¿Qué pieza es clave para comprender la convertibilidad de los trascendentales metafísicos?

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La convertibilidad del ser, la verdad y el bien  no se comprende sin el ser "cognoscente" y "amante".

En efecto, la verdad y el bien son trascendentales "relativos". Relativos porque es la persona la que conoce el ser como verdadero y lo ama como bueno.
Son relativos a la persona que conoce y ama.

Ya desde su primer planteamiento en la escolástica medieval, la "ciencia" y el "amor" divinos son el fundamento del valor ontológico de los trascendentales "verum" y "bonum". Las cosas son verdaderas porque Dios las conoce y son buenas porque Dios las ama. Dios es Persona (Tres).

Sólo el "ser personal" descubre el ser.
Sin la persona no se podría dar lo verdadero ni lo bueno, a falta de un ser cognoscente y amante.

Leonardo Polo propone que la doctrina clásica sobre los trascendentales requiere una profundización y ampliación.

No se trata de desprestigiar la doctrina clásica del valor "ontológico" de la verdad y bondad del ser cósmico,  sino de señalar que los trascendentales metafísicos exigen un ser de un orden superior.

Un ser personal que más que realidad inteligible es "conocer" y más que realidad buena o digna de ser amada, es "amar" y "don personal".

La realidad personal no se confunde ni es absorbida por la realidad cósmica.
Ésta es sencilla. Aquélla es libre.


De esto habla César Montijo en su tesis doctoral "Don y criatura. La creación personal según la estructura donal en  la Antropología trascendental de Leonardo Polo". p. 342. Cuadernos doctorales de la Universidad de Navarra.  Volumen 21/2011.

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