¿Qué truco utiliza Descartes para descomplicar la filosofía?

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Nos hace creer que el pensamiento aparece como una "cosa" en el universo.

Las ideas claras y distintas serían como cosas, al "mismo" nivel : res cogitans y res extensa.

No se da cuenta de que no hay ideas sin una mente que las piense, sin un ser superior a las cosas. Pensar es siempre dual. Alguien tiene que pensar.

Mientras que las cosas son como son, sencillas.

Si ingenuamente aceptamos su proposición, nos creeremos que el mundo, Dios, tú y yo, estamos al mismo nivel no seríamos más que ideas, elementos de un "todo".

La realidad es más rica, compleja y bella. Es jerárquica.

Es juego, pero juego de amor entre personas que intercambian cosas, palabras.

La filosofía no es sencilla. Es rica. los trucos no sirven: ocultan la verdad.

De esto habla Lluís Pifarré en su libro "Entender a Leonardo Polo", p. 45.2
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¿Qué peligro principal acecha a la filosofía a lo largo de la historia?

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El peligro de recaer en el monismo.

Es una peligrosa confusión subordinar el ser al uno.
(No olvidemos que la unidad "favorece" la pluralidad del ser y la pluralidad "sirve" a la unidad)

El ente no es mónon, no es único; se dice de muchas maneras.

Ya la distinción aristotélica entre los dos sentidos del acto muestra que la unidad no es superior al ente.

El materialismo imperante en la cultura occidental actual es un ejemplo de cómo fácilmente recaemos en el monismo. Los físicos buscan "una" sola fuerza…, multitud de personas piensan que el universo es un conjunto de átomos o de partículas, todas iguales, que se combinan no se sabe por qué.

La unidad (en el caso del ejemplo, el átomo) no es lo primero.

Lo primero es plural. Querer reducirlo a la unidad es un error.

La unidad será, en último término "Comunión" en Dios. Comunión de Personas.

Nos acogerá, si le dejamos.




Glosa a Polo en Introducción a la Filosofía, capítulo 6, p.78.4

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¿Cómo se soluciona el problema de lo Uno y lo Múltiple?

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El problema de lo Uno y lo Múltiple se soluciona con la noción de comunión.

¿Es "una" la persona?

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No.
La persona humana es co-ser o coexistiencia, apertura hacia dentro. Sola sería un absurdo. La persona está abierta por dentro (y por fuera).

La coexistencia, o co-ser, o la persona humana en tanto que ser, es creada como réplica a la que debe libremente destinarse. Es un "hacia".

Es un ser "hacia" Dios.
La plena unidad del ser (Dios) no carece de interioridad, de intimidad. Le conviene la réplica personal (el Hijo que traspasa el Entender divino).

El coexistente humano busca esa réplica, la suya, en el Verbo, justamente porque el hombre carece de ella y en su interior está solo.

Su Cielo es el "encontronazo" del enamoramiento.

Ni que decir tiene que Dios tampoco está solo. Su Misterio es la Unidad originaria de Tres.






De esto habla Juan A. García González en Miscelánea poliana n. 43: "La unidad del ser y la coexistencia humana". 11 julio 2013. Jornadas castellanas tras el fallecimiento de Polo.


Para saber más de la coexistencia humana o co-ser, ir a la Etiqueta 5.5.1
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Estudiamos ahora (13-20 julio 2016) la noción de "efusión" según Polo. Se trata este tema en la etiqueta 1.13.1

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Gracias a la comprensión de lo que es la efusión seremos capaces de distinguir el bien de la verdad.

En efecto, la verdad es el desvelamiento del ser.

El bien es la efusión del ser.

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Y gracias a la distinción poliana entre ser personal y ser del universo físico, podemos aceptar que el bien sea efusivo y difusivo.

En efecto, el bien del universo físico es difusivo.

El bien del ser personal es efusivo.
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¿Por qué la familia es un sistema suficientemente consistente?

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Aunque puede ser erosionada por la sociedad civil la familia es un sistema suficientemente consistente porque se basa en unos radicales muy fuertes, innatos.

Pienso, por ejemplo, en el amor o comunión de los miembros de la familia, incluso biológicamente dependen unos de otros. Pienso en la identidad de cada uno que aparece en el nombre y apellidos ; pienso en la asignación de nuestro puesto y tarea en el hogar.


