¿Es la persona humana metalógica?

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Sí. La persona humana es metalógica.
No somos lo que pensamos. No somos nuestro logos.

El logos humano no es persona, sino naturaleza o, más tarde, esencia activada por la persona o que depende de la persona.

Eso no quiere decir que la persona humana sea irracional, o que Polo sea voluntarista, o que conceda primacía a la voluntad. Polo ha confesado que es más bien intelectualista.

En el orden de la esencia sí: el querer-yo es el miembro más alto de la sindéresis.
El querer-yo está más cerca de la persona que el otro miembro de la sindéresis, el ver-yo, pues querer querer-más es futurizante mientras que el pensar es presencializante (no olvidemos que la libertad personal es el futuro no desfuturizable).

La intención de otro (que es la intención de la voluntad) conviene más al ser donal de la persona que la intención unificante (lógica) propia de la inteligencia.
La intención de la inteligencia, al ser de semejanza, busca la mismidad, busca unificar.

Con todo, la excedencia del amor sobre la intelección a nivel esencial  no es posible sin luz interior (trascendental).
En efecto, la sindéresis es hábito innato al Inteligir personal. La sindéresis “mira” el bien y vigila su ejecución.




De esto se habla entre otros lugares en  Juan A. García. La metalógica de la libertad… Studia Poliana nº 10, 2008, p. 18 a 18.9 y en el artículo "Logos y persona" recogido en la revista digital Miscelánea, nº 6.


Para saber más:
Inteligir:                Etiqueta 5.5.2      
querer-yo:            Etiqueta 6.2.2 la voluntad    
metalógica:        Etiqueta 6.8     
sindéresis:           Etiqueta 6.2     
naturaleza:          Etiqueta 6.1.0 naturaleza humana     
esencia humana: Etiqueta 6.1.0     

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¿Forma parte el "yo" del ser personal?

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El "yo" no es el acto de ser humano.
Forma parte de la esencia humana.
Es su ápice.

Dicho de otra manera, es el puente entre el "acto de ser" y las manifestaciones humanas (esencia).
La palabra "yo" designa justamente la dependencia de la esencia de la persona.

El yo es un hábito innato de la persona. Del intelecto personal. El hábito de sindéresis. Hábito innato al ser personal.


El yo es imprescindible para completar la estructura donal de la persona humana.
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¿Cómo se encuaza la libertad personal?

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La libertad personal se encauza mediante el yo.
La libertad está en el ámbito personal y se encauza mediante el yo.
La libertad está en mi intimidad. Yo estoy incluido en mi libertad.

El yo presta actualidad al acto, pero no le da el ser. El ser es de la persona que se manifiesta mediante el yo, en el tiempo.

Poner la persona más adentro que el yo, conserva la libertad, da dominio sobre los actos, pues me puedo arrepentir, cambiar mi decisión.
Puedo ser fiel, si quiero.




Véase lo que dice Ángel Luis González en su Prólogo al libro de Polo, Nietzsche como pensador de dualidades, p.29.3. Son ideas de Polo en Ética, p. 68.
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¿Qué es el yo real?

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El yo real es el ápice de la esencia humana.

No es la realidad más alta del hombre (que es el acto de ser personal) sino un hábito innato al intelecto personal (ver etiqueta 5.5.2.1), llamado clásicamente "sindéresis".
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Libro de Juan Fernando Sellés sobre el pecado en Polo

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Juen Fernando Sellés acaba de enviarme su último librito.

Pecar es mentir.
Pecar es negar la realidad.
Pecar es el error peculiar de la libertad.

Merci !

¿Cómo activa la sindéresis (el yo) a la inteligencia y a la voluntad?

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La sindéresis activa la inteligencia y la voluntad en la medida en que las conoce (habitualmente).
El yo (sindéresis) es un conocer habitual.

La sindéresis se describe como ver-yo y querer-yo.

El yo real, sin ser el quién íntimo, la persona que soy, es el centro de donde manan mis manifestaciones, la mirada abierta a nuestra naturaleza y esencia humanas.

No olvidemos que hay otras dos miradas habituales:
La mirada a la realidad extramental es el hábito de los primeros principios reales (etiqueta 1.4.0)


La mirada a la intimidad personal y a su trascendencia es el hábito de sabiduría (etiqueta 2.14).
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¿Para qué sirve el yo?

