¿Elevación es Crecimiento?

 


 Sí, Elevación, en la Antropología trascendental poliana, significa Crecimiento.

.

¿Cuando hablamos de “elevación”, nos referimos a una sola “elevación”?

 .


Si queremos introducirnos en la teología, aparece inmediatamente la noción de “elevación”.
Sugiero al lector abrir la etiqueta 5.7.0 elevacionestrascendentales, donde intento explicarlas.
 
Al menos he encontrado cinco elevaciones distintas.
En teología sobrenatural interesa especialmente la llamada “santificación”.


 
Ideas sacadas con motivo de las clases impartidas por el profesor Juan Fernando Sellés, por zoom, a partir de septiembre de 2023.
Concretamente, esta pregunta fue suscitada leyendo la Nota Preliminar del libro “Teología para inconformes”.


¿Cuáles son las elevaciones trascendentales de la persona humana?

 .


La persona humana, independientemente de su querer, crece, trascendentalmente, hacia su destino, al ir siendo elevada, por Dios, hacia la felicidad (ordo amoris) y Dios lo hace según cinco elevaciones que podemos llamar “trascendentales”, a saber: la creación, la llamada inicial, la insistencia o mantenimiento de la llamada, la santificación y la glorificación.
Inicialmente, Dios crea cada persona con tres elevaciones que son simultáneas y necesarias, no cesan: creación, llamada inicial e insistencia.
 
Las elevaciones no son “estados”, sino crecimiento. El miembro superior tira para arriba del miembro inferior.
Las elevaciones no son “etapas”. Es la persona la que es elevada hacia la unidad en sus distintas dimensiones.
Dualizarse es prolongarse y se describe como “elevación”.
En lo más alto, Dios.
Somos un ascensor.
El profesor Juan García llama elevación “creacional” a la relación subsistente, en orden al Origen, que somos cada uno de nosotros.
Pienso que esta elevación “creacional” contiene tres dimensiones: Creación, Llamada inicial e Insistencia en la llamada.
 
a) Creación
La Creación de la persona humana es la creación de su dualidad radical, su nacer destinándo.se.
Podemos llamarla creación inicial.
Según la propuesta de Adam Solomiewicz, el miembro nativo de la dualidad radical humana es el nacer trascendental y el miembro destinativo de dicha dualidad es el destinarse trascendental.
Un acto de ser personal, radicalmente dual.
 
b) Llamada inicial (creación segunda o gracia inicial).
Si llamamos creación primera a la creación del universo físico, la creación segunda será la creación de cada persona humana, en tanto que llamada.
Es la llamada del Destino.
La llamada inicial es el modo peculiar como Dios crea cada persona humana. Dios la crea, "llamándola".
 
Noten la exquisita ternura de un Dios que no nos crea despóticamente, sino en libertad. Nos "llama".
 
Llamamos creación segunda a la creación de cada persona humana. Dicho en términos clásicos, la unión del alma con el cuerpo.
 
Dios crea la persona humana como libertad de destinar su mundo.
La persona habita el universo físico convirtiéndolo en su “mundo”.
 
El fruto de la llamada inicial es la apertura transcendente: el hombre es capaz de Dios. Co-existencia libre.
 
Dios nos abre, llamándonos, atrayéndonos a su Intimidad, elevándonos.
Es la elevación de nuestro espíritu, proveniente del favorecer de Dios, que abre cada uno de los trascendentales personales.
La persona humana es orientada y elevada “hacia” Dios abriendo cuatro aperturas transcendentales, fruto de esa llamada inicial.
El panorama se amplía así, en el ascensor acristalado gracias a esas cuatro aperturas transcendentales, que son infusas y naturales.
 
A la llamada inicial podemos llamarla gracia inicial (que abre el radical co-ser hacia Dios). A esta apertura transcendental la denomino humildad trascendental).
 
La llamada inicial en cuanto que también abre los otros tres trascendentales personales hacia Dios, podemos también llamarla gracia primera.
A estas tres aperturas transcendentales las denomino de la siguiente manera: la esperanza trascendental es la apertura de la libertad. La fe es la apertura del inteligir personal. La caridad trascendental es la apertura del amar. (Ustedes comprenden que no se trata de las virtudes teologales de la teología, sino aperturas naturales de la persona humana a Dios, desde su creación).
 
 
c) Insistencia o mantenimiento de la llamada.
Es la elevación propiamente dicha.
Dios mantiene insistentemente la llamada (es un diálogo creador), para que el hombre aporte su don.
Esta insistencia permite comprender la condición temporal de la vida.
 
