¿Por qué la persona no significa "supuesto"?

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"Supuesto" es lo que está puesto "debajo", lo que sostiene a lo de arriba, como fundamento.
Podemos "suponer" a una persona, imaginándola o pensándola como una estatua: Sócrates.

Pero si queremos alcanzar lo que "es" la persona debemos abandonar la "suposición", debemos abandonar lo que nosotros imaginamos o pensamos.

Suponer es objetivar el conocimiento, consumarlo, detenerlo. Si después seguimos pensando y pensamos a Sócrates vivo, la vida pensada sería un añadido a lo ya supuesto.

Pues bien, "persona" no significa "supuesto". La "persona" no es el sujeto que yace debajo, sino que es el ser abierto, por dentro y por fuera. Inagotable. Indetenible.

La solución de Hegel (ser autoconciencia) y la solución de Kant (ser yo legislador) son intentos frustrados de abrir el "supuesto".

Polo, al caracterizar a la persona humana como futuro indesfuturizable, deja su ser siempre abierto: siempre más (felices). Además.

De esto hablan  Alfredo Rodríguez Sedano y Juan Carlos Aguilera en su artículo " La intersubjetividad a la luz de la apertura íntima personal", aparecido en Studia Poliana, 13, (2011), p. 38, 3.

Para saber más sobre:
el futuro………………………………etiqueta 1.12.5
el dar trascendental……………etiqueta 1.0.2
la suposición…………………….…etiqueta 2.4.0 objeto y presencia mental
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¿Son distintos objeto e intencionalidad?

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No.
Objeto e intencionalidad son lo mismo.

No hay objeto fuera de nosotros, en las cosas,  e intencionalidad del objeto en nuestro acto de conocer, sino que el objeto es según o gracias a la intencionalidad, el objeto está dentro de la intencionalidad, es la intencionalidad misma, la iluminación misma.

El acto de conocer es intencional, pero es intencional objetualmente. Dicho de otra manera: el acto de conocer es co-actual con el objeto. Tenemos acto conocer e intención. Esta intención es el objeto. El objeto no está en la cosa real, está en mi intención.

El objeto no es por tanto co-actual con el cognoscible en acto, que estaría en la cosa, sino que el objeto contiene tensamente el cognoscible en acto.

El objeto tiene "dentro" los cognoscibles en acto, el objeto es intencional.
Por eso decimos que la intencionalidad es leer-dentro, intus-legere. No leer dentro de las cosas reales que están fuera de nosotros, sino leer dentro del objeto que actualizamos al conocer. El objeto posee en su interior, inmanentemente, los cognoscibles en acto. Entender es leer dentro del objeto, profundizar en su interior.

Conocer no es viajar, pues "ya" se tiene la pieza en el zurrón.
No sólo se ha vencido el espacio, sino también el tiempo.

De esto habla Lluís Pifarré en su libro "Entender a Leonardo Polo", p. 72.2
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¿Es la intencionalidad una mediación silenciosa?

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No.
La "intencionalidad" es clamorosa.

La mediación silenciosa es el acto de conocer, pero la intencionalidad no es mediación silenciosa, sino clamorosa : la intencionalidad es el objeto.

Ver el objeto significa ser enviado por el objeto, pues éste no es más que intencionalidad.

De esto habla Lluis Pifarré en su libro "Entender a Leonardo Polo", p. 55.2
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¿Dónde está la verdad, en la cosa o en el conocimiento?

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La verdad está "formaliter" en el conocimiento.

Aristóteles afima que si las formas no están en la mente, están en la materia.
Las formas en la mente son "conocimiento".
Las formas en la realidad son "las cosas".

Las formas que informan la materia no son cognoscibles en acto.
Son cognoscibles en potencia.
Y devienen "acto" en la intención de la operación cognoscitiva, no en la cosa.
El acto de conocer una cosa, no es una cosa, y no es la cosa.
El acto de la cosa está en la realidad.
La verdad de la cosa está en el acto de conocer.

El problema surge cuando se entiende la intencionalidad del conocer como si fuera una "copia" de la realidad. Una "copia" real. Como si la idea fuera una realidad como lo es  la realidad de la cosa.

Para comprender lo que es  la intencionalidad hay que sustituir la noción de "copia" por la noción de "medida". Me explico:

El conocimiento está "medido" por la realidad.
Por eso podemos decir "esse rei causat veritatem", el ser de la cosa "causa" la verdad. Ese "causar" significa "medir".

