¿Qué es el amar donal?

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El amar donal es el cuarto trascendental personal descubierto por Polo.
Es también la tríada amorosa de la persona.
 
Leonardo Polo descubrió cuatro trascendentales personales :
 
la co-existencia,
la libertad,
el intelecto personal
y el amar donal.
 
Pues bien, el amar donal de la persona humana, está formado por una tríada amorosa:
Dar
don o (Don-don)
Aceptar
 
El Don-don es “la esencia” de la persona humana cuando es aceptada por Dios. Antes de ser aceptada la esencia humana es solamente "don". 
    Y el Don de Dios es el acto de ser personal humano al ser creado, que espera la aceptación de la parte del hombre (a través de su don, de su esencia o vida).
 
La tríada amorosa de cada persona humana es pues: dar, don y aceptar.
Pero debemos hacer algunas aclaraciones:
La persona humana “da” en esta vida su esencia, “su don”, que debe ser Aceptada por Dios en el Juicio.
 
Al ser aceptado, su don esencial es elevado al orden trascendental, entonces podemos llamarlo Don-don.
 
Adam Solomiewicz aclara la cuestión al proponer que en el amar personal hay, por lo menos, dos estructuras amorosas.
 
Pueden ustedes seguir su exposición en este enlace: https://drive.google.com/file/d/1X4l9Fh9EG8wMGoSWZ7NtNcNu-BICaktx/view
 
Estarán ustedes de acuerdo en que el amar personal hay que explicarlo como relación entre dos personas.
No se puede explicar solamente en el interior de una sola persona. Tienen que haber dos personas.
 
Pues bien, el amar personal tiene una estructura triádica : Aceptar, Dar, don, que hay que poner en relación con Otra persona: con Dios.
 
aceptar y dar son trascendentales.
 
actividad acogedora (aceptar)
actividad otorgadora (dar)
 
Hay distinción real entre aceptar y dar.
 
El referente del “aceptar” trascendental humano es el Dar de Dios
El Don de Dios es el ser de la Persona humana. Este Don es trascendental porque solamente Dios puede dar dones trascendentales.
 
El referente del “dar” trascendental humano es el Aceptar de Dios.
Y lo que la persona humana da es, su don, es el don esencial. Su vida.
 
El don del trascendental amar personal es doble: el ser de la persona humana creada por Dios (Don trascendental) y el don de la vida humana que la persona da a Dios (don esencial).


¿Existen hábitos infusos además de los que habla la teología?

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La teología habla de hábitos "sobrenaturales" infusos (por ejemplo, la gracia santificante como hábito "sobrenatural" entitativo, y las virtudes "sobrenaturales" de la fe, la esperanza y la caridad).

Desde la perspectiva de una antropología trascendental se descubren también otros hábitos infusos que no son sobrenaturales.

Me explico, porque se necesita una cierta familiaridad con lo trascendental antropológico para situarse.

En la etiqueta 5.13.1 hemos llamado apertura transcendente a una apertura más íntima que la apertura íntima, pues abre el ser humano más allá de su propia intimidad.

Esta apertura no es sobrenatural. Todos los hombres la tenemos y es el fruto de la llamada inicial de Dios, propio a toda persona humana, también cuando no ha recibido los efectos de la salvación.

La llamada inicial de Dios, que no es "sobrenatural", la estudiaremos en la etiqueta 5.15.0 y es una de las etapas trascendentales del ser personal (la etiqueta 5.7.0 estudia esas etapas).

Pues bien, teniendo en cuenta la caída y el querer de Dios de que todos los hombres se salven, podemos entender que hay una nueva etapa trascendental que es la nueva creación o redención. Una nueva elevación que nos salvará, "si queremos".
(La estudiamos en la etiqueta 5.16.2).
Es la etapa "sobrenatural" de la que habla la teología.

Ese "si queremos" es nuestra respuesta a la gracia sobrenatural, es decir la manifestación esencial de cómo acogemos la salvación.

La elevación salvadora de Dios redunda esencialmente en nuestra vida, elevando nuestras potencias, la inteligencia y voluntad, elevando toda nuestra vida con lo que los teólogos llaman gracia santificante y virtudes "sobrenaturales" infusas.

Son infusas a la esencia humana como redundancia de la elevación "sobrenatural" de las aperturas transcendentes de los radicales personales.
Elevación que es propiciada por  el encuentro de la persona humana con Aquél de quien es réplica y que es su Salvador.

