¿Es la dualidad personal acto?

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Sí, pero es mejor llamarla co-acto.
"Acto" se dice de muchas maneras.

Acto indica perfección.
Sin embargo, no es lo mismo la perfección de Dios que la perfección de una hormiga.

Aristóteles halló tres sentidos principales de "acto", a saber:
1. El acto imperfecto que es el movimiento físico.
2. El acto acabado o perfecto que llamó entelécheia (las formas substanciales y las accidentales).
3. El acto que posee su fin o acto ejercido que llamó enérgeia (las operaciones inmanentes).

Para los seres físicos no vivos, va ben considerar el acto como la forma substancial, o como los accidentes.

Pero para los seres vivos, acto no significa detención. El acto de los seres vivos es acto ejercido, ejerciéndose. Cuando vemos, estamos viendo. Cuando pensamos, estamos pensando. Es la coactualidad entre el pensar y lo pensado.

Polo va más allá de Aristóteles al describir un acto superior a la "coactualidad" del pensar. Y lo llama co-acto. La persona es co-acto.

La coactualidad entre el pensar y lo pensado está detenida. Pensamos lo que pensamos. Cuando pensamos, tenemos lo que pensamos. Ya.

Si abandonamos ese límite descubriremos una dualidad superior a la mismidad entre el pensar y lo pensado: la dualidad entre el acto de pensar y su hábito. Pienso que pienso.

Subiendo la escala de las dualidades llegaremos a los hábitos superiores que nos muestran a la persona como co-acto, como co-ser.


Notemos que Polo ha acudido a Aristóteles, que descubrió la coactualidad del pensar.
Gracias a la noción de coactualidad se abandonan dos modelos dualistas:

a) el sustancialismo, que considera que el pensamiento es un añadido, un accidente o entelécheia.

b) el modelo relacional, que ve al otro (al objeto) como la imagen de un espejo.
La imagen no es íntima al espejo. El ejemplo no nos sirve para describir la dualidad poliana.

El co-ser, la dualidad personal, es más que una relación.
"Soy-con" el otro, comunión. "Soy-en" Dios.

Quizá la imagen que nos puede servir es la del pulmón, como puerta abierta de mi cuerpo.
Mi ser también es creado abierto en Dios y a los designios personales de Dios (los otros).

Aunque no lo sepa, soy hijo de María, coexisto con mi ángel, dependo de Napoleón, Judas y Sócrates.

Pero atención. No dependo de los demás como depende un cocotero del clima.
Dependo por la aceptación libre de mi destino. Ellos aceptan y yo también. Si quiero.
Las patatas no son co-actos.

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¿Estamos abiertos por dentro?

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Sí. Somos un manantial.

El universo  depende de Dios solamente en cuanto creado.

La persona, en cambio, depende mucho más de Dios, es mucho más que un pensamiento divino: depende de Dios en la medida en que quiere. Es libre.
Depende de Dios como un además que se añade siempre nuevo.

La inmortalidad del espíritu no es el hecho de no morir (el universo podría no acabarse), sino que somos "además". Somos un dúo.

Un ordenador no está abierto por dentro. Es sencillo como una vaca.
Un ordenador está abierto por fuera. Por eso se le pueden instalar nuevos programas.
Pero un ordenador no crece. A lo más, despliega sus programas.

La persona humana está conectada íntimamente con Dios. De ahí la posibilidad de la novedad. Añadiéndose.

Hay algo en nosotros que es inmortal al ser dual con Dios. Somos en dúo. Hijos.


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¿Cuál es la clave de la antropología?

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La clave de la antropología es una nota característica del ser humano que Polo llama "dualidad".

El Ser de Dios es simple.
El ser del universo es sencillo.
El ser humano es dual.

No se trata de que el hombre sea uno y otro, no es un dualismo de dos elementos.
El ser humano es, desde sí, en dualidad.

En su unidad sigue vigente la dualidad.

El ser humano es inagotable. Su unidad no es unicidad, sino resurgimiento, redundancia.

No es que sea un solitario "principio" inagotable, sino que, al ser hijo, el hombre puede siempre recibir y dar más.

El secreto de la antropología reside en la filiación.
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¿Cómo juegan los miembros de una dualidad humana?

