.
La persona se abre hacia fuera y hacia dentro.
El abrirse es posible gracias al desdoblarse del ser personal (cosa que no puede hacer el ser del universo pues, al contrario del ser personal, es un ser sencillo).
Ese desdoblamiento del ser personal se inicia al dualizarse el ser gracias a los hábitos superiores, es decir, al dualizarse con la sindéresis, con el hábito de los primeros principios, con el hábito de sabiduría y con la gracia.
Según la sindéresis, la persona "se abre inherentemente", disponiendo dócilmente del universo, por su acción.
(decimos dócilmente porque la sindéresis es la voz del deber: lo tuyo es obrar, dice. Otros la llaman ley natural o voz de la conciencia)
Según el hábito de los primeros principios, la persona "se abre generosamente al exterior", a la creación y al Creador, reconociéndolos (no olvidemos que los primeros principios reales advertidos gracias a este hábito son tres: el ser del universo, la causalidad trascendental y el principio de Identidad u Origen).
Según el hábito de sabiduría, la persona "se abre íntimamente", conociéndose.
Sabe que es dual, que tiene intimidad. Esa intimidad tiene dos miembros: "la apertura interior" y "la apertura hacia dentro".
La apertura interior es la dualidad entre co-ser y libertad.
La apertura hacia dentro es la dualidad entre el intelecto personal y el amar personal.
Según la gracia, la persona "se abre en Dios", hacia Dios, gozando de su filiación.
Es la apertura transcendente.
Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 349.4
.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario