¿Qué son propiamente los trascendentales?

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Propiamente los trascendentales son actos cuya actividad lo abarca todo.

Tradicionalmente se dice que los trascendentales son las perfecciones puras del ser.

Yo prefiero la propuesta de Falgueras que no deja resquicio a una consideración meramente lógica de los trascendentales.






Ideas y textos sacados del Cuaderno de Anuario Filosófico n. 36. Ignacio Falgueras, Esbozo de una filosofía trascendental p.34.
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¿A qué llama Falgueras trascendentales condicionales?

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Falgueras distingue dos tipos de trascendentales: los trascendentales condicionales (metafísicos y de la persona humana) y trascendentales incondicionales (que me gusta llamar supremos).

Los trascendentales condicionales se llaman así porque requieren de los trascendentales supremos.

Los supremos se llaman incondicionales porque no requieren de los condicionales, no requieren nada.

Los trascendentales condicionales son aquellos que el trascender humano alcanza cuando se eleva activa y relativamente sobre las realidades inferiores.

Los trascendentales incondicionales, en cambio, son aquellos que, habiendo sido alcanzados cuando el hombre trasciende su propio trascender y el trascender de lo extramental, están al margen de toda heterorreferencia, por lo que para ellos la propia denominación de trascendental es extrínseca.

Así queda claro que no todo trascendente es relativo, pues, en efecto, los trascendentales supremos son absolutos. Deben ser entendidos como irrelatividad a los trascendentales condicionales y a cualesquiera otras realidades que no sean las suyas.








Ideas y textos sacados del Cuaderno de Anuario Filosófico n. 36. Ignacio Falgueras, Esbozo de una filosofía trascendental, p. 23.3

Para saber más:
Etiqueta 5.2  los trascendentales
Etiqueta 1.0.2 dar trascendental
Etiqueta 5.2.0 trascendentales condicionales
Etiqueta 1.0.3 trascendentales supremos

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¿Qué dice el lenguaje filosófico?

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Leonardo Polo responde en Introducción a la Filosofía, p. 44.4: El lenguaje filosófico expresa la verdad del ser.
Y si ese lenguaje deviene canto, expresa la bondad y la belleza del ser.

El ser es, pero ser es también verdadero y bueno y bello.

Ser, verdad, bondad, belleza.

Es lo que los medievales llamaron trascendentales.

La teoría de los trascendentales, una de las más logradas formulaciones de la filosofía medieval, arranca de hallazgos de los grandes filósofos griegos.


Aunque no la llamen así es ejercida por Platón (el ser es bueno y bello), y está insinuada en Parménides (es lo mismo ser y pensar).
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¿Qué significa el término "transcendentalia" que se traduce "los trascendentales"?

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El término trascendentalia (los trascendentales) es la substantivación plural de un adjetivo trascendentalis, formado a partir de transcendens que es el participio presente del verbo transcendo.

En él se contienen cuatro importantes indicaciones:

1. La alusión en su raíz a lo trascendente, a lo que está más allá de lo predicamental y objetivable.

2. Su carácter relativo (adjetivo), implícito en el sufijo –al.

3. Su referencia a la realidad, contenida en la substantivación.

4. Su número plural, que es indicio de que lo trascendente no es único.








Ideas y textos sacados del Cuaderno de Anuario Filosófico n. 36. Ignacio Falgueras, Esbozo de una filosofía trascendental, p. 10.2.
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¿Cómo resolver la dificultad semántica de la noción de trascendente?

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El término trascendente tiene su origen en la voz latina transcendo lo que hace pensar que todo trascendente necesite un referente obligado. Y ésa es la dificultad, porque los trascendentales reales son irreferentes.

La dificultad semántica viene porque transcendo está compuesto de trans y scando y connota un "pasar" "subiendo", un ir más allá, superando un obstáculo o límite.

Todo trascendente debería así hacer referencia a un límite a franquear.

Esta dificultad puede llevar, como le ocurrió a Schelling, a pensar que lo trascendental es relativo.

Para no caer en ese error, no olvidemos que lo trascendente propiamente dicho es lo realmente último (o realmente primero).

