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¿Basta ser libre para ser libres?

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No.
Todas las dimensiones del hombre son duales. La libertad trascendental tiene dos miembros : libertad nativa y libertad de destinación.

Aunque el hogar de la religiosidad sea la libertad, no basta con que el hombre sea radicalmente libre, para vivir en paz frente a cualquier Poder.

También su horizonte debe ser despejado y cálido.

La libertad nativa nos confía un encargo y nuestra vida, con la libertad de destinación, se transforma en aventura.

No olvidemos que Polo llama a la libertad nativa, radicalidad (la radicalidad es el ser hijos de Dios)

Y llama a la destinación de la libertad, horizonte.

Somos libres, pero sólo con la verdad se abrirá el horizonte.

Tratamos de la libertad nativa y de la libertad de detinación en las etiquetas 5.5.4

¿Por qué dice Polo que en los pueblos primitivos hay una religiosidad muy pura?

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En los pueblos primitivos se puede encontrar una religiosidad muy pura porque aún no se ha deformado el sentido primitivo de Dios.

La naturaleza humana en estado puro dota a la persona humana de la capacidad de saberse hijo de Dios en esta vida y también de conocer el error peculiar de la libertad que es el pecado.

Y gracias a la apertura trascendental, intrínseca a esa libertad, late la esperanza de redención.

En las preculturas se encuentran signos que transparentan este conocimiento primero y su religiosidad no se ha deformado todavía.

El fenómeno religioso se despliega con un ritual de creencias, de comportamientos sin hacer aún teorías sobre Dios.

Las creencias básicas captan a Dios como padre y Dios como protector, que se marchó a causa de un acontecimiento inmemorial. Ocurrió algo que supuso la pérdida de la amistad del hombre con Dios.

La religiosidad primitiva es sencilla y se centra en nociones no teológicas. Comporta una visión de Dios adecuada, aunque no es filosófica ni está desarrollada.

Los ritos mágicos no versan sobre Dios. Partiendo de la conciencia de la dignidad humana, aparece la magia, como expresión del poder humano, que se va complicando y degenerando frente a las fuerzas mundanas.

Las preculturas son formas de vida detenida, los demás pueblos evolucionan y se van oscureciendo las creencias básicas.


De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 226.3 - 230

Para saber más:
sobre la revelación primera : etiqueta 9.0.1

sobre la religiosidad: etiqueta 9.2.2
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¿Qué es la religión?

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La religión es el acatamiento debido a Dios.
Incluso sin Revelación divina la religión sería obligada.
De ahí que debamos admitir dos tipos de fe.
Una fe que no es sobrenatural, sino filosófica o intelectual, que es la última fase del desarrollo de la intelección.
Y otra fe sobrenatural, que podemos calificar de don "añadido" (la otra es don "natural"), pues es el acatamiento o respuesta a la comunicación de la Vida íntima de Dios que conocemos por Revelación.


Ideas sacadas del libro de Polo "Epistemología, creación y divinidad". Capítulo 2, 2. Itinerario de la razón hacia la fe, pp 69.3-5
Para saber más ir a las etiquetas:
5.13.3 fe;
9.2.2 religión;

12.1.0 revelación.
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¿Qué sucede cuando el ser se desvela?

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Cuando el ser se desvela, su belleza nos convoca.

La verdad se presenta entonces como un gran acontecimiento, que nos enamora al estar intrínsecamente unida a la belleza.

La verdad es bella; la belleza es el esplendor mismo de la verdad.

En el camino de la vida en el tiempo, resplandece también la esperanza, pues por su ventana asoma la verdad futura.

Los griegos descubrieron el ente, y con él, la verdad y su belleza. E inseparablemente de la verdad, la inmortalidad del alma capaz de amarla. Un acontecimiento inmenso, extraordinario.

A otros, sin embargo, les entra el miedo a perderla y se enmarañan en el mito, abocándose en una vida débil, sin encargo.

Otros, en fin, se entretienen tejiendo y destejiendo, con una sabiduría práctica. A ésos debemos enseñarles por dónde sale el sol.


De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 251, 3


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¿Qué hace Polo en el último capítulo de Quién es el hombre, titulado "La religión y la libertad"?