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El miembro superior sirve al inferior favoreciéndole y el inferior, al subordinarse, redunda en el superior, inspirándole.

El superior es condición de posibilidad del inferior y el inferior es expresión del superior.

No olvidemos el ejemplo de la escala o de la cadena de eslabones.
El miembro superior no está aislado (el inferior tampoco). Son dos dualidades enlazadas e imbricadas.

La dualidad superior beneficia, a la inferior, repercutiendo en ella.

La dualidad inferior depende de la superior no solamente por estar conectada o por coherencia, sino también por lo que Polo llama concordancia. El miembro inferior concuerda con el superior, y es esa concordancia la que lo eleva.

Es propio de las dualidades humanas un sentido ascendente o jerár­quico. Dicha ascensión se debe a que uno de los dos miembros de cada dualidad es superior al otro, por lo que no se agota en su respecto a ese otro, sino que se abre a una dualidad nueva, superior.

Repito, entender las duali­dades en sentido ascendente quiere decir que sus dos miembros son distintos en tanto que uno de ellos es superior al otro, por lo cual no se agota en ese respecto dual, sino que se abre a una nueva y superior dualidad, en la que es el miembro inferior.

Pero el sentido de la dualidad se aprecia mejor con las nociones de concordancia y de repercusión, es decir, al entender el miembro superior como sobrante, o sea como no agotado en una sola dualidad, y redundante en el miembro inferior.

Al no agotarse (por depender de una dualidad superior) su repercusión enriquece, sin detenerse.
No es como en el universo físico en el que la tetracausalidad está ya dada. En las dualidades humanas siempre cabe mejora.

Los dos miembros de cada dualidad no son concausales; en especial, el miembro superior no es la causa final del miembro inferior. Ambos se mejoran gracias a la concordancia.
(Vean ustedes aquí el valor positivo de la jerarquía).

Ejemplo: Los hábitos adquiridos son coherentes con las operaciones porque las iluminan (iluminar es un modo de expresar la verdad encontrada); pero, asimismo, son concordes con las operaciones, pues los hábitos adquiridos se dualizan hacia arriba con la sindéresis, por lo que no sólo expresan la operación mostrándola, sino que repercuten en ella beneficiándose de su pertenencia al yo personal y a su riqueza trascendente.

Lo que llamo repercusión equi­vale, en este nivel, a la prosecución operativa, al pensar puedo pensar más, pues mi pensar es del yo, y yo quiero más y veo más.

También el alma,  llega a ser concorde con el cuerpo al repercutir en la sensibilidad interna: es, por ejemplo, la noción de imaginación creadora


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¿Qué es la "repercusión" de las dualidades humanas?

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El miembro superior de una dualidad humana no se agota en una sola dualidad, no se detiene en su respecto al miembro inferior, hacia abajo.
El miembro superior es sobrante hacia dentro y su sobrar  redunda también en el miembro inferior.

El sobrar le viene de su conexión con una dualidad superior, y es excitado porque el miembro inferior inspira al superior, facilitando las expresiones inéditas.

Descubrimos así algo propio de las dualidades humanas: un sentido ascendente o jerár­quico. Dicha ascensión se debe a que uno de los dos miembros de cada dualidad es superior al otro, por lo que no se agota en su respecto a ese otro, sino que se abre a una dualidad nueva. Superior.

Imaginemos una cadena. El eslabón superior está unido a otro eslabón más superior.

Repito, entender las duali­dades en sentido ascendente quiere decir que sus dos miembros son distintos en tanto que uno de ellos es superior al otro, por lo cual no se agota en ese respecto dual, sino que se abre a una nueva dualidad, en la que es el miembro inferior.

Pues bien, la dualidad superior beneficia la inferior, repercutiendo en ella.


La dualidad inferior depende de la superior pero al mismo tiempo la inspira. Dicha inspiración repercutirá en la dualidad inferior, beneficiándola.
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Qué es la concordancia?

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Polo llama concordancia entre los dos miembros de una dualidad humana, o entre dos dualidades humanas,  a la mutua redundancia que se establece cuando la dualidad superior "repercute" en la inferior, beneficiándola gracias a un sobrante que posee por estar dualizada con otra dualidad más superior aún.

