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La unidad del ser es, ante todo, la unidad de la Identidad Originaria, Dios.
La plena unidad del ser (Dios)
dispone también de interioridad, de intimidad. No se rompe al ser Trina.
A la unidad originaria del ser
conviene, por tanto, la réplica personal: el Verbo que traspasa a Dios como
pensado (el Hijo que traspasa el Entender divino).
La unidad del ser es, ante todo, la unidad de la Identidad Originaria, Dios.
Tomás de Aquino dice que el Verbo de Dios no es el Padre entendiéndose a sí mismo, sino "el engendrado" por ese "entenderse a sí".
Se da cuenta de que el Hijo no se reduce a ser objeto de conocimiento, es
decir, a "ser entendido". El Hijo traspasa el "ser entendido",
no es una mímesis ideal sino una
realidad "personal" (Polo, La verdad como inspiración).
Pues bien, la dualidad de la coexistencia
(que no es otra cosa que el co-ser personal humano o la persona humana en tanto
que co-ser) es también interior a la unidad del ser, no la rompe, sino que es
justamente su interioridad.
Podemos mirar esa
dualidad interior, en la que los trascendentales personales se convierten, sin
atentar a la unidad, pero igualmente podemos mirar cómo la persona se dualiza
también, hacia más adentro que el dentro, buscando su réplica (mejor decir “la
Réplica”).
Es así como
entenderemos que la persona está incluida en otra unidad a la que no altera: la
Identidad de Dios como Origen, es decir, el ámbito de la máxima amplitud de la
existencia, que es Dios.
La coexistencia
humana es así un dentro, en Dios, no localizado, atópico y creciente,
indeterminable por interminable.
La persona humana
no rompe la unidad de Dios.
Y su ser "co-ser", no rompe tampoco la unidad de su vida humana, pues precisamente la vida de cada uno crece gracias a que la persona está abierta por dentro a Dios y por fuera al universo que esencializa en mundo y a las demás personas en comunión de esencias.
La unidad de la
vida humana es un "hacia" la unidad de Dios, es un gozar, repito,
interminable, de la intimidad de Dios.
De esto habla Juan A.
García González en Miscelánea poliana n. 43: "La unidad del ser y la
coexistencia humana". 11 julio 2013. Jornadas castellanas tras el
fallecimiento de Polo.
Para saber más sobre la
unidad, ir a la Etiqueta 1.14.0
Y su ser "co-ser", no rompe tampoco la unidad de su vida humana, pues precisamente la vida de cada uno crece gracias a que la persona está abierta por dentro a Dios y por fuera al universo que esencializa en mundo y a las demás personas en comunión de esencias.
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