Si lo llamamos trascendente es porque aludimos al método que permite alcanzarlo, que consiste en trascender o abandonar el límite mental.

Lo trascendental (o los trascendentales, ya que lo trascendental es plural) es irreferente (o absolutamente, o porque se refiere a lo absolutamente irreferente).

Y sobre todo debemos decir que no es una invención humana, sino un hallazgo.

Siendo niño subía con mi padre los montes que aquí llaman del Cristal. Y al llegar a la cumbre nos abríamos al ámbito de la máxima amplitud. 






Ideas y textos sacados del Cuaderno de Anuario Filosófico n. 36. Ignacio Falgueras, Esbozo de una filosofía trascendental, p. 19

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¿Qué es autotrascenderse?

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Autotrascenderse no es una especie de autorrealización para ser más o de nirvana para desvanecerse. No es ni causarse ni destruirse.

Autotrascenderse es una forma de dar (no olvidemos nunca que el "trans" de transcendental significa "dar").

Autotrascenderse es darse, buscando quién nos acogerá.

Es una búsqueda pura, pues no se trata de encontrar algo, sino sumirse en el dar.

Un dar que es imposible si el don no es acogido.

¿A quién contaré mis penas mi dulce amor…?








Ideas inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.61.2 nota 35. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.
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¿Qué nos muestra de Dios el autotrascendimiento humano?

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Autotrascenderse es una forma de dar. La más alta.

No es un aniquilarse, ni tampoco simplemente cambiar a mejor.

Cuando hablamos de autotrascendimiento, queremos decir actividad más alta de dar: darse.

Lo trascendental en sentido estricto es el Dar supremo, Dios.

Pues bien, en congruencia con el autotrascendimiento humano, podemos entrever el carácter donal de la actividad divina, del ser de Dios.

Las relaciones personales intratrinitarias son relaciones donales.

La Sagrada Escritura expresa en términos de dar la relación entre el Padre y el Hijo (por ejemplo, Jn 5, 36); e igualmente el Padre da el Espíritu (Lc 11, 13) a petición de Cristo (Jn 14, 14), y lo da sin medida (Jn 3, 34).

Este "sin medida" significa "sin reservas".
Sólo Dios puede dar así.

Luego el autotrascendimiento humano nos muestra, si lo llevamos al extremo, cómo será el Dar supremo que es Dios.








Sacado del artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.61.2. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.

Para saber más ver las etiquetas:
1.0.1  Dios
1.0.2  dar trascendental

1.5.2  relación (en construcción)
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Etiquetas 5.2

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¿Es dual la libertad trascendental?

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Todo en el hombre es dual.

Polo propone llamar "libertad nativa" al miembro inferior de la libertad trascendental.

Y llama "libertad de destinación" al miembro superior.

El tema de la libertad es esta libertad de destinación.

Comprendemos así que la libertad de atemática.


Epistemología 84 La libertad trascendental no es temática, los temas los introduce el yo.
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¿Cómo culmina la ética de las virtudes?

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La ética de virtudes culmina en la ética de destinación.

La ética de las virtudes es la ética de las tendencias reforzadas.
Al adquirir virtudes somos (esencialmente) más libres y podemos conducir mejor la vida hacia la felicidad.

Pero no olvidemos que la libertad puede ser un fardo: tenemos más libertad que ocasiones de ejercerla.
Reforzar las cualidades cuando los objetivos son de poca monta es angustiarse. Como tener un ferrari para circular en el mercado de Kinshasa.

Aspiro al circuito ideal para mi bólido.
Polo llama "destinación" a aquello respecto de lo cual se puede ejercer la libertad entera.

La ética de las virtudes se dilata en la libertad nativa pues retrayéndose al Origen alcanzaremos a conocer nuestro destino. El encargo que da sentido a mi vida.

El arte de ganar le grand prix es la ética de destinación, culminación de la ética de virtudes.
Las virtudes no son externas a la libertad.
Son algo así como la "personalidad" de mi persona. Persona es libertad. Y persona humana, libertad con contenidos (tropezones).

Crecemos para destinarnos.