Esta insistencia o mantenimiento de la llamada no es otra cosa que el tirar de Dios, hacia arriba, que no cesa de elevarnos libremente.
Recuerden que “elevación” no significa que “estemos” elevados, sino que estamos siendo elevados. Cuando decimos "elevación", hablamos de un movimiento que no cesa.
Insistencia en la llamada.
 
Aquí se incluyen también intervenciones sobrenaturales de Dios que nos favorecen aún más. Por ejemplo, cuando Dios llama a un pagano a reconocerle como el Dios vivo.
---------------------------------------
Debemos explicar ahora otras dos elevaciones que no tenemos de entrada: la santificación y la glorificación.
 
d) La santificación: para entenderla nos servirá volver al mito del ascensor acristalado: imaginemos en el interior del ascensor, una sala enorme, con pantallas en color, donde se pueden ver, por anticipado,  los misteriosos juegos eternos, que están más allá de la azotea.
Esas pantallas (cual un VAR) nos hacen gozar de una elevación sobrenatural que los teólogos suelen llamar "gracia santificante", anticipación de la vida eterna. (Tras la caída, la llamamos “nueva creación”).
 
e) La glorificación es el encuentro definitivo con Dios,  más allá de la azotea, en el que conoceremos cómo Dios nos conoce: como hijos que serán siempre "además", jugando y cantando eternamente.
 
x) Pero además de estas cinco elevaciones no debemos olvidar que "trascendentalmente" hubo una caída (que se corresponde con lo que la teología llama pecado original). No es otra cosa que la comunión con el maligno, con el don "nadie". Es la caída trascendental. La pandemia original. Un obscurecimiento del ascensor que dificulta la visión hacia afuera y hacia adentro. Las consecuencias de este apagón inicial son patentes. La principal, la ignorancia. Sin embargo, el ascensor no ha dejado de subir y la esperanza no cesa de renacer. La humanidad subsiste hacia su Destino.


¿Cómo presenta Salvador Piá la apertura transcendente o llamada inicial?

 .


En “El hombre como ser dual”, concretamente, en la Síntesis conclusiva, n. 41, Piá habla de la llamada inicial. 
Y describe así la apertura transcendente:
 
La apertura transcendente de la persona humana hacia Dios estrictamente considerada equivale al modo en que inicialmente es transcendida la intimidad personal humana por Dios: esta apertura también recibe el nombre de auto-transcendimiento de la intimidad personal o llamada inicial.
 
La razón es ésta : es imposible para el hombre abrirse a Dios desde el hombre (auto-trascenderse desde sí), ; por eso es Dios quien abre al hombre a Dios desde Dios, o sea, es Dios quien transciende inicialmente a todo hombre.
 
La apertura transcendente de la persona humana hacia el Origen no puede ser activada desde un acto de ser creado, pues el ser Originario transciende por completo y en todos los órdenes al ser dual.
 
En definitiva, desde cualquier actividad ex nihilo el Origen es inaccesible (ya que es Originario).


¿Qué es el amor?

.


Amor es comunión fructífera y sabrosa entre personas.

Dicho de otra manera, el amor es la comunión de personas que se afirman mutuamente.
Comunión asentada por la afirmación que uno hace del otro, del ser del otro.

Cuando dos personas se aman, se afirman mutuamente, al aportarse su "querer que el otro sea más". Estamos revelando que queremos añadirle nuestro "querer que sea más". Nos estamos "declarando".

Todos los actos de la voluntad, en cuanto que se diferencian de las operaciones cognoscitivas, tienen un carácter de autorevelación. La persona se compromete queriendo.
(No así las operaciones cognoscitivas, cuya intención es de "semejanza").

Los actos de la voluntad no actúan de la misma manera. Así, por ejemplo, cuando digo, "me gusta el chocolate", estoy revelando que "a mí" me gusta el chocolate.

