No exactamente.
A pesar de la nobleza del "desear", poder amar es más que
desear.
La voluntad sí que es una tendencia, un deseo; pero la libertad
personal puede no desear nada, sino, al contrario, puede ponerse al servicio de
la verdad.
Entender la vida como donación es muy distinto de entenderla como
satisfacción de las propias necesidades o deseos. Y enamorarse es eso, darse
cuenta de que el sentido de mi vida está en esa verdad que me inspira.
La verdad no es el fin o el término a partir del cual hemos de dirigir
la conducta (porque quiero conseguir eso, me muevo hacia eso), sino que puede
ser una fuente de inspiración capaz de movilizar a la persona.
Polo dirá: "cuando uno encuentra su vocación ha de vivirla, y al
vivirla, la verdad se despliega a partir de su "encuentro".
De esto
habla Rafael Corazón en la glosa a Leonardo Polo de su manual Filosofía del
conocimiento p. 136.3
.
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