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Traza una historia de la libertad, a través de la descripción, sistémica, de los elementos que componen la religiosidad humana.

El hombre, que es libertad, es un tema inmenso.

Todas las ciencias tienen que ver con el hombre.
Pero lo inagotable se puede aquilatar. A buen entendedor pocas palabras bastan.

La metodología más adecuada en Antropología no es el análisis (mera acumulación de materiales y erudición desorientada) sino el método sistémico: mostrar los elementos o dimensiones claves y su correlación sistémica.

Elementos claves son, en el hombre, la inmortalidad y la eternidad.

Polo describe qué es morir para el hombre y cómo ha de habérselas ante la eternidad, que no es Necesidad ciega, sino vida amorosa, personal.

La religiosidad sólo encuentra su hogar en la libertad.

La libertad radical muestra la existencia de Dios. Y desde entonces la vida es un encargo.
Así encuentra el hombre su verdad personal.

En muchas épocas la libertad se ha oscurecido: Ulises, Dionisos, el Fuego o finalmente el pesimismo existencialista, nos hacen dudar de nuestra libertad.
La vida se encara con asuntos de poca monta, perdiendo radicalidad y horizonte.

La revelación de la verdad de lo Santo nos libera definitivamente: el "dar" del servidor bueno y fiel es "aceptado".

Hemos descrito la muerte en versión Poliana en  la etiqueta 10.0.0
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¿Cuál es el hogar de la religiosidad?

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La libertad.

A lo largo de la historia el hombre se siente prisionero del Poder de la Necesidad.
Ante lo tremendo de lo último, de lo santo, a lo más que llega es a callarse.

Ya en las preculturas, la humanidad vivía con la nostalgia de un tiempo en el que el Poder era Padre. Todo se complicó y se enredó tras los errores peculiares a la libertad.

¿Qué hacer? Recuerden ustedes que la religiosidad es asunto práctico. ¿Utilizar conjuros mágicos? ¿Resignarse a tejer y destejer, esperando a que Ulises vuelva? Y cuando vuelva como Dionisos… volver al aburrimiento de la vida?

¿Y si me fundo como las campanas? ¿Será mi hogar el fuego?

Sólo si el Santo me llama, sólo si Dios me encarga una tarea, mi horizonte se abre a la esperanza.

Libre para ser hijo (libertad nativa), libre para destinarme (libertad de destinación). Ahora sé cuál es mi camino : la libertad.

El hogar de la religiosidad (despejado y cálido) es la libertad.

Así les propongo un sencillo esquema sistémico del último  capítulo de "Quién es el hombre".

Les aconsejo ir a la página titulada "religión y libertad" donde he intentado una síntesis de este último capítulo. Se accede a ella por el enlace en letras rojas situado al inicio del blog.

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¿Porqué la religiosidad está presente en todas las culturas?

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Cuando se considera el hombre a través de la historia se encuentra constantemente la religiosidad.

Desde las protoculturas hasta nuestros días (Islam) es un dato abrumador. El ateísmo es un fenómeno o una actitud humana, más bien moderno. En la historia hay muy pocos ateos.

Una cultura que, al menos oblicuamente, no aluda a lo divino, estaría, como cultura, truncada, porque lo estaría su misma índole simbólica: no habría nada que descifrar en ella, todo estaría ya dicho o estaría en una fase terminal. No quedaría ningún símbolo para vivir.
Imaginen que todo fuera fútbol: agotamiento repetitivo.

No debemos olvidar las averiguaciones acerca de la libertad humana, actividad inagotable que surge de una fuente. Esa fuente es el Poder y para entendernos con el Poder debemos cifrarlo en símbolos.

La religiosidad está presente en todas las culturas pues el hombre sabe (al menos es transconsciente) que su ser (libertad) depende de un Poder (que le da la libertad).

Cultura es saber a qué atenerse. Cualquier cultura es simbólica, cifra lo recibido, ordena la naturaleza ¿Para qué sirve lo que he recibido?

La cultura es continuación de la naturaleza.
¿Qué he de hacer ante el Poder? La cuestión última es también primera.
Si no encontramos la "palabra", el "símbolo", la cifra, que dé sentido a mi existir, vagaré como Caín.

