Hegel nos ha enseñado que el espíritu es el saber de
sí.
Y el poder del espíritu es la fuerza del negativo.
Si el espíritu fuera algo determinado, puede
transformarse y aniquilarse.
Pero al no ser algo determinado, al ser negatividad,
al ser pura fuente, el espíritu sabe que no necesita distinguirse de la nada.
Polo apoya esta afirmación al decir que el espíritu
sabe de la persistencia del ser y sabe que él mismo, en tanto que espíritu, es
una fuente.
La persona es un ser lleno de perfecciones propias
siempre por manifestarse, es subsistente en el Origen, no necesita del
universo.
En esto Hegel tiene razón: el espíritu es inmortal.
Esto no quita que la persona también tenga que ver con
la nada.
Polo muestra que el amar personal (que es uno de los
cuatro radicales antropológicos) debe actuar para darse a través de sus obras.
Si la voluntad no quiere, nos quedamos con las manos
vacías. Con nada.
Con nada para dar. Sin Amor.
Glosa
a Juan A. García González: Existencia personal y libertad. Anuario filosófico
nº 95. 2009, p. 351, nota 52
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario