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¿Qué es el encontronazo?

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Polo llama "encontronazo" al encuentro con la Verdad. Con mi verdad personal.

Es encontronazo porque no es un encuentro con una verdad cualquiera, por útil que sea, sino alcanzar lo mejor que nos puede pasar: el desvelamiento de nuestro ser personal que coincide con el origen de la libertad.

Es el primer amor, el enamoramiento que nos lanza a cantar.

Encontrar esa verdad es enamorarse. Es un acto inmenso, un acontecimiento enorme que dará sentido a toda nuestra vida. A partir del encontronazo sabemos cuál es nuestro encargo, el camino de nuestra verdad.

No se trata de un simple encuentro con el dinero que nos faltaba para hacer el viaje. No es la alegría de terminar de escribir un libro. Aquí estamos ante un "encontronazo", lo inesperado, lo que está fuera de toda utilidad. Es la fuente de mi futuro.

Con el encontronazo la libertad se pone en marcha, traspasa la verdad, cantándola. Mi libertad es mi canto. Sin interés.

En la verdad todo el hombre retiembla.

Por eso suelo decir que el encuentro es un encontronazo.





Para saber más pueden ustedes leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y su crecimiento, p. 201.3

Etiqueta 5.2.1 la verdad y su encuentro;
Etiqueta 5.2.1 la verdad.
Etiqueta 1.1.2 libertad
Etiqueta 5.5.4 libertad personal
Etiqueta 15.0.0 Polo genial

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¿Qué es primero, la verdad o el amor?

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En la persona la verdad y el amor están unidos antes de su distin­ción en operaciones de facultades distintas.

La verdad personal, en el hombre, es indisolublemente amor, superabundancia. Es la verdad cantada. A dúo y en coral.

La verdad en sus raíces no es un remedio necesitado.
Lo dice Rilke: el hombre está más allá de todo fin. No se acaba.
El mundo se va terminando en objetivos, pero el amor humano, entonces, rebrota.

No se puede decir que lo que sigue a la verdad no sea verdad. Toda la hondura del espíritu se manifiesta en el canto, y sin verdad es imposible cantar.
Por tanto, no es verdad que ante la verdad solo quepa detenerse.
Eso es consecuencia de la perspectiva subjetivo-objetualista derivada del afán de certeza cartesiano.

Someter la verdad al criterio de la certeza constituye un error.
El error no es sino paralización de la verdad: cogito, sum, como principio de la filosofía. Soy lo que soy. Parménides subjetivo.
Entonces no hay cabida más que para las ideas claras y distintas.

Pero la verdad no está destinada a aquietar la sospecha o la duda, sino a movilizar.

Verdad y amor en comunión.


Etiqueta 5.2.1 la verdad y su encuentro;
Etiqueta 5.2.1 la verdad;
Etiqueta  20.13.0 Descartes;
Etiqueta  5.5.3 amar donal;
Etiqueta  1.2.2 amor;
Etiqueta  1.0.0 preguntas para empezar;

Etiqueta 15.0.0 Polo genial.
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Presentación de lo que es la verdad

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La verdad es el desvelamiento del Ser.

Verdad es Alétheia. Létheia es el olvido. A-létheia: lo que no se olvida.

Sin embargo, no siempre hablamos de la verdad en el mismo sentido.
Existe un sentido práctico de la verdad: el no ser engañados. Es la verdad moral. Es la verdad que nos sirve para la vida.

También empleamos la verdad para designar que no nos equivocamos en nuestros razonamientos. Entonces la verdad es lo correcto. Y se puede asimilar al crecimiento habitual: cada vez podemos saber más.

Pero aquí queremos describir el sentido más profundo de la verdad, el sentido filosófico primario de la verdad.

En griego, verdad se dice alethéia. Alethéia puede traducirse como "desvelamiento", lo no oculto, lo des-cubierto.

Otra traducción es "lo que no cae en el olvido".