De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 221.2

Para saber más :
Etiqueta 5.5.4   libertad nativa
Etiqueta 5.5.4   libertad de destinación.
Etiqueta 6.2.5   virtud
Etiqueta 9.0.0   ética

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¿Qué es el horizonte?

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Polo dedica las últimas páginas (244-253) de "Quién es el hombre" a insistir, aunque sea de manera esquemática, en algunos aspectos de la libertad de destinarse.

Llama a la libertad nativa, radicalidad (la radicalidad, no lo olvidemos, es el ser hijos. De Dieu, bien entendu).

Y llama a la destinación de la libertad, horizonte.

Me parece clara su inspiración: es en el horizonte donde parecen juntarse el cielo y la tierra (en palabras del fundador de la universidad de Navarra).

El horizonte indica futuro indesfuturizable.
Siempre podremos amar más y ser más amados de Dios.






De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 244


Para saber más sobre la libertad nativa, ver etiqueta 5.5.4.
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¿Qué es la aporía?

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La aporía es lo contrario de la libertad.
"Áporos", falta de salida, sin poros.

Para el libre, encontrarse con una aporía es topar con un obstáculo, con una falta de camino transitable…
Sin embargo, sin la aporía, sin el adversario, la cosa no tiene gracia, la aventura de la vida no lo sería.

La libertad crece esencialmente superando obstáculos.

Si las dificultades son de poca monta, la libertad se pierde en la frivolidad: elecciones sin peso pues no nos jugamos nada.

La vivencia de la libertad radical es otro cantar. Aquí las dificultades son enormes pues arriesgamos la vida, el destino.

Entramos en nuestra libertad cuando nos metemos en esas complicaciones que nos comprometen. Cuando tenemos que echar mano de todas nuestras energías para que nuestro proyecto se abra cauce.

La aporía pone el péndulo de la libertad a su hora. Soy libre porque soy hijo (libertad nativa) y estoy comprometido en las tareas (obstáculos, aporías a desatascar) que mi Padre me confía.







De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 245


¿Es entusiasmante la libertad?

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La libertad entusiasma al destinarse a su Amor. En ese sentido es "religiosa".

El hogar de la religiosidad es la libertad, que no es lo mismo que jaranga.

Una vivencia eufórica de la libertad, según Max Scheler, puede ser engañosa.

La libertad de una niña frívola (también se podría hablar de un niño frívolo) es una cuestión de decisiones sin peso. Caprichos.

Cuando la libertad se emplea a fondo, cuando nos jugamos la vida, comprometiéndonos, muchas veces, desde un punto de vista experiencial interno, no aparece como entusiasmante, sino al revés.

No es que sea algo negativo, en el sentido de Sartre, carente de sentido. No. Lo que pasa es que la conciencia de nuestra libertad radical nos responsabiliza, nos hace, empleando una figura de Nietzsche, dromedarios: seres a la espera de que los carguen.

El hombre libre, decía Goethe, es el noble que espera encargos ¿Cuál es mi destino?

En contraposición a la vivencia entusiástica y superficial de la libertad, nos encontramos con la libertad entroncada con encargos.

Somos libres como los bomberos de New York. Entusiastamente silenciosos.





De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 244-245


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¿Puede crecer la libertad?

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Para hablar del crecimiento de la libertad debemos distinguir entre libertad trascendental y libertad esencial.

En ambos casos puede crecer, pero no del mismo modo.

El crecimiento de la libertad trascendental es un crecimiento intrínseco sin culminación.

El crecimiento de la libertad esencial depende de la posesión de los medios que nos permitan destinarnos (sin culminación).


Los griegos saben que somos más libres en la medida en que dominamos los medios que nos conducirán a la felicidad.

Si soy capaz de levantarme puntualmente soy más libre, y feliz. La virtud nos hace más libres.

El fin es entonces la felicidad.

Polo propone, sin embargo, una noción ulterior a la felicidad. La llama "el destinar". El destinarse a quien aceptará cabalmente nuestro don. Será un gozo mayor que el de la felicidad, un canto al encuentro amoroso. Un crecimiento intrínseco sin culminación. Llama o fuego.

