¿Quién permite este sobrar siempre más que es la persona?

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La libertad trascendental, que es la actividad propia del co-ser personal.

Jugamos libremente en el discontinuo de comienzo que somos. (Ésta es otra definición poliana de libertad: "discontinuo de comienzos". Ver etiqueta 5.5.4).

Podemos bucear hacia dentro, buscando identidad y luego transcendencia. Y podemos, si queremos, ponernos a trabajar, comunicando amorosamente con otras personas, decorando los mundos que creamos.


Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009 p. 340.4

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¿Cómo describir la libertad de Dios?

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Pues no lo sé.

Me gusta especialmente la descripción que hace Polo de la libertad trascendental humana cuando dice que es "un discontinuo de comienzos" (ver etiqueta 5.5.4).

Me parece que muestra muy bien nuestra limitación y al mismo tiempo nuestra autoría, moviéndonos por donde queramos (en el ámbito de la máxima amplitud que es Dios).

Quizá podemos decir que la libertad de Dios es una Comunión de comienzos. No sé.


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¿A qué llama Polo "generosidad" de la persona?

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Al ejercicio del hábito de los primeros principios reales.

La persona es generosa porque se olvida de sí, de su yo que quiere actuar, y se abre hacia el exterior, hacia la creación, hacia fuera, contemplando el ser del universo, dejándole ser, aceptando que sea.

También advierte la causalidad trascendental y el principio de identidad (que es el Origen, Dios).

La persona advierte estos primeros principios abandonando el límite mental (1ª dimensión).

Ayer me llegué a los rápidos del río Congo, cuando huye de Kinshasa.
No fui yo solo el que abandonó el límite.


Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, nota 31, p. 346.3

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¿Qué es la adoración?

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La desaparición del yo.

Ver a este propósito, Polo, Antropología trascendental, tomo I, p. 210 : la persona y el yo.

Allí explica cómo adorar-yo es el trascendental antropológico más difícil de alcanzar.

Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, nota 31, p. 346.3

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¿Por qué se dice que el hábito de los primeros principios es estrictamente entitativo?

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Juan A. García Gz explica que el tema de la sindéresis es la esencia humana, y el tema de la sabiduría es el co-ser o existencia personal.

Intermedio entre ambos hábitos se encuentra el hábito de los primeros principios que advierte el ser del universo y su Creador. Nos sitúa en nuestro mundo.

Podemos decir que el dinamismo humano se conjuga entre esencia y existencia. La persona humana está situada en el universo, creada por Dios. Eso es lo que somos, de entrada. Eso es lo que conocemos por este hábito que es estrictamente entitativo.

Invito a buscar en la etiqueta 5.5.4 las fases de la libertad trascendental (ATII, p.238), la tercera fase es la generosidad, el no pasar del dar.


Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 347

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¿Tiene la generosidad una recompensa en esta vida?

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Sí.
Y aunque sea provisional es bien sabrosa.

Gracias a la generosidad de dejar de buscar su réplica, (que es su felicidad), la persona se abre hacia fuera y al ejercer el hábito de los primeros principios reales, conoce a Dios Creador, y al mundo y a su cuerpo como dones del Creador.

¡Vaya regalo!


Glosa a Juan A. García Gz, Cuatro matizaciones, Miscelánea poliana, 12 (2007)

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¿Es el yo una torre de control?

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Me gusta la imagen del aeropuerto y su torre de control.

El aeropuerto sería la persona y la torre de control su yo.

El yo es un hábito personal que Polo llama sindéresis.

En la torre de control se engloba todo el dinamismo del aeropuerto.


Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 347.3

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¿Para qué sirve el yo?

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El yo es un hábito personal, la sindéresis, que actúa como una torre de control.

Mediante la sindéresis la persona humana dispone de su naturaleza.

Los aviones del aeropuerto no pueden volar si no son dirigidos desde la torre de control.

De entrada, el aeropuerto tiene una naturaleza, nace situado con una dotación propia. Pero la persona hace suya esa naturaleza, disponiendo de ella desde el ápice de su yo.