De ahí que digamos que la gracia santificante es una anticipación.
Es una anticipación del encuentro.
(El encuentro definitivo con Dios lo estudiamos en la etiqueta 5.18.0).

Las virtudes "sobrenaturales" de la teología son pues elevaciones de las aperturas transcendentes, debidas a la anticipación del encuentro con Dios,  que redundan en la esencia humana.
Son pues virtudes infusas "sobrenaturales".

Pero como hemos dicho, existen también otros hábitos infusos que no son sobrenaturales.

La existencia de los hábitos infusos naturales y sobrenaturales muestra que las personas humanas tenemos una potencia "obediencial" superior a las criaturas del universo físico. Polo prefiere hablar de "segunda" creación y "nueva creación".



En las etiquetas que comienzan por 5.13 estudiamos en detalle las aperturas "transcendentes", que son hábitos infusos no "sobrenaturales".

Estudiamos la segunda creación en la etiqueta 5.15.0
Y la nueva creación en la etiqueta 5.16.2

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¿Qué son las virtudes teologales?

 

Las virtudes teologales, según Polo, son elevaciones de los distintos trascendentales del acto de ser personal humano.
 
No olvidemos que hay una fe “transcendente” (elevación natural) y una fe sobrenatural (anticipación de nuestro “ver” en el Cielo).
 
Por lo tanto, y desde la inconformidad del profesor Sellés, las elevaciones de los distintos trascendentales personales pueden ser transcendentes y sobrenaturales (éstas, las sobrenaturales, se corresponden con las virtudes teologales clásicas de la teología).
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¿Cómo se resuelve la polémica entre franciscanos y dominicos con respecto del amor?



¿En el Cielo, la felicidad se alcanza con la voluntad o con la inteligencia?

Ambos, franciscanos y dominicos vincularon el amor a la voluntad.

Entienden el amor como una operación inmanente.
Lo ven como suma amistad.
La amistad es la virtud superior de la voluntad.
 
No se han dado cuenta todavía que hay un Amar radical, el Amar personal.

El Amar personal es uno de los trascendentales personales descubiertos por Polo.

Tanto la inteligencia como la voluntad (que son del nivel esencial de la persona humana), se nutren del Acto de ser personal (la Persona).

En el Cielo rige el Amar, que es superior tanto a la inteligencia como a la voluntad, y que se convierte con los otros tres trascendentales personales : co-ser, libertad e intelecto personal.
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¿Ponen los griegos el amor en Dios?

 


No.
Pues lo consideran un defecto.
Lo consideran como una tendencia a algo que nos falta.
Pero los cristianos sabemos que Dios es Amor.
 
Veamos lo que dice el profesor Sellés:
“Leonardo Polo acostumbraba a reiterar que la importancia del amor personal es un descubrimiento netamente cristiano, porque en la filosofía clásica griega se consideraba como una pasión, o en el mejor de los casos se vinculaba a la voluntad, la cual se tenía como tendencia, no como acto y, por tanto, inferior al entendimiento.
 
Pero Polo advierte que el mejor de los filósofos griegos, Aristóteles, se equivocó en relación a la voluntad. Porque, si bien es verdad que la voluntad es apetito, resulta falso reducirla a apetito.
Un cristiano lo sabe perfectamente; si no lo sabe le falta caridad. ¿Cómo va a ser un apetito amar al prójimo? El samaritano ¿qué apetito tenía de recoger al herido tendido en el camino, cargar con él y pagar sus gastos?
 Está claro que no se trata de eso”[1], es decir, que ni el amor personal ni su elevación son una tendencia (deseo, apetencia, orexis)".



[1]Polo, L., Presente y futuro del hombre, 242-243.

¿Qué es el amor?

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Amor es comunión fructífera y sabrosa entre personas.

Dicho de otra manera, el amor es la comunión de personas que se afirman mutuamente.
Comunión asentada por la afirmación que uno hace del otro, del ser del otro.

Cuando dos personas se aman, se afirman mutuamente, al aportarse su "querer que el otro sea más". Estamos revelando que queremos añadirle nuestro "querer que sea más". Nos estamos "declarando".

Todos los actos de la voluntad, en cuanto que se diferencian de las operaciones cognoscitivas, tienen un carácter de autorevelación. La persona se compromete queriendo.
(No así las operaciones cognoscitivas, cuya intención es de "semejanza").