Si imaginamos una cadena, el eslabón superior no da al inferior solamente su fuerza propia, sino que le transmite la fuerza de los otros eslabones superiores.

Un ejemplo, el alma llega a ser concorde con el cuerpo al repercutir en la sensibilidad interna (imaginación), y aparece así la noción de imaginación creadora.

Ambos se mejoran mutuamente, pues el miembro superior se inspira en el inferior.


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¿Qué es la coherencia de las dualidades humanas?

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La coherencia de las dualidades humanas es la conexión que existe entre ellas.


La coherencia más alta es la congruencia amorosa.
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¿Qué es la congruencia en la antropología poliana?

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Polo tiene un epígrafe consagrado a la congruencia en "Presente y futuro del hombre" p. 126.2.

"Propongo llamar "congruente" al acto que logrando una forma, en estricta contemporaneidad con esa forma, no es menor que ella.
Congruente es el acto que no es menor que la forma que logra."

Noten que no estamos aquí en consideraciones físicas en las que, por ejemplo, cuando tenemos la casa, ya cesó el acto de edificarla.

Al conocer, seguimos conociendo. Lo conocido es congruente con el conocer.
Existe coincidencia y separación entre el conocer y lo conocido.

Nuestro entendimiento entiende formando y formando entiende.
Si no forma no entiende, pero formando entiende.

La congruencia (el mantenimiento de la separación y su coincidencia) (la dualidad o co-acto) es el signo y requisito más alto de la verdad, muy por encima de la mera no contradicción, o mera pensabilidad (Falgueras).

La verdad se desvela congruentemente. Manteniendo la separación y la coincidencia.

El filósofo busca una mayor congruencia entre método y tema (Rojas)

El método es siempre un acto cognoscitivo en dualidad con su tema.
El método es el modo de acceso a los temas.
El método se dualiza con el tema, por lo que tampoco se puede considerar el método aislado. No cabe la consideración aislada del puro método.

La congruencia más profunda en la persona humana es precisamente el Inteligir personal (la persona como inteligir) que se dualiza o desdobla gracias al hábito innato de sabiduría.
Esta actividad intelectual humana, dual en su raíz, la denominamos "congruencia" o "conveniencia dinámica".


Existe congruencia entre el método del Inteligir (hábito de sabiduría) y su tema (la persona como Inteligir).
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¿Cuál es la dualidad radical del hombre?

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La distinción real entre ser y esencia es la dualidad clásica, que explica el carácter creado del hombre.
En efecto, no soy ni un ser arrojado a la existencia (eso es el ser solo), ni una esencia que se pasea entre bosques y estrellas (eso sería la esencia sola).

Soy lo que soy (esencia) porque mi ser no cesa (ser).
Y ese no cesar no viene de mí (de mi esencia) sino de Dios, que sigue dándome el ser.

Pues bien, para Polo existen distinciones aún más radicales que la distinción ser-esencia.
Es un añadido a la filosofía creacionista, por parte la doctrina poliana, ya que las dualidades muestran que la persona es "creada".

El hombre se distingue de Dios, claro está, por ser compuesto de ser y esencia (Dios es identidad y la persona humana, como toda criatura, es inidéntica), pero en el caso de la persona humana existe una dualidad más radical aún: la distinción entre el ser personal y sus hábitos superiores (hábitos personales o existenciales).

En Dios las tres Personas son relaciones subsistentes de su Ser en Identidad.
En el hombre las relaciones trascendentales (gracias a los hábitos superiores) "nacen" de su ser personal. Es un ser inidéntico en su más profunda radicalidad. Su acto de ser (co-ser o ser-con hábitos) es un conjunto de dualidades, más radicales que la dualidad ser-esencia.

Los hábitos superiores muestran el inagotable ser "además" de la persona humana, el desbordarse de su actividad existencial; co-ser siempre más.
Abrirse eterno en Dios, a los demás y al mundo.









Glosa a Juan A. García González: Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 338
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¿Por qué dice Polo que “el hombre solo”, es decir, sin compañía, es un absurdo?

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Porque el hombre es un ser personal.

Y ser persona es estar abierto por dentro, acompañando desde la intimidad.

Es absurdo juntarse con el vacío.

Don Leonardo gusta citar al poeta alemán Rilke cuando dice: "¿Quién entre los ángeles escuchará mi grito?"