Así la naturaleza deviene "esencia" de la persona.

No hay vida en el aeropuerto sin potencias, actos y hábitos. Y también sin experiencia intelectual y experiencia moral. Pues bien, el yo engloba, como punto cenital, toda esa actividad, el conjunto de las manifestaciones de la persona.

La personalidad del aeropuerto depende de su torre de control. El yo tipifica cada persona humana.


Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 348.3

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¿Se corresponde la sindéresis de Polo con la sindéresis clásica?

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Polo extiende el sentido del pensamiento clásico sobre la sindéresis.

San Jerónimo habló de la sindéresis refiriéndose a la luz de la conciencia que descubre y aplica los primeros principios de la razón práctica.

Polo engloba en el yo, cual torre de control, no solo la iluminación de la conciencia (también la que clásicamente se atribuye al intelecto agente), sino incluso todas las disposiciones, aportaciones y manifestaciones de la persona.

La sindéresis, el yo, es el ápice de la esencia humana.

Francisco Molina utiliza en su blog la imagen de la cabeza de un águila que dice "yo vigilo". (para verla, pinchar aquí).

Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 349.2

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¿Cómo clarificar las aperturas hacia dentro?

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La persona se abre hacia fuera y hacia dentro.

El abrirse es posible gracias al desdoblarse del ser personal (cosa que no puede hacer el ser del universo pues, al contrario del ser personal, es un ser sencillo).

Ese desdoblamiento del ser personal se inicia al dualizarse el ser gracias a los hábitos superiores, es decir, al dualizarse con la sindéresis, con el hábito de los primeros principios, con el hábito de sabiduría y con la gracia.

Según la sindéresis, la persona "se abre inherentemente", disponiendo dócilmente del universo, por su acción.
(decimos dócilmente porque la sindéresis es la voz del deber: lo tuyo es obrar, dice. Otros la llaman ley natural o voz de la conciencia)

Según el hábito de los primeros principios, la persona "se abre generosamente al exterior", a la creación y al Creador, reconociéndolos (no olvidemos que los primeros principios reales advertidos gracias a este hábito son tres: el ser del universo, la causalidad trascendental y el principio de Identidad u Origen).

Según el hábito de sabiduría, la persona "se abre íntimamente", conociéndose.
Sabe que es dual, que tiene intimidad. Esa intimidad tiene dos miembros: "la apertura interior" y "la apertura hacia dentro".
La apertura interior es la dualidad entre co-ser y libertad.
La apertura hacia dentro es la dualidad entre el intelecto personal y el amar personal.

Según la gracia, la persona "se abre en Dios", hacia Dios, gozando de su filiación.
Es la apertura transcendente.


Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 349.4

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¿Es autosuficiente la persona humana?

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No.
La persona, aunque llegue a los 80, no tiene réplica en su interior.
(para la noción de réplica ir a etiqueta 5.4.2)

La persona no puede saber en su intimidad quién es. No puede saber qué espera el Creador de ella.

Por eso se aviene sin dificultad (dócilmente) a hacer algo, a buscar el don que le permitirá ser aceptada por Dios y conocerse como Dios se conoce.

(para la noción de docilidad ir a etiqueta 6.2)

Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 349

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¿Cuál es el sentido del obrar humano?

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El sentido del obrar humano es constituir el don que su "amar personal", solo, es incapaz de aportar.

Recordemos que el "amar personal" es uno de los cuatro radicales de la persona humana, por lo tanto se convierte trascendentalmente con la persona.

Pues bien, la persona sabe de su Creador, pero no sabe lo que su Creador espera de ella.

Y lo que espera se refiere a otras personas.

Pongamos un ejemplo: Dios espera de ti que me ayudes (porque me quiere). Entonces tú, te pones a escribirme una carta.

¿Comprenden ustedes?

La carta es tu obra, tu don, que Dios aceptará porque le agrada que me ayudes.

El obrar humano tiene así un sentido donal. Ofrecemos dones a Dios con los regalos al prójimo. Sirviendo. Trabajando (porque los regalos no llueven del cielo)


Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 349.2

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¿Forma parte el "yo" del ser personal?