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El yo es un hábito personal, la sindéresis, que actúa como una torre de control.

Mediante la sindéresis la persona humana dispone de su naturaleza.

Los aviones del aeropuerto no pueden volar si no son dirigidos desde la torre de control

De entrada, el aeropuerto tiene una naturaleza, nace situado con una dotación propia. Pero la persona hace suya esa naturaleza, disponiendo de ella desde el ápice de su yo.

Así la naturaleza deviene "esencia" de la persona.

No hay vida en el aeropuerto sin potencias, actos y hábitos. Y tampoco sin experiencia intelectual y experiencia moral. Pues bien, el yo engloba, como punto cenital, toda esa actividad, el conjunto de las manifestaciones de la persona.

La personalidad del aeropuerto depende de su torre de control. El yo tipifica cada persona humana.





Glosa a Juan A. García González: Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 348.3

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¿Se corresponde la sindéresis de Polo con la sindéresis clásica?

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Polo extiende el sentido del pensamiento clásico sobre la sindéresis.

San Jerónimo habló de la sindéresis refiriéndose a la luz de la conciencia que descubre y aplica los primeros principios de la razón práctica.

Polo engloba en el yo, cual torre de control, no solo la iluminación de la conciencia (también la que clásicamente se atribuye al intelecto agente), sino incluso todas las disposiciones, aportaciones y manifestaciones de la persona.

La sindéresis, el yo, es el ápice de la esencia humana.

Francisco Molina utiliza en su blog la imagen de la cabeza de un águila que dice "yo vigilo". (para verlo pinchar aquí : http://habitosinderesis.blogspot.com/





Glosa a Juan A. García González: Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 349.2


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¿Por qué se describe la sindéresis como "inspiración global"?


Inspirar es "expresar" la verdad encontrada.
Iluminar, por ejemplo, es un modo de "expresar" esa verdad.

La sindéresis hace "verdadear" la inteligencia y la voluntad.

La persona humana, gracias al hábito de sindéresis, hábito innato del intelecto personal, expresa, de modo global, lo que ve y lo que quiere.
De ahí que se la describa como "inspiración global".
(Recordemos que son tres los hábitos innatos al intelecto personal o persona en tanto que entender: sabiduría, hábito de los primeros principios y sindéresis)

El ápice de la esencia humana es el "yo", precisamente este hábito innato de sindéresis, con dos miembros o dos instancias cognoscitivas, ver-yo y querer-yo.

El ver-yo nace del intelecto personal y el querer-yo del amar donal.

La sindéresis es la apertura con que cuenta la persona para iluminar, dirigir, controlar, la naturaleza humana. Se atribuye al hábito de sindéresis el conocimiento de la propia esencia.

Pero ese conocimiento o ese ver o englobar,  se dice "conocer-yo" o "querer-yo" según vea lo "inteligido" o lo "querido".

Hay una diferencia entre lo inteligido y lo querido: lo querido debe ser constituido por el querer-yo.
El querer-yo no se limita a conocer a la voluntad, sino que constituye lo voluntario (lo impulsa). Sin el respaldo del querer-yo la voluntad no quiere nada.
En esta faceta del yo (querer-yo) existe algo más que la luz iluminante, o si se quiere, que el querer-yo depende menos del intelecto personal y más del amar donal, por eso es más otorgante que iluminante.

El yo se cifra en ver; es ver: ver-yo (el ver-yo es iluminante) y querer-yo (constituyendo lo querido; el querer-yo es iluminante y constituyente).



De esto habla Rafael Corazón en "El pensamiento de Leonardo Polo", p. 256.2
Para saber más ir a la etiqueta correspondiente:
4.6.1 distinción hombre-animal
6.1.0 vida humana 
6.2.0 yo y sindéresis

8.0.0 el cuerpo humano
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¿Por qué la sindéresis es un refuerzo global?

.La sindéresis es un refuerzo global de la vida recibida de nuestros padres que hace que nuestro cuerpo sea "humano".

La sindéresis es precisamente el ápice de la vida añadida, que podrá inspirarse globalmente en la vida recibida.

Comprendamos que no cabe vida recibida sin vida añadida. No cabe inspiración y "recibimiento" de la vida (que el cuerpo sea humano) sin la inclusión de la inteligencia y de la voluntad en el cuerpo, gracias a la sindéresis.

No se trata aquí de "comprender" la vida corpórea sino de reforzarla.