La verdad es lo que, al mantenerse en presencia, no se sume en el tiempo, y por tanto, no cae en el olvido.

Esta primera versión filosófica de la verdad se asimila al descubrimiento de lo actual. Es la teoría.

El sentido más alto de la verdad, sin embargo, no es ése.
En la introducción de la encíclica Caritas in veritate, Benedicto XVI habla de la verdad de cada hombre, el proyecto de Dios para cada uno. Es la verdad que coincide con la descripción que hace Polo de la verdad personal.

Léase a este propósito, con gozo, el capítulo de Quién es el hombre, p.249, sobre el encuentro con la verdad. El encuentro con mi verdad personal. Nosotros dedicaremos una etiqueta 5.2.1 a desglosar el encuentro con la verdad

En definitiva tenemos:
la verdad personal o destino de cada quién;
la verdad actual o teoría;
la verdad como crecimiento habitual;
la verdad moral.

Clásicamente la verdad tiene tres significaciones :

a) la verdad que está en las cosas: son las esencias de la cosas, que en cuanto que pueden ser conocidas se llaman verdaderas. Es lo que se conoce como verdad ontológica. A esta verdad se opone la falsedad, cuando lo que se desvela no es lo que en realidad es.
Tomás de Aquino dirá que el primero sentido de la verdad es aquél según el cual verum in esse fundatur, esse causat veritatem intellectus;


b) la verdad es la adecuación de la mente con la realidad. Aquí la verdad se toma en tanto que está en nuestro conocimiento. Si lo que conocemos es en la realidad tal como lo conocemos, poseemos la verdad de lo conocido. A esta verdad se opone el error.
Tomás de Aquino dirá que el segundo sentido es la verdad en el entendimiento, como adecuación, es la verdad formalmente considerada;


c) y la tercera significación de la verdad es la verdad contenida en nuestras palabras, es decir, la adecuación entre lo que decimos y lo que pensamos. A esta verdad se opone la mentira.
Tomás de Aquino dirá que  el tercer sentido, al que denomina efecto consecuente, es la verdad como manifestación o locución.

Es este tercer sentido al que se puede asimilar la noción de verdad trascendental antropológica de Polo, pero hablando de inspiración en lugar de efecto consecuente. Al encontrar la verdad (inspiración), el inteligir personal le canta, es una verdad expresiva.

Verdad ontológica.
Verdad lógica.
Verdad personal (la verdad como inspiración).

En suma, hay un tercer sentido de la verdad, además del ontológico y el lógico. Es un sentido más que racional, porque "se añade" a lo racional, sin añadir nada.


Por último diremos que la verdad es uno de los llamados trascendentales relativos. (Pueden ustedes leer con provecho la etiqueta 5.2.0 trascendentales metafísicos)

Todos los entes son verdaderos en cuanto que son, pero los llamamos verdaderos no porque sean, sino porque pueden ser conocidos.
Por eso la verdad es un trascendental "relativo" al conocer.

El desvelamiento del mundo es la verdad trascendental metafísica.

El desvelamiento de la persona es la verdad trascendental antropológica.

Es el Inteligir personal, o la persona como inteligir, la que alcanza y encuentra la verdad.

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La verdad en pocas palabras

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La verdad es el desvelamiento del Ser.

Alétheia.

Létheia es el olvido.

A-létheia: Lo que no se olvida.

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¿Puede usted hablarnos de la verdad?

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La verdad es el desvelamiento del Ser.

Sin embargo, no siempre hablamos de la verdad en el mismo sentido.

En el lenguaje corriente existe un sentido práctico de la verdad : el no ser engañados. Es la verdad moral. Es la verdad que nos sirve para la vida, para entendernos. Sin ella el trabajo deviene imposible, y la convivencia, y el amor.

También empleamos usualmente la verdad para designar que no nos equivocamos en nuestros razonamientos. Entonces la verdad es lo correcto. Y se puede asimilar al crecimiento en hábitos y virtudes, pues cada vez podemos saber más.