Y no porque me guste como le pueda gustar la leche al gato, sino porque "la persona que soy" está constituyendo el acto de mi voluntad.
Los actos de la voluntad necesitan ser constituidos por la persona, que se manifiesta "aportando", desde su querer-yo.

El yo está en nuestras acciones, incluso cuando sencillamente escribo, pero la manifestación del yo en el escribir es una manifestación muy pequeña, casi ínfima.

Hay amores más altos, hay una jerarquía del amor.

Se debe llamar propiamente "amor" al analogado principal de esa automanifestación: al amor dirigido a un ser que cumpla la condición de grandeza e inagotabilidad.
Y que corresponda a ese amor.

Amor es, pues, la comunión fructífera y sabrosa entre personas.




Ideas inspiradas en la pregunta nº 1 de "ANALÍTICA DEL AMOR". Entrevista de Juan Cruz Cruz con Leonardo Polo, que pueden ustedes encontrar en el nº 33 de la revista Miscelánea poliana.

Para saber más vayan a las etiquetas de este blog:
18.1.1 analítica del amor;
1.2.2 amor ;
6.9.6 enamoramiento.



¿Contento con la exposición del profesor Sellés sobre la caridad?

 

Les paso el enlace para seguir la magnífica conferencia del profesor Sellés (con la ayuda del profesor Louis Cardona).

A mí me hubiera gustado que fuera más explícito en la distinción entre caridad natural y caridad sobrenatural.
 
Ya saben que yo pienso que la caridad sobrenatural (la Caridad de la Teología clásica) es una anticipación, mayor o menor, de nuestro Amor en el Cielo.
 
Y que existe una dimensión natural de ese Amor, es decir, que todas las personas humanas tenemos de entrada, y que forma parte de nuestra Dignidad infinita.
 
En el Medievo, cuando los doctores cristianos tuvieron que explicar el amor sobrenatural lo vincularon a la voluntad, considerándolo como una virtud “infusa”.

Pero pienso que el amor natural es también infuso, concretamente es una de las aperturas transcendentes de la persona humana, fruto de la llamada inicial de Dios al crearnos.

 Por lo tanto, cuando el profesor Sellés expone en esta conferencia lo que es la caridad, opino que está hablando casi exclusivamente de ese amor natural.

  En la conferencia, el profesor Sellés habla muy poco de la Caridad sobrenatural.
Lo hace a partir de una hora y tres minutos (1.03.20).
 Aquí tienen ustedes la transcripción de lo que dice en la conferencia:
 
“Bueno, (dice), éste es el planteamiento natural ¿qué hay que añadir a todo esto?, pues  la Caridad evidentemente”.
 (va a hablar ahora de la Caridad sobrenatural) :
 
¿Qué es la Caridad?, (se sobreentiende que se trata de la caridad sobrenatural), la caridad es una elevación de eso cuyo tema nuclear son las personas divinas.
(“Eso” son las aperturas transcendentes que nos abren a Dios “naturalmente”).
(Y aquí profesor Sellés hace una estupenda síntesis de lo que es la caridad sobrenatural) :
 
“En primer lugar ser Cristo.

En segundo lugar, desde Cristo aceptar la voluntad del Padre tal cual la quiere para nosotros para cada uno de nosotros.

Y en tercer lugar manifestar eso con obras es decir que las obras estén suficientemente inspiradas por el Espíritu Santo, de modo que respondan al carácter filial que uno es y el Padre las pueda aceptar  eternamente”.”
(Muy bien, profesor Sellés).
------------------
Me parece una síntesis excelente.
Sin embargo, pienso que esa “elevación” sobrenatural  no es otra cosa que una “anticipación” del Amor que seremos en el Cielo.
 
 
Pongo un ejemplo:
Naturalmente, mi apertura transcendente al Hijo, me lleva a dar una limosna. Es una cierta participación en la vida del Hijo.
 
Si en ese momento recibo una gracia actual, me daré cuenta, más o menos, del significado de esa limosna en la eternidad. Es una anticipación que aparece en mi vida actual. 

Es una cierta participación en la plenitud de la Vida del Hijo.
 


¿Qué es el amar donal?

 .


El amar donal es el cuarto trascendental personal descubierto por Polo.
Es también la tríada amorosa de la persona.
 
