¿Quién dota de intimidad al además?

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Es la libertad la que dota al además de intimidad.

Quizá se pueda decir que es un co-comenzar.



Feliz año 2020 poliano.
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¿Por qué la intimidad no es un ámbito cerrado?

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La intimidad no es un ámbito cerrado porque la persona (el ser que es intimidad) es un ser donal.

Intimidad equivale a "dar" y es por lo tanto trascendentalmente libre al poder dar (si quiere).
Si no fuera libre no podría dar, pues sería un mecanismo instintivo, un power point ya programado.

Sin embargo, asómbrense, el dar "trascendental" no requiere el tener.

En rigor, no es acertado decir que sólo se da lo que se tiene.

Me explico: hay un dar que es simplemente aceptar.

La iniciativa del dar es, claro está, un dar.
Pero a nivel trascendental, el "dar" se frustraría sin el "aceptar". (No así a nivel esencial, pues a veces podemos encontrarnos con gentes que nos rechazan, y sin embargo nuestro dar no se frustra porque nada se pierde en Dios).

El "dar" trascendental sí que es siempre dual con el "aceptar".

Esta dualización es mutuo enriquecimiento, anterior al tener.

Es un enriquecimiento trascendental, que nunca se detiene. (La actividad de Dios no cesa, Dios sigue actuando).
Si el don se detuviera, si fuera algo fijo o determinado, la intimidad se cerraría al realizarse o al otorgarse el don. Se acabó la fiesta tras la repartición de regalos. Se acabó el pastel.

No ocurre así a nivel trascendental. La intimidad dualizada de las personas está siempre abierta.

Y es precisamente la dualización la que impide la cerrazón puesto que el miembro superior (el Origen) es fuente inagotable.

  


De esto habla Polo en Antropología Trascendental I, p. 208, 5.


Para saber más sobre:
el dar trascendental……….etiqueta 1.0.2

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¿Es la persona humana una intimidad cerrada?

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El ser de la persona humana es una intimidad abierta al futuro.

No es solamente “inmanencia” y no es solo intimidad, sino intimidad abierta.
Abierta al futuro.

Al estar abierta por dentro, la persona humana es una cierta intimidad (sabe de sí), pero es una intimidad que no está acabada.
La persona humana no se conoce completamente, está abierta al futuro.

Aspira a alcanzarse y seguir creciendo.
Es capaz de Dios.

Ideas sacadas del “compendio” de Antropología “el hombre como persona” de Juan A. García González.


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¿Es suficiente la explicación poliana de la doble dualidad para entender la intimidad?

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Según la propuesta de Adam Solomiewicz para entender mejor la intimidad, no basta con la concepción de la dualidad doble de los cuatro trascendentales.

Es muy conveniente insistir entre la distinción estricta entre la dualidad radical humana (intimidad) y la dualidad transcendente.

Su teoría de las tres estructuras donales esclarece el tema.
Intimidad es entonces como un nacer-destinándo.se.


¿Es la apertura íntima, la última dualidad humana?

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No. Pues Dios Transciende la dualidad radical íntima.

La apertura íntima no es la última dualidad humana.

La apertura íntima, aún se dualiza con otra apertura aún más íntima.

Polo la denomina apertura transcendente por abrir el ser humano más allá de su propia intimidad.

Y eso, gracias a la "llamada inicial" (que denominamos "gracia primera").

La apertura transcendente es más íntima a la persona que su propia intimidad. Es una apertura que transciende la intimidad humana profundizando en ella.

No es una apertura hacia fuera, que es inferior a la apertura íntima.
Es abrirse "hacia" el Origen al responder a su llamada.

Es una apertura superior, más íntima que la intimidad.

Y al estar abierta, al abrirse desde el inicio, la persona humana podrá "saberse" dual. Puede reconocerse dual en su interior, pues se dualiza hacia Dios, "si quiere".

Ese "querer" apunta a un desdoblamiento inherente a la persona humana. El desdoblamiento del quién que somos con nuestra manifestación o "esencia humana".

Quizá necesiten ustedes recordar cómo Polo ha formulado las dualidades en el ser personal, diciendo que la apertura "íntima" o intimidad de la persona humana, también llamada apertura trascendental tiene dos miembros: la apertura "interior" y la apertura "hacia dentro".

Llamamos apertura "interior" a la comunicación entre el co-ser personal y la libertad.
Es la dualidad formada por los trascendentales personales "co-existencia" y "libertad".

Llamamos apertura "hacia dentro" a la comunicación entre el conocer personal y el amar personal
Es la dualidad formada por los trascendentales personales "inteligir personal" y "amar personal".