Pero aquí queremos responder con el sentido más profundo de la verdad, el sentido filosófico primario de verdad.

En griego, verdad se dice alethéia.

Alethéia puede traducirse como "desvelamiento", lo no oculto, lo des-cubierto.

Otra traducción es "lo que no cae en el olvido".

La verdad es lo que, al mantenerse en presencia, no se sume en el tiempo, y por tanto, no cae en el olvido.

Esta primera versión filosófica de la verdad se asimila al descubrimiento de lo actual. Es la teoría.

El sentido más alto de la verdad, sin embargo, no es ése.
En la introducción de la encíclica Caritas in veritate, Benedicto XVI habla de la verdad de cada hombre, el proyecto de Dios para cada uno. Es la verdad que coincide con la descripción que hace Polo de la verdad personal.

Léase a este propósito, con gozo, el capítulo de Quién es el hombre, p.249, sobre el encuentro con la verdad. Con mi verdad personal.

En definitiva tenemos:
la verdad personal o destino de cada quién;
la verdad actual o teoría;
la verdad como crecimiento habitual;
la verdad moral.







Glosa a Polo en Introducción a la Filosofía, p.39

Para saber más sobre la actualidad ver Etiqueta 2.4.1


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¿Es la verdad una persona?

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El último apartado de "Quién es el hombre" se titula "el encuentro con la verdad".
Son apenas dos páginas que describen la conmoción que desencadena el acontecimiento del encuentro con la verdad (sin el cual, la vida es anodina).

La última frase del libro es: "la verdad siempre encomienda".

Me pregunto: ¿es la verdad una persona?

Juan García me dice que no todas las verdades son personas, quizá sólo una.

Pienso que, siendo la verdad el desvelamiento del ser, si lo que se desvela es el ser personal, la verdad es persona en tanto que canta para los demás y nos invita a danzar (ése es el encargo).

Si lo que se desvela es el cesto de Caperucita, entonces la verdad no es persona.

El desvelamiento de mi ser personal es el encuentro con mi "réplica", la persona que soy en Dios.

Y mi réplica es el Hijo. Soy hijo en el Hijo. Ésa es mi Verdad.

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¿Cómo se habla clásicamente de la verdad?

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Clásicamente la verdad tiene tres significaciones :

a) la verdad que está en las cosas: son las esencias de la cosas, que en cuanto que pueden ser conocidas se llaman verdaderas. Es lo que se conoce como verdad ontológica. A esta verdad se opone la falsedad.

"Ente" es el modo filosófico de mentar la realidad (del verbo einai). Pero el ente no es meramente óntico, sino onto-logos, posee en sí mismo su propia consistencia verdadera: podemos conocerlo.

b) la verdad es la adecuación de la mente con la realidad. Aquí la verdad se toma en tanto que está en nuestro conocimiento. Si lo que conocemos es en la realidad tal como lo conocemos, poseemos la verdad de lo conocido. A esta verdad se opone el error.

c) y la tercera significación de la verdad es la verdad contenida en nuestras palabras, es decir, la adecuación entre lo que decimos y lo que pensamos. A esta verdad se opone la mentira.

A la verdad ontológica se opone la falsedad, en el sentido de que una cosa no es en sí lo que creemos que es. De todos modos, una moneda falsa es una verdadera moneda falsa. Los entes en cuanto son, son verdaderos.

La verdad es uno de los llamados trascendentales relativos. (pueden ustedes leer con provecho la etiqueta 5.2.0 trascendentales metafísicos)

Todos los entes son verdaderos en cuanto que son, pero los llamamos verdaderos no porque sean, sino porque pueden ser conocidos.
Por eso la verdad es un trascendental "relativo" al conocer.

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¿Cuál es el "acontecimiento" más importante para el hombre?


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Ciertamente el libro "Quién es el hombre" culmina en las últimas páginas del capítulo X.
El "acontecimiento" del que se habla allí, es el encuentro con la verdad.