Así, cuando digo, me gusta el chocolate, revelo que "a mí" me gusta el chocolate.

Y no porque me guste como le pueda gustar la leche al gato, sino porque "la persona que soy" está constituyendo el acto de mi voluntad.
Los actos de la voluntad necesitan ser constituidos por la persona, que se manifiesta "aportando", desde su querer-yo.

El yo está en nuestras acciones, incluso cuando sencillamente escribo, pero la manifestación del yo en el escribir es una manifestación muy pequeña, casi ínfima.

Hay amores más altos, hay una jerarquía del amor.

Se debe llamar propiamente "amor" al analogado principal de esa automanifestación: al amor dirigido a un ser que cumpla la condición de grandeza e inagotabilidad.
Y que corresponda a ese amor.

Amor es, pues, la comunión fructífera y sabrosa entre personas.




Ideas inspiradas en la pregunta nº 1 de "ANALÍTICA DEL AMOR". Entrevista de Juan Cruz Cruz con Leonardo Polo, que pueden ustedes encontrar en el nº 33 de la revista Miscelánea poliana.

Para saber más vayan a las etiquetas de este blog:
18.1.1 analítica del amor;
1.2.2 amor ;
6.9.6 enamoramiento.



¿Qué eleva la caridad?

 


El profesor Sellés explica que “así como la fe es la elevación del intelecto personal y la esperanza lo es de la libertad personal, la caridad lo es del amor personal[1].
 
Y así como la coexistencia libre es inferior al intelecto personal y éste al amor personal, “paralelamente, la caridad es la virtud infusa superior”[2]
 
Sin embago, insisto en que una cosa es la caridad natural que todos tenemos como fruto de la llamada inicial, y otra cosa es la virtud sobrenatural de la caridad, que es una anticipación del amor que viviremos en la vida eterna. Que clásicamente los teólogos llaman “virtud teologal”.
 
No olvidemos las cuatro aperturas transcendentes fruto de la creación de la persona humana: humildad, esperanza, fe y caridad:
1. la gracia personal inicial originaria, humildad o abajamiento primero;
2. la esperanza, amanecer o alianza primera;
3. la fe, alumbramiento o luz primera;
4. la caridad o arrullo.


[1] “La dimensión amorosa elevada a culminación la debemos evidentemente al cristianismo. Desde su ápice divi­no, el don del amor es operante”. Polo, L., La originalidad de la concepción cristiana de la existencia, 250. “Y como Él es omnipotente y misericordioso, otorga a nuestro amor una altura elevada a la de Él, sin la cual nuestro amor no sería nada, porque no valdría para Dios”. Persona y libertad, 251; “la dimensión amorosa, elevada a culminación, la debemos evidentemente al cristianismo”. Filosofía y economía, 229. “El acto de ser humano es elevado por otros ‘habitos’ que no son ni innatos ni adquiridos, sino efundidos. Se trata de las virtudes sobrenaturales (fe, esperanza y caridad)”. Ibid., 223, nota 49. “El hábito humano superior es la amistad, la elevación al amor de caridad es expuesta por Tomás de Aquino”. “Itinerario de la razón a la fe”, pro manuscripto, 3.

[2]Polo, L., Antropología trascendental, 413, nota 71.

¿Es elevada la amistad por la caridad?

 


La caridad “natural” es una de las aperturas transcendentes del acto de ser humano.

La caridad “sobrenatural” es una anticipación del crecimiento amoroso que tendremos en el Cielo.

Ambas inhieren en el acto de ser personal.

 

La amistad, sin embargo, es una virtud de la voluntad.

 

El vínculo amoroso (apertura transcendente natural o caridad natural) de la persona con Dios Espíritu Santo (el Espíritu Santo es Amor divino universal), es enriquecido con la anticipación de nuestra vida amorosa en el Cielo, que no es otra cosa que la caridad sobrenatural.

 

Y ese enriquecimiento del Amor personal, natural y sobrenatural a la vez, repercute en la voluntad y hace que la amistad pueda ampliarse cada vez a más personas y, sobre todo, que crezca nuestra amistad con Dios.

 

Gracias a la caridad (natural y sobrenatural) somos más amigos de Dios.

 

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Estas ideas están inspiradas en el texto siguiente (que he interpretado a mi manera) de Sellés en Teología para inconformes :

 

“Esta es la tesis central que aquí se va a defender: la caridad eleva el amor personal, que es la dimensión superior del ‘acto de ser’ humano.