Leonardo Polo descubrió cuatro trascendentales personales :
 
la co-existencia,
la libertad,
el intelecto personal
y el amar donal.
 
Pues bien, el amar donal de la persona humana, está formado por una tríada amorosa:
Dar
don o (Don-don)
Aceptar
 
El Don-don es “la esencia” de la persona humana cuando es aceptada por Dios. Antes de ser aceptada la esencia humana es solamente "don". 
    Y el Don de Dios es el acto de ser personal humano al ser creado, que espera la aceptación de la parte del hombre (a través de su don, de su esencia o vida).
 
La tríada amorosa de cada persona humana es pues: dar, don y aceptar.
Pero debemos hacer algunas aclaraciones:
La persona humana “da” en esta vida su esencia, “su don”, que debe ser Aceptada por Dios en el Juicio.
 
Al ser aceptado, su don esencial es elevado al orden trascendental, entonces podemos llamarlo Don-don.
 
Adam Solomiewicz aclara la cuestión al proponer que en el amar personal hay, por lo menos, dos estructuras amorosas.
 
Pueden ustedes seguir su exposición en este enlace: https://drive.google.com/file/d/1X4l9Fh9EG8wMGoSWZ7NtNcNu-BICaktx/view
 
Estarán ustedes de acuerdo en que el amar personal hay que explicarlo como relación entre dos personas.
No se puede explicar solamente en el interior de una sola persona. Tienen que haber dos personas.
 
Pues bien, el amar personal tiene una estructura triádica : Aceptar, Dar, don, que hay que poner en relación con Otra persona: con Dios.
 
aceptar y dar son trascendentales.
 
actividad acogedora (aceptar)
actividad otorgadora (dar)
 
Hay distinción real entre aceptar y dar.
 
El referente del “aceptar” trascendental humano es el Dar de Dios
El Don de Dios es el ser de la Persona humana. Este Don es trascendental porque solamente Dios puede dar dones trascendentales.
 
El referente del “dar” trascendental humano es el Aceptar de Dios.
Y lo que la persona humana da es, su don, es el don esencial. Su vida.
 
El don del trascendental amar personal es doble: el ser de la persona humana creada por Dios (Don trascendental) y el don de la vida humana que la persona da a Dios (don esencial).


¿Existen hábitos infusos además de los que habla la teología?

.


La teología habla de hábitos "sobrenaturales" infusos (por ejemplo, la gracia santificante como hábito "sobrenatural" entitativo, y las virtudes "sobrenaturales" de la fe, la esperanza y la caridad).

Desde la perspectiva de una antropología trascendental se descubren también otros hábitos infusos que no son sobrenaturales.

Me explico, porque se necesita una cierta familiaridad con lo trascendental antropológico para situarse.

En la etiqueta 5.13.1 hemos llamado apertura transcendente a una apertura más íntima que la apertura íntima, pues abre el ser humano más allá de su propia intimidad.

Esta apertura no es sobrenatural. Todos los hombres la tenemos y es el fruto de la llamada inicial de Dios, propio a toda persona humana, también cuando no ha recibido los efectos de la salvación.

La llamada inicial de Dios, que no es "sobrenatural", la estudiaremos en la etiqueta 5.15.0 y es una de las etapas trascendentales del ser personal (la etiqueta 5.7.0 estudia esas etapas).

Pues bien, teniendo en cuenta la caída y el querer de Dios de que todos los hombres se salven, podemos entender que hay una nueva etapa trascendental que es la nueva creación o redención. Una nueva elevación que nos salvará, "si queremos".
(La estudiamos en la etiqueta 5.16.2).
Es la etapa "sobrenatural" de la que habla la teología.

Ese "si queremos" es nuestra respuesta a la gracia sobrenatural, es decir la manifestación esencial de cómo acogemos la salvación.

La elevación salvadora de Dios redunda esencialmente en nuestra vida, elevando nuestras potencias, la inteligencia y voluntad, elevando toda nuestra vida con lo que los teólogos llaman gracia santificante y virtudes "sobrenaturales" infusas.

Son infusas a la esencia humana como redundancia de la elevación "sobrenatural" de las aperturas transcendentes de los radicales personales.
Elevación que es propiciada por  el encuentro de la persona humana con Aquél de quien es réplica y que es su Salvador.