¿Qué es esa verdad que Polo llama verdad "personal", o mi verdad?: esa verdad es la persona que "seré", trascendentalmente, en Dios.

No se trata aquí de la verdad frívola del cesto de Caperucita.

Se trata de la noción, que en otro contexto, Polo llama "mi réplica".
Cada uno tenemos nuestra réplica en Dios. Nuestro canto a Dios, en Dios.

El marco del capítulo X (el último de "Quién es el hombre") es la dualidad propia de la libertad trascendental (no hablamos aquí de la libertad de escoger entre cerveza o coca, o de la libertad posible en la esencia humana).

Veamos la conclusión:
La libertad trascendental es dual.
Su miembro inferior es llamado por Polo "libertad nativa".
El miembro superior lo llama "libertad de destinación".

Mi verdad va apareciendo en el trayecto o actuosidad entre una y otra. Es decir, entre el Origen (nazco en la libertad de la llamada inicial de Dios o libertad nativa) y el Destino (somos libres de destinarnos, si queremos).


¿Y quién es el beneficiario? El Hijo.
Mi réplica está en el Hijo. Mi réplica no soy yo. Es dual.

Somos hijos, en el Hijo. Si queremos.


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¿Cuándo está desorientada la libertad?

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Cuando se la entiende como espontaneidad.

Si la verdad es el "resultado" de mi libertad, de mi autorrealización, entonces la verdad se autodefine y se clausura.

Pero la verdad no es lo último.
Ni tampoco lo primero.
La verdad es lo segundo.

Si la libertad se entiende como espontaneidad, la verdad es su formalización o determinación terminal.
Aquí no hay inspiración.
La vida se vuelve átona, inercial. Siempre más de lo mismo, eterno retorno.

La libertad caprichosa (equívoca) carece de inspiración. En ella late el deseo de construir la propia vida, con un alcance muy corto. Se está limitando la libertad, que queda desorientada.

Con todo, la libertad no está desorientada de suyo, porque es precisamente un espacio de inspiración.
El espacio de inspiración es el "encontronazo" con mi verdad personal, el ámbito de mi canto. Porque soy libertad puedo cantarle a la verdad que me inspira.

La verdad entendida al modo moderno (espontaneidad) elimina la verdad como inspiración, dejando a la libertad desorientada.

Libre ¿para qué?...

La verdad como inspiración, al contrario es la polar que nos permite navegar libremente.






Para saber más pueden ustedes leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y su crecimiento, p. 201.3

Etiqueta 5.2.1 la verdad y su encuentro;
Etiqueta 5.2.1 la verdad.
Etiqueta 1.1.2 libertad
Etiqueta 5.5.4 libertad personal
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Ser veritativo y ser verdadero

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Distingo entre ser veritativo y ser verdadero.
El ser veritativo es la intencionalidad del objeto de lo conocido, que envía a la realidad. Es el "lo" de "lo mismo". Es irreal.

El ser verdadero es el ser real, en cuanto que se desvela.

El ser se convierte con la verdad en el cognoscente.
Una patata es verdadera si alguien la piensa o la conoce. Si la patata existe en la realidad es porque Dios la está pensando. Es verdadera porque su ser es desvelado, al menos, para Dios, como los peces de las profundidades oceánicas. Yo sabré que es verdadera cuando se desvele para mí. Pero el desvelamiento está siempre presente en Dios. El ser verdadero es real. Y es verdadero aunque yo no lo piense.

Ser veritativo, sin embargo, es la consideración del ser "en cuanto que conocido", el ser en la mente, irreal, mientras que "ser verdadero" es el ser real, "en cuanto que se manifiesta".

En las criaturas intelectuales, dotadas de conocimiento, la verdad de los seres es poseída intencionalmente.

Cuando decimos que Dios es verdadero, o es Verdad,  estamos diciendo que en Dios se desvela la verdad de su ser… Es Idéntico.

El ser veritativo no son imaginaciones o representaciones. No es una fotocopia de la realidad. El ser veritativo es la intencionalidad, el objeto o el camino, el hueco de mi ventana que me permite conocer lo real.