Esta tesis es clásica y no debe sonar a novedosa.
Tomás de Aquino, por ejemplo, compara la cogitativa a la inteligencia y la llama con ese nombre para distinguirla de la estimativa, propia de los animales, que no tiene inclusión de las potencias espirituales.
También se ha advertido que la imaginación humana no es como la de los animales sino que es creadora.

El cuerpo humano cambia esencialmente desde la sindéresis. Ya no es un cuerpo estrictamente cosmológico pues el espíritu corre por sus venas.







De esto habla Rafael Corazón en "El pensamiento de Leonardo Polo", p. 256.2-3
Para saber más ir a la etiqueta correspondiente:
4.6.1 distinción hombre-animal
6.1.0 vida humana 
6.2.0 yo y sindéresis
8.0.0 el cuerpo humano

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¿Es importante el cuerpo para la persona humana?

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Algunos podrían pensar que el cuerpo es un estorbo para el alma. Algo así como una cárcel que nos limita.
Prescindir del cuerpo sería una liberación.

Se equivocan. Tan importante es el cuerpo en el hombre que sin vida en que inspirarse, las potencias espirituales no actúan.

La sindéresis ilumina los fantasmas. Iluminar es "expresar" la verdad encontrada. Iluminarlos equivale a inspirarse en ellos.

Y tras la iluminación, la inteligencia, que es potencia pasiva, se activa.

La muerte es asunto serio, y no un mero evento accidental.





De esto habla Rafael Corazón en "El pensamiento de Leonardo Polo", p. 257

Para saber más ver las etiquetas correspondientes:
1.10.0 preguntas sobre el hombre
4.6.1 distinción hombre-animal
6.1.0 vida humana 
6.2.0 yo y sindéresis
7.0.0 la historia
8.0.0 el cuerpo humano


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Esa verdad que es el conocerse, ¿se puede dar sin el amor?

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Es imposible conocerse enteramente sin el Otro. Sin el Amor del Otro.

Lo característico de la persona es el coexistir.
La persona nunca está aislada.
Una persona única es un absurdo pues no coexistiría.

El coexistir o co-ser, no es una relación externa o sociológica, sino una característica trascendental, radical. Nunca somos, íntimamente, "solos". 
Dependemos siempre de otro. Estamos abiertos al otro.

Conocerse implica, por lo tanto, conocer nuestras dependencias.
Y si no queremos conocerlas, no nos conoceremos.
La voluntad, el amor correspondido, aporta el conocimiento de sí aceptando al otro.
Cuando hay enamoramiento, hay más correspondencia.

El único que puede decirme quién soy entera y realmente es Dios.
Mi ser entero depende de Él. Coexisto en Él.

El hombre se conocerá absolutamente a sí mismo sólo en el amor de Dios, en la comunión en Dios, al saber que me acepta, aceptando mi vida.
Y al saber que me perdona y hace la fiesta conmigo y con los míos, que son suyos. La amistad es comunitaria. Los dos (o los mil) quieren lo mismo.

La única clave de bóveda de este asunto  es el Amor de Dios.

En la otra vida  el desve­lamiento será completo: es el “conoceréis como sois conocidos”, del que habla San Pablo. O sea, conoceremos como Dios nos conoce y co­noceremos a Dios como Él nos conoce. Amaremos a Dios como Él nos ama.








Ideas inspiradas en la pregunta nº 35 de "ANALÍTICA DEL AMOR". Entrevista de Juan Cruz Cruz con Leonardo Polo, que pueden ustedes encontrar en el nº 33 de la revista Miscelánea poliana.

Para saber más vayan a las etiquetas de este blog:
18.1.1 analítica del amor;
1.2.2 amor;
1.5.0 otro;
6.2.0 el yo y la sindéresis.
5.18.0 glorificación o encuentro con Dios


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Cogito, sum. ¿Quiere esto decir que nuestro intelecto constituye nuestro ser? ¿Se puede decir volo, sum?

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- Soy porque pienso.
- No.

El planteamiento cartesiano está desenfocado.

Los actos propios del intelecto, los actos intelectuales son actos transparentes, translúcidos, de transparencia asimilativa en los que la persona no comparece.

Aunque la persona sea, por decirlo así, el principio de esos actos, no entra a formar parte de ellos.
La persona no los tiene que constituir.