Reducir la vida a fútbol no es cultura, sino falta de cultura.
Sin embargo, el fútbol libremente asumido es cultura, cultura del juego, como la guerra de las galaxias o el ajedrez.

La dimensión religiosa nunca faltará en cualquier cultura pues la Fuente es inagotable y los hombres seguimos viviendo.

De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 225.
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¿La religiosidad es asunto teórico o práctico?

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En tanto que ingrediente de la cultura, la religiosidad no es un asunto teórico, sino eminentemente práctico.

La cultura consiste en cifrar para vivir mejor, para actuar más eficazmente. Gracias a los símbolos, al lenguaje, los pueblos se transmiten sus averiguaciones para cocinar, festejar, saber más, curarse y prevenir…

La religión es el saber práctico de cómo habérselas con el Poder, con la Fuente, para vivir mejor.

La filosofía, al contrario, es teoría, de suyo no pertenece a la cultura.
La teología, al servirse de la teoría no es tampoco una ciencia práctica.

La filosofía y la teología descifran. La cultura (y la religión) cifran.

De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 225.3

Les aconsejo ir a la página titulada "religión y libertad" donde he intentado una síntesis de este último capítulo. Se accede a ella por el enlace en letras rojas situado al inicio del blog.
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¿Qué es la revelación primera?

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Antes de la historia el hombre tiene un conocimiento de su Origen. Este conocimiento forma parte de la dotación recibida de Dios con vistas a su culminación definitiva.

Conocimiento posible gracias a la integridad esencial en que el hombre fue creado, en la que Polo llama Antehistoria.

El contenido de esa revelación debió ser "el alcanzarnos como hijos", gracias al hábito de sabiduría inocentemente ejercido.

Con otras palabras, en el estado de naturaleza pura, el conocimiento alcanzable de Dios es el posible al ejercicio del hábito de sabiduría por el que nos sabemos hijos de Dios. Su ejercicio se ciega por el error peculiar de la libertad que es el pecado, también presente desde el origen.

La revelación primera se transparenta y al mismo tiempo se deforma en las religiosidades posteriores.

Las más puras (como las de los pigmeos y patagones) captan a Dios como padre y protector, constatando que se alejó en virtud de un acontecimiento inmemorial que supuso la pérdida de la amistad del hombre con Dios.

Etiqueta 7.0.1: Antehistoria

Les aconsejo ir a la página titulada "religión y libertad" donde he intentado una síntesis de este último capítulo. Se accede a ella por el enlace en letras rojas situado al inicio del blog.
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¿A qué llamamos religiosidades puras?

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A las religiones que no han casi deformado la revelación primera, transparentándola con sencillez.
Son religiosidades de pueblos primitivos en los que todavía no predomina la agricultura.

Polo encuentra dos ejemplos de preculturas : los pigmeos (cazadores) y los patagones (pastores).

Creen en un  Dios único. Los patagones sabían que Dios es padre.
Un Dios que, según los pigmeos, se alejó dejando al hombre solo ante otros poderes que se han destacado. De aquí que recurran a la magia, al poder de los conjuros de la palabra, para cazar, y a las representaciones.
Es una religiosidad ritual que no versa sobre Dios.
No hay culto, pues Dios se alejó. Y para atenerse a la situación debemos contar con los poderes de los animales y de los tótems.

Estas religiosidades de las preculturas ancestrales se han determinado atendiendo a un acontecimiento decisivo: algo que pasó.
No son teorías acerca de Dios, sino un despliegue ritual de creencias, una manera de comportarse frente a los poderes, sin entrar en consideraciones sobre la naturaleza del Poder.

De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 226.2

Para saber más:
sobre la revelación primera : etiqueta 9.0.1

Les aconsejo ir a la página titulada "religión y libertad" donde he intentado una síntesis de este último capítulo. Se accede a ella por el enlace en letras rojas situado al inicio del blog.
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¿Por qué dice Polo que la religiosidad transparenta y deforma la revelación primera?

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Porque la religiosidad, al ser una actividad práctica, al formar parte de la cultura, cifra o interpreta lo recibido de las generaciones anteriores. Construye símbolos en los que se vierte la experiencia.

De ahí también que la revelación primera (el conocimiento sapiencial) sufra alteraciones según las conveniencias y el talento de los pueblos.