El hombre animal tiene tendencias, a lo más deseos.
La persona es, sin embargo, radicalmente dar. Necesita encontrar quién acepte su don. 

Sin correspondencia con otra persona, la superioridad del amor donante frente al deseo no tendría sentido.

¿Quién aceptará mi vida?

Encontrar el Alguien que la acogerá es más que miel sobre hojuelas.




Glosa a Leonardo Polo. Tener y Dar. En "Sobre la existencia cristiana" p. 134

Para saber más:
Etiqueta 5.11.0……………………la intimidad

Etiqueta 5.4.1………………… el rasgo de la dualidad
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¿Qué gana la persona humana al ser dual?

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Gracias a la dualidad, el ser personal humano no es sencillo, como el "ser del universo", sino que siempre se desdobla, es inagotable.

De ahí que pueda abrirse y co-ser con otras personas.

La dualidad abre la persona a la co-existencia y por consiguiente a la comunión.

Somos capaces de amor, que es ganancia pura.







Glosa a Juan A. García González: Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009 p. 340.2
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¿Por qué Dios nos ha creado duales?

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Dios nos ha creado "abiertos" por dentro y por fuera gracias a las dualidades de nuestro "ser personal".

Así seremos "además", si queremos, de su Vida.
Él lo desea ardientemente.








Glosa a Juan A. García González: Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009 p. 240.3
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¿Por qué llamamos "apertura" a la dualidad"?

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Llamamos apertura a la dualidad porque la persona se "abre" precisamente al ser dual. Se abre al desdoblarse con sus hábitos.
Es dual gracias a sus hábitos. Sus hábitos "la abren".


El universo no "se abre".
Llamamos ser "primero" al ser del universo.
Pues bien, el ser primero, que es la persistencia del universo, es sencillo, no está abierto y no se abre, no coexiste, no se desdobla.

El ser segundo (la persona humana) sí se desdobla, es dual. Y es esa dualidad la que le hace abrirse "hacia fuera" y "hacia dentro", coexistiendo con los demás y en Dios.

Son los hábitos superiores los que hacen nacer esa dualidad, los que "abren" a la persona, digámoslo esquemáticamente, hacia fuera (hábito de los primeros principios) y hacia dentro (sabiduría y gracia).
El "yo", además, está abierto inherentemente (hábito de sindéresis).

Dualidad es apertura.

No es bueno que el hombre esté solo.













Para saber más sobre:
ser primero y ser segundo:…… Etiqueta 1.1.1
la apertura inherente:………….. Etiqueta 5.9.0
la apertura hacia fuera:………… Etiqueta 5.10.0
la apertura íntima:…………….…..Etiqueta 5.11.0
la apertura hacia el prójimo:.. Etiqueta 5.12.0
la apertura transcentente:……..Etiqueta 5.13.0
aperturas transcendentales:…. Etiqueta 5.13.1

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¿Es el hombre dual porque su esencia se distingue realmente de su acto de ser?

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No.

Aunque todo en el hombre sea dual, la raíz está en su dependencia de Dios.

Porque depende de Dios, se distingue de Dios.
Pero no se distingue de Dios como el ser del universo. Éste es como es. La persona humana, sin embargo, se distingue Dios, libremente, según su respuesta.

La distinción entre acto de ser y esencia de la persona humana no es la dualidad radical.
El hombre no es dual por ser compuesto, sino por depender libremente de Dios, como hijo.


Y porque depende de Dios se dualiza también con las demás personas y con el ser del universo.



La esencia humana es el "disponer". Depende del acto de ser personal (y por consiguiente se distingue realmente del acto de ser personal), pero no se distingue tanto para ser otro acto de ser.

¿Cómo se encuentra el universo en el hombre?

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El hombre es el ser que "dispone" del universo en calidad de esencia. Esencializándolo. Perfeccionándolo al perfeccionarse.

Lo que en el universo es un comienzo incesante, (esse o acto de ser del universo), la persona humana lo eleva al rango de manifestación libre, operosa, de su ser.

El ser del universo, que es sencillo, en el hombre es abierto dualmente, y deviene entonces esencia humana, lo llamaremos mundo.