De ahí que digamos que la gracia santificante es una anticipación.
Es una anticipación del encuentro.
(El encuentro definitivo con Dios lo estudiamos en la etiqueta 5.18.0).

Las virtudes "sobrenaturales" de la teología son pues elevaciones de las aperturas transcendentes, debidas a la anticipación del encuentro con Dios,  que redundan en la esencia humana.
Son pues virtudes infusas "sobrenaturales".

Pero como hemos dicho, existen también otros hábitos infusos que no son sobrenaturales.

La existencia de los hábitos infusos naturales y sobrenaturales muestra que las personas humanas tenemos una potencia "obediencial" superior a las criaturas del universo físico. Polo prefiere hablar de "segunda" creación y "nueva creación".



En las etiquetas que comienzan por 5.13 estudiamos en detalle las aperturas "transcendentes", que son hábitos infusos no "sobrenaturales".

Estudiamos la segunda creación en la etiqueta 5.15.0
Y la nueva creación en la etiqueta 5.16.2

 .

¿Qué son las virtudes teologales?

 

Las virtudes teologales, según Polo, son elevaciones de los distintos trascendentales del acto de ser personal humano.
 
No olvidemos que hay una fe “transcendente” (elevación natural) y una fe sobrenatural (anticipación de nuestro “ver” en el Cielo).
 
Por lo tanto, y desde la inconformidad del profesor Sellés, las elevaciones de los distintos trascendentales personales pueden ser transcendentes y sobrenaturales (éstas, las sobrenaturales, se corresponden con las virtudes teologales clásicas de la teología).
.

¿Cómo se resuelve la polémica entre franciscanos y dominicos con respecto del amor?



¿En el Cielo, la felicidad se alcanza con la voluntad o con la inteligencia?

Ambos, franciscanos y dominicos vincularon el amor a la voluntad.

Entienden el amor como una operación inmanente.
Lo ven como suma amistad.
La amistad es la virtud superior de la voluntad.
 
No se han dado cuenta todavía que hay un Amar radical, el Amar personal.

El Amar personal es uno de los trascendentales personales descubiertos por Polo.

Tanto la inteligencia como la voluntad (que son del nivel esencial de la persona humana), se nutren del Acto de ser personal (la Persona).

En el Cielo rige el Amar, que es superior tanto a la inteligencia como a la voluntad, y que se convierte con los otros tres trascendentales personales : co-ser, libertad e intelecto personal.
.

¿Ponen los griegos el amor en Dios?

 


No.
Pues lo consideran un defecto.
Lo consideran como una tendencia a algo que nos falta.
Pero los cristianos sabemos que Dios es Amor.
 
Veamos lo que dice el profesor Sellés:
“Leonardo Polo acostumbraba a reiterar que la importancia del amor personal es un descubrimiento netamente cristiano, porque en la filosofía clásica griega se consideraba como una pasión, o en el mejor de los casos se vinculaba a la voluntad, la cual se tenía como tendencia, no como acto y, por tanto, inferior al entendimiento.
 
Pero Polo advierte que el mejor de los filósofos griegos, Aristóteles, se equivocó en relación a la voluntad. Porque, si bien es verdad que la voluntad es apetito, resulta falso reducirla a apetito.
Un cristiano lo sabe perfectamente; si no lo sabe le falta caridad. ¿Cómo va a ser un apetito amar al prójimo? El samaritano ¿qué apetito tenía de recoger al herido tendido en el camino, cargar con él y pagar sus gastos?
 Está claro que no se trata de eso”[1], es decir, que ni el amor personal ni su elevación son una tendencia (deseo, apetencia, orexis)".



[1]Polo, L., Presente y futuro del hombre, 242-243.

¿Qué eleva la caridad?

 


El profesor Sellés explica que “así como la fe es la elevación del intelecto personal y la esperanza lo es de la libertad personal, la caridad lo es del amor personal[1].
 
