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¿Cuál es la clave de la antropología?

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La clave de la antropología es una nota característica del ser humano que Polo llama "dualidad".

El Ser de Dios es simple.
El ser del universo es sencillo.
El ser humano es dual.

No se trata de que el hombre sea uno y otro, no es un dualismo de dos elementos.
El ser humano es, desde sí, en dualidad.

En su unidad sigue vigente la dualidad.

El ser humano es inagotable. Su unidad no es unicidad, sino resurgimiento, redundancia.

No es que sea un solitario "principio" inagotable, sino que, al ser hijo, el hombre puede siempre recibir y dar más.

El secreto de la antropología reside en la filiación.


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¿Cómo designa Polo la conciencia dual?

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La conciencia propiamente dual, tal como Polo la entiende, es designada con la expresión "pienso que pienso algo".

La conciencia acompaña al pensamiento pero de modo lateral y no originario.

A esta conciencia Polo la llama conciencia concomitante.

La conciencia concomitante no constituye el pensar (no lo produce o fabrica) ni tampoco constituye lo pensado.

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¿Incurre también en simetría la consideración clásica de la conciencia?

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Sí.
Clásicamente se entiende la conciencia como reflexión.

En lugar de ser una conciencia concomitante (pensar que se piensa algo) es pensada como un volver sobre lo que se piensa, o un darse cuenta de lo mismo.

Polo llama a esta consideración clásica: conciencia coactual reflexiva.

Se incurre en simetría porque se piensa la conciencia como una repetición simétrica de lo pensado.

Polo piensa la conciencia como "concomitante" (pensar que se piensa algo), acto de acto y no acto reflexivo que reduce la conciencia a ser principio o sujeto, simétricamente a como el universo es principio o fundamento.

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¿Es el inmanentismo de la filosofía moderna una "opción" intelectual?

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Será una opción para los filósofos que opten.

Si no tenemos un testimonio personal de esa opción es preferible hablar de un "desplazamiento".

La filosofía moderna ha desplazado los rasgos principales del universo al sujeto humano.

Es una interpretación "simétrica" de la principialidad asignada al universo por la filosofía griega.

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¿Qué confusión conlleva el principio moderno de conciencia?

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Los griegos entienden el ser del universo como fundamento, como principio eterno de todo lo que existe.

Los modernos, "simétricamente" a los griegos, asignan la principialidad al sujeto que piensa.

La conciencia pasa a ser el primer principio, la identidad.

Se confunde pues "identidad" con "fundamento".

La aspiración a ser como el universo (error al que lleva el presentar la conciencia como principial) despoja al hombre de su dignidad.

En efecto, la dignidad del hombre es la de ser hijo que secunda libremente el amor del Padre.
(El universo no es segundo, ni libre. Querer ser como el universo degrada al hombre).



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¿Cómo define la filosofía clásica el hábito?

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La definición clásica de los hábitos se refiere a los hábitos adquiridos por las potencias espirituales (inteligencia y voluntad).

Esos hábitos se definen como una "disposición estable".

El

Es más estable que la operación, pues la operación puede darse o no.

El hábito es la posesión según la disposición.

El hábito adquirido es una perfección del principio del obrar (una perfección de lo que clásicamente se llama facultad, y que Polo prefiere llamar potencia espiritual para señalar que es irrestricta).


El principio del obrar, la facultad, se mejora en cuanto principio, y no sólo porque pase de potencia a acto.
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¿Tienen que ver los hábitos con la libertad?

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Llamo hábitos del alma a los hábitos de las potencias espirituales.
Nuestra inteligencia es susceptible de hábitos y la voluntad de virtudes.

Gracias al hábito la facultad es susceptible de libertad.
El hábito es la posesión según la disposición.
Estar dispuesto no significa estar determinado, sino todo lo contrario.
Estar dispuesto es poseer más posibilidades, libremente.
Ejemplo: soy puntual, pues soy libre de llegar tarde (tengo la disposición a llegar a tiempo, pero no estoy obligado a llegar a tiempo).
Clásicamente se dice que es una posesión "a modo de virtud". Poseo libremente.
Ana Marta González lo explica muy bien en la página 61 de su libro "Claves de ley natural".

