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Rápidamente ¿Qué es un símbolo?

 

Símbolo es la formulación de un Misterio

El símbolo real incoa la realidad. 

El símbolo ideal continúa el conocimiento operativo 

(Polo indica cuatro símbolos ideales de la experiencia intelectual: conciencia concomitante, distinción real, axiomas vigentes y deidad).

¿Es la conciencia concomitante un símbolo ideal?

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Polo habla de cuatro símbolos de la experiencia intelectual (conciencia concomitante, distinción real, axiomas vigentes y deidad).

Los símbolos son cuatro verbos en trance de levantar el vuelo, a saber:

la conciencia concomitante,

la distinción real,

los axiomas vigentes y

la deidad.
 
La conciencia concomitante es la iluminación de una operación abstractiva cuyo objeto no es un tiempo articulado.
Se convierte con una imagen regular: la circunferencia.
 

La presencia no se da cuenta de la concomitancia de la conciencia. Es el hábito que la ilumina la que se da cuenta.

 

La conciencia concomitante es el hábito inferior, pero juega a favor de los otros.

Y juega a favor de los otros símbolos.

La conciencia concomitante es un símbolo que pertenece al ver-yo. Juega a favor mirando y englobando.


¿Por qué aparecen los símbolos al encontrar la verdad?

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Al encontrarse con la verdad aparecen los símbolos por dos razones.

Por lo pronto, porque el despliegue de la inspiración no es enteramente realizador. La verdad es tan bella que nunca acabaremos de cantarle. También porque no sabemos hacerlo, faltos de recursos. La inspiración mantenida irá haciéndonos crecer y podremos materializar el canto.

Pero hay una segunda razón: la verdad que sale al encuentro no es la verdad entera (no es mujer fácil).

El símbolo es lo operado en esas condiciones, es decir, el remitir a una verdad que todavía no ha salido íntegra al encuentro, desde una verdad patente mas no operada por completo.

El artista queda insatisfecho de su obra, pero su entusiasmo no cesa, siempre quiere más.


Para saber más leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y su crecimiento, pp. 197-206
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¿Por qué nuestras obras tienen valor simbólico?

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Nuestras obras tienen valor simbólico porque no podemos expresar enteramente la verdad encontrada.

La verdad, en tanto que nos inspira, nos supera, siempre podremos hacerle más eco, cantarle más.

Aquí no se trata del éxito pragmático, de marcar un gol. Se trata de celebrarlo.




Para saber más pueden ustedes leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y su crecimiento, p. 201.3

Etiqueta 5.2.1 la verdad y su encuentro;
Etiqueta 6.4.0 símbolos.

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¿Tenía Cristo fe?

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No

Jesucristo no tenía hábitos innatos, es decir, de la Persona, pues su Persona no es creada, es una persona divina y poner hábitos en la persona divina sería erróneo.

No tiene tampoco hábitos infusos.

¿Pero y su esencia humana? ¿Tenía hábitos adquiridos? ¿Podemos hablar de una fe en la humanidad de Cristo, como manifestación esencial de su Persona, cual hábito adquirido de fe?
Tampoco.

Como la humanidad de Cristo no está sujeta al pecado, debe afirmarse que su presencia mental, durante su vida terrena, era susceptible de un perfeccionamiento intrínseco, de un intenso crecimiento "penetrativo", del que carece la presencia mental del hombre caído.

Para Cristo la presencia mental no era un límite, sino todo lo contrario.

¿Cómo funciona el conocimiento habitual adquirido en el hombre caído?
El conocimiento habitual adquirido es simbólico-ideal, es decir, un conocimiento que supera la limitación presencial del hombre caído, por no detenerse.
Por tanto, es inherente al conocimiento habitual culminar en el desciframiento de su carácter simbólico. Dicho desciframiento corre a cargo de los hábitos innatos.
       
Según el planteamiento poliano, el símbolo es un remedio a la limitación del conocimiento presencial humano. En consecuencia, en la medida en que otros conocimientos presenciales, como el de Jesucristo, no son limitados, los hábitos son innecesarios.

Jesucristo emplea con gran frecuencia y profundidad los símbolos, que desarrolla en lo que se suele llamar parábolas. Las parábolas son símbolos de especial intensidad, pero no son superiores a su conocimiento presencial.

Polo habla también de otra alta forma del conocimiento humano el conocimiento por connaturalidad o por noticia, que es señaladamente de índole afectiva. El conocimiento por noticia de La humanidad de Cristo posee un conocimiento por noticia especialmente intenso porque es inseparable de su visión beatífica.




He sacado estas ideas de unos papeles que me regaló mi amigo Vargas. Él, también me dijo que Polo le había dicho un día que los africanos éramos muy "astutos". Vaya usted a saber.

Los hábitos superiores los estudiaremos, durante el mes de agosto 2013, en las etiquetas 1.9.2


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¿Cómo insiste el espíritu en el cuerpo y en la naturaleza?

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Perfeccionando.

El espíritu insiste, perfeccionando.