El mundo del hombre es un disponer, un aportar, un iluminar, un manifestar, con contenido, con obras, trabajadas gracias al retraso que la materialidad del universo físico nos ofrece.

Podemos ser artistas, cantarle a la belleza, con nuestro modo de ser humano: somos espíritu "en el tiempo".

Ese tiempo alude también al tiempo físico, al universo. De ahí que la materia, que para algunos es considerada como impureza, sea en realidad una ganancia para el hombre pues, al retrasarse, tiene más tiempo para amar, cuidando o rescatando los detalles.


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¿Qué criterio nos permite comprender la conversión de los trascendentales personales?

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El criterio de dualidad.

En efecto, el co-ser personal humano es segundo, se secundariza dualizándose.

Así la conversión de los trascendentales antropológicos es más neta que  en los trascendentales metafísicos.

Mis radicales íntimos son entrelazados, co-sidos.
Soy co-ser.










De esto se habla en L. Polo. Antropología trascendental. Tomo I. La persona humana. p. 203.2 y 204, nota 4.


Para saber más sobre :
la apertura inherente:…………... Etiqueta 5.9.0
la apertura hacia fuera:……….… Etiqueta 5.10.0
la apertura íntima:…………….…...Etiqueta 5.11.0
la apertura interior:…………….…..Etiqueta 5.11.3
la apertura hacia dentro:….…….Etiqueta 5.11.4
la apertura hacia el prójimo:…..Etiqueta 5.12.0
la apertura transcendente:……..Etiqueta 5.13.0
aperturas transcendentales:…. Etiqueta 5.13.1
la ampliación trascendental:….Etiqueta 5.3.0
co-ser personal:………………………Etiqueta 5.5.1

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¿Cuál es la clave de la antropología?

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La clave de la antropología es una nota característica del ser humano que Polo llama "dualidad".

El Ser de Dios es simple.
El ser del universo es sencillo.
El ser humano es dual.

No se trata de que el hombre sea uno y otro, no es un dualismo de dos elementos.
El ser humano es, desde sí, en dualidad.

En su unidad sigue vigente la dualidad.

El ser humano es inagotable. Su unidad no es unicidad, sino resurgimiento, redundancia.

No es que sea un solitario "principio" inagotable, sino que, al ser hijo, el hombre puede siempre recibir y dar más.

El secreto de la antropología reside en la filiación.


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¿Cómo fundamentar la Declaración Universal de los Derechos Humanos?

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Los conceptores de la Declaración podían asombrarse de que, teniendo ideas tan diferentes, todos estaban de acuerdo en aceptar esos derechos.

Sin embargo, aunque sea universalemente aceptada, no hay un acuerdo en el porqué.

Blanca Castilla, en Miscelánea poliana nº 49, de enero 2015,  resalta la importancia de encontrar el fundamento de esa aceptación.

¿De dónde viene la dignidad de la persona humana que la hace acreedora de tales derechos?

No basta decir que se debe a su naturaleza, más libre que los pájaros. Pues por mucha libertad que tengamos, si nadie nos quiere, es lógico que nos aborten.

Es cierto que la ley natural, (fórmula asequible durante siglos para expresar lo que es la sindéresis), puede seguir sirviéndonos para entender lo evidente: que no es lo mismo un cerdo que un futbolista (por muy cerdo que sea).

Pero ¿por qué es evidente?

Porque aunque seamos un mal futbolista merecemos un "respeto".

Es el respeto debido a los hijos de Dios.

La propuesta poliana de una antropología trascendental es un cuadro pertinente para comprender la razón de ser de ese respeto.
No somos solamente criaturas, sino hijos. Nuestra naturaleza y nuestro ser es como la de nuestro Origen.

Los animales, su esencia, es un sencillo despliegue de las condiciones iniciales del universo físico.

Las personas, sin embargo, nos salimos del universo, pues estamos abiertas por dentro "hacia" el Creador, somos hijos, pues Dios nos ha hecho como Él es: abiertos por dentro, comunicando, familia.

El Universo físico,  solo, (cosa imposible) sería una tragedia. Como un blog cuando su editor desaparece.

Pero el hombre solo, eso no es tragedia, sino absurdidad.

La filosofía de Polo investiga el por qué es absurdo.