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¿Existen diversos tipos de tiempo?

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Aristóteles dice que el tiempo pertenece al movimiento.

Habrá tantos tipos de tiempo como de movimiento.

Polo distingue entre :

Eternidad,
evo,
tiempo humano,
y tiempo físico.

La investigación poliana de los diversos tipos de tiempo se puede encontrar en la revista Studia poliana 8, en un artículo muy completo de Fernando Haya.


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¿Es el "ser" solo tiempo?

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Para Nietzsche el ser es tiempo.
Con ello quiere decir que el ser no aparece de un golpe sino que depende de la voluntad.

Para Nietzsche el ser es solo voluntad.

Voluntad de poder.
Sin intención de alteridad.
No hay nada fuera del yo.
No hay otro.

El ser es un eterno retorno, que insiste en el querer, con un único deseo, poder más.

Si fuéramos seres solitarios, el ser sería solo tiempo.
Pero como no lo somos, no somos solo tiempo.
Somos "en" el tiempo.

Dios es "en" la eternidad.

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¿Es el espacio discontinuo como el tiempo?

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El espacio, en su sentido más elemental es una dilatación infinita, simultánea, no sucesiva o discontinua como el tiempo.

Es siempre igual, se puede medir y podemos decir dónde estamos situados.

"Poco a poco me voy acercando a Ti".
En sentido espacial la vida crece como quien sube a un monte.


Glosa a Polo en Introducción a la Filosofía, p.34

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¿Cómo es el hombre?

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Dualmente.

Utilizar el gerundio es mejor que decir que el hombre es dual.

El hombre no es verbo, ni adjetivo, ni predicado, el hombre es adverbio.

La persona humana es segunda, se añade. (Cantando).

Y lo que añade libremente puede conocerse mejor si abandonamos el límite mental.






De esto  habla Ignacio Falgueras Salinas en "La congruencia y el abandono del límite". Studia Poliana nº 8, 2006, p. 261.2


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¿Es el hombre un microcosmos?

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No.

Al decir que el hombre es un microcosmos, los griegos querían exaltarlo.
Pero no es así, el hombre es más que un microcosmos. Es capaz de inspiración.

"Cosmos" significa orden.
La causa final del universo físico es el orden.
La esencia del universo es la unidad de orden.

El hombre es más que la ordenación de lo que existe.
El hombre se dota de perfección (o se castiga con el vicio) al ejercer sus actos. Cantando.

La unidad de la esencia "humana" no es la unidad de orden, sino la unidad de la vida creciente, que tiende a su consumación.

Consumación que no es posible si no hay otro que la acepte como don. El hombre solo es un absurdo. Un microcosmos solitario es un desastre ecológico.

La consumación, a fin de cuentas, es el encuentro definitivo con Dios: la co-existencia se consuma cuando el don es aceptado.

Fíjense que la verdad no tiene un carácter termi­nativo, tampoco como eterno retorno, sino que ha de dar paso al canto: la persona puede cantar la verdad, y cuando la canta la transfigura en canto. La verdad así adquiere una realidad oferente, donal, cuya consumación es imposible si no existe otra persona.


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¿Es el hombre solamente el ser que "tiene"?

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Aristóteles no caracteriza solamente al hombre como el ser que "tiene". El hombre también desea.
Es un ser oréctico, tiene sed de saber.

Pero el deseo es inferior al tener, al ser una carencia.

La voluntad en Aristóteles es signo de deficiencia.
En Dios, Acto puro, no puede haber deseo.
Es motor inmóvil. Perfecto.

El dinamismo de la antropología aristotélica es un dinamismo tendencial. Marca la imperfección del hombre.

Aristóteles comienza la Metafísica con la célebre frase: "todos los hombres desean por naturaleza saber".

Sin embargo, Aristóteles ignora que el Acto puro es más que tener. Dios es también Dar.

Para corregir la Antropología de Aristóteles debemos incluir en el hombre su dimensión donante. El hombre es capaz de tener, sí, y por eso puede aceptar lo que Dios le da. El hijo, al aceptar, da también.







De esto habla Polo en su artículo "Tres dimensiones de la Antropología", aparecido en Studia Poliana, 13, (2011), p. 24.2.