Adans Solomiewicz propone una dualidad trascendental aún más radical: nacer-destinarse. Que podemos formular como un nacer-destinándo.se

Pues bien, tanto esta dualidad radical como la doble apertura íntima no son la última dualidad humana.
Gracias a la "llamada inicial" la apertura íntima se abre más allá de su intimidad, hacia Dios.
Es la apertura transcendental.



Y no olvidemos el "querer". La intimidad lleva inherentemente otra apertura: su manifestación esencial. Llamaremos apertura inherente a la dualidad "acto de ser personal" – "esencia humana".

Comprendan bien que desde el nivel más bajo de nuestra "vida" (de nuestro disponer) está presente la llamada inicial de Dios.
Porque somos en Dios, vivimos humanamente, si queremos.



De esto habla Salvador Piá en su libro "El hombre como ser dual" p. 367

Para saber más, pueden ustedes ir a las etiquetas:
5.11.0 apertura íntima o trascendental
5.13.0 apertura transcendente
5.15.0 llamada inicial o gracia primera
5.9.1  apertura inherente
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¿Es libre la intimidad?


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Llamamos "intimidad" a la persona como co-ser íntimo, libre, que es cada quién,  trascendentalmente. 
Es el ser "además" que co-es la persona.

Ser "además" es no depender de la necesidad, no estar atado. Libertad trascendental.

En su artículo "la radicalidad de la persona" Polo define la intimidad como el modo de ser que no necesita asimilar elementos exteriores ni poseerlos para mantenerse.

Tanto la inmanencia operativa como la virtud pueden llamarse modos de tener.
Las operaciones inmanentes, por más que sean propias del viviente y no puedan ser ejercidas por otro, comportan cierta aportación de elementos previos, que pasan a ser poseídos.
El alimento es un aporte exterior que la función práxica de nutrirse hace suyo. Es cierto que no basta  incluir el alimento en el cuerpo, pues eso sería embutir o engordar, y no alimentarse. Pero hay una subvención previa. Se tiene.

Asimismo, el antecedente de las operaciones cognoscitivas es la recepción de lo que se llama especie impresa.

Ninguna operación inmanente es autosuficiente en todos los sentidos; es menester que algo se les proporcione para que puedan ejercerse.

Sin embargo, la intimidad está por encima del necesitar.
Equivale a dar y es trascendentalmente libre.
Aunque no tengamos nada, co-existimos-en Dios.







De esto hablan  Alfredo Rodríguez Sedano y Juan Carlos Aguilera en su artículo " La intersubjetividad a la luz de la apertura íntima personal", aparecido en Studia Poliana, 13, (2011), nota 48 de la p. 38, p. 41.4, y Leonardo Polo en AT I, p.208.5 y en la nota 13.

Para saber más sobre:
el tener……………………………...etiqueta 1.9.1
el dar trascendental……………… etiqueta 1.0.2

¿Por qué la apertura interior nos abre hacia el Creador?

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La persona humana, de entrada, sabe muy poco de sí.
Su saber de sí se reduce a la apertura interior de su intimidad (co-ser + libertad).

No se conoce a sí misma perfecta, completa y exhaustivamente.
Este saber precario indica que la persona humana es creada.

Necesita saber más de sí. Alguien se lo tiene que decir.

Si pudiera saber de sí, sola, tendría en su interior una réplica de sí, otra persona.

Entonces hay dos caminos: o bien la persona se realiza a sí misma (es lo que llamamos “pretensión de sí) o se trueca en búsqueda de su réplica, para saber quién es.
Se abre entonces a su Creador.

Ideas sacadas del “compendio” de Antropología “el hombre como persona” de Juan A. García González.


Feliz Navidad 2019 y un año 2020 polianísimo.

¿Es lo mismo intimidad que inmanencia?

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No.
La intimidad es además de la inmanencia.

Yo no soy inmanente, dice Polo, sino mucho más, soy íntimo.

Soy íntimamente hasta tal punto que ni siquiera la noción de mí mismo es suficiente, soy mucho más que un mí mismo.

La intimidad es un puro sobrar que se abre hacia dentro.
Que se abre hacia Dios.
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¿Está cerrada la inmanencia?

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La intimidad es además de la inmanencia.

La intimidad está en el orden del actus essendi hominis, y la inmanencia en el orden del tener esencial: «intimidad no es lo mismo que inmanencia, sino una designación de la co-existencia».

Mientras la actualidad está cerrada (no tiene interioridad, es ahora respecto de otro ahora), la intimidad es el «acompañar.se del ser» en apertura.
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¿Tiene Dios una intimidad plena?