Lo intencional es "medido" por la realidad. Pero lo intencional no es una "copia" de la realidad. El acto de conocer no posee una "copia" de la realidad, sino que posee "intencionalmente" la realidad. Poseemos, al conocer, un objeto por el que conocermos la realidad.

Debe evitarse la confusión entre objeto y copia.

Ajustar la noción de objeto no es fácil y es imposible si se prescinde del acto de conocer, como si hubiera objetos volantes, o ideas "en sí" o copias reales.

Lo que hace ser al objeto conocido no es el acto de ser de la cosa conocida, sino el acto de conocer del cognoscente.
No hay conocido sin cognoscente.
Una piedra no es conocida en acto si un cognoscente no la conoce. Y el objeto conocido no está en la cosa sino en el cognoscente.

La cosa conocida "mide" la intencionalidad, y en la medida en que mide, "causa" la verdad en el cognoscente, pero sin acto de conocer no hay verdad.

La cosa es original en cuanto causa, no en cuanto verdadera. La verdad de la cosa está en el cognoscente, que es medido por el ser de la cosa.

De esto habla Lluís Pifarré en su libro "Entender a Leonardo Polo", p. 63.3

Para saber más sobre :
la verdad………………………….etiqueta 5.2.1
la intencionalidad……….…..etiqueta 2.2.0
la forma………………………..…etiqueta 1.4.6
el objeto…………………….……etiqueta 2.4.0
el acto de conocer……..…..etiqueta 2.0.1

Arriba de este blog hay una pestaña titulada "el Inteligir humano" que puede también ayudar a entender este tema.

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¿Es el acto de ser personal del mismo tipo que el acto de ser del universo?

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No.
El acto de ser del universo es acto actuante.
"Persiste" según la causalidad trascendental inscrita en la Identidad divina.

El acto de ser personal ("además") es actuosidad.
Metafóricamente es la llama que no se consume.
Arder así, eso es el espíritu.

El "además" es el ser espiritual humano creado, coexistente.

Polo habla de esto en Presente y futuro del hombre. p. 203

Para saber más:
Sobre el acto:…………………….…………..Etiqueta 1.2.1
Sobre el acto de ser personal : .…..Etiqueta 5.0.0
Sobre el además :………………………….Etiqueta 5.5.0
Sobre el carácter de además: ……...Etiqueta 5.4.0
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¿Es el acto jerárquico?

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No debemos pensar la realidad, (el ser que existe "aunque yo no lo piense"), como un "todo", como un mosaico compuesto de múltiples teselas. Todas del mismo nivel. La realidad y el acto son jerárquicos. Describamos la jerarquía:

1. Dios es real. Acto "puro". Identidad.
2. El ángel y el hombre son acto "personal". Realidad abierta por dentro, capaz de conocer y amar.
3. El universo es acto de ser "sencillo".

Las tres realidades, Dios, persona, universo, no están en el mismo nivel. No se pueden connumerar.

La realidad "pensada" no es realidad física.
Un perro pensado no muerde.
El acto de conocer un árbol no es un árbol. Está a otro nivel, superior. Pertenece íntimamente a una persona que piensa.
Son realidades distintas "jerárquicamente".

Filósofo es el que las admira. Admiremos la jerarquía de la realidad.

De un lado el orden del universo. El firmamento. La realidad de una noche estrellada.
De otro lado el orden en mi conocimiento: la realidad que se desvela en mí. Soy capaz de poseerla intencionalmente y amarla.

Pero cuando digo "de un lado" y "de otro lado" no estoy hablando de dos realidades contiguas que compongan, como teselas, el mosaico de la realidad entera o total.

La realidad no es un todo. La realidad es Acto.

Acto Puro del que dependen los actos "jerárquicamente" distintos.

Los actos superiores son más acto, capaces de más, capaces de conocer y amar.

Los actos inferiores, que pertenecen al nivel del acto de ser del universo son sencillos.

La realidad del espíritu (de los actos de ser que son abiertos por dentro) es distinta jerárquicamente de la realidad física.
No debemos pensarla componiendo un todo con la realidad física.
Una pantalla de ordenador, por mucho que brille, nunca podrá "ver".
No se pueden componer "pantalla" y "ver", formando un "todo".