Y así como la coexistencia libre es inferior al intelecto personal y éste al amor personal, “paralelamente, la caridad es la virtud infusa superior”[2]
 
Sin embago, insisto en que una cosa es la caridad natural que todos tenemos como fruto de la llamada inicial, y otra cosa es la virtud sobrenatural de la caridad, que es una anticipación del amor que viviremos en la vida eterna. Que clásicamente los teólogos llaman “virtud teologal”.
 
No olvidemos las cuatro aperturas transcendentes fruto de la creación de la persona humana: humildad, esperanza, fe y caridad:
1. la gracia personal inicial originaria, humildad o abajamiento primero;
2. la esperanza, amanecer o alianza primera;
3. la fe, alumbramiento o luz primera;
4. la caridad o arrullo.


[1] “La dimensión amorosa elevada a culminación la debemos evidentemente al cristianismo. Desde su ápice divi­no, el don del amor es operante”. Polo, L., La originalidad de la concepción cristiana de la existencia, 250. “Y como Él es omnipotente y misericordioso, otorga a nuestro amor una altura elevada a la de Él, sin la cual nuestro amor no sería nada, porque no valdría para Dios”. Persona y libertad, 251; “la dimensión amorosa, elevada a culminación, la debemos evidentemente al cristianismo”. Filosofía y economía, 229. “El acto de ser humano es elevado por otros ‘habitos’ que no son ni innatos ni adquiridos, sino efundidos. Se trata de las virtudes sobrenaturales (fe, esperanza y caridad)”. Ibid., 223, nota 49. “El hábito humano superior es la amistad, la elevación al amor de caridad es expuesta por Tomás de Aquino”. “Itinerario de la razón a la fe”, pro manuscripto, 3.

[2]Polo, L., Antropología trascendental, 413, nota 71.

¿Es elevada la amistad por la caridad?

 


La caridad “natural” es una de las aperturas transcendentes del acto de ser humano.

La caridad “sobrenatural” es una anticipación del crecimiento amoroso que tendremos en el Cielo.

Ambas inhieren en el acto de ser personal.

 

La amistad, sin embargo, es una virtud de la voluntad.

 

El vínculo amoroso (apertura transcendente natural o caridad natural) de la persona con Dios Espíritu Santo (el Espíritu Santo es Amor divino universal), es enriquecido con la anticipación de nuestra vida amorosa en el Cielo, que no es otra cosa que la caridad sobrenatural.

 

Y ese enriquecimiento del Amor personal, natural y sobrenatural a la vez, repercute en la voluntad y hace que la amistad pueda ampliarse cada vez a más personas y, sobre todo, que crezca nuestra amistad con Dios.

 

Gracias a la caridad (natural y sobrenatural) somos más amigos de Dios.

 

------------------------------------------------------

Estas ideas están inspiradas en el texto siguiente (que he interpretado a mi manera) de Sellés en Teología para inconformes :

 

“Esta es la tesis central que aquí se va a defender: la caridad eleva el amor personal, que es la dimensión superior del ‘acto de ser’ humano.

Pero dicha tesis, que es explícita en muchos textos de Polo, no lo es en todos, pues en alguno indica que la caridad eleva la amistad[1], la cual, si bien es la más alta virtud de la voluntad, al fin y al cabo es una virtud de esa potencia, y por ende, pertenece a la ‘esencia’ del hombre”.



[1] “El Evangelio de la caridad sorprendió a los paganos, pues lleva consigo la hermandad de espíritu de acuerdo con la filiación divina. Sin embargo, la caridad cristiana, que eleva la amistad, debe recoger también las características que le son propias. Tomás de Aquino sostiene que la amistad es una virtud. Conoce muy bien la Ética a Nicómaco, a la que comenta pausadamente de un modo casi literal, pero sostiene también que la amistad y la caridad son diferentes. Por eso, en la Suma Teológica, en rigor, no se habla de la amistad sino de la caridad”. Polo, L., Ibid., 473-474.

¿Por qué la nueva creación es “nueva”?

 


Dios nos ha creado libres.

Al ser libres podemos instalarnos, desgraciadamente, en la pretensión de sí.

La pretensión de sí es una de las dimensiones del pecado original.

Por eso Polo dirá que el límite mental es una consecuencia del pecado original. Es instalarse en la actualidad.

Para trabajar necesitamos introducir el límite mental, pero lo podemos hacer para con-crear el don que ofreceremos a Dios.

