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¿Qué son las virtudes teologales?

 

Las virtudes teologales, según Polo, son elevaciones de los distintos trascendentales del acto de ser personal humano.
 
No olvidemos que hay una fe “transcendente” (elevación natural) y una fe sobrenatural (anticipación de nuestro “ver” en el Cielo).
 
Por lo tanto, y desde la inconformidad del profesor Sellés, las elevaciones de los distintos trascendentales personales pueden ser transcendentes y sobrenaturales (éstas, las sobrenaturales, se corresponden con las virtudes teologales clásicas de la teología).
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¿Son la fe natural y la fe sobrenatural dimensiones de la fe?

 


La fe, más que certeza, es un nuevo modo de “conocer”. 
Un conocer más alto y profundo.

Toda persona humana, al ser creada, goza de una apertura hacia el conocimiento de Dios, una búsqueda activa, dándose cuenta o sin darse cuenta, de la Verdad.

Es lo que llamamos fe “natural”.

Este conocimiento, que se va alcanzando de Dios, se enriquece por la revelación que Dios hace del conocimiento que tendremos en el Cielo. Es una “anticipación” del crecimiento irrestricto que tendremos de la intimidad en Dios.

Por eso podemos decir que la fe sobrenatural es una dimensión de la fe que evita la desfuturización del conocimiento divino. 
Siempre podremos conocer más.

La fe tiene, pues, dos dimensiones: conocer más y conocer sin cesar.

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Si naturalmente ya somos hijos de Dios, ¿qué añade el bautismo?

 


Los sacramentos son signos eficaces de la gracia santificante.

Y sostenemos que la gracia santificante es una “anticipación” de nuestra filiación eterna en el Cielo.

Gracias al bautismo podemos saber y amar con la Vida que tendremos en el Cielo.

Sin embargo, eso no quiere decir que tengamos ciencia infusa, porque la persona humana libremente debe “querer”. De ahí que sea necesaria la catequesis y la educación en las virtudes.

¿Es equiparable la insistencia en la llamada con las gracias actuales de la teología?

 

Cuando trabajamos lo hacemos con la ayuda de Dios.

No es una ayuda “externa”.

Dios nos da el ser y el actuar, naturalmente.

Dios nos inspira.

Eso no quiere decir que nos diga cómo vamos a marcar el penalti, sino que nos da la luz de la inteligencia para intentar hacerlo bien por nosotros mismos.

No es una ayuda violenta o externa.

Podríamos, pues, hablar de gracias actuales naturales.

 

La teología clásica tiende a llamar “sobrenatural” a todas las ayudas de Dios, de ahí que mi opinión sea  que debemos reservar el calificativo de “sobrenatural” a las “anticipaciones” de nuestro crecimiento en el Cielo. 

Son gracias sobrenaturales distintas de las gracias actuales naturales que componen el mantenimiento trascendental de la llamada inicial.

Son ayudas añadidas por la mediación de Cristo glorioso.

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