Cuerpo y alma son dos realidades de distintio nivel. No forman un todo.


De esto habla Lluís Pifarré en su libro "Entender a Leonardo Polo", p. 42.4

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¿Cómo ayudar a Bobby López para que siga entendiendo a Polo?

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Yo le diría en primer lugar que el ser se divide en dos: creado e Increado. Criatura y Creador.

Aristóteles y los griegos no conocieron la creación. El universo es para ellos lo que es. Dios es Acto puro. Los otros seres son compuestos de potencia y acto. Las formas aparecen y desaparecen, pero no por creación, sino porque el orden del universo es así.
Efectivamente, Bobby, las formas son actos, pero no todos los actos son del mismo nivel. Algunos son muy efímeros, como las moscas o el humo. Otros son más perfectos, como los movimientos circulares. Todo se mueve, salvo el Acto puro, que es motor inmóvil.

Tomás de Aquino explica filosóficamente la creación, descubriendo un acto que hace que las formas "sean". Este acto de ser no es un accidente, pues los accidentes inhieren en sustancias que ya "son". El acto de ser, que hace ser, es el acto creador. Dios "da" el acto de ser.

Polo descubre que todas las criaturas del universo físico son por un mismo acto de ser: el acto de ser del Universo, al que llama "persistencia". Es un acto sencillo, que se despliega según las cuatro causas aristotélicas. A ese despliegue tetracausal, Polo le llama "esencia" del universo.

El método utilizado por Polo, su propuesta en teoría del conocimiento, es el "abandono del límite mental".
Este abandono tiene cuatro dimensiones.
1ª: Al excluir el límite mental se advierte el "ser" del Universo (gracias al hábito de los primeros principios).

2ª . Al pugnar con el límite mental encontramos la esencia del universo (gracias al hábito de ciencia).

¿Y qué conseguimos con la 3ª y 4ª dimensión? ¡Mucho más!
3ª Al desaferrarnos del límite mental alcanzamos el ser personal (gracias al hábito de sabiduría).

4ª Al demorarnos en el límite mental accedemos a la esencia humana. (gracias al hábito de sindéresis).

Habrá usted notado, amigo Bobby, que el acto de ser del universo es uno y sin embargo, cada persona "es" un acto de ser personal distinto.
Cada "persona" es libertad trascendental, está incluida, al ser creada, en el ámbito de la máxima amplitud, que es Dios.
Y cada "persona" se manifiesta libremente. La manifestación de la persona es la esencia humana.

Si me permite, haré ahora alguna anotación a lo que expone.

-El conocimiento humano más que infinito es irrestricto. Siempre puede conocer más. Lo infinito es inabarcable.

-La libertad es trascendental, la persona es libertad y esa libertad impregna, más o menos, todas sus manifestaciones. La esencia humana no es la libertad, sino su manifestación.

-El hombre no "tiene" acto de ser. La persona humana "es" acto de ser personal. El "tener" es esencial: tenemos inteligencia y voluntad, tenemos virtudes.

-La persona es extracósmica pues no depende de las causas del universo. Pero la persona humana se manifiesta en el mundo, disponemos, libremente, a través del cuerpo. Vivimos encarnados.

-Dice usted bien que Tomás de Aquino acierta a ver que la esencia es potencial respecto del acto de ser.

-Las personas humanas somos, pues, seres libres, distintos del ser del universo, pero creados, como el universo, por Dios. Pero no me olvide usted a los Angeles.

Atentamente
Joseph Kabamba
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¿Es lo mismo la naturaleza humana que las naturalezas del mundo físico?

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En la etiqueta 4.2.0 describimos las distintas "naturalezas" del mundo físico.
Es a ellas a las que les corresponde propiamente el nombre de “naturaleza”.

Llamamos "naturalezas" a las sustancias físicas (causa material + causa formal) con una causa eficiente intrínseca que les hace ser principio de operaciones.

Pero la filosofía clásica ha reservado el nombre de “naturaleza” a la consideración de la esencia como principio de operaciones.

Cuando hablemos de naturaleza humana, siguiendo este último sentido, nos referiremos a lo que la persona humana recibe "de entrada" (lo ya dado) y le permite ser principio de operaciones: de entrada, la persona humana es el compuesto de cuerpo + alma, es decir, la vida recibida de nuestros padres + la vida que aporta cada persona.

