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¿Cuál es el modo puro de ganar el tiempo, o no perderlo?

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Para un viviente, no perder el tiempo es crecer.

Al crecer usamos el tiempo a nuestro favor. El tiempo no nos desgasta, sino que nos viene muy bien.

Copio entero el párrafo segundo de la p. 110 de "Quién es el hombre": La ética es el modo de usar el propio tiempo según el cual el hombre crece como un ser completo, no sólo somáticamente.

El crecimiento orgánico acontece en gran parte en la embriogénesis, el período que abarca desde el zigoto fecundado hasta el nacimiento; es éste un período de crecimiento puro; en el seno de la madre el niño no hace otra cosa que ganar tiempo, se dedica a hacerse a sí mismo, orgánicamente.

Después del nacimiento se sigue creciendo, por ejemplo, al domesticar el propio cuerpo, es decir, al aprender a usarlo con la adquisición de los reflejos condicionados básicos.

Luego, a través de la vida, se adquieren más conocimientos, constituyendo los órganos –la imaginación, por ejemplo– cuya formación no es sólo embriogénica (la imaginación es una facultad que crece con su uso, sobre todo en la adolescencia).

El hombre aprovecha el tiempo creciendo: adquiriendo hábitos, desplegando libremente su vida como un don para su Creador.

El mayor crecimiento en esta vida se da en la medida en que el hombre encuentra el valor donal de su muerte, en la que la vida se consuma.

Y si Dios acepta el don, la persona sigue creciendo, según la metalógica de su libertad, jugando, cantando, explorando.

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¿Cómo se organiza el tiempo humano? 9.1.3

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El tiempo humano está organizado éticamente por Dios.

(Dios tiene un "plan" para nuestro libre crecimiento, que conduce a su felicidad)

El hombre "debe", libre y gozosamente, amar el camino.

El hombre "debe" (normas) "amar" (virtudes) el "camino" (de los bienes).

Así se va logrando la unidad de la vida: el entrelazamiento armonioso que la dilata en comunión. El tiempo humano es su "ritmo" y melodía.







Hablamos del tiempo en las etiquetas 1.12

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¿Podremos recuperar el tiempo perdido?

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La vida "vivida" ya es como es. El tiempo humano se acaba y el crecimiento de la vida en este mundo termina.

Este es un primer modo de morir: nos morimos porque somos mortales y el tiempo humano se acaba. Se acabó.
Ese tiempo es irrecuperable.

Hay, sin embargo, un segundo sentido del morir: llegar a término.

Al morir completamos o "consumamos" nuestra vida. (En el sentido de sumar, de adicionar o culminar).

En este sentido sí podemos recuperar, antes o después de la muerte, el tiempo perdido, pues es posible desandar lo andado, rectificar, acelerar, alcanzar nuestro destino, reparando la vida "perdida".

En la novedad de la eternidad, Dios puede rehacernos, refundirnos, como se funden las campanas.

La ética es la ciencia de saber hacer crecer la vida y completarla. Su arte nos acompañará hasta después de la muerte.

Por eso, más que de muerte digna conviene hablar de una vida acabadamente consumada.

Que la muerte no sea como un aborto. No morir como un imbécil.

Conviene, pues, instar a todos a recuperar el tiempo perdido, porque realmente pocos hombres nos libramos de perder el tiempo.

Una larga enfermedad puede ser la oportunidad para refundirnos.


Es un buen pensamiento ahora que comienza el año.
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