Porque la verdad "personal" es el valor supremo. No se la
puede sustituir por nada que sea instrumento para satisfacer necesidades. Es el punto de llegada y de partida. El alfa
y omega.
Cuando se trata de la verdad que nos enamora, ya no se trata de
utilidades (coca o fanta, intercambiables para calmar la sed). Ahora se trata
de cantarle. A ella.
La libertad no puede ser intensa no puede dirigirse a Dios cada vez
con más intensidad, si no encuentra
el camino de su verdad. Encontrar el Camino no es otra cosa que enamorarse de
la Verdad, personal.
El acontecimiento inicial de la verdad es plural: cada caminante sigue
su camino. Para unos será de asfalto; para otros de tierra oscura y raíces.
Pero todos nos añadimos a la misma fuente, al mismo fuego.
La verdad más profunda que podemos encontrar en esta vida es nuestra
verdad personal. Es ella la que pone en marcha la libertad.
“La verdad os hará libres”, dice el Evangelio. La verdad siempre
encomienda. A cada uno su camino.
Así
termina Polo, más o menos, el último capítulo de "Quién es el hombre"
.
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