Un error semejante se encuentra en el planteamiento kantiano, pues Kant creía que los actos intelectuales debían ser constituidos por el yo. El yo no los constituye sino que asimila (intención de semejanza) lo que conoce.

Sin embargo, es importante que nos demos cuenta del volo, sum. El "yo" sí que está en el "volo". Si no estuviera no habría propiamente querer. La persona comparece en los actos voluntarios a través del yo, del querer-yo.




Ideas inspiradas en las preguntas nº 12 y 13 de "ANALÍTICA DEL AMOR". Entrevista de Juan Cruz Cruz con Leonardo Polo, que pueden ustedes encontrar en el nº 33 de la revista Miscelánea poliana.

Pinchen aquí para acceder a la entrevista completa: http://www.leonardopolo.net/revista/revista.html


Para saber más vayan a las etiquetas de este blog:
18.1.1 analítica del amor;
6.2.0 yo y sindéresis;
6.2.1 inteligencia;
6.2.2 voluntad;
20.13.0 Descartes
20.20.0 Kant

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Esa verdad que es el conocerse, ¿se puede dar sin el amor?

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Es imposible conocerse enteramente sin el Otro. Sin el Amor del Otro.

Lo característico de la persona es el coexistir.
La persona nunca está aislada.
Una persona única es un absurdo pues no coexistiría.

El coexistir o co-ser, no es una relación externa o sociológica, sino una característica trascendental, radical. Nunca somos, íntimamente, "solos". 
Dependemos siempre de otro. Estamos abiertos al otro.

Conocerse implica, por lo tanto, conocer nuestras dependencias.
Y si no queremos conocerlas, no nos conoceremos.
La voluntad, el amor correspondido, aporta el conocimiento de sí aceptando al otro.
Cuando hay enamoramiento, hay más correspondencia.

El único que puede decirme quién soy entera y realmente es Dios.
Mi ser entero depende de Él. Coexisto en Él.

El hombre se conocerá absolutamente a sí mismo sólo en el amor de Dios, en la comunión en Dios, al saber que me acepta, aceptando mi vida.
Y al saber que me perdona y hace la fiesta conmigo y con los míos, que son suyos. La amistad es comunitaria. Los dos (o los mil) quieren lo mismo.

La única clave de bóveda de este asunto  es el Amor de Dios.

En la otra vida  el desve­lamiento será completo: es el “conoceréis como sois conocidos”, del que habla San Pablo. O sea, conoceremos como Dios nos conoce y co­noceremos a Dios como Él nos conoce. Amaremos a Dios como Él nos ama.








Ideas inspiradas en la pregunta nº 35 de "ANALÍTICA DEL AMOR". Entrevista de Juan Cruz Cruz con Leonardo Polo, que pueden ustedes encontrar en el nº 33 de la revista Miscelánea poliana.

Para saber más vayan a las etiquetas de este blog:
18.1.1 analítica del amor;
1.2.2 amor;
1.5.0 otro;
6.2.0 el yo y la sindéresis.
5.18.0 glorificación o encuentro con Dios


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¿Podemos realizarnos en un proyecto?

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No. No podemos realizarnos en un proyecto.
Un proyecto no puede colmarnos.
Ningún proyecto, por importante que sea, es completamente absor­bente.
Nuestra capacidad de comunión, de amor, desborda cualquier proyecto.

Por ejemplo, eso de “casarse con la empresa” no tiene sentido.

"Un proyecto" no agota todos mis proyectos.
Yo no puedo encauzar mi querer enteramente por ahí. Yo no me puedo recono­cer enteramente ahí.

La única clave de bóveda de este asunto  es Dios; pues sólo en Él se puede uno reconocer enteramente.
Ningún hombre, ninguna mujer, puede colmar mi capacidad de amar. Solamente Dios.

En el amor de Dios uno se reconoce por completo, supuesto que el amor de Dios sea, en esta vida, un gran proyecto.

En la otra vida será un desve­lamiento completo: es el “conoceréis como sois conocidos”, del que habla San Pablo. O sea, conoceremos como Dios nos conoce y co­noceremos a Dios como Él nos conoce.










Ideas inspiradas en la pregunta nº 34 de "ANALÍTICA DEL AMOR". Entrevista de Juan Cruz Cruz con Leonardo Polo, que pueden ustedes encontrar en el nº 33 de la revista Miscelánea poliana.