El cuerpo de cada quién se perfecciona esencializándose, gracias a la ética, que es el arte de conducir la vida hacia la felicidad (e incluso más allá).

La naturaleza humana se perfecciona en cultura, que también es común, como la naturaleza, a los hombres y mujeres que la poseen.

El alma (que es "de" un quién espiritual) hace nuestro cuerpo más nuestro a través de su simbología. Gracias a lo que el cuerpo significa.

Lo hace más estable, más viable, de tal manera que lo acompañará en el paso de la muerte. Es un cuerpo más unido al alma, transfigurado. Un cuerpo espiritual, comprehensible.
Es una "nueva" dimensión del cuerpo, ya extracósmica. (Acuérdense ustedes del cuerpo cósmico de de Colosenses 1, 12-23 y Efesios 1, 3-23).

El cuerpo resucitado es un cuerpo en el que el espíritu humano es tan activo que aquello que ahora es carne y hueso, seguirá siendo mi cuerpo, pero penetrado por la plenitud del espíritu.

Unamuno dice: “yo soy de carne y hueso”, pero añade que no quiere ser hombre más que de carne y hueso. Ha cortado las alas al alma.

Somos mortales porque somos de carne y hueso, pero, atención, suele pensarse que nuestro cuerpo es inexorablemente mortal, y eso no es verdad.

La verdad es que mi cuerpo es de carne y hueso en tanto que su unión con el alma no es suficientemente intensa; entonces el alma transita, y el cuerpo no.

Como ven, es cuestión de ética. La ética es el arte de conducir la vida. La ética acompaña al alma en su paso. Si poseemos la ciencia de Dios, nos llevaremos al cuerpo.

Paralelamente, la cultura es “continuatio ficta natura”. En sociedad; los humanos perfeccionamos la naturaleza actualizando sus potencialidades, cifrando en símbolos.

Piensen ustedes en el valor de una cultura cristiana.



De esto habla Polo en el último capítulo de Quién es el hombre, p. 216.

Para saber más sobre la cultura, ver Etiqueta 7.2.0
Para saber más sobre la muerte, ver Etiqueta 10.0.0

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¿Es la muerte vía para la antropología?

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La cuestión de la muerte una de las grandes vías de entrada al tema del hombre.

Si nos atrevemos a pensarla, se ponen en claro las grandes dimensiones del ser humano: tenemos cuerpo, somos alma espiritual, dependemos de Dios.

Empezamos a darnos cuenta del fondo de muchos anhelos del hombre: querríamos ser inmortales o, lo que es lo mismo, descifrar los símbolos que los humanos cultivamos (cultura).

Y símbolo fuerte es la muerte.

Se cuenta la siguiente anécdota: cuando los comunistas eran comunistas de verdad, en un coloquio con intelectuales de Occidente, salió a relucir el famoso asunto de la sociedad perfecta, sin clases, en que culmina la historia. Y uno de los de Occidente preguntó: - ¿Y si en esa sociedad perfecta un tranvía atropella a un niño y lo mata? Un comunista respondió: - En la sociedad perfecta no habrá tranvías.

La filosofía moderna desvía la vista de la muerte, buscando teorías (como la marxista) para esquivarla.

Sin embargo, la muerte nos orienta a restaurar el sentido trascendental del yo: adorar-yo. La muerte nos anima a expresarlo simbólicamente enamorados de Dios.

A descubrir su valor donal. La muerte puede ser el símbolo de la plenitud del amor. Vía para entender que el hombre solo es un absurdo.



De esto habla Polo en el último capítulo de Quién es el hombre, p. 218.2-3. Y habla del adorar-yo en Antropología trascendental I, p. 211.”

Para saber más sobre la cultura, ver Etiqueta 7.2.0
Para saber más sobre la muerte, ver Etiqueta 10.0.0
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¿Cómo conectar sistémicamente “soy mortal” y “soy persona?

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Gracias a la simbología.
Los símbolos son cauce para la libertad humana.

“Soy persona” es ser libre, ser libertad nativa, ser Hijo. Pero no somos espíritus para los que ser de carne y hueso sea indiferente o un hecho bruto.

El cuerpo, aunque no sea suficiente, es un cauce de la libertad, en especial de su expresividad. Porque soy de carne y hueso puedo tener sentimientos; acorazarse en el imperativo categórico, esto es, pretender ser éticamente libre respecto del cuerpo, es una abierta renuncia a lo simbólico.

“Soy persona” conecta sistémicamente con “soy mortal” al otorgar a la muerte un sentido donal.

Cristo murió libremente: “yo doy mi vida y nadie me la quita, sino que la doy porque quiero, soy dueño de dejarla y dueño de tomarla”.

Si somos suficientemente libres podemos ofrecer al Padre nuestra vida, aceptando la muerte.



De esto habla Polo en el último capítulo de Quién es el hombre, p. 217.2-218.

Para saber más sobre la cultura, ver Etiqueta 7.2.0
Para saber más sobre la muerte, ver Etiqueta 10.0.0
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