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¿Quién va por delante, el tener o el dar?


Ni el uno ni el otro.



El planteamiento clásico
da la preeminencia a la razón (que es un "tener"). La libertad se manifiesta aquí en la capacidad de decidir entre los medios que la razón práctica propone para alcanzar el fin (el fin es otro "tener" más alto, que nos viene dado).

El planteamiento moderno da la preeminencia a la voluntad, identificándola con la libertad espontánea de hacer lo que me da la gana. Un dar no se sabe por qué.

Polo ajusta el problema. La libertad trascendental, que se convierte con cada persona, es la inclusión atópica en el ámbito de la máxima amplitud, que es Dios.
La preeminencia la tiene el Creador. Que nos da el “tener” y nos llama simultáneamente a “dar”, según nuestro querer.

La Verdad no es así una "forma" impuesta desde fuera (su amplitud es máxima e irrestricta).
Esta Verdad que inspira con su encuentro es el enamoramiento. Y nuestra libertad personal (trascendental) es nuestro canto enamorado a la Verdad.

Cada uno, según sus circunstancias, buscará (libertad esencial) los medios más adecuados para el poema o cántico que es su vida.







Para saber más leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y su crecimiento, pp. 197-206


¿Significan lo mismo enamoramiento y amor?

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Es usual decir que el enamoramiento es una etapa de obnubilamiento que debe dar paso a la claridad del amor.

No estoy completamente de acuerdo con esta visión que ve el enamoramiento como un paso previo, ingenuo, que debe desaparecer al llegar a la madurez.

Por otra parte, y en sentido contrario, es también usual decir que se debe volver al primer amor, o que hay que quererse como novios. Mi opinión está más cerca de esta segunda versión del enamoramiento.

Para mí, amor y enamoramiento significan lo mismo.
Dicho rápidamente: o el amor es enamorado, o no es amor.

También es cierto que para mí el enamoramiento y el amor verdadero es el enamorarse de Dios (el amor entre varón y mujer no da para tanto).


Hagamos algunas aclaraciones: que el enamoramiento significa descubrir que el otro (o la otra) es necesario.
El enamoramiento tiene el carácter de un acontecimiento en forma de encuentro (es un encontronazo). Uno "se cae" en la situación de enamorado. Es una "eventualidad imprevista": se cae en el amor.

No es un acontecimiento deliberado, surgido por las vueltas que el varón, por ejemplo, le da en su cabeza a la presencia de la mujer. Se trata de un acontecimiento cu­riosísimo y que tiene lugar instantáneamente: es un descubrimiento fulgurante. En un momento, uno dice: ésta o ninguna. Por eso no es “genérico”, ya no es «la hembra de la especie», sino que es «ésta»; y «ésta» como realidad personal.

Esta si­tuación de enamorado es querida y, al mismo tiempo, remite a la otra persona como nece­saria: no puedo pasarme sin ella.
Cuando alguien está enamorado de una mujer es que no puede pasarse sin «esa» mujer (casarse por dinero o por motivos sociales está fuera de cuestión aquí).
Enamorarse de una mujer es darse cuenta de que uno no puede pasarse sin ella.

Si el amor no fuera correspondido habría que matarlo.
Pues nos daríamos cuenta que el otro (o la otra) no son tan necesarios como creíamos.

El Amor de Dios sí que es enamorado (siempre correspondido).
Y el amor del matrimonio es símbolo real de ese Amor. De ahí su fruto y su sabor.
El amor del matrimonio es camino del Amor.

Los santos viven ya enamorados del Amor.


Ideas inspiradas en la pregunta nº 26 de "ANALÍTICA DEL AMOR". Entrevista de Juan Cruz Cruz con Leonardo Polo, que pueden ustedes encontrar en el nº 33 de la revista Miscelánea poliana.


https://www.leonardopolo.net/serie-filosofia-33-2011/

Para saber más vayan a las etiquetas de este blog:
18.1.1 analítica del amor;
1.2.2 amor;
1.13.0 familia y amor;
6.9.6 enamoramiento;
6.4.0 símbolos

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¿Cómo era la oración de don Leonardo Polo?

 


Ver rezar a don Leonardo ante el Sagrario era ver cómo vivía su encontronazo con Dios, con la verdad de su Vida.
Era un aceptar lo que Dios le iba dando, aumentando la comunión con su Réplica.
 