El ser verdadero está "manifestando" lo que es, gracias al cognoscente, porque alguien le conoce.

Ser veritativo y ser verdadero coinciden.






Para saber más ir a la etiqueta 1.5.3 separación (es el meollo del conocimiento, junto a la noción de coincidencia).

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¿Por qué buscamos la verdad?

Buscamos la verdad porque la misma verdad nos inspira.

Nos sabemos libres y queremos conocer de dónde nos viene nuestro señorío, la profundidad inagotable de nuestra libertad nativa.

Al conocer mejor nuestro Origen podremos destinarnos. Es un deber de gratitud.

La verdad de quiénes somos (y seremos) debe desvelarse por completo.

En la medida en que nos sabemos libres, atisbamos nuestra verdad de hijos de Dios, y al aceptarla somos conscientes del encargo encomendado: dar fruto.

Ahí estará nuestro destino y nuestra felicidad.

El fruto es el vida. Mi vida entrelazada con las otras vidas.
Vida que crece.

La verdad nos inspira.







Para saber más:
Etiqueta  1.1.2  la libertad

Etiqueta 5.5.4   libertad nativa
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¿A qué llama Polo "acontecimiento"?

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A un acto inmenso: el encuentro con la verdad.

El "encuentro" es un acontecimiento enorme, colmado por la verdad.
La verdad "es" en ese enorme acontecimiento que es el encuentro.

La inmensidad de Dios es colmada por el Verbo.

Los animales nunca "encuentran" porque lo único que se puede "encontrar" es la verdad.

Sin verdad no hay libertad.
La verdad es el desvelamiento del ser. Para un monolito, de maciza materia, no hay desvelamiento que valga.

Sólo las personas, al tener intimidad pueden encontrarse y encontrar el sentido del mundo.

Trascendentalmente la persona es libertad, actividad inagotable del hijo, que busca el desvelamiento del ser,  su tarea, su encargo (quién soy en Dios).

Si no hubiera encargo no habría tampoco verdad trascendental. Las verdades serían, a lo más, sentimiento, como cuando un perro se topa con una chuleta de cordero. Las verdades serían datos de funciones logarítmicas. No habría personas, destino, encargos.

Y uno "se encuentra" el encargo a lo largo de la vida.

No es una verdad desencarnada, o simplemente para "pensar" en ella, "2+2=4".
La verdad no es un teorema, no es una especulación, no está en las nubes. ¿Qué me va en que 2+2=4? En todo caso me servirá cuando vaya a contar dólares o a repartir melones.

La verdad que es mi encargo se yergue ante la propia vida y la impulsa, la inspira. Todo el valor de mi hacer, de mi práctica, depende de ella.

Aunque esté muy alta, mi estrella, yo sé que un día la he de alcanzar.







De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 249

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¿Es una carga el encargo?

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La verdad, el desvelamiento de mi ser personal (ser hijo) es el encargo que aparece a lo largo de mi vida. Encargo porque es una llamada del Creador y debo responder libremente, operosamente, cantándola.

Un encargo que no es carga, pues la verdadera verdad es amorosa. Comunión fructífera y sabrosa de personas.

No está de moda el enamoramiento, pero el que no sabe qué es enamorarse no sabe qué es la verdad.

Uno se enamora de una mujer porque descubre que esa mujer es verdad, es decir, no una mera hembra de la especie, sino la tarea de mi libertad.

De un ejemplar hembra de la especie no se enamorara nadie (se limita a ser atraído por ella: sólo cuando, de pronto, una mujer resplandece, uno dice: "es ésta").

Aquí está la razón de mi vida, y tiene lugar el acontecimiento de la verdad.

(También es cierto que una mujer, o un hombre, no están a la altura de nuestra réplica, salvo que entren sacramentalmente – me refiero al símbolo real – en el plan de Dios).