Don Leonardo nos lo dice: la persona es "relación" subsistente en el orden del Origen.
Relación subsistente en el orden del Origen es dependencia del Origen en el modo de relación insistente, intensiva hacia el Origen. Del mismo modo que el Origen es, por dentro, Relaciones subsistentes, nosotros somos hijos.

El Universo físico es "persistencia" subsistente en el orden del Origen. Depende del Origen en el modo sencillo de la persistencia.

El hombre no solamente persiste, sino que insiste, es "hijo", como su Padre, hijo de Dios.

El acceso a las relaciones transcendentales que se alcanzan con el método poliano del abandono del límite, permite fundamentar la dignidad de la persona: podemos hablar con Dios porque somos sus hijos.

Somos, y ése es el gran descubrimiento filosófico, relaciones subsistentes (como las Personas divinas), pero creadas, en el orden del Origen.


Un respeto, por favor.
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¿Cómo fundamentar la Declaración Universal de los Derechos Humanos de manera que sea aceptada por los ateos?

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Ateniéndose al diálogo filosófico.

Para los que sienten repelús del nombre de Dios, basta hablar del Origen.

Somos todos hermanos, aunque provengamos de distintas tribus pues tenemos un Origen común.

La antropología poliana propone distinguir el origen del universo físico (y de los animales), que es el primer principio de Identidad, (las cosas son como son), del Origen de las personas, que es libre por los dos lados.

Si mostramos el alcance de la libertad que somos, llegaremos a un acuerdo sobre el respeto que nos debemos.

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¿Radica nuestra dignidad en nuestro ser único e irrepetible?

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Aunque nuestra respuesta dependa estrictamente de nuestra libertad personal, la raíz última de nuestra dignidad es el amor personal que el Origen nos otorga.

Cierto que somos irreductibles. Pero no somos individuos pues sin réplica no seríamos libres.

Nuestra dignidad no radica en la irrepetibilidad, sino en nuestra filiación.
Somos irrepetibles en la irrepetibilidad del Hijo.

Merecemos el respeto de los hijos de Dios.




Siempre es bueno hablar de paternidad, pero especialmente hoy.

¿Qué es el "nombre" de una persona?

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El "nombre" es aquello por lo cual cada persona se distingue de todas las demás.
Persona es cada quién.

La naturaleza humana es común: formamos una especie, en la que vivimos entrelazados.

Sin embargo, la persona es irreductible a lo común.

Lo cual no significa que sea aislada.
"Quién" es co-ser irreductible. De ahí que la radicalidad de nuestro nombre se asiente en la filiación.

Cada persona está abierta por dentro.
Si existiera sola, sería un absurdo, un co-existir con la nada.

La persona se abre a su destino, a su irreductible inclusión activa en el ámbito de la máxima amplitud, Dios.
Y se abre esperando que el don libre de su vida sea acogido.

El acogimiento está marcado en una piedrecita blanca. Es mi "nombre". Y el tuyo.








De esto hablan  Alfredo Rodríguez Sedano y Juan Carlos Aguilera en su artículo " La intersubjetividad a la luz de la apertura íntima personal", aparecido en Studia Poliana, 13, (2011), p. 36.2-37.2.

Ver también etiqueta 4.3.0 Individualidad

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¿Cómo designa Polo la conciencia dual?

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La conciencia propiamente dual, tal como Polo la entiende, es designada con la expresión "pienso que pienso algo".

La conciencia acompaña al pensamiento pero de modo lateral y no originario.

A esta conciencia Polo la llama conciencia concomitante.

La conciencia concomitante no constituye el pensar (no lo produce o fabrica) ni tampoco constituye lo pensado.

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¿Incurre también en simetría la consideración clásica de la conciencia?

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Sí.
Clásicamente se entiende la conciencia como reflexión.

En lugar de ser una conciencia concomitante (pensar que se piensa algo) es pensada como un volver sobre lo que se piensa, o un darse cuenta de lo mismo.

Polo llama a esta consideración clásica: conciencia coactual reflexiva.

Se incurre en simetría porque se piensa la conciencia como una repetición simétrica de lo pensado.

Polo piensa la conciencia como "concomitante" (pensar que se piensa algo), acto de acto y no acto reflexivo que reduce la conciencia a ser principio o sujeto, simétricamente a como el universo es principio o fundamento.