Para saber más.
Sobre el tener:………………..………..Etiqueta 1.9.1
Sobre la naturaleza humana:……Etiqueta 6.1.0
Sobre el hombre:……….…………….Etiqueta 1.10.0
Sobre el deseo:…………………….……Etiqueta 1.9.3
Sobre las aporías de Aristóteles:..Etiqueta 20.4.5


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¿Es el hombre solo homo sapiens?

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Decir que el hombre es un ser racional es poco.
El hombre es homo faber (tener técnico).
El hombre es homo sapiens (tener racional).
Y por encima de esto, el hombre es un ser capaz de poseer virtudes. Capaz de dar.

Aristóteles llama la virtud, héxis, en lugar de la palabra usual entre los griegos areté, pues quiere resaltar el "tener". Héxis viene de ékhein, tener.

El tener más alto es la posesión de los "teneres" inferiores.
El hombre tiene la capacidad de conocer que posee con sus manos (tener práctico o técnica) y conocer que conoce hábitos intelectuales).

Aristóteles llama a ese conocer, a ese tener intelectual, virtud.
Y distingue las virtudes superiores, que son los hábitos intelectuales, de los hábitos o virtudes de la voluntad.

La virtud es capacidad de redundancia en los niveles inferiores del tener.

Cuando tiene la virtud el hombre puede mejorar el ejercicio racional y el ejercicio práctico.
Cuando sé calcular, gracias a un hábito matemático, resolveré mejor los problemas de álgebra.
Si poseo la virtud de la puntualidad, llegaré, si quiero, a tiempo, agradando a los demás.

La virtud nos perfecciona. Es una hiperformalización de nuestra naturaleza. Un crecimiento.
El hombre es un ser capaz de mejorarse, capaz de tener virtudes.

Pero no olvidemos que la virtud más alta que posibilita todas las demás es el amor.
El hombre es homo faber (tener técnico).
El hombre es homo sapiens (tener racional).
El hombre es sobre todo homo dans (dar amoroso).








De esto habla Polo en su artículo "Tres dimensiones de la Antropología", aparecido en Studia Poliana, 13, (2011), p. 22.4.


Para saber más.
Sobre la naturaleza humana:……Etiqueta 6.1.0
Sobre el hombre:………………….Etiqueta 1.10
Sobre el tener:……………………..Etiqueta 1.9.1
Sobre la virtud:…………………….Etiqueta 6.2.5
Sobre el hábito:……………………Etiqueta 1.9.2
Sobre el hábito en Aristóteles:…..Etiqueta 20.4.2


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¿Se distingue el hombre de los entes físicos?

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El hombre se distingue de los entes físicos mucho más de lo que los griegos pensaron.

Para los griegos el hombre es un ser del universo, un viviente, que se define por su capacidad de tener (tener instrumentos, tener pensamientos, virtudes).

El hombre se abisma así en el Acto puro y eterno.

No negamos la definición griega. Le añadimos una proyección trascendental. Me explico:

El hombre se sale del mundo porque tiene (sí, "tenemos", como dicen los griegos), porque tiene, digo, una tarea que realizar para alguien. Su vida es un don libre.

La dimensión que hace al hombre ser persona es ese añadirse convirtiendo la vida recibida en don para alguien. Pero atención, esto no quiere decir que el hombre sea un ente físico al que se le añade una dimensión espiritual. La vida "recibida" es "recibida" por un quién extracósmico, no físico. Es vida humana solo en tanto que "recibida". Antes de la recepción (concepción) no hay vida humana.

La vida añadida no es una dimensión de la vida física. Mis huesos y mi sangre son físicos hasta cierto punto. En cuanto "míos" no son físicos, sin embargo, en cuanto pertenecientes al universo físico, me permiten relacionarme con otras personas humanas y amarlas (si quiero).

Por eso Polo dice que, en cuanto persona, el hombre es una "segunda" criatura (la primera criatura es el ser de universo).

Aristóteles acierta al definir el hombre como animal racional. En efecto, el tener razón lo caracteriza.

Nosotros añadimos algo que está más allá del cosmos. No estamos diciendo que el hombre sea un animal "personal". La persona no es una característica mundana. Ser persona es ser fuera del mundo, aceptando, dando, cantando, con nuestra vida, con nuestro mundo.






