No, la persona no es un "yo quiero absoluto", espontáneo,
sin lazos, o un capricho arbitrario.
Los elementos racionales están siempre presentes en las decisiones,
que obedecen a "motivos".
Sopesando motivos se justifica la decisión misma y a ella sigue el
imperio, que es un acto racional, no un acto de la voluntad.
Tampoco existe una voluntad "trascendental". La persona, en
tanto que amor, es comunión, intercambio de dones, ofrecidos libremente.
La vida que crece con nuestros actos voluntarios no es voluntad de
poder, sino canto que Alguien debe escuchar.
Sí, Nietzsche no se equivoca cuando intuye que Dios sabe bailar.
Para saber más leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y
su crecimiento, pp. 197-206
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