El término trascendente tiene su origen en la voz
latina transcendo lo que hace pensar que todo trascendente necesite un
referente obligado. Y ésa es la dificultad, porque los trascendentales reales
son irreferentes.
La dificultad semántica viene porque transcendo
está compuesto de trans y scando y connota un "pasar"
"subiendo", un ir más allá, superando un obstáculo o límite.
Todo trascendente debería así hacer referencia a un
límite a franquear.
Esta dificultad puede llevar, como le ocurrió a
Schelling, a pensar que lo trascendental es relativo.
Para no caer en ese error, no olvidemos que lo
trascendente propiamente dicho es lo realmente último (o realmente primero).
Si lo llamamos trascendente es porque aludimos al
método que permite alcanzarlo, que consiste en trascender o abandonar el límite
mental.
Lo trascendental (o los trascendentales, ya que lo
trascendental es plural) es irreferente (o absolutamente, o porque se refiere a
lo absolutamente irreferente).
Y sobre todo debemos decir que no es una invención
humana, sino un hallazgo.
Siendo niño subía con mi padre los montes que aquí
llaman del Cristal. Y al llegar a la cumbre nos abríamos al ámbito de la máxima
amplitud.
Ideas
y textos sacados del Cuaderno de Anuario Filosófico n. 36. Ignacio Falgueras,
Esbozo de una filosofía trascendental, p. 19
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