¿Puede Dios ser solo?

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Dios no puede ser solo. Dios es Amor.

La soledad imposible en Dios la podríamos formular como "solo Dios".

 

Sin embargo, si ponemos el acento en el "sólo Dios" (recordemos que sólo, con acento, no indica soledad, sino pureza), entonces estamos designando la riqueza del origen.

Crecemos sólo desde Dios.

Este sólo muestra la prioridad y  no exclusividad de la Comunión íntima, es decir, la actuosidad de la Identidad divina o el fuego de su comunión trinitaria. Designamos el Origen Vivo.

 

Así se abre paso, al abandonar la soledad de la totalidad (que es una noción estática de Dios), la comprensión de Dios como Amor.

 

El Amor es Comunión de Personas. Y la Unidad de la Comunión la da la libertad entendida como futuro indesfuturizable.

A condición de ser fiel.

Dios es fiel.

Su fidelidad (que es también misericordia hacia el hombre) ordena el crecimiento de la humanidad con sabia Providencia.

De ahí que el lugar del amor sea el futuro: más Comunión. Fuego.

 

Dios garantiza la libertad con su fidelidad, con su “crecimiento” Originario absoluto, es decir, como Origen del crecimiento. Con Él la libertad no puede errar, todo es para bien. El horizonte del Amor es la Esperanza.

 

Gracias al mito del ascensor acristalado podemos entender el crecimiento de la persona humana. Se trata de una Página del Blog a la que se accede desde este enlace : https://preguntaspolianas.blogspot.com/p/el-mito-del-ascensor-acristalado.html

 


¿Qué es la desesperanza?

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 Los LOTOFAGOS de Ulises.

La desesperanza humana es la ceguera ante el crecimiento.

La detención esencial del crecimiento.

La desesperanza eterna es el infierno.

 

La soledad humana es la desesperanza.

 

Y la desesperación se resuelve abriéndose al "sólo Dios" en unidad de vida. Dios nunca es solo. Es Trino y nosotros en Él.

Dios es el garante de nuestro crecimiento irrestricto: siempre ganaremos.

 

Lo original es el crecimiento.

Sus quiebras son errores humanos.

Reparables en esta vida, si obedecemos, si somos fieles.

La gracia de la perseverancia final no es otra cosa que la muerte como abandono definitivo en Dios.

 

¿Por qué se cansa el hombre de crecer? ¿Por qué se detiene esencialmente?

La detención del crecimiento es un cerrar los ojos en la vida manifestativamente ascendente, desde dentro del ascensor.

 

La detención es un renunciar a ser-con Dios, un querer parar libremente el ascensor.

El riesgo es enorme: quedarse solo eternamente.

 

Gracias al mito del ascensor acristalado podemos entender el crecimiento de la persona humana. Se trata de una Página del Blog a la que se accede desde este enlace : https://preguntaspolianas.blogspot.com/p/el-mito-del-ascensor-acristalado.html


¿Viajamos solos en el ascensor acristalado?

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En el ascensor no estamos solos. Subimos acompañados de los demás, los otros, en el mismo ascensor.

Cuando, esclavos de nuestro querer solitario, los hombres libres, compañeros en la ascensión, nos hablan de la luz íntima, exterior a nuestra caverna, mejor dicho, más íntima que nuestra intimidad,nos rebelamos quizá contra ellos y odiamos.

 

En lugar de jugar, nuestro juego se pervierte. Odiar a otro es la forma perversa del juego del amor.

Los equipos rivales se odian (René Girard tiene una interesante teoría antropológica sobre la violencia engendrada por el deseo mimético pervertido).

 

¡Qué distinto es jugar con los otros! Mirar juntos las infinitas pantallas de los infinitos futuros.

 

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¿Cómo entender el misterio del infierno?

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Dios, tira hacia arriba eternamente, dando actuosidad a su criatura libre.

Dios es Bueno y no se arrepiente.

 

La condenación, el detenimiento definitivo del crecimiento del yo, es una sed insaciable de Dios sin posibilidad de contentamiento: las paredes del ascensor pierden su transparencia. Es la eterna oscuridad. La soledad eterna.

 

Sólo un Dios que no es "solo" es garantía de crecimiento.

Dios es fiel a su Amor.

Pero el hombre libre puede rechazarlo

 

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¿Qué es el juego teándrico?

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Mi amigo Vargas llama "juego teándrico" al crecimiento personal entendido como actuosidad sin detención.

El juego de Dios con el hombre y del hombre con Dios.