Desde la intimidad de la persona (recordemos que intimidad es el ser personal en tanto que creado para acompañar y dejarse acompañar), desde la intimidad personal, insisto, entendemos que la felicidad griega, la posesión del fin, no basta. No basta la satisfacción. No basta poseer todos los medios.

Si no encontramos nuestra réplica, para cantar con ella, quedamos frustrados.

Vistas así las cosas, nuestra libertad se dilata con la tarea de mi vida: el canto con el que sabré agradarLe.

La ampliación de la libertad es el destinarse al Amor.





Glosa a Leonardo Polo. Tener y Dar. En "Sobre la existencia cristiana" p. 133.2
Etiqueta 5.11.0 la intimidad
etiqueta 1.8.0 la vida
Etiqueta 1.0.2 dar trascendental

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¿Por qué dice Polo que la libertad humana es un "sobrar"?

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Polo dice que la libertad humana es un "sobrar" porque somos unos desequilibrados.
El ser humano no es homeostático. Es un sistema abierto.
Los animales duermen satisfechos. La persona humana será siempre futuro despejado y cálido.

No olvidemos que en el hombre vigen tanto el sistema cerrado, el sistema abierto y el sistema libre.
En cuanto libertad, la persona es estricta novedad.

Las elecciones humanas no están dirigidas por una fuerza disciplinada. Lo que preside radicalmente nuestras decisiones es la iniciativa amorosa del Origen, que pide ser correspondida, libremente.

Si nuestro origen fuera arbitrario, seríamos un sistema cerrado, homeostático. A lo más, un sistema abierto, como los animales que crecen adaptándose.

Pero cuando ejercemos trascendentalmente el hábito innato de sabiduría ("además") alcanzamos nuestro "ser abiertos por dentro" que nada puede satisfacer. No tenemos réplica en nuestro interior.

Sólo entenderemos el sobrar del sabernos libres si nos retraemos al carácter nativo de nuestro ser: somos hijos de una libertad absolutamente Otra "Originaria" que nos ama con dilección, es decir, sin condiciones. No nos modela, sino que sopla la libertad.

Este tipo de dependencia (amor sin condiciones) es nuestro ser enteramente libres. Dependemos "hacia", si queremos. Cada uno se destina libremente.

Somos más libres que lo que las cosas en torno nos permiten; respecto de ellas, la libertad humana es un sobrar.

El futuro es un buscar a Quién ofreceremos nuestro don. Somos unos desequilibrados, abiertos por dentro y por fuera.
















De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 220.3

Para saber más sobre la libertad
Etiqueta 1.1.2   libertad
Etiqueta 1.1.2   naturaleza y libertad
Etiqueta 5.5.4   libertad personal o trascendental
Etiqueta 5.5.4   libertad nativa
Etiqueta 5.5.4   libertad de destinación.
Etiqueta 6.1.5   libertad esencial o de disposición
Etiqueta 6.8.0   metalógica de la libertad


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¿Quién mata la libertad?

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La soledad.

La soledad es la muerte de la libertad.

La libertad es incompatible con que exista una sola persona. La libertad es siempre interpersonal, nace del ser hijos (libertad nativa) y vive al destinarse.

Si hubiéramos nacido solos (espontáneamente) no habría nada nuevo a esperar pues estaríamos determinados por las condiciones iniciales. Seríamos una parte del todo sin palabra que decir.

Y si estuviéramos rodeados sólo de cosas, seríamos un caleidoscopio: podríamos movernos mucho, pero sería más de lo mismo. ¿Quién escucharía mi canto?

Solos, la libertad es un infierno.







De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 246
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¿Cómo entender la dependencia "libre" del Creador?

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Copio aquí lo que dice Juan A. García (La libertad trascendental y la persona humana).
 "Para comprender la dependencia libre del creador conviene abandonar el punto de vista de la eficiencia y pensar más bien en términos de finalidad.

Por ejemplo, como los actores del teatro dependen de los espectadores. Ciertamente, no dependen de ellos desde un punto de vista eficiente: porque los actores sacan sus fuerzas y su vitalidad de su edad, de su estado de forma de los alimentos que ingieren; y representan la obra porque alguien la escribió y hay un guión que ellos siguen; y lo hacen en un escenario y decorados que se sostienen por sí mismos, porque a tal efecto fueron construidos.