Glosa a Leonardo Polo. Tener y Dar. En "Sobre la existencia cristiana" p. 132.3

Para saber más:
sobre sobre la persona, ver etiqueta 5.0.0
sobre la distinción hombre-animal, ver etiqueta 4.6.1
sobre el amor puro, ver etiqueta 5.5.3
sobre el mundo, ver etiqueta 3.0.0

sobre la vida humana, ver etiqueta 6.1.0
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¿Dónde está la línea de sutura entre la filosofía cristiana y la filosofía griega?

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La línea de sutura entre la filosofía cristiana y griega está en la convicción que tienen los griegos de que el hombre pertenece al universo, considerándolo como un ser intracósmico.

La filosofía cristiana no puede aceptar que el hombre sea un ser que se explique como perteneciente al universo.

Por ejemplo, la idea de que el alma humana es directamente creada por Dios, que es una tesis de la filosofía medieval cristiana, ya saca al alma del universo. Si es creada directamente por Dios no está incluida en la creación del universo.

¿El hombre pertenece al universo? No.

La interpretación de la antropología como filosofía segunda en rigor es la consideración del hombre como un ser intracósmico, es decir, que pertenece al universo.

De ahí que Polo sostenga que la antropología es filosofía primera.

El hombre no es un modo de ser del universo.

El ser del universo es distinto del ser persona humana.

Metafísica y Antropología son filosofías primeras. Distintas.










La esencia de la persona humana. Notas sacadas de la conferencia dictada el 25-XI-1994 en el salón de grados Mª Zambrano de la facultad de filosofía y letras de la Universidad de Málaga. (Miscelánea poliana nº 4, p.36.3). Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García
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¿Podemos hablar de "dimensiones" de la antropología?

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Juan Fernando Sellés ha tenido el acierto de publicar en Studia Poliana nº 13 un artículo de Polo muy sencillo, en el que expone diversas dimensiones humanas y que le permiten distinguir entre tres antropologías diversas en la historia de la filosofía:

- la constitucional, de corte griego;
- la dinámica, de cuño moderno;
- la trágica, de impronta existencialista, contemporánea.

Como propuesta de solución a la visión dramática que ofrece esta última, añade, al final del trabajo, la antropología teándrica, la cual permite dotar de sentido al problema del dolor.

Como la problemática subyacente a esas antropologías es siempre actual, podemos considerarlas como ciertas "dimensiones" de la antropología:

a) Hay una dimensión constitucional, que responde a la pregunta ¿qué es el hombre? Un ser capaz de tener, o mejor, como afirma Polo, capaz de dar.

b) Hay una dimensión dinámica, que responde a la pregunta ¿quién es el hombre? Pero que se puede enfocar, o mirando al pasado (las condiciones de posibilidad), o mirando al presente (por ejemplo, Rousseau), o mirando al futuro, como hace Polo al caracterizar al hombre como "espíritu en el tiempo".

c) Hay una dimensión trágica, que no sabe responder a las preguntas ¿qué es el dolor?, ¿qué es la muerte?

d) Y hay una dimensión teándrica, que responde a la pregunta ¿qué es ser hijo de Dios?







De esto habla Polo en su artículo "Tres dimensiones de la Antropología", aparecido en Studia Poliana, 13, (2011), p. 15.

Para saber más.
Sobre el hombre:………………….Etiqueta 1.10
Sobre la Antropología:…………….Etiqueta 5.0.0
Sobre el dolor:………………….…Etiqueta 8.5.0
Sobre la muerte:…………….…Etiqueta 10.0.0
Sobre el tener:……………….…Etiqueta 1.9.1
Sobre el dar:…………………….Etiqueta 1.0.2
Sobre el tiempo:…………..……Etiqueta 1.12.0
Sobre la filosofía cristiana:……Etiqueta 7.8.0

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¿Existen hábitos infusos además de los que habla la teología?

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La teología habla de hábitos "sobrenaturales" infusos (por ejemplo, la gracia santificante como hábito "sobrenatural" entitativo, y las virtudes "sobrenaturales" de la fe, la esperanza y la caridad).

Desde la perspectiva de una antropología trascendental se descubren también otros hábitos infusos que no son sobrenaturales.