Para saber más vayan a las etiquetas de este blog:
18.1.1 analítica del amor;
1.2.2 amor;
1.13.0 familia y amor;
5.18.0 glorificación o encuentro con Dios

Pinchen aquí para acceder a la entrevista completa: http://www.leonardopolo.net/revista/revista.html



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¿Cuál es el sentido último de la persona humana?

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Una frase muy citada y comentada que muestra que la verdadera exaltación del hombre no es antropocentrismo es la conocida afirmación del n. 22 de Gaudium et spes: "El misterio del hombre solo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado", es decir, de Cristo.

En Él está la plenitud humana; Jesucristo (Dios y hombre) es el hombre perfecto, que nos revela que el sentido último y la perfección a que está gratuitamente destinada la persona humana es sobrenatural, la unión con Dios.

A la vez, la plenitud humana cada uno la encuentra, según otra expresión del n. 24 "en la entrega sincera de sí mismo a los demás".





Respuesta de Ocáriz a Serrano, p. 82.2
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¿Podemos imaginar el espíritu?

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A veces imaginamos el espíritu como si fuera un fantasma. Un ser de materia etérea, pero materia al fin y al cabo.

La materia es potencia pura, no existe sin una forma que al menos sea cantidad "partes extra partes", partes que podemos denominar "átomos", relacionados unos con otros.

Espíritu es lo que puede existir sin materia.


Lo inmaterial no tiene partes. No podemos, por lo tanto, "imaginar" lo inmaterial, o dibujarlo en un ordenador con la forma de un fantasma.

Lo inmaterial podemos "sentirlo". Como el pato puede sentir el dolor o el placer de la humedad. Porque "sentir" es un acto de conocimiento (conocimiento sensible) y todo acto de conocimiento es, él mismo, inmaterial, aunque necesite de un órgano que al inmutarse presente la forma sensible.

Sin embargo, el pato y la pata no están abiertos por dentro. Sus sensaciones inmateriales van siempre unidas a los cambios de sus átomos, de sus órganos sensibles. Sus representaciones imaginativas están siempre unidas a las condiciones materiales concretas. Por ejemplo, imaginamos un perro, pero no podemos imaginar "el" perro, la esencia de perro.

Las mujeres y los hombres, las personas, sí que podemos despertarnos. Y pensar el placer o el dolor, sin sentirlo. "Sabemos" lo que es.

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¿Un espíritu, es una cosa?

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No. Un espíritu no es una "cosa".

Una "cosa" es real según la sencillez del acto de ser del universo físico. (Aunque la esencia del universo físico sea tan complicada como propugna la física cuántica). Pero, a fin de cuentas, las cosas son como son.

Sin embargo, un espíritu es real de modo distinto.
Su acto de ser no es sencillo. Su acto de ser se convierte con su acto de conocer y, libremente, con su acto de amar. Está abierto por dentro.

La sustancia material (una "cosa") no ejerce jamás el conocimiento.
Si los animales pueden conocer sensiblemente es porque poseen facultades inmateriales (en soporte material). La materia no piensa ni siente.

La cosa no tiene nada que ver con el conocer.
El conocer es inmaterial, también en los animales.

Una cosa no es un acto de conocer, salvo que su ser sea un acto de conocer (al convertirse el uno en el otro), como es el caso de la persona; pero entonces ya no es una "cosa".


En los espíritus, en las personas,  el conocer se convierte con el ser, pero siendo siempre distintos.
El actus essendi (ser) y el actus cognoscendi (conocer) son distintos, aunque Dios los confiera a la criatura en estricta propiedad privada, en su raíz.


De ahí que los filósofos que parten de la idea de "sujeto", sin distinguir entre el acto de ser personal y el inteligir, tengan tantas dificultades para comprender lo que es el conocimiento. La unidad que piensan es prematura e ignora la distinción.





De esto habla Lluís Pifarré en su libro "Entender a Leonardo Polo", p. 61.3
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¿Qué descubre Polo del espíritu que es la persona humana?

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Polo se adentra en un territorio inexplorado hasta ahora por los filósofos.
No se contenta con saber que somos "espíritu" sino que bucea en la intimidad del espíritu.

Y descubre (por eso va dando nombres nuevos, como los exploradores) el carácter de "además" del espíritu humano. 



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¿Qué es lo trascendental?

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A lo primero se le puede llamar lo trascendental.

Lo primero es el ser.