La filosofía de la religión (recuerden que la filosofía es teoría) debe tener cuenta de esa deformación, y también de la transparencia, para no interpretar las religiones de manera desorbitada.
Las religiones no son intervenciones despóticas del Poder, avatares irresistibles del destino de los pueblos, sino factores culturales que debemos afrontar racionalmente en diálogo esclarecedor.

La discusión sobre la religión pura o la religiosidad esencial es otro asunto. No cultural sino teológico.

Esta aproximación "cultural" que hacemos de la religiosidad permite colocar el diálogo religioso en el ámbito que le corresponde : como factor cultural en los parlamentos y como teoría de Dios en las universidades.

De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 226.2

Para saber más:
sobre la revelación primera : etiqueta 9.1.0 (estará a punto el 12-XII-2012)
sobre la cultura: etiqueta 7.2.0

¿Es cínico el ateo?

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Yo no diría tanto. Más bien es ambiguo.

Es cierto que, a veces, sobre todo en el modo del desengaño, desprecian las convenciones sociales, expresan sus sentimientos provocando, quizá con brutalidad.

Pero al mismo tiempo que rechazan la cultura recibida a través de los símbolos cifrados de la tradición, sostienen una teoría acerca de Dios: su negación.

Pienso que su error peculiar es la creencia en la soledad.

Su actitud estólida acerca del valor del símbolo les acerca a la escuela cínica de Diógenes.
Su seguridad ante el absoluto sorprende.

Sí, el ateísmo es ambiguo.

De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 226.2
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¿Cómo caracterizar la religiosidad de las culturas agrícolas?

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La religiosidad de las culturas agrícolas es el mito.

Lingüísticamente, el mito es una narración inmemorial y anónima, con fuerte componente social (se transmite en sociedad).

La religiosidad primitiva se ha complicado y se degrada en las culturas agrícolas.
Su decadencia radica en la antropomorfización de los poderes del mundo: formas humanas que se localizan en un espacio que se suele situar en las alturas.

Son lugares "divinosos" lejanos en el tiempo, pero que gravitan sobre el tiempo, desde aquel lugar.
El espacio adquiere una prevalencia sobre el tiempo.

La resultante de estos factores es el miedo.

Este proceso de complicación y degradación se condensa en los mitos.

Los dioses y Dios tienen su propia manera de ver las cosas y deshacen los proyectos humanos.
Dios pasa a ser una fuerza implacable que no guarda relación sistémica con el hombre: no es protector, no es padre.
En el fondo, estas culturas despersonalizan: desaparece la libertad pues todo está sumido a la necesidad.
Dios es la necesidad. No hay relaciones amorosas, donales, libres.

El cosmos se interpreta divinosamente. Es un todo inexorable.
Los dioses, más o menos antropomórficos están sujetos a la necesidad.
Dios es el Gran Todo. Él mismo es necesidad.
Necesidad ciega, imprevisible. Ningún viviente sabe a qué atenerse respecto de ella.

La pérdida del sentido personal de Dios, de un Dios padre y protector, con el que se puede hablar, lleva consigo el encontrarse solos frente a los poderes del mundo, frente a la necesidad.

De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 230.2 a 231.2
Les aconsejo ir a la página titulada "religión y libertad" donde he intentado una síntesis de este último capítulo. Se accede a ella por el enlace en letras rojas situado al inicio del blog.
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¿Cómo interpretan los mitos la tragedia del hombre?

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En clave de necesidad práctica.

El mito pretende explicar la tragedia del hombre que, creyéndose libre, intenta comportarse éticamente, intenta crecer, incluso heroicamente, pero al final, y ésa es la tragedia, sucumbe.

Las grandes religiones monoteístas que son culturalmente posteriores a los mitos de las culturas agrícolas, no confunden a Dios con el mundo. Su noción de necesidad es teórica, y en clave de omnipotencia (que cuenta más o menos con la libertad del hombre).

En los mitos, sin embargo, la necesidad es práctica. Las cosas son como son. ¿Qué hay que hacer? Se oscila entre el fatalismo y la tragedia.

Son símbolos culturales que cifran el existir humano, sometido a un destino ciego.

El héroe se yergue… y fracasa.