Me explico, porque se necesita una cierta familiaridad con lo trascendental antropológico para situarse.

En la etiqueta 5.13.1 hemos llamado apertura transcendental (noten que decimos trans y no tras), a una apertura más íntima que la apertura íntima, pues abre el ser humano más allá de su propia intimidad.

Esta apertura no es sobrenatural. Todos los hombres la tenemos y es el fruto de la llamada inicial de Dios, propio a toda persona humana, también cuando no ha recibido los efectos de la salvación.

La llamada inicial de Dios, que no es "sobrenatural", la estudiaremos en la etiqueta 5.15.0 y es una de las etapas trascendentales del ser personal (la etiqueta 5.7.0 estudia esas etapas).

Pues bien, teniendo en cuenta la caída y el querer de Dios de que todos los hombres se salven, podemos entender que hay una nueva etapa trascendental que es la nueva creación o redención. Una nueva elevación que nos salvará, "si queremos".
(La estudiamos en la etiqueta 5.16.2).
Es la etapa "sobrenatural" de la que habla la teología.

Ese "si queremos" es nuestra respuesta a la gracia sobrenatural, es decir la manifestación esencial de cómo acogemos la salvación.

La elevación salvadora de Dios redunda esencialmente en nuestra vida, elevando nuestras potencias, la inteligencia y voluntad, elevando toda nuestra vida con lo que los teólogos llaman gracia santificante y virtudes "sobrenaturales" infusas.

Son infusas a la esencia humana como redundancia de la elevación "sobrenatural" de las aperturas transcendentes de los radicales personales.
Elevación que es propiciada por  el encuentro de la persona humana con Aquél de quien es réplica y que es su Salvador.

De ahí que digamos que la gracia santificante es una anticipación.
Es una anticipación del encuentro.
(El encuentro definitivo con Dios lo estudiamos en la etiqueta 5.18.0).

Las virtudes "sobrenaturales" de la teología son pues elevaciones de las aperturas transcendentales, debidas a la anticipación del encuentro con Dios,  que redundan en la esencia humana.
Son pues virtudes infusas "sobrenaturales".

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Pero como hemos dicho, existen también otros hábitos infusos que no son sobrenaturales.

La existencia de los hábitos infusos naturales y sobrenaturales muestra que las personas humanas tenemos una potencia "obediencial" superior a las criaturas del universo físico.

Polo prefiere hablar de "segunda" creación y "nueva creación".



En las etiquetas que comienzan por 5.13 estudiamos en detalle las aperturas "transcendentales", que son hábitos infusos no "sobrenaturales".

Estudiamos la segunda creación en la etiqueta 5.15.0
Y la nueva creación en la etiqueta 5.16.2


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¿Por qué está el cuerpo humano inacabado?

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El cuerpo humano está inacabado para que cada persona pueda libremente mejorarlo.

La mano, por ejemplo, no es la garra ni la pezuña, acabadas para sus respectivas finalidades. Por eso, al estar abierta a múltiples usos, la persona puede utilizar guantes, martillos, y hasta sellar alianzas.

La corporalidad humana, gracias a los hábitos que llamamos categoriales (el tener con el cuerpo), amplía sus posibilidades.

El rostro no es la jeta del animal. Está abierto a la sonrisa y también al llanto, o a la burla. Sabe hacer guiños.

El cuerpo humano no está terminado, y para no ser un pelele requiere el concurso de la inteligencia, de la persona que hace desbordar su actividad potenciándola al infinito (pues la inteligencia es susceptible de crecimiento infinito).

El cuerpo humano manifiesta así la inagotabilidad propia de la persona.





Glosa a Juan A. García González: Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 332.2


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¿Qué le acontece al hombre cuando actúa?

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El hombre no se limita a ejercer operaciones intelectuales o actos voluntarios, sino que  como consecuencia de ello, a sus potencias superiores les acontece una modificación: adquieren hábitos, virtudes.

El hombre se mejora al actuar…, o se empeora.

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¿Cómo define la filosofía clásica el hábito?


El hábito se define como una disposición estable.

Es más estable que la operación, pues la operación puede darse o no.

El hábito es la posesión según la disposición.

Es una perfección del principio del obrar (una perfección de la facultad).

El principio del obrar, la facultad, se mejora en cuanto principio, y no sólo porque pase de potencia a acto.