 

Juego que comienza  en esta vida, desde la concepción (y que crece sin cesar a no ser que lo interrumpamos voluntariamente). El embrión no puede detenerlo. Y el viejito en coma tampoco.

 

La actuosidad por excelencia es el juego, la mutua colaboración para la Gloria de Dios. Y cuantos más jueguen mejor.

 

En el ascensor acristalado subimos todos juntos. Gracias al diálogo (al dar generoso) apreciamos mejor el panorama. Dialogar es también jugar.

 

La libertad por excelencia es jugar.

Y al destinarnos libre y definitivamente a Dios, el juego crece sin culminación. No es otra cosa que la canción de la alegría.

 

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¿Cómo sé si soy libre?

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¿Cómo sé si soy libre…? Si estoy alegre, dice Polo. ¿Cómo manifiesto el estar alegre? Jugando.

 

En nuestra situación, aprovechamos el tiempo esencial en la medida en que crecemos trascendentalmente, jugando con Dios. El tiempo de esta vida es la ocasión para jugar mejor. Y de este modo trascendemos el tiempo.

 

¿Cuál es la forma pura del juego?

Cuando hablamos de "pura" o "puro" (acto puro, por ejemplo) nos referimos al acto sin potencia.

Pues bien, la forma "pura" del juego es el amor.

El amor rompe a cantar.

La belleza del juego puro es el canto.

 

Las personas convocan al amor, al juego. Así se formula el trascendental “belleza” a nivel personal.

La Belleza de María convoca.

 

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¿Cómo no cansarse de jugar?

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No nos cansaremos de jugar si somos instalados en la metalógica de la libertad, el puro amor.

 

Polo dirá: el amor es el juego, y el juego es el canto.

 

Los juegos en esta vida acaban cansándonos, pues se cierran al ganar o perder.

 

La culminación del amor en la otra vida es un juego que inventará nuevos juegos. Eternamente sin fin, sin cerrarse. El juego absoluto, la fiesta interminable.

 

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¿Es esponsal el juego del Amor?

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No es lo mismo esponsalidad que conyugalidad.

 

La esponsalidad es amor fiel y exclusivo (esta exclusividad es precisamente el sólo Dios que ha creado la distinción en la fiel comunión).

La comunión del don mutuo.

 

En Dios la esponsalidad es el Espíritu Santo.

 

El Amor del Padre y del Hijo es el Espíritu Santo.

 

Cada persona humana, hombre o mujer, entra en Comunión con Dios, al aceptar libremente su santificación.

 

Como María, estamos llamados a ser esposos del Espíritu Santo.

Crecemos con María.

 

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¿Sube el ascensor hacia las estrellas?

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El mito del ascensor acristalado es una parábola para explicar el crecimiento de la persona humana.

 

Ell crecimiento personal es “vida interior”, es decir, vida o crecimiento “hacia adentro”.

De tal modo que el ascensor no sube hacia más allá de las estrellas, sino que sube “hacia adentro”.

Dios es más íntimo que el centro de la tierra.

 

 Gracias al mito del ascensor acristalado podemos entender el crecimiento de la persona humana. Se trata de una Página del Blog a la que se accede desde este enlace : https://preguntaspolianas.blogspot.com/p/el-mito-del-ascensor-acristalado.html


¿La persona humana "es" relación o "está" en relación?

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La persona humana "está" en relación con Dios, con las demás personas, con el mundo, en cuanto que esencialmente se manifiesta.

 

Y la persona humana "es" relación en cuanto que es hija, trascendentalmente, de Dios.

 

"Ser" relación es ser relación "subsistente". Se trata de una relación trascendental o existencial.

 

Al decir "estar" en relación, nos referimos a las relaciones categoriales.

 

Trascendentalmene, sin embargo, La sindéresis, el hábito de  los primeros principios y el de sabiduría (que son hábitos superiores) abren la persona, respectivamente,  a relacionarse radicalmente (y no sólo categorialmente) con su obrar, con el universo y con su intimidad, también divina.

 

Se trata de relaciones existenciales, no categoriales, que tornan a la persona en coexistente.

 

La persona humana, gracias a esos hábitos superiores es coexistente, co-ser, trascendentalmente.

 

Ahora debemos añadir que esas relaciones no subsistirían sin la dependencia de Dios.

 

De ahí que digamos que la persona humana es relación, subistente en el orden del Origen.

 

Si no fuéramos hacia Dios, perderíamos el carácter de además, como el demonio. (Ver el libro sobre el pecado del profesor Sellés).