De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 231
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¿Cómo expresan las epopeyas griegas la convicción de que lo divino es la necesidad?

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Tanto la Ilíada como la Odisea interpretan el cosmos de manera divinosa. Hay un implacable sometimiento a la necesidad. Lo divino es la necesidad.

En la Ilíada hay un extraño héroe, Aquiles, un tipo menos bello que lo que como poema tiene de bella la Ilíada.
Su odio al troyano resulta obsesivo. Es el hombre como un ser arrastrado por fuerzas de venganza. Él cree hacer algo por su cuenta, cuando en realidad es una marioneta.

La Odisea contiene elementos de religiosidad más relevantes que la Ilíada.
Se puede sostener una visión optimista de la Odisea, con el final feliz del regreso del héroe, pero, en el fondo, el viaje de Ulises es una inmensa tragedia. Fíjense que en las grandes decisiones aparecen los muertos como consejeros. Los muertos proyectan sobre el término del viaje el sinsentido del pervivir postmortem : los muertos ya no pueden hacer nada.

Y fíjense en Penélope, símbolo de la feminidad. Teje y desteje. El esperar de Penélope irá seguido del seguir esperando… nada.

Lo importante en la Odisea es el viaje.
El hombre está enredado en una tarea temporal que es un símbolo carente de cifra. El telar de Penélope es el tiempo que hace y deshace. ¿Qué espera Penélope? En la visión optimista de la Odisea, espera a su marido. Pero la sombra del sinsentido se cierne sobre las vidas humanas ya que el futuro está cerrado. El hombre es un náufrago vertido en la fatalidad enigmática.

De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 231-233

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¿Por qué las culturas agrícolas son pesimistas?

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Porque se les cierra el futuro.

La agricultura sugiere que todo es siempre igual.

Además, a diferencia de los nómadas, el hombre no tiene que tomar la iniciativa, como el cazador con la magia, sino que siembra, y luego se limita a aguardar. En el crecimiento de la planta el hombre ya no tiene nada que hacer. El tiempo humano se adapta al calendario, que señala las épocas del año. Ha nacido una nueva simbología y los años se repiten.

La simbólica que, a grandes rasgos, enmarca al hombre agrícola deja en suspenso las preguntas sapienciales sobre el origen y el destino.

El tiempo obedece solamente a la enigmática fatalidad, ciega. El tiempo hace y deshace (no hace otra cosa).

Arar, sembrar, cosechar, inciden en la tierra, diosa madre, pero lo que hace crecer y fructificar, no depende del agricultor (como la habilidad del cazador apuntalada por el conjuro) Depende de la planta, de si llueve o no llueve. ¿Y si hiela?

El agricultor puede implorar, pero el mito subyacente dice que no hay nada nuevo bajo el sol, que todo es siempre igual. A un año le sucede otro. No se sabe a dónde vamos. El horizonte temporal se encapota. Más que un miedo al futuro, hay una falta de futuro.
El Poder es despótico.
La ruptura de la monotonía sugiere tan sólo la idea de un año que, por peculiar, es catastrófico. Esta idea aparece en la cultura azteca. Cortés llegó allí en un año de catástrofe. Cuando los españoles desembarcaron, Moctezuma estaba completamente acomplejado. Ése fue uno de los factores que explican que unos cuantos se hicieran con el imperio azteca.

En torno a esto también se fragua una religiosidad macabra. A veces se recurre a un ritual sanguinario para aplacar la desgracia.

La constelación mítica es compleja. El mito admite variantes pero el mito primitivo que se puede deducir de las culturas agrícolas es éste: el hombre está desamparado en este mundo; las cosas se repiten; el tiempo cíclico es atenazante.

La degeneración de la religiosidad mítica se caracteriza por el pesimismo, es uno de sus rasgos más claros.

De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 233,2-235.
Les aconsejo ir a la página titulada "religión y libertad" donde he intentado una síntesis de este último capítulo. Se accede a ella por el enlace en letras rojas situado al inicio del blog.
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¿Por qué entendemos mejor las preculturas mágicas que los mitos de las culturas agrícolas?

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Porque la civilización técnica intenta controlar los acontecimientos cósmicos, y lleva consigo la idea de progreso. Si ese control es cada vez mayor, la situación del hombre en este mundo es cada vez mejor.