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¿Cuál es la reflexión inicial de Polo sobre el ser creado?

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La reflexión inicial de Polo sobre el ser creado se cifra en señalar que el ser creado "comienza y depende".

El ser creado es "comienzo" (solo Dios es originario).

El ser creado "depende" (pues su esencia se despliega o crece según el ser que Dios le da : físico o libre).

Queda así patente que el ser creado no es simple: lo que el ser creado es (su esencia) depende del ser (acto de ser) que Dios, el Creador, le da.

Y depende, también, del querer de la criatura libre.
Y en el universo físico, de las posibilidades de despliegue de la tetracausalidad.

La filosofía de Polo parte así de la distinción real esencia-esse de cada ser creado.

El ser se divide en dos: creador y criaturas, o dicho de otra manera: la identidad originaria (el creador que es simple) y las criaturas (que son complejamente compuestas, siempre inidénticas).



Inspirado en Notas y glosas sobre la creación y los trascendentales. Juan A. García González. Miscelánea poliana nº 11. Glosa 1, p. 87. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.

Para saber más :
Etiqueta 1.5: distinción
Etiqueta 1.6.1: ser creado.
Etiqueta 1.7: distinción acto de ser-esencia.
Etiqueta 3.1.1: comenzar.
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¿De qué modo el límite, que es la unicidad, limita de un modo plural?

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El profesor Juan A. García apunta: 

En orden a la persistencia supratemporal, el límite es lo actual, y por ello limita e impide la advertencia de la mutua vigencia de los primeros principios. (1ª dimensión).

En orden a la ocurrencia esencial, el límite es inefectivo, está exento, y así limita el encuentro de la concausalidad extramental. (2ª dimensión)

En orden a alcanzar la coexistencia personal, el límite señala la ausencia del carácter de pensante en lo pensado, por eso limita la búsqueda personal. (3ª dimensión)

Y en orden al acontecer esencial de la persona, ver-yo y querer-yo, el límite carece de profundidad, de altura, es chato, o está privado de interioridad, y así limita el ascenso hasta el ápice de la esencia humana que es el yo. (4ª dimensión)

En todo caso el límite es una detención de la actividad.






Pueden ustedes ir al blog "Polianos" de Juan A. García para comentar su propuesta.

http://ieflp.blogspot.com/2017/10/dimensiones-del-abandono-del-limite.html
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¿Qué es la coincidencia?

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Para entender la "separación" propia del conocer, Polo acude a la noción de "coincidencia": iluminar e iluminado coinciden, pero no se tocan.

La coincidencia cognoscitiva es la dualidad de método y tema. Conocer equivale a la coincidencia del método con el tema.
Coinciden sin tocarse. Hay discontinuidad salvada por la remitencia iluminante.

No confundamos esta remitencia con la coincidencia lógica, que se formula como comparación entre objetos.
Decir que dos objetos coinciden en algo es tanto como pensar ese algo como otro objeto y sentarlo por separado.
Así se piensan las ideas generales.

La coincidencia, en lugar de identificar el pensar y lo pensado, equivale a su separación.


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¿Cuál es la mayor distinción?

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La que existe entre Dios y la criatura.

Esta distinción es mayor que la que existe entre la criatura y la nada.

De esto habla Polo en Antropología trascendental I, p. 136.3
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¿Qué significa "otro"?

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"Otro" tiene un significado antropológico de gran calado.

Otro, en el lenguaje usual tiene varias significaciones: "diferente", "distinto" y "uno más".

« otro que X » : (diferente) (es una distinción lógica, no real);

« otra realidad que » : (realmente distinto);

« cierta multiplicación de lo uno »: (uno más o uno-otro). Decir distinción uno-otro significa que el otro es "uno más" pero sin tener en cuenta la "dependencia" que existe entre los que son otros, distintos entre sí. (Se trata también de una distinción lógica)

Todos estos significados ofrecen como denominador común alguna referencia comparativa.

En Antropología trascendental I, p.130, Polo caracteriza la noción de "diferencia" haciendo ver que es meramente lógica y, por tanto, no es trascendental.

No utilizaremos, pues, el término "diferencia" para designar "lo otro real", sino lo pensado diferentemente.