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Sí. Dios tiene una intimidad plena.
Intimidad “plena” quiere decir que tiene réplica o respuesta en su interior.

Dios es una Persona (Dios Padre) en cuyo interior engendra (por ser intelectual, por conocerse a sí misma) otra Persona (es padre de un hijo, sabe absolutamente de quién es padre).
Su comunión es plena.
Ser Originario es superior a crecer.
El crecimiento en Dios, llama viva, es un crecimiento absoluto Originario. Un brotar incesante. Pura Vida.
Ese “espiritar” es Espíritu (Vínculo amoroso de mutua donación y aceptación), Tercera Persona divina.

Así podemos entender mejor que la persona humana es creada.
Pues la persona humana no engendra en sí el conocimiento pleno de sí (eso sería la pretensión de sí). No tiene, de entrada en el tiempo, réplica “en su interior”, debe abrirse hacia dentro para saber quién es y quién le acompaña, y para que su amor de sí sea aceptado por el Amor.


Ideas sacadas del “compendio” de Antropología “el hombre como persona” de Juan A. García González.

¿Cuáles son los frutos de la apertura íntima o trascendental?

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Recordemos que la apertura íntima es el desdoblarse del intelecto personal que, gracias al hábito de sabiduría alcanza a conocerse.

Gracias al hábito de sabiduría, la persona alcanza a conocerse de cuatro modos, según cada trascendental personal.
Se conoce como además (co-ser), se sabe libre para destinarse (libertad trascendental), descubre su propia transparencia (intelecto personal) y acepta su propio ser donal (amar personal).

Entonces se abre hacia dentro, hacia la transcendencia, escuchando la voz de Dios, esperando conocerse como Dios la conoce.

Los frutos son las aperturas transcendentales que estudiaremos en la etiqueta 5.13.0

Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 349.5

Para saber más : Etiqueta 5.11.0 Apertura íntima

¿Es la ampliación un sobrar?

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La intimidad libre del co-ser es un “sobrar sin consumarse”.

De ahí que la carencia de réplica en el interior de la persona se trueque en búsqueda. 
¿Quién soy?

En la búsqueda se continúa la co-existencia.
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¿Es íntima la apertura hacia fuera?

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La apertura hacia fuera no es radical, porque se distingue de la secundarización de la co-existencia: no es íntima. 

De ahí que la apertura hacia fuera dé lugar a lo que llamaremos tipos de co-existencia».

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Saber de sí

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Estudiamos cuatro rasgos de la Intimidad:

Acompañar.se

Ampliación. Ampliar.se

Saber de sí. La persona humana es un ser que sabe de sí (Juan A. GGz gusta presentarla así)

Corazón. Amor, donar.se


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¿Qué designa el “co-” del co-ser?

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La persona humana no es un mero existente.
La persona humana sabe de sí.
Y este saber de sí está designado por el prefijo “co-“.
El “co-“ de la co-existencia no es otra cosa que el saber de sí mismo que acompaña al existir de cada persona humana.
El “co-“ quiere decir que la persona humana es intimidad.


Ideas sacadas del “compendio” de Antropología “el hombre como persona” de Juan A. García González.

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¿Poseemos cognoscitivamente la persona que somos?


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La persona humana equivale a alcanzar a co-ser y en tanto que éste no es un término sino un tema que nunca acaba, no lo halla, no lo posee cognoscitivamente: se acompaña.

Recuérdese que en el orden de ‘saberse persona’ me alcanzo al conocerme y esto denota acompañamiento.

En definitiva, me alcanzo equivale a me acompaño lo que indica la ampliación trascendental del ser y significa intimidad.

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¿Significa “saber.se” que alcanzamos a conocernos como si fuéramos dos personas?

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En tanto que la persona se acompaña, descubre que es un co-acto de ser.

Eso no quiere decir que nos desdoblemos en dos personas.

El hábito de sabiduría, con el que nos sabemos persona, no es otro ser u otra co-existencia, que esté por encima de nuestro ser.

Si utilizamos una imagen espacial, diríamos más bien que el hábito de sabiduría está por debajo de nuestro ser inteligente.
El hábito de sabiduría es el sentido metódico de la persona como además. Gracias a este hábito innato podemos saber de la existencia de nuestros trascendentales personales.

Este hábito está, por decirlo así, por debajo, de tal modo que la persona es solidaria con su propio alcanzarse.

Co-ser y saber.se no se separan.
Al saber.nos (sabiduría) alcanzamos a conocer que co-somos.