Más que oración mental habría que llamarla oración trascendental.
 
Juan Fernando Sellés dice que entre Polo y Dios, en su oración, no había ni un papel de fumar.
No “hacía” oración, sino que su persona era orante.
Estaba ensimismado en las Personas divinas como un niño que balbucea. Como un niño al que Dios premia con nuevas luces.
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¿Por qué dice Polo que la verdad es el contexto del enamoramiento?

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Lo dice hablando no de una verdad cualquiera, sino de la verdad personal, mi verdad trascendental.

Al encuentro con esa verdad, Polo lo llama enamoramiento. Que no es sentimental, sino íntimo.

Platón habla del amor como deseo de engendrar en la belleza. Ese "deseo" apunta más bien a una motivación, a una idea que mueve.

Aquí estamos en otro contexto. Estamos en el contexto del desvelamiento de mi co-ser, siempre más. Enamorarse lleva consigo la aparición de actos de homenaje a la verdad encontrada, y sólo a ella. Actos que antes no se podían ejercer o expresar de ninguna manera.

No se trata de un "sujeto" aislado que conoce "verdades" o motivos para su realización. Es un encuentro entre el Creador y su hijo.

Es la novedad de la libertad creada, filiación, que busca y encuentra el sentido de su vida: cantarle a su Creador.

Esta novedad toma cuerpo, o se manifiesta, en nuestra vida, arrancando enteramente de la inspiración que el encuentro trascendental provoca.

Lo que da sentido a mi vida es el desvelamiento de mi ser. La verdad personal es el contexto en el que me enamoraré, siempre más.






Para saber más leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y su crecimiento, pp. 197-206
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¿Qué es la inspiración?

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La inspiración es la manifestación de la verdad encontrada.

Inspirar es "manifestar" la verdad encontrada.

Iluminar, por ejemplo, es un modo de "manifestar" esa verdad.


En el momento de la concepción de la persona humana, nace una vida dual, en la que podemos distinguir (sin que hayan existido por separado) una vida recibida de nuestros padres y una vida "añadida", que es actualizada por la persona que acaba de ser concebida. De ahí que podamos hablar de un refuerzo o asistencia permanente de la vida, manifestación de la persona creada.

Pues bien, la vida añadida no se limita a reforzar la vida recibida sino que se "inspira" en ella, manifestándose al ir encontrando la verdad.
Gracias al cuerpo (que en cuanto dimensión de la vida recibida nos sitúa en el mundo) la persona se inspira, se manifiesta, y se compromete.

La inspiración más alta es la que acontece cuando se encuentra, en el tiempo, la verdad personal: es el enamoramiento. La persona canta a su réplica, más o menos bien, según la medida de su inspiración.

La réplica no es una idea fija, acabada, sino que en la medida en que se va encontrando, inspira el canto interminable con el que, en el Hijo, daremos gloria a Dios.


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¿Tiene la persona algo que decir a la verdad?

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La verdad es el desvelamiento del ser.

La persona humana es capaz de verdad.

El ser personal es luz que puede ir mostrando la verdad.

 

Pues bien Polo dirá que la persona como además tiene algo que decirle a la verdad, algo que “cantarle” a la verdad.

 

Estamos hablando de la verdad personal o verdad trascendental de la persona humana.

No se trata de una “idea”.

 

El encuentro de la libertad que busca con la verdad personal dispara un proceso interior, es una fuente de inspiración, es una novedad.

 

A la sustitución de la motivación (que está a nivel esencial) por la verdad personal encontrada puede llamarse enamoramiento.

Enamorarse lleva consigo la aparición de actos de homenaje a la verdad, y sólo a ella, que antes no se podían ejercer o expresar de ninguna manera. La verdad personal es el contexto del enamoramiento.


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¿Qué es el amor?

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Amor es comunión fructífera y sabrosa entre personas.

Dicho de otra manera, el amor es la comunión de personas que se afirman mutuamente.
Comunión asentada por la afirmación que uno hace del otro, del ser del otro.

Cuando dos personas se aman, se afirman mutuamente, al aportarse su "querer que el otro sea más". Estamos revelando que queremos añadirle nuestro "querer que sea más". Nos estamos "declarando".