 

La persona huérfana de Dios está como borracha. La vida deviene esencia o manifestación interminable de la soledad.

 

Ser además, es más que mera relación. 

Coexistir, como dice el profesor Juan A. García, es más que relacionarse. Es relación subsistente en el orden del Origen.


¿Una Persona divina es Relación?

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Sí.

Una Persona divina es Relación subsistente en el orden del Amor.

 

Pero no caigamos en el error de considerar las relaciones divinas, al decir "subsistentes", como individuos. Lo que subsiste es la persona en tanto que co-ser.

La naturaleza divina, o la índole divina, el dar puro, es trina por dentro. Identidad trinitaria o comunión de Personas. De ahí la triple Novedad, las tres personas subsisten en el Amor.

 

Dios es, de entrada, Origen del dar, el dar como Don y Aceptación originaria.

 

 

El profesor Sellés dice, hablando de la Trinidad, que no está bien hablar de relaciones en la Trinidad, y menos de relaciones de oposición, porque relación supone que hay subsistentes separados que se relacionan.

Pienso que sí se puede hablar de relaciones si se las considera en el orden del Amor, en comunión de personas. Lo que subsiste es la Trinidad y no cada Persona aislada, cosa imposible.


¿Es el Universo físico relación subsistente?

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No.

El Universo material no es relación subsistente.

 

El Universo es "persistencia" subsistente en el orden del Origen. Depende del Origen en el modo sencillo de la persistencia.

 

El Universo entrará en el orden del Amor en la medida en que las personas queramos.


¿De qué modo podemos hablar de relaciones trascendentales?

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Tres son las dimensiones del hábito: la tenencia, la disposición y la relación.

 

La tenencia es clara en los hábitos categoriales: me pongo un sombrero.

 

La disposición es clara en los hábitos adquiridos por las potencias espirituales: sé nadar o ser oportuno.

 

La relación se muestra especialmente en los hábitos superiores.

 

En efecto, la sindéresis, el hábito de los primeros principios y el de sabiduría (que son hábitos superiores) abren la persona, respectivamente,  a relacionarse con su obrar, con el universo y con su intimidad, también divina.

 

Se trata de relaciones existenciales, no categoriales, que tornan a la persona en coexistente.

 

No son relaciones subsistentes (eso se queda para las personas divinas), pero tampoco son relaciones accidentales, ya que están en el orden del ser. Las llamaré (aunque algunos no lo aprecien) relaciones trascendentales.

 

A todos los niveles el hábito aparece como continuación del ser: sombrero, simpatía, filiación divina.

 

Y eso es así porque su ser es inacabable, siempre además.

 

Sin embargo, la persona humana es también relación subsistente, si se tiene en cuenta el Origen.

La persona humana por su filiación divina es relación subsistente en el orden del Origen.

 

La apertura del hombre hacia Dios se realiza así en cuatro relaciones que se convierten entre sí: la gracia, la esperanza, la fe y la caridad (que también son hábitos superiores) son distintos modos de abrirse la persona a su Creador.

 

No olvidemos que cuando aquí hablamos de gracia, esperanza, fe y caridad, no nos referimos a las virtudes teologales, sino a las aperturas transcendentales.


¿Por qué dice Polo que el hombre se distingue más de Dios que de la nada?

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Distinguirse más de Dios que de la nada significa que, sin depender de Dios, somos nada.

Estamos más cerca de la nada que de Dios.

 

La subsistencia es imposible sin Dios.

 

La dependencia nunca se acaba, si se acabara volveríamos a la nada.


¿Es misterioso el origen del dar?

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Podemos describir la electricidad y conocer sus causas físicas. ¿Pero qué es la luz? La luz en sentido estricto es "conocer" (hacerse otro).

 

Nos complace describir fenomenológicamente nuestra experiencia intelectual del conocer. Pero solo Dios sabe "dar" el conocer.

El Origen es un misterio.

(Misterio es una iniciativa divina).

 

El hombre sabe cómo "dar" en la medida en que aparece en él la verdad de su voluntad: lo tuyo es querer, hacer el bien, dar más otro, dar sin perder.

 

El mal, el dolor, es la obstrucción del querer. Inexplicable en su origen como inexplicable es el Origen del dar.

 

Yo puedo explicar el porqué de un dolor de muelas y su utilidad para preservar mi boca. Pero hay razones que solamente conoce el corazón. La más alta es el Origen.

 

El dolor humano es un símbolo del dolor puro. Y el dolor puro es un misterio.

¿Por qué no quieres dar?

Solo el Amor lo desvela.