En esto nos parecemos a las preculturas de pueblos cazadores que creían controlar el cosmos con sus conjuros y magias rituales.

El programa racional de dominar las fuerzas naturales está más ausente en las culturas agrícolas que en las mágicas.


De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 236

Les aconsejo ir a la página titulada "religión y libertad" donde he intentado una síntesis de este último capítulo. Se accede a ella por el enlace en letras rojas situado al inicio del blog.
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¿Qué mito es clave, según Nietzsche, de la cultura griega?

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El mito de Dionisos.
Los griegos idealizan el equilibrio de Apolo, pero según Nietzsche es más importante su contraste con la agitación de Dionisos.
Nietzsche trata de este asunto en su obra juvenil "El origen de la tragedia".

Dionisos, que danza y cae extenuado, al que destrozan y vuelven a componer.

Dionisos tiene que ver con la embriaguez de la vida: danza y cae. Danza con excitación. El uso del vino trata de inyectar vigor cuando la existencia no da nada más de sí. Es una fuerza artificial. Al final acontece el estragamiento, la postración. El borracho puede delirar durante un tiempo (sin vino no baila), pero el baile termina siempre, porque el borracho se desploma, retornar a levantarse es lo penoso del delirio báquico.

Este mito refleja la rebeldía del hombre ante el sinsentido de la vida. ¿Qué hacer ante la monotonía? La religiosidad (no olviden que es un asunto práctico) está cerrada al Dios personal.

La clave del mito de Dionisos consiste en la idea de la composición y la recomposición. Dionisos es troceado y de los trozos se hace otro Dionisos. Cada recomposición de Dionisos es otra figura suya. Es el mito de la combinatoria: rompamos las estructuras y con sus trozos hagamos otros. Es el deshacer para hacer (hoy se habla de destrucción creativa), no al modo de Penélope, sino para encontrar nuevas constelaciones de sentido, como al girar el caleidoscopio.

El mito de Dionisos viene a ser el intento, formulado de un modo extraño, de evitar la repetición cuando todo está sujeto a la repetición: si rompemos lo compuesto y somos capaces de volver a componer, saldrá algo inédito. Este mito, evidentemente religioso (la religión, insisto, es cosa práctica) es un proyecto dirigido contra la monotonía.

Desde luego Nietzsche era una inteligencia intuitiva y si le dio tanta importancia es porque gran parte de su pensamiento va por ahí.
Pero la antítesis entre Apolo, que es lo regular, y la vitalidad de Dionisos, no es suficientemente profunda ni revela los grandes radicales de la cultura griega; menos aún los radicales del hombre.



De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 236-238

Les aconsejo ir a la página titulada "religión y libertad" donde he intentado una síntesis de este último capítulo. Se accede a ella por el enlace en letras rojas situado al inicio del blog.
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¿Qué religiosidad se encierra en la visión de Nietzsche del mito de Dionisos?

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Es un intento de subida por recomposición.
Como todo está sujeto a repetición, el Poder de la monotonía será vencido por la vitalidad de Dionisos.

Es una forma de recabar la libertad rompiendo las estructuras, eliminando la fijeza.

"La vida está hecha de escaleras y columnas", dice en una frase magnífica. Escaleras y columnas que se hacen y se vuelven a hacer. Penélope sería también dionisíaca si cada vez tejiera un dibujo nuevo.

Sin embargo, con el mito de la combinatoria, al eliminar la fijeza se cae en otra fijeza. Es como las modas, que cambian agitadamente sin saber por qué. Es un tiempo privado de alma.

El alma humana es la calma del tiempo, de la existencia temporal, la paciencia de la innovación, del crecer.

Privada de alma, la existencia de Nietzsche es revolucionariamente convulsa. Un proceder reiterativo en el que la libertad se ejerce trivialmente.

Si ésta fuera la clave de la vida, el hombre carecería de libertad. La vida sería un entretenimiento. Estaríamos en una sala de espera, jugando con el teléfono, esclavos de un tiempo que lleva a ninguna parte.

La religiosidad de Nietzsche consiste en hacer crucigramas: matar el tiempo.



De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 237-238

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