La réplica de una persona es
su verdad personal
La Réplica en Dios es
el Hijo.
Hay una sola Réplica:
El Hijo Unigénito de Dios.
En el Hijo encontramos
nuestra réplica de Dios.
El Hijo es mi
referente. La Persona con la que seré réplica de Dios.
Mi réplica no es una “idea fija” que subsista en Dios. El término "réplica" sugiere actividad que sigue y no cesa.
La réplica de mi persona es el Origen de la continuación de mi subsistencia (subsistencia significa aquí, radicalidad que se mantiene, que sobra).
Dicho de otra manera,
mi réplica es la explicación "inacabable" de mi ser.
Mi "porqué".
¿Quién soy? No soy
nada de lo que encuentro.
¿Quién me dirá quién
soy? Mi ser no "es", mi ser "será", mi ser es "hacia".
Soy "hacia" mi
réplica en la Réplica.
Mi verdad personal, mi
réplica, estará siempre más allá.
La verdad, mi verdad,
al desvelarse, siempre "encomienda" más.
Más y más y más.
Polo llama
"encontronazo" al encuentro con la Verdad. Con mi verdad personal.
Con mi réplica.
Es encontronazo porque
no es un encuentro con una verdad cualquiera, por útil que sea, que me satisfazga
y me detenga, sino que es un alcanzar lo mejor que nos puede pasar: sube el
telón y comienza el desvelamiento interminable y amoroso de nuestro ser
personal, que coincide precisamente con el Origen de la libertad. Con mi
fuente inagotable que es la Réplica.
Es el primer amor, el
enamoramiento primero (primero no en el tiempo, sino primero en cuanto radical)
que nos lanza a cantar.
Encontrar esa verdad
es enamorarse. Es un acto inmenso, un acontecimiento enorme que dará sentido a
toda nuestra vida. A partir del encontronazo sabemos cuál es nuestro encargo, el camino de nuestra
verdad. Es la fuente de mi futuro.
Con el encontronazo la
libertad se pone en marcha, traspasa la verdad, cantándola. Mi libertad es mi
canto. Sin interés.
Cada uno tenemos
nuestra réplica en Dios.
La intimidad
personal es un cierto vacío interior.
En su intimidad el
hombre se encuentra solo.
Carece de un quién
que lo llene por dentro.
Polo lo expresa
diciendo que la persona humana carece de réplica
en su interior.
Una de las
genialidades de Polo es su noción de "réplica".
Le servirá para
explicar cómo el hombre, que está en busca de su identidad (¿quién soy?) sólo
la encontrará, precisamente, en su "réplica", al destinarse a su
destino.
Por mucho que el
hombre crezca, por mucho que se perfeccione a lo largo de su vida en forma de
hábitos, siempre permanece la distinción entre la essentia y el esse; entre
lo encontrado, manifestado y gozado (o sufrido) y lo que será (su esse, futuro indesfuturizable), nunca el
hombre puede llegar a ser "una" identidad, una idea fija.
Es decir, por grande
que sea su crecimiento, siempre su ser está más allá, por encima de él.
Nunca llegaremos a ser
la persona que seremos.
Y cuando veamos a Dios
cara a cara, nuestro ser cantará.
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