Todos los actos de la voluntad, en cuanto que se diferencian de las operaciones cognoscitivas, tienen un carácter de autorevelación.
(No así las operaciones cognoscitivas, cuya intención es de "semejanza").

Así, cuando digo, me gusta el chocolate, revelo que "a mí" me gusta el chocolate.

Y no porque me guste como le pueda gustar la leche al gato, sino porque "la persona que soy" está constituyendo el acto de mi voluntad.
Los actos de la voluntad necesitan ser constituidos por la persona, que se manifiesta "aportando", desde su querer-yo.

El yo está en nuestras acciones, incluso cuando sencillamente escribo, pero la manifestación del yo en el escribir es una manifestación muy pequeña, casi ínfima.

Hay amores más altos, hay una jerarquía del amor.

Se debe llamar propiamente "amor" al analogado principal de esa automanifestación: al amor dirigido a un ser que cumpla la condición de grandeza e inagotabilidad.
Y que corresponda a ese amor.

Amor es, pues, la comunión fructífera y sabrosa entre personas.



Ideas inspiradas en la pregunta nº 1 de "ANALÍTICA DEL AMOR". Entrevista de Juan Cruz Cruz con Leonardo Polo, que pueden ustedes encontrar en el nº 33 de la revista Miscelánea poliana.

Para saber más vayan a las etiquetas de este blog:
18.1.1 analítica del amor;
1.2.2 amor ;

6.9.6 enamoramiento.
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¿Es el filósofo un enamorado?

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Se es filósofo como amante y servidor de la verdad.

A partir de la admiración la filosofía pone en marcha un número creciente de dimensiones humanas, que sin el filosofar quedarían inéditas. ¡Crecemos por dentro!

La filosofía es descubridora de las dimensiones más profundas del ser humano.

En las naves griegas se esculpía: "vivir no es necesario, navegar sí".

No es el filósofo un espectador, como quien asiste a la maravilla de una verdad que se desvela desde la admiración.
El filósofo está enteramente comprometido con la verdad, convocado por ella.
"Filosofar es necesario, no sé vivir sin filosofar".

El que ha empezado la indagación no puede dejarla. Lo cual sugiere un más alto vivir.

Si se progresa en la formulación del ser, también se profundiza en el ser humano. Belleza que convoca, amor.







Glosa a Polo en Introducción a la Filosofía, p.41.2

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¿A qué llama Polo "enamoramiento"?

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A la sustitución de la "motivación" por "la verdad encontrada" puede llamarse "enamoramiento".
Cuando la verdad puede sustituir toda motivación, estamos enamorados.

La verdad útil es "motivo" para obrar, nos mueve a elegir.

Pero ahora se trata del "encuentro" con la verdad que inspira, no la verdad útil, sino la que desvela nuestro destino. Es "ésta", (esta mujer), y me enamoro.

No es cierto que haya siempre motivos (ni que busquemos obstinadamente motivos ocultos e inconfesables).

Tomás de Aquino también lo vio cuando escribió  en S.Th., II-II, q. 180, a. 3: "la admiración es una forma de temor producida en nosotros por el conocimiento de algo que excede nuestro poder. Por lo tanto, es consecuencia de la contemplación de una verdad sublime, pues ya hemos dicho que la contemplación termina en la verdad".

A mi entender, sobra ese "terminar".
Pues ese temor no es paralizante, sino todo lo contrario. La verdad no paraliza al hombre como si fuera fin "último" del conocer. Más aún, esta verdad "personal" despierta el amor y la admiración, y no porque nos "mueva" a algo distinto de ella, sino como homenaje o entrega a la propia verdad.
Lo que "mueve" en el "encuentro con la verdad" es generosidad pura.

Por eso, más que decir que la contemplación "termina" en la verdad, deberíamos decir que se "inspira" en la verdad.

Ahora bien, la verdad que nos enamora puede ser una verdad que no sea la plenitud de la verdad o verdad sublime.
En cualquier caso, su belleza nos convoca.

No se trata de que la verdad se nos imponga de tal modo que nos quite la libertad; al contrario, "la operatividad" del enamorado (la que sigue al "encuentro con la verdad"), aunque no quepa sin la verdad, es aportada por la libertad.

Es esta verdad la que nos hace libres, pues su encuentro es inspiración que nos orienta.



Así glosa Rafael Corazón a Leonardo Polo en su manual Filosofía del conocimiento p. 135

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