Si se puede representar la obra sin espectador alguno, por ejemplo en los ensayos, quiere decir que la dependencia que los actores tienen respecto de los espectadores no es fundante, eficiente o constituyente. En ese sentido, los actores son independientes de los espectadores (en cambio, la persona humana en ningún sentido es independiente de Dios; pero con todo cuando Dios crea a la persona le otorga la libertad)...

Ya Aristóteles se refirió a las antiguas olimpiadas de Atenas para señalar la superioridad del espectador sobre los deportistas, sobre los agentes del espectáculo; porque la contemplación, la teoría, posee el fin, mientras que las artes y las técnicas se ejecutan en orden a un fin que les es extrínseco...


En cambio, más allá del fin está el destino, el destinatario de la acción: los espectadores no son propiamente el fin de la representación, sino sus destinatarios. La representación de una obra teatral es, entonces, un ejemplo de dependencia libre porque remite a destinatarios; y por ello no remite a antecedentes, ni es de tipo fundamental, causal: ni siquiera del orden de la causa final. Porque ese más allá, del destino sobre la finalidad, implica relaciones interpersonales. Justamente las que se dan entre los actores y los espectadores, como destinatarios éstos de la obra que aquéllos representan"
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¿Cómo se realiza la comunión entre personas? ¿Con actos de la voluntad o con actos de la inteligencia?

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La conveniencia entre el amante y el amado que constituye la comunión de amor se da en todos los órdenes. Y tanto con la inteligencia como con la voluntad.

En la persona el inteligir y el amar se convierten.

En el orden de las potencias espirituales, la inteligencia se puede considerar como distinta de la voluntad. No así en la persona que en tanto que amante es intelectual, y en tanto que intelectual es amante.

En la persona hay una conversión de trascendentales (antropológicos, claro está, y en lo que nos concierne el inteligir y el amar).

Los trascendentales metafísicos constituyen los dones que nos intercambiamos y realizan el nexo de la comunión, más o menos intensa según la altura de esos dones.





Ideas inspiradas en la pregunta nº 17 de "ANALÍTICA DEL AMOR". Entrevista de Juan Cruz Cruz con Leonardo Polo, que pueden ustedes encontrar en el nº 33 de la revista Miscelánea poliana.

Pinchen aquí para acceder a la entrevista completa: http://www.leonardopolo.net/revista/revista.html


Para saber más vayan a las etiquetas de este blog:
18.1.1 analítica del amor;
6.2.2 voluntad;
6.2.1 inteligencia;
1.2.2 amor

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¿Es el amor un acto de la voluntad?

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Los actos de la voluntad son seis:
- Los que versan sobre el fin: velle, intendere y frui.
- Los que versan sobre los medios: consensus, electio y usus.

Más que decir que el amor es un acto de la voluntad debemos decir que el amor es la actividad culminante de la voluntad, si se alcanza la comunión de personas.







Ideas inspiradas en la pregunta nº 1 de "ANALÍTICA DEL AMOR". Entrevista de Juan Cruz Cruz con Leonardo Polo, que pueden ustedes encontrar en el nº 33 de la revista Miscelánea poliana.

Pinchen aquí para acceder a la entrevista completa: http://www.leonardopolo.net/revista/revista.html


Para saber más vayan a las etiquetas de este blog:
18.1.1 analítica del amor;
1.2.2 amor ;


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¿Por qué es importante la etiqueta 5.2.0?

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Porque la filosofía quiere alcanzar lo último y lo último es lo trascendental.

Lo realmente trascendental es Dios.
Dios es el Dar supremo.

Llamamos, con Falgueras, trascendentales incondicionales o supremos a las actividades supremas de Dios:
Ser supremo,
Entender supremo,
Amar supremo.

En antropología, los trascendentales descubiertos por Polo son cuatro:
La co-existencia;
La libertad trascendental;
El intelecto personal;
El amar donal (amar y aceptar personales);

Los trascendentales metafísicos son también cuatro
el ser (esse),
la verdad (verum),
el bien (bonum)
y la belleza (pulchrum), aunque este último Polo no lo tematiza explícitamente.