La persona que co-somos no es un espectador exterior al propio conocer.se.
Si fuera así estaríamos suponiéndonos como ser que se conoce.
Y entonces no nos conoceríamos. Ignoraríamos nuestra intimidad que es siempre ampliación. Pensaríamos que somos un “sujeto” que reflexiona sobre sí.

La persona no es sujeto. Es co-ser.


No somos dos intimidades sino intimidad, que se conoce como siempre “además”.

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¿Cómo se ve la imagen de Dios en el hombre?

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Para encontrar a Dios, el hombre no debe ir hacia

 fuera, sino hacia adentro.

Dios es más íntimo al hombre que su intimidad.

Sin embargo, para abrirse transcendentalmente la

 persona humana debe hacer pie en el mundo, en su

 mundo (no olvidemos que “mundo” es la

 esencialización del universo físico).


Es haciendo pie como abandonamos el límite en sus

cuatro dimensiones.

Mirando a nuestros “semejantes” sabemos que ellos,

 como yo, podemos abrirnos transcendentalmente al

Creador y podemos ver, con ellos, la imagen de Dios.

El amar personal se abre transcendentalmente al

Espíritu Santo por el arrullo de la caridad.

El inteligir personal se abre transcendentalmente al

Hijo por el alumbramiento de la fe.

La libertad trascendental se abre transcendentalmente

al Padre por el amanecer de la esperanza.

Y el co-ser se abre transcendentalmente a María por la humildad trascendental.
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¿Es la apertura íntima, la última dualidad humana?

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No.

La apertura íntima no es la última dualidad humana.

La apertura íntima, aún se dualiza con otra apertura

aún más íntima.

Polo la denomina apertura transcendente por abrir

el ser humano más allá de su propia intimidad.

Y eso, gracias a la "llamada inicial" (que denominamos

"gracia primera").

La apertura transcendente es más íntima a la persona que su propia intimidad. Es una apertura que transciende la intimidad humana profundizando en ella.

No es una apertura hacia afuera, que es inferior a la

apertura íntima.

Es abrirse "hacia" el Origen al responder a su llamada.

Es una apertura superior, más íntima que la intimidad.

Y al estar abierta, al abrirse desde el inicio, la persona

humana podrá "saberse" dual. 

Puede reconocerse dual en su interior, pues se dualiza

hacia Dios, "si quiere".

Ese "querer" apunta a un desdoblamiento inherente a

la persona humana. El desdoblamiento del quién que

somos con nuestra manifestación o "esencia humana".

Quizá necesiten ustedes recordar cómo Polo ha

formulado las dualidades en la intimidad del ser 

personal.

La apertura interior de la persona humana no es otra cosa que la dualidad intrínseca del acto de ser personal.
 Los cuatro trascendentales personales se convierten

 entre sí y conforman lo que es la Intimidad de la

 persona. 

Sin embargo, en la apertura interior rigen el primero

 (Co-ser) y el segundo (Libertad). Co-existencia libre.


 La apertura hacia adentro es la dualidad íntima
 de 

la criatura humana que busca a su Creador. No es otra

 cosa que la profundidad de la persona.



En esta apertura rigen el inteligir y el amar personal.



Adam Solomiewicz propone una dualidad aún más

radical: nacer-destinarse. 

Que podemos formular como un nacer-destinándo.se

Pues bien, tanto la dualidad radical como la doble

 apertura íntima no son la última dualidad humana.


Gracias a la "llamada inicial" la apertura íntima se abre

más allá de su intimidad, hacia Dios.

Es la apertura transcendente.



Y no olvidemos el "querer". La intimidad lleva

inherentemente otra apertura: su manifestación

esencial. Llamaremos apertura inherente a la

dualidad "acto de ser personal" – "esencia humana".

Comprendan bien que desde el nivel más bajo de

 nuestra "vida" (de nuestro disponer) está presente la

llamada inicial de Dios.


Porque somos en Dios, vivimos humanamente, si queremos.






¿Nos conocemos al conocer nuestra esencia?


Al alcanzarnos como co-existencia, nos damos cuenta de que co-existir quiere decir está abierto a.

En cuanto que se trata de una apertura íntima, nos olvidamos de la esencia propia, puesto que nos abrimos a una realidad de orden trascendental.

La persona no co-existe con su esencia sino que se manifiesta en ella.

En tanto que somos actuosidad libre, no nos agotamos tampoco en la co-existencia con el acto de ser del cosmos, advertido como la no-contradicción necesaria y por eso privado de la amplitud interior.

¿Admiten ustedes mi propuesta de considerar la belleza desde Dios y desde la creatura?