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¿Es el inmanentismo de la filosofía moderna una "opción" intelectual?

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Será una opción para los filósofos que opten.

Si no tenemos un testimonio personal de esa opción es preferible hablar de un "desplazamiento".

La filosofía moderna ha desplazado los rasgos principales del universo al sujeto humano.

Es una interpretación "simétrica" de la principialidad asignada al universo por la filosofía griega.

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¿Qué confusión conlleva el principio moderno de conciencia?

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Los griegos entienden el ser del universo como fundamento, como principio eterno de todo lo que existe.

Los modernos, "simétricamente" a los griegos, asignan la principialidad al sujeto que piensa.

La conciencia pasa a ser el primer principio, la identidad.

Se confunde pues "identidad" con "fundamento".

La aspiración a ser como el universo (error al que lleva el presentar la conciencia como principial) despoja al hombre de su dignidad.

En efecto, la dignidad del hombre es la de ser hijo que secunda libremente el amor del Padre.
(El universo no es segundo, ni libre. Querer ser como el universo degrada al hombre).



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¿Cómo define la filosofía clásica el hábito?

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La definición clásica de los hábitos se refiere a los hábitos adquiridos por las potencias espirituales (inteligencia y voluntad).

Esos hábitos se definen como una "disposición estable".

El

Es más estable que la operación, pues la operación puede darse o no.

El hábito es la posesión según la disposición.

El hábito adquirido es una perfección del principio del obrar (una perfección de lo que clásicamente se llama facultad, y que Polo prefiere llamar potencia espiritual para señalar que es irrestricta).


El principio del obrar, la facultad, se mejora en cuanto principio, y no sólo porque pase de potencia a acto.
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¿Tienen que ver los hábitos con la libertad?

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Llamo hábitos del alma a los hábitos de las potencias espirituales.
Nuestra inteligencia es susceptible de hábitos y la voluntad de virtudes.

Gracias al hábito la facultad es susceptible de libertad.
El hábito es la posesión según la disposición.
Estar dispuesto no significa estar determinado, sino todo lo contrario.
Estar dispuesto es poseer más posibilidades, libremente.
Ejemplo: soy puntual, pues soy libre de llegar tarde (tengo la disposición a llegar a tiempo, pero no estoy obligado a llegar a tiempo).
Clásicamente se dice que es una posesión "a modo de virtud". Poseo libremente.
Ana Marta González lo explica muy bien en la página 61 de su libro "Claves de ley natural".

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¿Se puede decir que los hábitos son una disposición?

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La esencia humana es el disponer propio a la persona, su manifestar, el iluminar o el aportar de la persona.

La "disposición" es un disponer habitual. La persona posee habitualmente una disposición.

En el caso de los hábitos intelectuales, por ejemplo, la persona comprende el inglés, aunque un día, podría perder ese hábito, por falta de uso.

En el caso de los hábitos que tienen que ver con la voluntad, la disposición es menos estable porque la persona se compromete o interviene con nueva responsabilidad en el acto voluntario. Hay más novedad, depende más de la persona.

Las virtudes son más potenciales que los hábitos de la potencia intelectual.

En cualquier caso, los hábitos son una disposición y más estable que las operaciones.
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¿Por qué se puede decir que la libertad es la condición trascendental de la esencia humana?

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Primera premisa : la esencia humana es descrita por Polo como "manifestar", "disponer", "iluminar" y "aportar".
No es otra cosa que la manifestación de la persona.
Noten su distinción con la esencia del universo físico, que no es libre, sino despliegue tetracausal.
La persona humana, por el contrario, lo que manifiesta, dispone, ilumina o aporta es una novedad, su novedad.

Segunda premisa: si no hubiera libertad, no habría novedad (pues todo estaría determinado). La novedad es trascendental, más allá de lo que es.

Conclusión: luego la libertad es la condición trascendental de la esencia humana.

Decimos "trascendental" porque, aunque existe la libertad esencial, aquí hablamos de la libertad que es distinta de la esencia. Hablamos de la libertad personal o trascendental.

Es ahí, en la libertad trascendental, o en la persona en tanto que libertad, o la libertad como persona, donde radica la novedad, en un más allá, indesfuturizable, de la esencia libre.


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