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El yo es un hábito personal, la sindéresis, que actúa como una torre de control.
Mediante la sindéresis la persona humana dispone de su naturaleza.
Los aviones del aeropuerto no pueden volar si no son dirigidos desde la torre de control
De entrada, el aeropuerto tiene una naturaleza, nace situado con una dotación propia. Pero la persona hace suya esa naturaleza, disponiendo de ella desde el ápice de su yo.
Así la naturaleza deviene "esencia" de la persona.
No hay vida en el aeropuerto sin potencias, actos y hábitos. Y también sin experiencia intelectual y experiencia moral. Pues bien, el yo engloba, como punto cenital, toda esa actividad, el conjunto de las manifestaciones de la persona.
La personalidad del aeropuerto depende de su torre de control. El yo tipifica cada persona humana.
Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 348.3
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