Sí que existen varios niveles de lo sobrenatural, y podemos agruparlos en cuatro.
El nivel más bajo (y el más evidente) es el nivel de las
realidades que llamamos "milagros".
Obras que
manifiestan directamente el poder de Dios y que se distinguen de las
modificaciones técnicas que son obras realizadas por el trabajo del hombre.
La noción de
milagro señala con suficiente nitidez la diferencia de lo sobrenatural con lo
natural. Se suele definir el milagro como una excepción respecto al orden
natural que sólo es posible por influencia divina, aunque sea realizado por
un hombre.
El mayor
taumaturgo es Jesucristo.
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El segundo nivel es lo que llamamos "gracia sobrenatural".
Es una elevación, pero una elevación
distinta de la elevación creacional (hemos hablado de las 5 elevaciones trascendentales en la etiqueta 5.7.0)
La santificación o gracia
santificante es una elevación distinta de la elevación creacional (con sus tres
dimensiones : creación, llamada inicial e insistencia).
La
elevación que llamamos gracia santificante es una anticipación de la
glorificación del cielo y es la que se llama propiamente sobrenatural.
Este nivel se corresponde con lo que San Juan designa con la
palabra sémeion, signo, que indica
directamente otro nivel de lo sobrenatural: la elevación sobrenatural que Cristo otorga al hombre. Y que llamamos gracia
sobrenatural.
Por ejemplo, los sacramentos, son signos eficaces
(reales). La realidad sacramental es superior al sentido usual de la palabra
milagro, por tener inmediata relación con la
elevación sobrenatural de la criatura humana. (Primer perdón del Bautismo, perdón de los
pecados, unión con Cristo en la Eucaristía).
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Y ahora veamos el nivel más alto, porque tampoco los
sacramentos son la realidad sobrenatural más alta, pues, como se suele decir, Deus non alligavit potentiam suam sacramentis; y así, por ejemplo, es eficaz el
bautismo de deseo, y Dios también puede perdonar los pecados atendiendo a un
acto de contrición perfecta por parte de la criatura.
La conveniencia de
acudir en este caso a la confesión es debida a que nadie puede estar seguro de
que ha realizado un acto de semejante pureza.
El nivel más alto en lo sobrenatural es
la Encarnación del Verbo pues
proporciona una Vida muy superior a la naturaleza creada.
Con la noción de
milagro no se alcanza a perfilar suficientemente la superioridad de la vida que
proporciona la Encarnación del Verbo, sobre la vida de la naturaleza creada.
Y la realidad
sacramental no debe ocultar que lo
verdaderamente importante es Cristo mismo.
La clara prueba
del favor divino es la Encarnación del Verbo, que, precisamente por ello, es el
Autor de la realidad sacramental.
Toda la vida de
Cristo está dedicada a dar gloria a Dios Padre, no sólo asegurando la felicidad
de las criaturas humanas, sino también haciéndola residir en la donación de la filiación divina, es decir, en la unión con Él.
Éste es el nivel más alto de lo sobrenatural.
La superioridad de
la humanidad de Cristo sobre la realidad sacramental es debida a su unión con la segunda Persona divina.
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Pero aún hay más:
La incorporación
del ser humano a Jesucristo está por encima de cualquier otro
perfeccionamiento.
Lo
sobrenatural es una anticipación creciente: el milagro, el sacramento-misterio,
la Encarnación y la Iglesia que es
el Templo de Dios. Iglesia-Madre como María.
La
Iglesia es Madre que nos sitúa en Dios, como nuestras madres nos sitúan en el
mundo.
El
demonio quiere dividir, quiere que no reconozcamos a nuestra Madre, diciendo
que es mala.
Entre otras cosas,
la unión con Cristo lleva consigo la
más estrecha unión entre los seres humanos. Por eso no es suficiente
decir “Padre mío”, si esta expresión no va estrictamente acompañada de la
fórmula “Padre nuestro”.
La paternidad
divina es más real que la paternidad humana, la cual, en cierto modo, es
excluyente.
Aquí todos somos
hijos en el Hijo. Hermanos. Hijos de María.
2 comentarios:
Muchas gracias, es muy esclarecedora esta entrada.
Y así como todos somos hijos del mismo Padre Dios, y eso co-existencialmente, ¿también podemos decir que somos hermanos en ese nivel trascendental? Dicho de otro modo: La filiación divina no une a las personas humanas en cuanto que constituimos una fraternidad divina por el signo eficaz del Bautismo?
Y del mismo modo: ¿puede la conyugalidad sacramental unir trascendentalmente a la conyugues por la gracia?
Efectivamente.
Los sacramentos son símbolos "reales". Son anticipación de la felicidad eterna modulada en el transcurso de nuestras vidas. El amor en el matrimonio cristiano es reflejo del Amor trascendente. Y el Bautismo nos abre la ventana de nuestro pertenecer a la Familia de Dios.
¡Qué bien se está!
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