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¿Se puede decir que los hábitos son una disposición?

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La esencia humana es el disponer propio a la persona, su manifestar, el iluminar o el aportar de la persona.

La "disposición" es un disponer habitual. La persona posee habitualmente una disposición.

En el caso de los hábitos intelectuales, por ejemplo, la persona comprende el inglés, aunque un día, podría perder ese hábito, por falta de uso.

En el caso de los hábitos que tienen que ver con la voluntad, la disposición es menos estable porque la persona se compromete o interviene con nueva responsabilidad en el acto voluntario. Hay más novedad, depende más de la persona.

Las virtudes son más potenciales que los hábitos de la potencia intelectual.

En cualquier caso, los hábitos son una disposición y más estable que las operaciones.
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¿Por qué se puede decir que la libertad es la condición trascendental de la esencia humana?

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Primera premisa : la esencia humana es descrita por Polo como "manifestar", "disponer", "iluminar" y "aportar".
No es otra cosa que la manifestación de la persona.
Noten su distinción con la esencia del universo físico, que no es libre, sino despliegue tetracausal.
La persona humana, por el contrario, lo que manifiesta, dispone, ilumina o aporta es una novedad, su novedad.

Segunda premisa: si no hubiera libertad, no habría novedad (pues todo estaría determinado). La novedad es trascendental, más allá de lo que es.

Conclusión: luego la libertad es la condición trascendental de la esencia humana.

Decimos "trascendental" porque, aunque existe la libertad esencial, aquí hablamos de la libertad que es distinta de la esencia. Hablamos de la libertad personal o trascendental.

Es ahí, en la libertad trascendental, o en la persona en tanto que libertad, o la libertad como persona, donde radica la novedad, en un más allá, indesfuturizable, de la esencia libre.


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¿Qué es el inmanentismo cósmico?

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Inmanencia (de manere in, permanecer en) significa propia y específicamente acto cuyo fin reside en él mismo.
Y por extensión: acto que permanece en el agente.

Descartes encontró (o forzó) un método para conciliar los opuestos.
Un método que al fin y al cabo es inmanentista, pues reduce el ser al pensar.
Es el despotismo del "yo".
Estoy seguro de lo que quiero: mis ideas claras y distintas.

Todo gira y se queda en el yo que piensa.
Se produce así una ruptura entre el mundo y el yo.

Lo primero sería la verdad. Ejemplo: pienso, luego existo.

De este modo se considera la verdad aislada del ser, o se reduce el ser a verdad. En cualquier caso, inmanencia sin apertura. Inmanencia del ser o el ser como inmanencia.


El inmanentismo cósmico es el inmanentismo inverso a la inmanencia del ser.

El inmanentismo cósmico es creer que el sentido del hombre es el ser como "fundamento" (llamamos "fundamento" al ser del universo).
Mi identidad sería lo que soy en el universo.
El inmanentismo cósmico es materialismo.


En los dos inmanentismos el hombre queda huérfano.
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¿Cómo describir lo que Polo llama "la réplica"?

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La réplica de una persona es su verdad personal (en las etiquetas 5.2.1 hablamos ampliamente de la verdad).

En el Hijo somos réplica de Dios.

Mi réplica no es una "idea" fija que subsista en Dios. El término "réplica" sugiere actividad que sigue y no cesa.

La réplica de mi persona es la continuación de mi subsistencia (subsistencia significa aquí, radicalidad última).
Dicho de otra manera, mi réplica es la explicación inacabable de mi ser.
Mi "porqué".

¿Quién soy? No soy nada de lo que encuentro.
¿Quién me dirá quién soy? Mi ser no "es", mi ser será, mi ser es "hacia".

Soy "hacia" mi réplica.
Mi verdad personal, mi réplica, será siempre más allá. La verdad, mi verdad, al desvelarse, siempre "encomienda" más. Más y más y más.


Polo llama "encontronazo" al encuentro con la Verdad. Con mi verdad personal. Con mi réplica.