La diferencia es el modo propio de discernir entre objetos pensados.
La diferencia pura es lo pensado.

En lo pensado no hay ser.
Hay menos ser en lo pensado que en el cerebro de una mosca.

El "acto" de pensar sí es real. Pero "lo pensado" es irreal. Es diferencia pura.

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Al contrario, lo "otro" es el término que utilizaremos para designar la "distinción real", implicando la dependencia.


La distinción es trascendental. (La distinción pura es la Trinidad).
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¿Cómo se matiza el conocimiento del ser?

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El conocimiento del ser alcanza una admirable matización con el hábito de los primeros principios.
El estudio del inteligir humano queda inacabado si no se tiene en cuenta el carácter habitual de la inteligencia humana.
Y entre los hábitos mentales destaca el hábito de los primeros principios. Con él se accede a la vigencia entre sí de los primeros principios reales, sin confundirlos: el de identidad originaria, el de no contradicción y el de causalidad trascendental.



Ideas sacadas del libro de Polo "Epistemología, creación y divinidad". Capítulo 2, 5. Doble significado de la infinitud intelectual

Para saber más ir a las etiquetas:
1.9.2 hábitos (1) en general;
1.4.0  Los principios;

3.2.0 Hábito de los primeros principios
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Posibilidad

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posibilidad como futurible. Futurible es lo que nunca será real, es decir, aquello para lo que el futuro es indiferente.

posibilidad como potencia pura, llamada materia, que por ser constitutiva de las criaturas físicas, impide que  éstas sean necesarias.

posibilidad de las criaturas espirituales, es la libertad trascendental, la no desfuturización del futuro. Los seres espirituales, para seguir siendo requieren el futuro, al igual que la zarza ardiente que vio Moisés en el monte Horeb.
La libertad creada es un acto de ser incoativo todavía más intenso que el acto de ser del universo físico. A la libertad trascendental no le falta el futuro, no sólo para no dejar de ser, sino para su intrínseco crecimiento.
A esta "posibilidad" cabe asimilar la potencia "obediencial" por la que somos capaces de Dios.

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¿Qué es la posibilidad como futurible?

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Futurible es lo que nunca será real, es decir, aquello para lo que el futuro es indiferente.





Hablamos del futuro en la etiqueta 1.12.5

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Potencia

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El ser se dice de muchas maneras.
Una manera de decir el ser es decir: "acto".
Otra manera de decir el ser es decir: "potencia". De este modo indicamos que el acto no es acto puro, que al depender del Ser, siempre puede ser más, según la dependencia.
Los actos de todas las criaturas son acto-potenciales, no son puros, teniendo perfección siempre pueden ser más perfectos.

<Piá dirá que la causalidad trascendental muestra que un acto de ser creado no puede existir sin esencia, porque al “depender” del Origen, no es todo lo que puede ser, todo acto de ser creado se distingue realmente de su esencia. Este es el gran descubrimiento de Tomás de Aquino>


Polo es un gran maestro.
Sabe poner en relieve los grandes descubrimientos de la Filosofía, destacando sus novedades.

Un ejemplo es cómo, poco a poco, hizo estudiar a sus discípulos (Ricardo Yepes, Jesús de Garay…) los diversos sentidos del acto y de la potencia en Aristóteles.

Así consiguió mostrar que la esencia es "acto" y también es "potencia", pero con sentidos mucho más precisos de los que estamos acostumbrados.

La esencia es, desde los griegos, "acto", perfección.
En Aristóteles la ousía, que sería el equivalente de esencia, es un sentido del acto. Es entelechéia, forma.

De ahí que digamos: esta flor "es" un tulipán. El meollo o esencia de esta flor es ser tulipán. Acto estable, acabado.

(A ese sujeto, en cuanto que principio de operaciones, se le puede llamar naturaleza).

Noten ustedes que sin darnos cuenta hemos introducido en nuestro discurso una "suposición". Suponemos que la esencia es subsistente. La esencia pensada sí es perfecta, pero en la realidad no existen las esencias pensadas. Las criaturas son actos, sí, pero actos no acabados.

Aristóteles quedó prendido de la perfección de sus entelechéias  sin sacar todo el partido de su descubrimiento de juventud.