Hay gente que rehúye enamorarse cuando advierte que está a punto de acontecer. Por ejemplo, un egoísta que se lo pasa bomba y, de pronto se encuentra instado por la verdad, puede pegar la espantada. Menudo lío las complicaciones del matrimonio.

Pero el hombre que tiene suficiente agudeza se dice: para mí, la realidad que me sale al encuentro de un modo radiante, es imprescindible, embarco mi ser en ello.

Eso es ser libre, no carga sino encargo. Eso es destinarse.






De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 249.3

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¿Por qué decimos que la articulación de verdad y libertad es radical?

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Llamamos "radical" a lo trascendental, ya sea a nivel del ser del universo o del ser personal.

La verdad y la libertad se manifiestan a nivel de la esencia de la persona (la esencia es precisamente la manifestación de la persona), pero se articulan desde el ser personal, que es trascendental o radical. (No olvidemos que los trascendentales se convierten en su ser raíz).

Dicha articulación está pues enraizada (radical viene de raíz) en la ordenación "originaria" de la persona humana. Dios nos ha creado así.

En efecto, la intimidad de la persona humana (que es la dualidad radical entre co-ser y libertad) se trueca en búsqueda de reconocimiento (en búsqueda de su réplica o lo que es lo mismo, en búsqueda de su verdad personal) y lo hace, originariamente, siguiendo la llamada del Creador.

Ésta búsqueda de reconocimiento no es otra cosa que el ejercicio del hábito de sabiduría, innato al Inteligir personal (los cuatro radicales de la persona humana son Co-ser, Libertad, Inteligir y Amar). Gracias a este hábito podremos alcanzar nuestra verdad personal, la verdad que ilumina mi vida. (La verdad en la persona, radicalmente, es precisamente el Inteligir transparente).

"La verdad os hará libres" se puede entender así en dos sentidos:

a) gracias a nuestra verdad "personal", la libertad aparece en mi vida, (aquí hablamos de la libertad a nivel esencial), pues sé cómo debo conducir mi vida hacia la felicidad;

b) gracias al ejercicio de la libertad que soy radicalmente (aquí hablamos de la libertad trascendental) podré encontrarme con la verdad, con mi verdad personal, con mi réplica. Acontecimiento de la máxima felicidad.

Sólo el que es libre y ejerce su libertad alcanzará la verdad. Es la verdad la que tira desde arriba, o desde dentro. La que sopla, la que inspira, la que enamora, la que inflama.








Inspirado en Ángel Luis González, Ser personal y libertad. Anuario filosófico, n. 97,  p. 98.4

Para saber más :
Etiqueta 5.11.0 intimidad
Etiqueta 5.4.2   réplica
Etiqueta 2.14.0 hábito de sabiduría
Etiqueta 5.13.1 llamada inicial (en construcción)

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¿Cuál es el momento inaugural de la filosofía?

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El momento inaugural de la filosofía es el momento en el que aparece el primer fruto de la actitud admirativa: el hallazgo de la existencia de lo extratemporal y, por tanto, la aparición de la verdad.

Es un acontecimiento subitáneo, inesperado, como cuando uno se enamora. Se "cae" en el amor, se "cae" en la filosofía, y se vive mejor.

Si podemos hablar de la verdad del ser es porque descubrimos que hay algo que no cambia. Es el ser que se desvela. Si todo fuera variable y temporal no podría hablarse de la verdad.

La realidad está fundada de una manera estable.

Se obtiene así la primera "claridad" de nuestra experiencia intelectual: la necesidad. El ser es "necesario", verdadero.

Los entes tienen una verdad. Podemos conocer lo que las cosas son “en sí”, la inseidad de los entes que los filósofos llaman esencia (ousía).

El ente posee en sí mismo su propia consistencia verdadera, y ese ser íntimamente verdad, es la esencia.

No hablamos aquí de la verdad en cuanto conocida, sino de la verdad de las cosas. La verdad onto-lógica.








Glosa a Polo en Introducción a la Filosofía, p.47

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