Aunque el hombre es cuerpo físico, sus operaciones dependen del cuerpo y del alma.
La naturaleza humana es pues también principio de operaciones, pero en sentido distinto a las naturalezas sencillamente físicas.

Vamos, que no somos animales terrestres.

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¿Es la sustancia la realidad por antonomasia?

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No, la realidad por antonomasia es el acto.

Por una inveterada manía, que preside en gran parte una orientación filosófica correcta, que es el realismo, se suele tender a considerar que la realidad por antonomasia es la sustancia; es lo que se llama realismo “sustancialista”.

Esto viene de Aristóteles que divide las categorías en sustancia y accidentes.

Si se entiende que la sustancia es la realidad por antonomasia se concluye que la plenitud de la noción de acto corresponde a la entelécheia. Ser real como una montaña es real, como un monolito.

Sustancia es entonces el sentido del acto más importante. Y el pensamiento sería un accidente, importante, pero accidente.

El conocimiento en acto, el acto de conocer, se considera secundario, como si fuera  un accidente de la montaña, como si fuera un volcán. Se le presta menor atención, y al fin y al cabo sería un asunto marginal a la filosofía primera.

El ser personal no es estrictamente sustancia. Podemos pensarlo o “suponerlo” como sustancia. Es correcto. Pero el ser personal es otro sentido del ser. La persona, más que sustancia es subsistente espiritual, y por lo tanto abierto por dentro.

No es lo mismo ser una montaña que “conocer” una montaña.
“Conocer” es ser comunicando, incorporando otras realidades.
Estamos abiertos por dentro y por fuera.

La imagen del volcán (que es sólo una imagen) nos sirve como eso, como imagen. Somos energía, enérgeia, pero no energía física sino “espiritual”. La persona puede dar más, puede darse, ser comunión.

Puedo poner todas mis “energías” al servicio de Dios. Y de los leprosos.

Glosa a Polo en Introducción a la Filosofía, p.71.2

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¿Es la "sustancia" lo más separado?

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Según Aristóteles lo real, el ente en sentido primario es lo separado, al no estar mezclado con otro. Así entendido, el ente es la sustancia, que es, antes que nada lo separado.
La característica más neta de la sustancia no es ser en sí, sino, no ser en otro. Sustancia significa realidad separada.

Aristóteles dice también que el intelecto es separado. De ahí, algunos han deducido que si está separado, el intelecto tiene que ser sustancia, como es el caso de la concepción del intelecto agente averroísta.
Si esta separación se entiende de igual modo que la separación sustancial, es una incorrecta interpretación de Aristóteles.

El conocer es lo más separado, pero no a la manera de la sustancia.

La realidad sustancial es otro sentido del acto, y es absolutamente exterior al conocimiento.
Para la ontología, la noción de sustancia es muy importante, por eso se incurre fácilmente en la confusión de incluir el conocimiento en el orden sustancial, erigiéndose la categoría sustancia en criterio único.

Y no es así porque la sustancia no es más que lo que es, su separación es una autolimitación, en cambio el conocimiento no es una autolimitación sino apertura.

El intelecto no está separado de la misma manera. El conocer es lo más separado, pero no a la manera de la sustancia.

El conocimiento no es una cosa, no es una caja, no es una jaula.

Conocer es acto coactual, posesión de lo conocido sin confusión óntica. La unidad entre acto de conocer y conocido es más íntima que la composición de materia-forma de la sustancia.

De esto habla Lluis Pifarré en su libro "Entender a Leonardo Polo", p. 52

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¿Son equivalentes la sustancia, la naturaleza y la esencia?

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No.
A veces se toman indistintamente y son muchos los textos, sobre todo aristotélicos o aristotélico-tomistas, en que no se aprecian muchas diferencias entre ellas.

¿En qué se distinguen según Polo?

Hay sustancias que no son naturalezas.
Son sustancias elementales (Polo las llama también sustancias naturadas). Son lo puramente elemental, lo que hoy son los quarks, los bariones, etc. Son meras sustancias. Puros efectos, pero no causas; puros efectos, o sea, que a su vez no causan. Las sustancias naturadas son sustancias carentes de naturaleza, brutas sustancias.

Hay otras sustancias superiores, justamente porque son también principo de operaciones.
Por ejemplo, las sustancias vivas, los vivientes del universo; o sea, un animal como sustancia, o una planta. Las sustancias superiores no se limitan a ser sustancias, sino que además son causas de. Llamamos naturaleza a esas sustancias: a la sustancia en tanto que “principio de operaciones”.