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¿Qué es lo característico de la persona que exija el amor?

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Lo característico de la persona es el coexistir.
La persona nunca está aislada.
Una persona única es un absurdo pues no coexistiría.

El coexistir o co-ser, no es una relación externa o sociológica, sino una característica trascendental, radical.
Dependemos siempre de otro. Estamos abiertos al otro.

Es cierto que "otro" puede ser un perro, pero entonces nuestro ser se estancaría en la perreidad.
Más otro es otro hombre u otra mujer. Pero aun así, el coexistir con el otro no sería exhaustivo, nunca se agotaría nuestro ser con lo que el otro pudiera aportarnos (llegaríamos al aburrimiento). Y además el otro se nos puede morir.

Esas alteridades son relativas, algo o mucho aportan pero no nos dirán nunca quiénes somos exhaustivamente.
El hombre es incapaz de alterizar completamente a los demás (que los otros dependan de tal modo de él que agoten su ser en él). Y el hombre es también incapaz de alterizarse completamente respecto de ellos, es decir, que los otros me digan enteramente quién soy.

Donde se desarrolla completamente el hombre, en su carácter coexistencial, es "en" Dios.
Dios es, el absolutamente "otro" para mí.
No el relativamente "otro" de quien mi ser depende en parte. Mi ser entero depende de Él. Coexisto en Él.

(Atención, decir que Dios es el absolutamente Otro, no quiere decir que sea imposible el conocerle al ser tan distinto de mí. Eso es una idea de lo trascendental como lo inaccesible. Aquí decimos lo contrario, cuanto más Otro, más dependemos de Él, más podemos coexistir, más podemos recibir y dar. Más podemos ser además).

El hombre se conocerá absolutamente a sí mismo sólo en el amor de Dios.
Y se conoce relativamente a sí mismo en el amor de los otros.

En cualquier caso, el co-ser o coexistencia del ser personal humano exige el amor.








Ideas inspiradas en la pregunta nº 18 de "ANALÍTICA DEL AMOR". Entrevista de Juan Cruz Cruz con Leonardo Polo, que pueden ustedes encontrar en el nº 33 de la revista Miscelánea poliana.

Pinchen aquí para acceder a la entrevista completa: http://www.leonardopolo.net/revista/revista.html


Para saber más vayan a las etiquetas de este blog:
18.1.1 analítica del amor;
1.2.2 amor;
1.5.0 otro;
5.5.1 co-ser;
1.0.4 persona;



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¿Significan lo mismo enamoramiento y amor?

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Es usual decir que el enamoramiento es una etapa de obnubilamiento que debe dar paso a la claridad del amor.

No estoy completamente de acuerdo con esta visión que ve el enamoramiento como un paso previo, ingenuo, que debe desaparecer al llegar a la madurez.

Por otra parte, y en sentido contrario, es también usual decir que se debe volver al primer amor, o que hay que quererse como novios. Mi opinión está más cerca de esta segunda versión del enamoramiento.

Para mí, amor y enamoramiento significan lo mismo.
Dicho rápidamente: o el amor es enamorado, o no es amor.

También es cierto que para mí el enamoramiento y el amor verdadero es el enamorarse de Dios (el amor entre varón y mujer no da para tanto).


Hagamos algunas aclaraciones: que el enamoramiento significa descubrir que el otro (o la otra) es necesario.
El enamoramiento tiene el carácter de un acontecimiento en forma de encuentro (es un encontronazo). Uno "se cae" en la situación de enamorado. Es una "eventualidad imprevista": se cae en el amor.

No es un acontecimiento deliberado, surgido por las vueltas que el varón, por ejemplo, le da en su cabeza a la presencia de la mujer. Se trata de un acontecimiento cu­riosísimo y que tiene lugar instantáneamente: es un descubrimiento fulgurante. En un momento, uno dice: ésta o ninguna. Por eso no es “genérico”, ya no es «la hembra de la especie», sino que es «ésta»; y «ésta» como realidad personal.