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El "yo" no es el "acto de ser" humano.

Forma parte de la esencia humana.
Es su ápice.
Dicho de otra manera, es el puente entre el "acto de ser" y las manifestaciones humanas (esencia).

Esto no quiere decir que no pertenezca a la persona humana.
Tras dos intervenciones de Juan A. García González, he quitado el "no" con que comenzaba la respuesta para no inducir al error de pensar que el yo no pertenece al ser personal : la persona está vinculada con su yo.

El yo es un hábito innato de la persona. Del intelecto personal.

El yo es imprescindible para completar la estructura donal de la persona humana.

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¿Qué es el yo real?

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El yo real es el ápice de la esencia humana.

No es la realidad más alta del hombre (que es el acto de ser personal), sino un hábito innato al intelecto personal (ver etiqueta 5.5.2.1), llamado clásicamente "sindéresis".


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¿Cómo activa la sindéresis (el yo) a la inteligencia y a la voluntad?

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Conociéndolas. El yo (sindéresis) es un conocer.

La sindéresis se describe como ver-yo y querer-yo.

El yo real, sin ser el quién íntimo, la persona que soy, es el centro de donde manan mis manifestaciones, la mirada abierta a nuestra naturaleza y esencia humanas.

La mirada a la realidad extramental es el hábito de los primeros principios reales (etiqueta 1.4.0)

La mirada a la intimidad personal y a su trascendencia es el hábito de sabiduría (etiqueta 2.14).


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¿Para qué sirve el yo?

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El yo es un hábito personal, la sindéresis, que actúa como una torre de control.

Mediante la sindéresis la persona humana dispone de su naturaleza.

Los aviones del aeropuerto no pueden volar si no son dirigidos desde la torre de control

De entrada, el aeropuerto tiene una naturaleza, nace situado con una dotación propia. Pero la persona hace suya esa naturaleza, disponiendo de ella desde el ápice de su yo.

Así la naturaleza deviene "esencia" de la persona.

No hay vida en el aeropuerto sin potencias, actos y hábitos. Y también sin experiencia intelectual y experiencia moral. Pues bien, el yo engloba, como punto cenital, toda esa actividad, el conjunto de las manifestaciones de la persona.

La personalidad del aeropuerto depende de su torre de control. El yo tipifica cada persona humana.

Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 348.3

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¿Se corresponde la sindéresis de Polo con la sindéresis clásica?

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Polo extiende el sentido del pensamiento clásico sobre la sindéresis.

San Jerónimo habló de la sindéresis refiriéndose a la luz de la conciencia que descubre y aplica los primeros principios de la razón práctica.

Polo engloba en el yo, cual torre de control, no solo la iluminación de la conciencia (también la que clásicamente se atribuye al intelecto agente), sino incluso todas las disposiciones, aportaciones y manifestaciones de la persona.

La sindéresis, el yo, es el ápice de la esencia humana.

Francisco Molina utiliza en su blog la imagen de la cabeza de un águila que dice "yo vigilo".

(Para verlo : pinchar aquí)

Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 349.2

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¿Cómo define Polo la libertad trascendental?

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La libertad trascendental o libertad personal no es la libertad de elección (que es una libertad derivada de aquélla), ni es tampoco el libre albedrío clásico.

Con una sola fórmula no se la puede describir completamente.

Polo describe la libertad trascendental en el primer tomo de la Antropología trascendental (ATI) con las siguientes tres fórmulas :

1) La posesión del futuro que no lo desfuturiza (ATI, p.230).

2) La libertad es el sentido más estricto de la novedad (ATI, p.239).
Esta fórmula se completa con la siguiente: la historia es un discontinuo de novedades libres (ATI, p.240,3).
En efecto, le libertad es un novum, pero históricamente situado (ATI, p.241,2). Es decir, la novedades libres que son las personas están situadas en la historia (ATI, p.239,3).

3) La libertad es la inclusión atópica en el ámbito de la máxima amplitud (ATI, p.241).


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