 

Sin embargo, si nos instalarnos en la pretensión de sí, suprimimos el crecimiento trascendental (Sellés dirá “nos despersonalizamos”).

 

Dios Misericordioso nos saca de esa situación elevándonos con una “nueva” creación.

La Redención, la gracia santificante, es la llamada de Dios a vivir siempre en crecimiento hacia Dios. Vivir trascendentalmente en la “novedad” del crecimiento. Por eso la nueva creación es “nueva”.

 

Si respondemos a la llamada nos vamos divinizando.

La gracia santificante es así una “anticipación” de la “novedad” permanente de la glorificación definitiva en el Cielo.

 

Esta  novedad de la glorificación coincide con la novedad de los ángeles que una vez decididos ya no pueden volverse atrás.

En el Cielo, nosotros seremos “como ángeles”, ya no nos podremos volver atrás.

 

En esta vida sí que podemos volvernos atrás con la pretensión de sí.

Y, felizmente, también podemos vivir en la novedad anticipada de la “nueva” creación.

¿Qué conviene recordar antes de iniciar el estudio de la nueva creación?

.


Recordemos las cuatro elevaciones de la persona humana a nivel trascendental, no esencial :

1ª creación : se trata de la iniciativa divina o elección de cada persona antes de la creación del mundo. La estudiaremos en la etiqueta : 5.14.0,

llamada inicial o 2ª creación : Dios decide dar la libertad de dar a muchas de sus criaturas. No es una coerción, sino a modo de llamada. La estudiaremos en la etiqueta : 5.15.0.

elevación o mantenimiento de la llamada : pase lo que pase Dios mantiene su decisión de incluir las personas en su ámbito de máxima amplitud. La estudiaremos en la etiqueta  5.16.0 y se asimila a lo que llamaremos gracia "personal" y a las gracias "actuales" de las que habla la teología.

glorificación : es el encuentro definitivo y de supremo gozo en Dios, también llamado "salvación". La estudiaremos en la etiqueta  5.17.0.

Pero además de esta cuatro elevaciones no debemos olvidar que "trascendentalmente" hubo una caída (que se corresponde con lo que la teología llama pecado original). No es otra cosa que la comunión con el maligno. Estudiaremos la caída trascendental en la etiqueta 5.16.1

Y hay también una redención "trascendental". Es lo que llamamos nueva creación o redención, que se corresponde con lo que la teología llama gracia santificante. La estudiaremos aquí en la etiqueta 5.16.2.



La explicación global de las etapas trascendentales la haremos en la etiqueta 5.7.0


.

¿Qué es la santificación?

 .


Podemos hablar de otra dimensión de la elevación divina (es una cuarta elevación : creación, llamada, insistencia…, santificación).

La santificación es la "nueva creación".
 
Para entenderla nos servirá volver al mito del ascensor acristalado: podemos imaginar, en el interior del ascensor, una pantalla en color, donde se pueden ver, por anticipado,  los misteriosos juegos eternos.
 
Esa pantalla (cual un VAR) nos hace gozar así de una elevación sobrenatural que los teólogos suelen llamar "gracia santificante", anticipación de la vida eterna. (Tras la caída, la llamamos “nueva creación”).
 
Gracias a esa visión sobrenatural en la pantalla, entendemos cada vez mejor, el panorama observado en el camino de la vida (durante la elevación del ascensor).
 


¿Cuántos tipos de esperanza distinguió Polo?

 


El profesor Sellés responde: 

Leonardo Polo distinguió dos tipos de esperanza, la natural y la sobrenatural.

A la primera le dedicó el artículo titulado “La esperanza”[1], que luego entró a formar parte de uno de sus libros, La esencia del hombre[2].

A la segunda le prestó atención sobre todo en dos de sus publicaciones: La persona humana y su crecimiento[3] y su obra póstuma Epistemología, creación y divinidad[4].



[1] Cfr. Polo, L., “La esperanza”, Scripta Theologica, 30/1 (1998) 157-164.

[2] Cfr. Polo, L., La esencia del hombre, 67-79.

[3] Cfr. Polo, L., La persona humana y su crecimiento, 71-74.

[4] Cfr. Polo, L., Epistemología, creación y divinidad, 111-119.