Lo primero es el ser, pero el ser "se dice de muchas maneras".

No es lo mismo el "ser" que la "esencia" (aunque la esencia también es ser).

Lo primero es el "acto de ser", pero no es lo mismo
el acto de ser Originario (Dios),
que el acto de ser personal,
o que el acto de ser del universo.

Lo trascendental se dice, pues, de muchas maneras.

Estrictamente, lo trascendental es el dar puro. (Ver etiqueta 1.0.2 Dar trascendental)


Y como el dar exige un aceptar, Polo descubre que la persona humana, ser segundo, "además" también es trascendental.




Para saber más:
Etiqueta 5.2.0   Los Trascendentales
Etiqueta 5.2.0  Trascendentales metafísicos
Etiqueta 5.5.0  Trascendentales personales
Etiqueta 1.0.3  Trascendentales supremos

Etiqueta 1.0.2   Dar trascendental
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¿Una primera aproximación a los trascendentales?

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Los trascendentales son las dimensiones últimas del ser.

Los trascendentales son perfecciones puras, sin macla, abiertas entre sí.

Los trascendentales según Polo son: amar donal, inteligir personal, libertad trascendental, co-ser.

Y a nivel metafísico: acto de ser, verdad, bien y belleza.

En L. Polo. Antropología trascendental. Tomo I. La persona humana. p. 73, se hace un resumen de las aporías de la doctrina de los trascendentales.

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¿Por qué es importante la etiqueta 5.2.0?

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Porque la filosofía quiere alcanzar lo último y lo último es lo trascendental.

Lo realmente trascendental es Dios.
Dios es el Dar supremo.

Llamamos, con Falgueras, trascendentales incondicionales o supremos a las actividades supremas de Dios:
Ser supremo,
Entender supremo,
Amar supremo.

En antropología, los trascendentales descubiertos por Polo son cuatro:
La co-existencia;
La libertad trascendental;
El intelecto personal;
El amar donal (amar y aceptar personales);

Los trascendentales metafísicos son también cuatro
el ser (esse),
la verdad (verum),
el bien (bonum)
y la belleza (pulchrum), aunque este último Polo no lo tematiza explícitamente.


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¿Qué son los trascendentales?

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Los trascendentales son perfecciones puras del ser.

Pura significa aquí: sin potencia.

Un trascendental es actividad pura.
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¿Cuáles son los trascendentales metafísicos según Polo?

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Para él son sólo cuatro, que, por orden de prioridad, son:
el ser (esse),
la verdad (verum),
el bien (bonum)

y la belleza (pulchrum), aunque este último no lo tematiza explícitamente.
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¿Cuál es el orden de los trascendentales?

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La secuencia de los trascendentales personales que me parece más coherente es la siguiente:
co-ser;
libertad personal;
inteligir personal
y amar personal.

Y "pienso" (es solamente una ordenación lógica, con poca importancia) que su orden es semejante al de los trascendentales metafísicos: ser, verdad y bien.
(la belleza la dejamos fuera porque no es propiamente trascendental, aunque nos plazca a todos).

¿Y la libertad personal?
Pues aparece pegadica al co-ser. Porque la co-existencia o co-ser personal, primer trascendental personal, se abre gracias a la libertad personal, otro trascendental personal.
Son dos trascendentales distintos, porque todo en el hombre es dual.

El universo es, sin embargo, sencillo.

De ahí que me parezca que el ser, considerado metafísicamente, se corresponde lógicamente con dos trascendentales personales: el co-ser y la libertad.

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¿Es el bien un trascendental?

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Los trascendentales son las propiedades puras del ser.
"Pura" significa aquí acto sin potencia.

Los trascendentales metafísicos son las propiedades puras del acto de ser del universo físico.

Los trascendentales personales (descubiertos por Polo) son las propiedades puras del acto de ser personal.

El bien se convierte con el ser: tanto con el ser del universo físico como con el ser personal.

El bien metafísico es difusivo.
El bien personal es efusivo. (No es otra cosa que la tríada amorosa trascendental, el Amar personal con sus tres dimensiones Aceptar, Dar y Don).

La ampliación de los trascendentales (además del bien metafísico el "amar" personal) se comprende cuando entendemos la libertad trascendental.
En efecto, el ser personal es libre, por lo tanto, su ser es co-ser, su verdad es inteligir personal, y su bien es amor personal.

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