Si las sustancias elementales se caracterizan por su hilemorfismo (causa material + causa formal),  las sustancias superiores se caracterizan por su tricausalidad (causa material + causa formal + causa eficiente intrínseca).

¿Y qué es el esencia?
Esencia indica perfección.

La esencia del universo no es otra cosa que la unidad ordenante que aparece con la causa final. El universo como esencia es justamente la totalidad causal. Polo la suele llamar tetracausalidad (material + formal + eficiente + final).

El universo es entendido así como una tetracausalidad.

La esencia del universo o el universo como esencia es la tetracausalidad, la unidad de orden y su cumplimiento necesario.

La unidad de orden en cuanto que unidad ordenante. Es la unidad como telos, como fin.

La esencia del universo se distingue, dependiendo, del acto de ser del universo.
El acto de ser del universo es el primer principio, o ser primero. Es el ser trascendental que se distingue realmente de las causas predicamentales.

Si se entiende bien este orden intracósmico, podemos ahora avanzar que la esencia humana, al ser libre, se distingue de la esencia del universo, que es tetracausal.
(De ahí que se pueda decir que la persona humana es extracósmica).

La esencia humana es la manifestación de la persona humana. Su disponer.


La esencia de la persona humana. Notas sacadas de la conferencia dictada el 25-XI-1994 en el salón de grados Mª Zambrano de la facultad de filosofía y letras de la Universidad de Málaga. (Miscelánea poliana nº 4, p.36.2, 37.2 y 38.4). Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García

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¿Por qué es problemática la noción de sustancia?

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La noción de "sustancia" oscila a lo largo de la historia de la filosofía.
Se aplica tanto a los elementos básicos del universo como a Dios (se habla, por ejemplo, de la sustancia divina).

Su problematización proviene de que se piensa la realidad al modo griego: el todo es el cosmos. Un cosmos muy ordenado en el que hay sustancias inferiores y sustancias superiores. La sustancia suprema sería el Acto puro, sustancia divina, sustancia inteligente.

Polo acierta cuando nota que Aristóteles oscila a lo largo de su Metafísica. Unas veces habla de la sustancia como puro efecto y otras veces dice que la sustancia no es otra cosa que causa. ¿En qué quedamos?

Polo propone afinar las nociones de sustancia, naturaleza y esencia. Pues no deben significar lo mismo y corremos el riesgo de confusión si las empleamos indistintamente.

Habría que reservar el nombre de sustancia a los efectos puros del universo físico. Es decir a lo que la física actual llama quarks, bariones, etc.

Y debemos llamar naturalezas a las sustancias que son también, no sólo efectos, sino causas, principio de operaciones. Por ejemplo, los seres vivos del cosmos.

La esencia del universo, tal como Aristóteles atisba, no es otra cosa que el orden del universo, la tetracausalidad  que da razón del por qué las sustancias no son sólo efectos, sino también causas, naturalezas. Me explico: es el orden que existe desde siempre en el universo, su esencia, el que determina que unas sustancias sean sólo efectos y otras sustancias sean también causas, naturalezas.

La esencia del universo es, por así decirlo, el universo entero.

Inmediatamente debemos decir que Dios y las personas no pertenecen a ese universo.

Primero Dios. Dios no es efecto. Dios no es sustancia. Y Dios tampoco es propiamente causa.

Debemos reservar la noción de causa para los principios intracósmicos, para las sustancias que son principio de operaciones (las "naturalezas") y para el universo como esencia.

Dios es Origen.

Cuando pensamos a Dios como lo piensan los griegos, lo consideramos como un efecto, como parte de la naturaleza ya dada, desde siempre, aunque sea la naturaleza más alta o divina. Dios no es el producto eterno de su actividad.

De modo análogo, no le conviene a la persona humana el nombre de sustancia.
Le conviene en cuanto que al nacer, en cuanto que "encarnada" en un cuerpo, es efecto del universo. En ese sentido sí es sustancia. Y es naturaleza como los animales son naturalezas.

Vale pues hablar de naturaleza humana, siempre que no olvidemos que la naturaleza humana es dual: vida biológica "natural" recibida de nuestros padres y vida abierta por la persona que somos.