Polo llamó la atención sobre ese descubrimiento de Aristóteles (el par potencia-acto) que hizo al observar la distinción entre la mente dormida y la mente despierta. En cuanto dormida, la potencia indica imperfección, en cuanto despierta, el acto indica perfección.

Este sentido del acto, energéia, que no está detenido, que está despierto y abierto a ser más, quedó arrinconado por el prestigio de la "sustancia", de lo acabado, de la forma.

En tanto que los entes pueden "despertarse", perfeccionarse, son potencias "activas". La semilla puede devenir árbol.

Hay, sin embargo, ciertas potencias que son "pasivas", dependen de otras y pueden "recibir" perfecciones que no están contenidas en ellas a priori. Es más ventajoso para la inteligencia ser potencia pasiva, pues así puede conocer lo que por sí sola no podía conocer.

Y es así como las potencias pasivas adquirirán hábitos que no poseían de entrada.

En definitiva, la "potencia", siendo imperfección, es una cierta presencia del futuro en el ser.

Aunque un león sea magníficamente perfecto, nosotros, hijos de Dios, imperfectos, somos más ricos que el león. Nuestra imperfección es potencia obediencial abierta a la máxima amplitud. Aquí no hay leones que valgan.

Lo que no podremos nunca decir es que cigarro esté en potencia de ser ceniza, aunque haya la posibilidad de convertirse en ceniza. No debemos confundir potencia con posibilidad.


Tomás de Aquino, al descubrir la distinción real entre esencia y acto de ser ("acto de ser" es otro sentido del acto que Aristóteles no conoció) hace una investigación más atenta sobre la noción de potencia, clave de la filosofía aristotélica.

Y encuentra un sentido de la potencia que Aristóteles ignoró: la esencia como "potencia" del acto de ser.

La noción aristotélica de potencia era la dynamis. Y es válido ver el universo en movimiento. Potencias activas y pasivas que se van actualizando armoniosamente. Potencias de las diversas naturalezas, que se actualizan según el orden de la tetracausalidad. El universo de Aristóteles es así, en movimiento. Es lo que es: Acto puro y potencias que se actualizan, imperfecciones que se perfeccionan.

Pero el nuevo sentido de potencia, la esencia que sin el ser no es nada, introduce la novedad, vislumbrando una riqueza nueva de lo radical. No es una potencia como las potencias aristotélicas. Es una potencia que siempre dependerá de un Ser dador del ser.

No es que la esencia esté en potencia del acto de ser (eso es "posibilidad"), sino que la esencia como potencia es "potencia" gracias al acto de ser. No es que sea imperfección gracias al acto de ser, sino que el ser puede abrir horizontes no contenidos en las semillas (si el Creador se los da, directamente o a través de otros seres).

El universo ya no es "lo que es" sino que también es lo que será con novedades. (Los sentidos que los hombres queramos aportar). Hemos descubierto el amor, que es dar, en el Ser.

El tulipán ha podido provenir de cruces genéticos, y puede desplegarse según sus cromosomas, dependiendo de su "alma", pero lo más alto, lo radical y primero, es que el tulipán "es" dependiendo de su acto de ser, creado por Dios. Depende radicalmente del don de Dios.

La esencia, la sustancia del tulipán, depende radicalmente del acto de ser creado. Ya no es solamente lo que es porque las cosas son así, sino porque Dios quiere que sea así. Radicalmente hay una decisión libre del Ser supremo.

La esencia es pues acto, en tanto que sustancia (Aristóteles) y la esencia es potencia no sólo porque tiene potencialidades que se activan (eso lo dice también Aristóteles), sino porque, radicalmente, es potencia respecto del acto de ser (Tomás de Aquino). Depende del acto de ser, dependiendo del Ser.

Hay algo en la potencia que ya es, porque será, pues "depende" de Dios, ya sea desplegándose (esencia del universo físico como orden dado por Dios), ya sea aportando (libre esencia humana que acepta su destino).

Es un sentido de la potencia como "bien" del acto de ser, como lo otro que el ser, en orden a la realización del ser. Es "otro" don. Somos y seremos. 

Seré feliz (es esencial), si Dios quiere, y si yo quiero.

"Lo otro que el ser", u otra manera de decir ser, es decir: "potencia", que en la medida que es, la llamamos bien.

El bien es lo otro que el ser en orden a la realización del ser.

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