Esta si­tuación de enamorado es querida y, al mismo tiempo, remite a la otra persona como nece­saria: no puedo pasarme sin ella.
Cuando alguien está enamorado de una mujer es que no puede pasarse sin «esa» mujer (casarse por dinero o por motivos sociales está fuera de cuestión aquí).
Enamorarse de una mujer es darse cuenta de que uno no puede pasarse sin ella.

Si el amor no fuera correspondido habría que matarlo.
Pues nos daríamos cuenta que el otro (o la otra) no son tan necesarios como creíamos (pues no son en realidad  nuestra réplica).

El Amor de Dios sí que es enamorado (siempre correspondido).
Y el amor del matrimonio es símbolo real de ese Amor. De ahí su fruto y su sabor.
El amor del matrimonio es camino del Amor.

Los santos viven ya enamorados del Amor.



Ideas inspiradas en la pregunta nº 26 de "ANALÍTICA DEL AMOR". Entrevista de Juan Cruz Cruz con Leonardo Polo, que pueden ustedes encontrar en el nº 33 de la revista Miscelánea poliana.

Pinchen aquí para acceder a la entrevista completa: http://www.leonardopolo.net/revista/revista.html


Para saber más vayan a las etiquetas de este blog:
18.1.1 analítica del amor;
1.2.2 amor;
1.13.0 familia y amor;
6.9.6 enamoramiento;
6.4.0 símbolos

Entrada dedicada a mis padres que se casaron, enamorados, un 28 de mayo. Y todavía siguen…

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¿Qué sentido tiene el amor en el matrimonio?

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La relación esponsal entre varón y mujer es amorosa.

El motivo no es hacer perdurar la especie sino la comunión personal fructuosa y sabrosa.

Pero el fruto y el sabor le vienen de que el matrimonio es uno de los modos que permiten el co-ser-con Dios.

Veamos: cada persona al ser actuosamente y radicalmente co-existente (co-ser) busca su réplica (con la que co-es), busca así conocer quién es y además el ser aceptada por su réplica, pues el hombre "solo" es un absurdo trascendental.

Solamente Dios puede responder a la pregunta sobre nuestro co-ser y solo Él puede aceptarnos definitivamente.


El matrimonio más que una forma de autorrealización es símbolo real de la unión "donal", la unión más alta que puede tener un hombre con la realidad (dos personas que se "dan" recíprocamente. Símbolo real de la comunión personal del recibir y del aceptar. (De su comunión con Dios).

En el matrimonio hay creación del otro en el amor, en el don.
Queremos más otro, y ese más otro común es asombrosamente el hijo.
De la eventual paternidad y maternidad se sigue la exigencia de unión íntima, permanente y creadora.  El amor esponsal es exclusivo, fiel (indisoluble) y fecundo.

La donación entre varón y mujer no se consuma en sí misma, sino que queda abierta a una realidad inagotable, a la que ambos dan principio, pero cuya constitución exige la intervención divina. No es una amistad para escribir un libro o hacer un viaje o pasárselo bien. Es otra persona.

Es Amor real. Dar, Aceptar y Don semejantes a Dios.
Símbolo real.

De ahí que la elevación del matrimonio a sacramento responda a su estricta realidad, a su sentido simbólico "real". Es Amor real.

(Recuerden que al estudiar la experiencia intelectual, Polo llama símbolos "ideales" a cuatro verbos levantando el vuelo, a saber: conciencia concomitante, distinción real, axiomas vigentes y deidad. Aquí hablamos, sin embargo, de símbolos "reales". Los sacramentos son signos eficaces de la Salvación. No realmente símbolos, sino símbolos actuosos, eficaces, reales).

El amor del matrimonio es sacramento (signo eficaz).





Ideas inspiradas en la pregunta nº 25 de "ANALÍTICA DEL AMOR". Entrevista de Juan Cruz Cruz con Leonardo Polo, que pueden ustedes encontrar en el nº 33 de la revista Miscelánea poliana.

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8.6.0 sexualidad;
6.4.0 símbolos;
1.5.0 otro;
1.2.2 amor;
12.6.1 sacramentos

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