Pero dicha tesis, que es explícita en muchos textos de Polo, no lo es en todos, pues en alguno indica que la caridad eleva la amistad[1], la cual, si bien es la más alta virtud de la voluntad, al fin y al cabo es una virtud de esa potencia, y por ende, pertenece a la ‘esencia’ del hombre”.



[1] “El Evangelio de la caridad sorprendió a los paganos, pues lleva consigo la hermandad de espíritu de acuerdo con la filiación divina. Sin embargo, la caridad cristiana, que eleva la amistad, debe recoger también las características que le son propias. Tomás de Aquino sostiene que la amistad es una virtud. Conoce muy bien la Ética a Nicómaco, a la que comenta pausadamente de un modo casi literal, pero sostiene también que la amistad y la caridad son diferentes. Por eso, en la Suma Teológica, en rigor, no se habla de la amistad sino de la caridad”. Polo, L., Ibid., 473-474.

¿Por qué la nueva creación es “nueva”?

 


Dios nos ha creado libres.

Al ser libres podemos instalarnos, desgraciadamente, en la pretensión de sí.

La pretensión de sí es una de las dimensiones del pecado original.

Por eso Polo dirá que el límite mental es una consecuencia del pecado original. Es instalarse en la actualidad.

Para trabajar necesitamos introducir el límite mental, pero lo podemos hacer para con-crear el don que ofreceremos a Dios.

 

Sin embargo, si nos instalarnos en la pretensión de sí, suprimimos el crecimiento trascendental (Sellés dirá “nos despersonalizamos”).

 

Dios Misericordioso nos saca de esa situación elevándonos con una “nueva” creación.

La Redención, la gracia santificante, es la llamada de Dios a vivir siempre en crecimiento hacia Dios. Vivir trascendentalmente en la “novedad” del crecimiento. Por eso la nueva creación es “nueva”.

 

Si respondemos a la llamada nos vamos divinizando.

La gracia santificante es así una “anticipación” de la “novedad” permanente de la glorificación definitiva en el Cielo.

 

Esta  novedad de la glorificación coincide con la novedad de los ángeles que una vez decididos ya no pueden volverse atrás.

En el Cielo, nosotros seremos “como ángeles”, ya no nos podremos volver atrás.

 

En esta vida sí que podemos volvernos atrás con la pretensión de sí.

Y, felizmente, también podemos vivir en la novedad anticipada de la “nueva” creación.

¿Qué conviene recordar antes de iniciar el estudio de la nueva creación?

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Recordemos las cuatro elevaciones de la persona humana a nivel trascendental, no esencial :

1ª creación : se trata de la iniciativa divina o elección de cada persona antes de la creación del mundo. La estudiaremos en la etiqueta : 5.14.0,

llamada inicial o 2ª creación : Dios decide dar la libertad de dar a muchas de sus criaturas. No es una coerción, sino a modo de llamada. La estudiaremos en la etiqueta : 5.15.0.

elevación o mantenimiento de la llamada : pase lo que pase Dios mantiene su decisión de incluir las personas en su ámbito de máxima amplitud. La estudiaremos en la etiqueta  5.16.0 y se asimila a lo que llamaremos gracia "personal" y a las gracias "actuales" de las que habla la teología.

glorificación : es el encuentro definitivo y de supremo gozo en Dios, también llamado "salvación". La estudiaremos en la etiqueta  5.17.0.

Pero además de esta cuatro elevaciones no debemos olvidar que "trascendentalmente" hubo una caída (que se corresponde con lo que la teología llama pecado original). No es otra cosa que la comunión con el maligno. Estudiaremos la caída trascendental en la etiqueta 5.16.1

Y hay también una redención "trascendental". Es lo que llamamos nueva creación o redención, que se corresponde con lo que la teología llama gracia santificante. La estudiaremos aquí en la etiqueta 5.16.2.



La explicación global de las etapas trascendentales la haremos en la etiqueta 5.7.0


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¿Qué es la santificación?

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Podemos hablar de otra dimensión de la elevación divina (es una cuarta elevación : creación, llamada, insistencia…, santificación).

La santificación es la "nueva creación".
 
Para entenderla nos servirá volver al mito del ascensor acristalado: podemos imaginar, en el interior del ascensor, una pantalla en color, donde se pueden ver, por anticipado,  los misteriosos juegos eternos.
 