En cuanto que animales, somos intracósmicos, pero en cuanto que nuestra vida es manifestación de la persona, no dependemos del universo, y por tanto no somos efecto, sino novedad libre.

De ahí que sostengamos que es impropio hablar de Dios y de las personas humanas como sustancias.

La esencia de la persona humana. Notas sacadas de la conferencia dictada el 25-XI-1994 en el salón de grados Mª Zambrano de la facultad de filosofía y letras de la Universidad de Málaga. (Miscelánea poliana nº 4, p.37.2). Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.

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¿Es acto una patata?

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La patata en sí es, efectivamente acto. Pero un sentido del acto distinto del acto de conocer o del acto de ser.

La patata en sí es, para Aristóteles, entelechéia, sustancia.

Es otro sentido de la actualidad que deslumbrará a Aristóteles de tal manera que toda la filosofía realista se sentirá empujada hacia posturas sustancialistas.

Pero eso es otra historia.
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¿Quién destrona a la sustancia en la filosofía trascendental?

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El pensamiento griego es sustancialista.

El universo es considerado como un conjunto de sustancias, afectadas de distintas maneras por procesos o movimientos entre ellas; excepto el primer motor, que es inmóvil, intelecto separado que se piensa a sí mismo.

El pensamiento medieval asienta que la existencia de cada sustancia le ha sido conferida por Dios.

La filosofía trascendental de Kant se centra en las condiciones de posibilidad de las sustancias. Supone que sólo desde el yo (que es lo trascendente) se accede intelectualmente a ellas. Pero tanto Dios, como el yo, como todo lo que existe siguen siendo sustancias. Siguen reinando.

Heidegger sabe que debe existir algo que decida la suerte del mundo. ¿Es mi libertad la que sentencia qué palabras y qué verbos merecen vivir?

La antropología trascendental de Polo propone mirar la realidad radicalmente.

Distingue así tres actos de ser:

El ser extramental (el ser del universo) es principial, fundamental causal.

El ser personal (cada persona) es un ser además, añadido, ser segundo.

El ser Originario (Dios) es la identidad: un primer principio del ser extramental, sí; pero también la plenitud del ser personal que, sin perder su identidad, se dona y se replica para nuestra felicidad.

¿Dónde quedan las sustancias? Las pobrecicas se han quedado como elementos del universo. Son como los dados de un parchís. Jugamos con ellas.

Inspirado en Notas y glosas sobre la creación y los trascendentales. Juan A. García González. Miscelánea poliana nº 11. Nota 2, p. 83. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García.

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¿Está la sustancia separada?

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Aristóteles dice que el intelecto es lo que está totalmente separado.

Esto Tomás de Aquino lo glosa de una manera muy aguda, pues dice que el intelecto agente está tan separado como la sustancia "pero más", o sea, de otra manera.

En efecto, la sustancia está separada para seguir siendo sustancia; en cambio, el intelecto agente está separado para poderlo entender todo, y por eso se puede decir que el intelectus puede hacerse todas las cosas. Es activo, tiene más o menos poder para "separar" todas las cosas, poseyéndolas intencionalmente.

La noción de sustancia, como el resto de las categorías, hay que reservarla para el ámbito de la realidad física.
Sustancia es cualquier compuesto hilemórfico, es decir, cualquier compuesto de materia y forma.
La forma "separa" la sustancia de la indeterminación de la materia.

Ya se ve que es una "separación" ínfima, pues está regida por el orden del universo. No se sale del universo, mientras que el conocimiento intelectual es extracósmico.

Cuaderno la esencia humana. p.106.2 

¿Podemos llamar sustancia al hombre?

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Pienso que debemos reservar el nombre de "sustancia" a lo real inerte, compuesto de materia y forma.

El acto de la sustancia es la forma sustancial, que depende de la causa eficiente y de la causa final.

La expresión "ser real" tiene dos sentidos distintos : la realidad en sí que se llama sustancia, y la realidad del conocer, (etiqueta 2.0.1) que no es sustancia.

La realidad del “conocer” es otro modo de ser, abierto, comunicante.

No conviene a Dios el nombre de sustancia, pues en Dios no hay composición de materia y forma. Dios es Acto puro. Noesis noesos. Conocimiento abierto. No es un ser "en sí".

Juan Fernando Sellés también ha explicado por qué la noción de sustancia (al igual que el resto de las categorías) hay que reservarlo para su ámbito : la realidad física.
Sustancia es cualquier compuesto hilemórfico, es decir, de materia y forma.