Es encontronazo porque no es un encuentro con una verdad cualquiera, por útil que sea, que me satisfaga y me detenga, sino que es un alcanzar lo mejor que nos puede pasar: sube el telón y comienza el desvelamiento interminable y amoroso de nuestro ser personal, que coincide precisamente con el origen de la libertad. Con mi fuente inagotable.

Es el primer amor, el enamoramiento primero (primero no en el tiempo, sino primero en cuanto radical) que nos lanza a cantar.

Encontrar esa verdad es enamorarse. Es un acto inmenso, un acontecimiento enorme que dará sentido a toda nuestra vida. A partir del encontronazo sabemos cuál es nuestro encargo, el camino de nuestra verdad. Es la fuente de mi futuro.

Con el encontronazo la libertad se pone en marcha, traspasa la verdad, cantándola. Mi libertad es mi canto. Sin interés.

Cada uno tenemos nuestra réplica en Dios.


La intimidad personal es un cierto vacío interior.
En su intimidad el hombre se encuentra solo.
Carece de un quién que lo llene por dentro.

Polo lo expresa diciendo que la persona humana carece de réplica en su interior.

Una de las genialidades de Polo es su noción de "réplica".

Le servirá para explicar cómo el hombre, que está en busca de su identidad (¿quién soy?) sólo la encontrará, precisamente, en su "réplica", al destinarse a su destino.

Por mucho que el hombre crezca, por mucho que se perfeccione a lo largo de su vida en forma de hábitos, siempre permanece la distinción entre la essentia y el esse; entre lo encontrado, manifestado y gozado (o sufrido) y lo que será (su esse, futuro indesfuturizable), nunca el hombre puede llegar a ser "una" identidad, una idea fija.

Es decir, por grande que sea su crecimiento esencial, siempre su ser está más allá, por encima de él.

Polo suele decir esto así: el hombre es un ser que carece de réplica en su esencia.

Nunca llegaremos a ser la persona que seremos.

La persona crece al crecer su esencia, se expresa mejor, según su esencia. Pero la persona es inagotable.

Y cuando veamos a Dios cara a cara será nuestra esencia la que estará por encima de nuestro ser. Siempre inidénticos. Siempre hijos.
Nuestro ser cantará.

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Intentemos otra aproximación a la noción de "réplica". Esta vez desde el fundamento.
Me voy a alargar pues no es un tema fácil. Ahora, tras haber investigado sobre la "réplica" de la persona humana, abordaremos la "réplica" del universo.

Partiremos de un dato de experiencia: el universo existe.

Pues bien, cuando el hombre conoce el universo, posee, en su mente, una "réplica" del universo.

Aristóteles lo dice: el hombre es, en cierto sentido, todas las cosas.

Prestemos atención, pues vamos a dar un salto mortal: la "réplica" que poseo del universo no es "simétrica" al universo.

¿Por qué? Porque el ser del universo es el ser sencillo, el ser como "fundamento", es lo que es. Monolítico como Parménides. (Parménides es el gran enemigo, por decirlo así, de Polo). Este ser es sencillamente lo que es, desplegándose según el movimiento, según el orden que existe en el universo.

Mientras que su "réplica" en mi mente no es simétrica a ese ser, pues no es sencilla, sino dual (pues conozco lo que conozco, yo conozco el universo, añadiéndome, si quiero).

El hombre "esencializa" el universo: lo hace entrar en su propia esencia, al conocerlo (se puede ver en la etiqueta 06.01.00 Preguntas sobre la esencia humana).

Al universo esencializado por la mente, Polo lo llama "mundo".

Notemos la dualidad: no se trata de que el mundo exista sólo en la mente, en cuanto conocido, sino que el hombre dispone del universo gracias a su mente.

El mundo no es una réplica simétrica del universo, pues en ese caso, el mundo sería también un ser sencillo, fundamento. Y acabamos de decir otra cosa, concretamente, que el ser del mundo está conectado al hombre. El hombre se dualiza con el universo transformándolo en mundo.

Fuera del hombre, el universo es un ser sencillo, lo que en metafísica clásica se llama "fundamento". Gracias al hombre, sin embargo, el mundo es dual. Un universo al que se le ha añadido la persona humana.