Esa pantalla (cual un VAR) nos hace gozar así de una elevación sobrenatural que los teólogos suelen llamar "gracia santificante", anticipación de la vida eterna. (Tras la caída, la llamamos “nueva creación”).
 
Gracias a esa visión sobrenatural en la pantalla, entendemos cada vez mejor, el panorama observado en el camino de la vida (durante la elevación del ascensor).
 


¿Cuántos tipos de esperanza distinguió Polo?

 


El profesor Sellés responde: 

Leonardo Polo distinguió dos tipos de esperanza, la natural y la sobrenatural.

A la primera le dedicó el artículo titulado “La esperanza”[1], que luego entró a formar parte de uno de sus libros, La esencia del hombre[2].

A la segunda le prestó atención sobre todo en dos de sus publicaciones: La persona humana y su crecimiento[3] y su obra póstuma Epistemología, creación y divinidad[4].



[1] Cfr. Polo, L., “La esperanza”, Scripta Theologica, 30/1 (1998) 157-164.

[2] Cfr. Polo, L., La esencia del hombre, 67-79.

[3] Cfr. Polo, L., La persona humana y su crecimiento, 71-74.

[4] Cfr. Polo, L., Epistemología, creación y divinidad, 111-119.

¿Dónde inhiere la fe sobrenatural?

 


 Dice muy bien Sellés :

La fe es personal, y como la fe es cognoscente, no puede sino inherir en lo más alto del conocer humano, el personal.

 

Polo llama a este conocer ‘intellectus ut co-actus’.

 

Lo denomina así porque es coactivo junto con la libertad y el amar personales.

 

Polo lo hace equivaler al ‘intelecto agente’ aristotélico.

 

¿A qué llamamos apertura transcendente?

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Llamamos apertura transcendente al fruto de la llamada inicial de Dios.
 
La llamada inicial de Dios se puede describir según los cuatro radicales personales:
gracia inicial (según la co-existencia).
esperanza (según la libertad)
fe (según el entender personal)
caridad (según el amor donal).
 
Me explico:
Dios, al crearnos libres, nos llama.
 
La llamada inicial crea, en libertad, los cuatro radicales personales.
 
Y la persona se abre así, en su interior, al nacer, según las cuatro aperturas que llamamos transcendentes y que son el fruto sabroso de la llamada inicial.
 
No son la gracia santificante ni las virtudes teologales de la teología. Son aperturas transcendentes que todos tenemos y que, me parece, ayudarán a los teólogos en su comprensión del organismo sobrenatural.
 
Estas cuatro aperturas se pueden describir como:
1. aceptar. Fruto de la llamada inicial. Es la “humildad natural  trascendental”
 
2. además. Fruto de la llamada inicial. Es la “esperanza natural  trascendental”
 
3. buscar. Fruto de la llamada inicial. Es la “fe natural  trascendental”
 
4. dar. Fruto de la llamada inicial. Es la “caridad natural trascendental”
 
 
Las virtudes infusas teologales las estudiaremos en la etiqueta 12.8.0 y también en la etiqueta 5.16.2, en tanto que "nueva" creación.

Otras etiquetas sobre el tema:
5.13.2 Humidad o abajamiento
5.13.3 Fe o alumbramiento
5.13.3 Misterio
5.13.4 Esperanza o alianza o amanecer o aurora
5.13.5 Caridad o arrullo

¿Qué apertura transcendente recibe el nombre de humildad?

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Pienso que, en el orden trascendental,  la humildad equivale a la apertur transcendente del "además" (entendido como co-ser personal, el primer trascendental personal).
Es la gracia inicial de la persona humana.
Dios abre íntimamente "hacia" Él, a cada persona, al crearla.
Estudiamos la llamada inicial de Dios, o gracia originaria, en la etiqueta 5.15.0. La hemos llamado también segunda creación (es la creación de la persona, segunda respecto a la creación del universo material).
Su fruto en el radical "además", o co-ser, es precisamente la "humildad" transcendental.
Me gusta llamarla "abajamiento".





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¿Cuántas dimensiones tiene la apertura transcendente?

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La apertura transcendente tiene cuatro dimensiones:
1. la gracia personal inicial originaria, humildad o abajamiento primero;
2. la esperanza, amanecer o alianza primera;
3. la fe, alumbramiento o luz primera;
4. la caridad o arrullo.