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Desde Dios, la belleza sería la convocación que Dios Padre hace a la Creación. 
Sería la Libertad trascendental que nos atrae a la Unidad de Dios.

Desde la creatura, la belleza sería la humildad del co-ser que atrae la mirada de Dios.
La humildad trascendental es entonces la apertura con María.

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¿Llegaremos a descubrir quiénes somos, al conocer nuestra esencia, al conocer el cosmos en el que vivimos o al sabernos además?

Es gracias a la libertad o a la “ampliación” que somos, como nos damos cuenta que no basta nuestra esencia, o el cosmos en el que vivimos o el sabernos además, para descubrir a quién acompañamos y quién nos acompaña.
En otras palabras, carecemos de réplica en nuestro interior, en nuestro además.

Dicho con otras palabras, nuestra apertura radical no encuentra la culminación co-existencial en esas realidades.
Sin embargo, «la carencia de culminación o de réplica no se entiende como la falta de algo debido: significa que la co- está siempre por alcanzar».

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¿Es Dios inefable?


Sí, Dios es inefable y transcendente.

La Trinidad divina es una verdad revelada en la Biblia, que desborda las meras ocurrencias de la razón humana.

Dios es un ser que nos transciende completamente; por eso la tradición judía le denomina Ieouá, o Iaoué: términos que reúnen todas las vocales; que son las letras que en el alefato hebreo no se escriben, sino que se señalan con puntos en torno a las consonantes.
Así se significa que es innombrable, inefable.

Pero, con todo, la transcendencia divina es compatible con la razón.
La inteligencia humana puede entender el ser divino según la identidad de su existencia y su esencia.

Pero no una identidad mostrenca, sino como un existente que se replica interiormente.

La intimidad de Dios es plena. Dios tiene réplicas en su interior, o sus réplicas.

Así habla, más o menos Juan A. García Gz en su compendio” de Antropología “el hombre como persona”.


¿Tiene Dios una intimidad plena?


Sí. Dios tiene una intimidad plena.

Dios es un existente que se replica interiormente, es decir, con una intimidad plena.
Con conocimiento pleno de sí.

Dios es una Persona (Dios Padre) en cuyo interior engendra (por ser intelectual, por conocerse a sí misma) otra Persona (es padre de un hijo).
Juntas espiran, además, un Espíritu (Vínculo amoroso de mutua donación y aceptación) que es también Persona.

Así podemos entender mejor la distinción entre Dios y la criatura. La la persona humana es creada.
Pues la persona humana no engendra en sí el conocimiento pleno de sí (eso sería la pretensión de sí). No tiene, de entrada, en el tiempo, réplica “en su interior”, debe abrirse hacia dentro para saber quién es y para que su amor de sí sea aceptado por el Amor.


Ideas sacadas del “compendio” de Antropología “el hombre como persona” de Juan A. García González.

¿Son las Personas divinas relaciones subsistentes?


Las Personas divinas son relativas unas a otras.
No se trata de que el Padre engendre al Hijo y el Hijo engendre otro Hijo. La procesión no se reitera porque las Personas son relativas unas a otras.

Por tanto, la paternidad se muestra en la filiación, como la filiación se muestra en la paternidad; y la mutua donación paterno-filial se muestra en el don espiritual, como el don se muestra en la donación paterno-filial.

Y son relaciones subsistentes.
Dios es Origen del dar, el dar como Don y Aceptación originaria.

La persona humana es relación subsistente en el orden del Origen.
Siempre seremos duales, llamados a la Trinidad.

Las Personas divinas son Relaciones subsistentes en el orden del Amor. Trinas.

Ideas inspiradas en el “compendio” de Antropología “el hombre como persona” de Juan A. García González.

¿Una Persona divina es Relación?


Sí.
Una Persona divina es Relación subsistente en el orden del Amor.

Pero no caigamos en el error de considerar las relaciones divinas, al decir "subsistentes", como individuos. Lo que subsiste es la persona en tanto que co-ser.
La naturaleza divina, o la índole divina, el dar puro, es trina por dentro. Identidad trinitaria o comunión de Personas. De ahí la triple Novedad, las tres personas subsisten en el Amor.

Dios es, de entrada, Origen del dar, el dar como Don y Aceptación originaria.


El profesor Sellés ha dicho alguna vez, hablando de la Trinidad, que no está bien hablar de relaciones en la Trinidad, y menos de relaciones de oposición, porque relación supone que hay subsistentes separados que se relacionan.

Pienso que sí se puede hablar de relaciones si se las considera en el orden del Amor, en comunión de personas. Lo que subsiste es la Trinidad y no cada Persona aislada, cosa imposible.