancló su esperanza en Dios.







Glosa a Leonardo Polo. Tener y Dar. En "Sobre la existencia cristiana" p. 133.2
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¿Cuáles son las 4 fases de la libertad trascendental?

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1ª Don
2ª Aceptar
3ª Dar
4ª Buscar

Don: el don creado premoviente que es, de entrada, la persona libre. Trascendentalmente, la persona es creada como libertad.

Aceptar: la persona, al querer, acepta, trascendentalmente, la iniciativa divina. El aceptar trascendental está condicionado por el querer a nivel esencial.

Dar: no es otra cosa que la generosidad de la persona, que deja hacer a Dios, abriéndose gracias al hábito innato de los primeros principios. La generosidad pura es, además, el canto a la verdad encontrada

Buscar: la libertad es acto vital que, si no se estraga, busca siempre, congruentemente, las nuevas facetas de los temas trascendentales, Dios, las personas, el mundo.





Para saber más:
Fases de la libertad trascendental: etiqueta 6.9.0


De esto se habla en Juan A. García. La metalógica de la libertad… Studia Poliana nº 10, 2008, p. 19, 4.
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