Según Polo, la persona no es un individuo “en sí”, no es una sustancia. Esto es una especie de insulto para la persona. Porque la persona es « apertura ». Es libre, amorosamente.

Es verdad que las plantas y los animales también son una cierta apertura. Pero es una apertura que no es íntima, que no es libre, que no es irrestricta, y menos aún amorosa, es sólo una apertura para realizar lo que está programado para su especie.
La vida de las plantas y los animales está al servicio de la realidad física del universo. El hombre, sin embargo, no es una realidad física (aunque la persona humana tenga realidad física).

Sustancialismo es la doctrina filosófica que defiende que todo lo real es de índole sustancial.
No sólo la realidad física, sino toda la realidad.
Según el sustancialismo la persona humana, e incluso Dios, serían sustancias.

Otro ejemplo : el acto de “conocer” no es una sustancia (un qué físico), ni un accidente (algo que se dé en una realidad física).

La persona es subsistente racional o espiritual. Y el hombre, la persona humana, es un espíritu en el tiempo.

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¿El conocimiento es sustancia o accidente?

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Ni lo uno ni lo otro.
Sustancia y accidente son categorías físicas.
El conocimiento no es físico.

La sustancia material es el término de una generación y existe mientras no se corrompe, en cambio, el conocimiento ni se genera ni se corrompe, no tiene nada que ver con los movimientos transitivos.

El conocimiento es inmaterial.

De esto habla Lluís Pifarré en su libro "Entender a Leonardo Polo", p. 61

Al hablar del movimiento en la Etiqueta 1.15.0 explicamos lo que es el movimiento transitivo.

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¿Qué pieza es clave para comprender la convertibilidad de los trascendentales metafísicos?

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La convertibilidad del ser, la verdad y el bien  no se comprende sin el ser "cognoscente" y "amante".

En efecto, la verdad y el bien son trascendentales "relativos". Relativos porque es la persona la que conoce el ser como verdadero y lo ama como bueno.
Son relativos a la persona que conoce y ama.

Ya desde su primer planteamiento en la escolástica medieval, la "ciencia" y el "amor" divinos son el fundamento del valor ontológico de los trascendentales "verum" y "bonum". Las cosas son verdaderas porque Dios las conoce y son buenas porque Dios las ama. Dios es Persona (Tres).

Sólo el "ser personal" descubre el ser.
Sin la persona no se podría dar lo verdadero ni lo bueno, a falta de un ser cognoscente y amante.

Leonardo Polo propone que la doctrina clásica sobre los trascendentales requiere una profundización y ampliación.

No se trata de desprestigiar la doctrina clásica del valor "ontológico" de la verdad y bondad del ser cósmico,  sino de señalar que los trascendentales metafísicos exigen un ser de un orden superior.

Un ser personal que más que realidad inteligible es "conocer" y más que realidad buena o digna de ser amada, es "amar" y "don personal".

La realidad personal no se confunde ni es absorbida por la realidad cósmica.
Ésta es sencilla. Aquélla es libre.


De esto habla César Montijo en su tesis doctoral "Don y criatura. La creación personal según la estructura donal en  la Antropología trascendental de Leonardo Polo". p. 342. Cuadernos doctorales de la Universidad de Navarra.  Volumen 21/2011.

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¿Cómo se convierten los trascendentales metafísicos?

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No he encontrado tadavía la fórmula poliana para expresar el modo de conversión de los trascendentales metafísicos.

Para las trascendentales personales sí que la he encontrado: ellos se convierten por continuación.
La intimidad del co-existir personal humano se convierte con la libertad y, por continuación, con los otros trascendentales personales.

Podemos encontrar una pista en AT I, p.219.2.
En efecto, sabemos que el sentido más alto del acto de ser es "dar".
Si no significase "dar", el acto de ser sería una trascendental cerrado (Parménides).

Luego la conversión de los trascendentales metafísicos no se entendería sin la apertura que se describe en antropología.
Desde el "dar", sí se entiende.
Sin el dar, ser-verdad-bien, trascendentales metafísicos, son lo mismo.

Desde el "dar", se entiende mejor que el trascendental absoluto "ser", se convierta con los trascendentales relativos, verdad y bien.

Quizá la fórmula para expresar esa conversión es : se convierten por "docilidad".
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