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¿Qué significa “infuso”?

 


Cuando decimos “infuso” parece que nos referimos a nuevos dones que Dios da a las personas. Dones que no dependen de su naturaleza sino que son nuevas iniciativas divinas.

Sin embargo, desde la Antropología trascendental, podemos darnos cuenta de que la persona humana es también naturalmente “novedad”.

El ser personal humano es “novedad” creada por Dios.

Por lo tanto podemos decir que la iniciativa es siempre divina, es decir, es siempre "infusa", también para las virtudes que adquirimos con nuestro esfuerzo.

Por ejemplo, aunque la templanza es una perfección de la voluntad adquirida por la repetición de actos “templados”, la voluntad  es, anteriomente, activada por la sindéresis, habito innato del intelecto personal, y por tanto don de Dios “infuso”.

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¿Qué es lo que caracterizaría a las clásicas virtudes morales infusas? ¿Cómo abordarlas desde la Antropología trascendental poliana?

A mi modo de ver, las virtudes infusas “sobrenaturales” son una anticipación de cómo veremos lo que ha sido nuestra vida, cuando lleguemos al Cielo.

Esta “anticipación” es un nuevo don de Dios, que nos llega por el Espíritu de Cristo y cuyo signo eficaz es el Bautismo.

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¿Dónde radican las virtudes infusas?

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Las virtudes infusas, tanto las naturales como las sobrenaturales, son aperturas trascendentes del ser personal.
Radican en el co-ser personal.

Las "no sobrenaturales" son el fruto de la llamada inicial de Dios o gracia primera. (Etiqueta 5.15.0).

Las virtudes infusas "sobrenaturales" siguen al bautismo, es decir, al inicio de la "nueva creación" (estudiamos la nueva creación en la etiqueta 5.16.2).

Son regalos gratuitos incrementados por los dones del Espíritu Santo.

Las virtudes infusas, al abrirnos a la trascendencia, redundan en la esencia humana, elevando la inteligencia, la voluntad y demás potencias del hombre de acuerdo con su "proceder" de la persona.

Radican, pues, en la persona.


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¿Existen hábitos infusos además de los que habla la teología?

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La teología habla de hábitos "sobrenaturales" infusos (por ejemplo, la gracia santificante como hábito "sobrenatural" entitativo, y las virtudes "sobrenaturales" de la fe, la esperanza y la caridad).

Desde la perspectiva de una antropología trascendental se descubren también otros hábitos infusos que no son sobrenaturales.

Me explico, porque se necesita una cierta familiaridad con lo trascendental antropológico para situarse.

En la etiqueta 5.13.1 hemos llamado apertura transcendente a una apertura más íntima que la apertura íntima, pues abre el ser humano más allá de su propia intimidad.

Esta apertura no es sobrenatural. Todos los hombres la tenemos y es el fruto de la llamada inicial de Dios, propio a toda persona humana, también cuando no ha recibido los efectos de la salvación.

La llamada inicial de Dios, que no es "sobrenatural", la estudiaremos en la etiqueta 5.15.0 y es una de las etapas trascendentales del ser personal (la etiqueta 5.7.0 estudia esas etapas).

Pues bien, teniendo en cuenta la caída y el querer de Dios de que todos los hombres se salven, podemos entender que hay una nueva etapa trascendental que es la nueva creación o redención. Una nueva elevación que nos salvará, "si queremos".
(La estudiamos en la etiqueta 5.16.2).
Es la etapa "sobrenatural" de la que habla la teología.

Ese "si queremos" es nuestra respuesta a la gracia sobrenatural, es decir la manifestación esencial de cómo acogemos la salvación.

La elevación salvadora de Dios redunda esencialmente en nuestra vida, elevando nuestras potencias, la inteligencia y voluntad, elevando toda nuestra vida con lo que los teólogos llaman gracia santificante y virtudes "sobrenaturales" infusas.

Son infusas a la esencia humana como redundancia de la elevación "sobrenatural" de las aperturas transcendentes de los radicales personales.
Elevación que es propiciada por  el encuentro de la persona humana con Aquél de quien es réplica y que es su Salvador.

De ahí que digamos que la gracia santificante es una anticipación.
Es una anticipación del encuentro.
(El encuentro definitivo con Dios lo estudiamos en la etiqueta 5.18.0).

Las virtudes "sobrenaturales" de la teología son pues elevaciones de las aperturas transcendentes, debidas a la anticipación del encuentro con Dios,  que redundan en la esencia humana.
Son pues virtudes infusas "sobrenaturales".

Pero como hemos dicho, existen también otros hábitos infusos que no son sobrenaturales.

La existencia de los hábitos infusos naturales y sobrenaturales muestra que las personas humanas tenemos una potencia "obediencial" superior a las criaturas del universo físico. Polo prefiere hablar de "segunda" creación y "nueva creación".



En las etiquetas que comienzan por 5.13 estudiamos en detalle las aperturas "transcendentes", que son hábitos infusos no "sobrenaturales".

Estudiamos la segunda creación en la etiqueta 5.15.0
Y la nueva creación en la etiqueta 5.16.2

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¿Qué son las virtudes teologales?

 

Las virtudes teologales, según Polo, son elevaciones de los distintos trascendentales del acto de ser personal humano.
 
No olvidemos que hay una fe “transcendente” (elevación natural) y una fe sobrenatural (anticipación de nuestro “ver” en el Cielo).
 
Por lo tanto, y desde la inconformidad del profesor Sellés, las elevaciones de los distintos trascendentales personales pueden ser transcendentes y sobrenaturales (éstas, las sobrenaturales, se corresponden con las virtudes teologales clásicas de la teología).
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¿Por qué el hábito es superior a las operaciones?

 


El hábito es superior al acto (al acto en cuanto operación inmanente) porque el ser personal es jerárquico en su intimidad.

Los hábitos y virtudes siempre son más activos que las operaciones inmanentes que derivan de ellos.

 

El hábito teologal nos abre a Dios siendo como es una elevación divina. 

Dios tira para arriba y la persona acepta lo que Dios le va dando.

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