Ciertamente hay una jerarquía en el amor.
Y conviene llamar "amor" al analogado principal: el Amor.
Los grados del amor, (y de la comunión interpersonal) no los establece la
voluntad (amando más o menos) sino el objeto de la voluntad (el otro).
La jerarquía del
amor la da la cantidad de «otro» que es posible. Me explico.
Si yo quiero beber una
cerveza, por rica que sea, no puedo poner suficiente cantidad de «otro»; porque
la cerveza –o cualquier otra cosa parecida– es muy poca cosa. Aunque siendo
como soy "además", me añada a la cerveza. No es lo mismo añadirse a
una hormiga que añadirse a un gigante.
Nuestro disponer,
nuestra libertad esencial, se mide por la importancia de la realidad a la que
apunta.
Los grados del amor
tienen su escala en aquello para lo cual manifestamos nuestro querer.
Quien pretenda agotar
su libertad en la elección que puede hacer entre cerveza alemana y cerveza
española, está abocado al fracaso.
Lo que frustra la
libertad y el amor es la ausencia de un referente adecuado.
Yo no puedo amar más
de lo que algo permite ser amado.
No confundamos el
amor con los sentimientos. Entrar en comunión con un caracol puede ser
altamente satisfactorio, pero en lugar de elevarnos nos degrada.
El único amor que
puede ser réplica de una libertad sin límites, de una libertad radical, es el
amor de Dios.
De ahí que Polo
muestre la existencia de Dios a partir de la libertad trascendental.
Ideas inspiradas en las
preguntas nº 21 y 22 de "ANALÍTICA DEL AMOR". Entrevista de Juan Cruz
Cruz con Leonardo Polo, que pueden ustedes encontrar en el nº 33 de la revista
Miscelánea poliana.
Para
saber más vayan a las etiquetas de este blog:
18.1.1 analítica del amor;
1.14.2 jerarquía;
1.2.2 amor;
1.5.0 otro;
6.1.5 libertad esencial;
2.16.0 mostración de Dios.
Pinchen aquí para acceder a la entrevista completa: http://www.leonardopolo.net/revista/revista.html
.
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