El primer abajamiento o humildad trascendental, equivale a la verdad del co-existir personal. La humildad es la verdad.
El amanecer de la persona equivale al destinarse de la libertad.
El alumbramiento equivale a la búsqueda intelectual del destino personal.
El primer arrullo equivale a la búsqueda amorosa del encuentro con Dios.
Aunque utilicemos el mismo nombre, no deben confundirse la humildad, la esperanza, la fe y la caridad de las que aquí hablamos (aperturas transcendentes),  con las virtudes a nivel esencial, y tampoco con las virtudes sobrenaturales de las que habla la teología.
Asimismo no se ha de confundir la originaria gracia personal inicial (el primer abajamiento) con la gracia santificante de la teología.
Para mejor entendernos propongo que hablemos de virtudes teologales (fe esperanza, caridad, gracia santificante), que son "sobrenaturales" y aperturas "iniciales" (humildad o gracia inicial, fe, esperanza y caridad iniciales), que son naturales.





Las virtudes infusas teologales las estudiaremos en la etiqueta 12.8.0 y también en la etiqueta 5.16.2, en tanto que "nueva" creación.
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¿De qué modo se añade la vida añadida a la vida recibida?

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Polo habla de vida recibida y vida añadida.
Pero no como dos vidas.
No se pueden dar por separado.
 
Vida recibida, sin alguien que la reciba, no es vida recibida.
 
Y vida aportada, si no es inspirada por la recibida, no es vida.
 
Los hábitos intelectuales y las virtudes morales son el modo en que la vida espiritual se va añadiendo a la vida, (también espiritual en su origen), recibida de nuestros padres.
 
Con ellos se perfecciona y crece la naturaleza humana.
 
La esencia humana es la naturaleza humana "crecida" o creciendo.
La vida humana o esencia humana es susceptible de crecimiento irrestricto.
 
En síntesis : "vita viventis est essentia.
 
La vida humana es la esencia (que no vive sin la persona), el viviente es la persona humana (que vive manifestándose).
 
La vida humana es pues una dualidad: la dualidad de la vida recibida y la vida añadida.
 
La "vida añadida" es el miembro superior de la dualidad (se le puede también llamar vida estrictamente espiritual, alma humana o yo humano).
 
La "vida recibida" de nuestros padres es el miembro inferior, la naturaleza humana: el cuerpo humano y las potencias espirituales y capaz de ser esencializada.
 
En el momento de la concepción de la persona humana, nace una vida dual, en la que podemos distinguir (sin que hayan existido por separado) una vida recibida de nuestros padres y una vida "añadida", que actualiza la persona que acaba de ser concebida.
El añadido inicial y durante el primer desarrollo del niño, no es consciente.
De ahí que podamos hablar de un refuerzo o asistencia permanente de la vida, manifestación de la persona creada.

 
 
De esto habla Salvador Piá en “El hombre como ser dual”, síntesis conclusiva, n. 22.


¿A qué llamamos auto-transcendimiento?

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Pienso que hay que atribuir a Ignacio Falgueras la expresión auto-transcendimiento. Aunque él la llama autotrascendimiento.
Que no es otra cosa que ir más allá de su intimidad, para darse.
No crean ustedes que se trata de un ejercicio gimnástico solitario.
Falgueras, estudioso de Agustín de Hipona recoge el transcende et te ipsum, y acuña la expresión auto-trascendimiento.
El hombre, al carecer de réplica personal en su intimidad reclama ser auto-transcendido, ir más allá de su intimidad. Buscar a Aquél que puede recibir su don.
La justificación última del hombre sólo se encuentra más allá de él.
Por eso Falgueras dirá que la intimidad humana está orientada de suyo hacia el auto-transcendimiento. Hacia el darse.
Sin la apertura transcendente la persona humana quedaría para siempre encerrada en sí misma.
Lo peor que le puede pasar al hombre es el aislamiento completo.

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¿Qué implica el hecho de que la intimidad humana esté orientada de suyo hacia el auto-transcendimiento?

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La orientación hacia la transcendencia divina implica la elevación de los 4 radicales.
Dios es un tema que se busca.
La co-existencia orienta la transparencia intelectual y la estructura donal hacia la búsqueda.

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¿La fe sobrenatural exige la fe natural?



La fe intelectual o fe natural es necesaria para conocer con fe sobrenatural.

Sin la fe natural no sería posible la fe sobrenatural.

 

Si no se cree racionalmente en Dios no puede aceptarse su revelación.

 

La Palabra revelada no puede estar en contradicción con lo alcanzable por nuestra intelección natural