El hombre no crea el universo con su mente, lo perfecciona, según la dualidad del ser del hombre, transformándolo en mundo.

Gracias a su mente, el hombre está en el universo no como un murciélago más, sino haciéndolo "mundo". Todo cambia en el universo cuando aparece el hombre, pues se le ha añadido una energía nueva, creadora de novedades.

Tal perfección, que Polo llama, insisto, "mundo", es del orden de la esencia humana. El hombre "dispone" del mundo.

Aquí conectamos con la cultura. Que es prolongación de la naturaleza (pero no de la naturaleza del universo, que es siempre sencilla, sino de la naturaleza que el hombre ha recibido de sus padres, que es dual al pertenecer a una persona, creada directamente por Dios). Y la naturaleza, al crecer en el hombre, deviene esencia humana, "vida" del hombre y de la mujer, don que se puede ofrecer).

Concluyamos: el universo no tiene réplica, la persona humana sí, por fuera es su esencia que ofrecerá a Dios cuando el año termine, y por dentro, al cantarle a Dios su canto, tan novedoso y más que los ángeles.


Feliz año nuevo 2015!
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¿Proviene el hombre del universo?

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El universo no es capaz de crear al hombre, ni de contenerlo.

El ser como fundamento (el universo) es sencillo, mientras que el hombre es dual.

El hombre no es una esencia mundana.
Sólo su cuerpo forma parte, también y hasta cierto punto, de la esencia del universo.

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¿De dónde viene el hombre?

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El hombre no proviene del universo físico.

Es creado directamente por Dios que lo inserta en el ser del universo, para que lo transforme en su "mundo"

Las criaturas del universo físico obedecen al despliegue de la naturaleza, en armonía tetracausal.


Sin embargo, la luz siempre encendida del inteligir proviene de una fuente extracósmica (la persona) ya que supone la capacidad de poder parar el movimiento, detener el tiempo físico y poder dar.
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¿Cómo se encuentra el universo en el hombre?

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El hombre es el ser que "dispone" del universo en calidad de esencia. Esencializándolo. Perfeccionándolo al perfeccionarse.

Lo que en el universo es un comienzo incesante, (esse o acto de ser del universo), la persona humana lo eleva al rango de manifestación libre, operosa, de su ser.

El ser del universo, que es sencillo, en el hombre es abierto dualmente, y deviene entonces esencia humana, lo llamaremos mundo.

El mundo del hombre es un disponer, un aportar, un iluminar, un manifestar, con contenido, con obras, trabajadas gracias al retraso que la materialidad del universo físico nos ofrece.

Podemos ser artistas, cantarle a la belleza, con nuestro modo de ser humano: somos espíritu "en el tiempo".

Ese tiempo alude también al tiempo físico, al universo. De ahí que la materia, que para algunos es considerada como impureza, sea en realidad una ganancia para el hombre pues, al retrasarse, tiene más tiempo para amar, cuidando o rescatando los detalles.

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¿Depende la esencia del ser?

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La esencia es esencia desde el ser.

La libertad es un desde para la esencia humana.

Pero, atención, no confundamos la esencia de cada persona humana con la esencia del universo físico, que depende del acto de ser del universo (que describimos como fundamento). El "fundamento" o ser del universo físico, no es un desde para sí (no es libre).
La esencia del universo no depende del ser del universo del mismo modo que la esencia humana depende del ser personal (que es libertad trascendental).

Sin embargo, el ser del hombre es también un "desde"  peculiar respecto del fundamento.   

Esto quiere decir que el ser del hombre "esencializa" el universo, lo hace, digámoslo así, "mundo".

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¿De dónde viene el hombre?

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El hombre no proviene del universo físico.

Es creado directamente por Dios que lo inserta en el ser del universo, para que lo transforme en su "mundo"

Las criaturas del universo físico obedecen al despliegue de la naturaleza, en armonía tetracausal.


Sin embargo, la luz siempre encendida del inteligir proviene de una fuente extracósmica (la persona) ya que supone la capacidad de poder parar el movimiento, detener el tiempo físico y poder dar.
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