El acto de conocer forma el tema conocido "separando".
Nos puede servir el ejemplo de una fotografía.
Una fotografía envía a una realidad distinta
sirviéndose de la cartulina.
La fotografía es intencional: veo la fotografía y me
conduce, acompañando, al fotografiado.
La cartulina es el soporte físico de su
intencionalidad.
Pues bien, la intencionalidad cognoscitiva es como una
fotografía "separada" de la cartulina. El acto de conocer es la
"separación", el acto que separa in
mente el objeto conocido de su unión con la materia tal como se presenta en
la imagen sensible. Lo pasa de estar unido a la materia a estar separado,
intencionalidad pura.
La intencionalidad pura u "objeto" conocido,
que nos lleva a la realidad, debe prescindir de lo físico o material.
No de lo físico o material de la realidad conocida,
sino de lo físico mío, de lo físico de mi especie impresa, de las condiciones
materiales de mi imaginación.
Conocer no es poseer fotografías en el cerebro (eso es
más bien la imaginación) sino iluminar, hacer aparecer verdaderamente lo
conocido, separar.
La intencionalidad es un camino transitado de acuerdo
con el acto, de acuerdo con la "separación", con el dejar de lado mi materialidad.
De
esto habla Lluis Pifarré en su libro "Entender a Leonardo Polo", p.
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