¿A qué llamamos apertura transcendente?

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Llamamos apertura transcendente al fruto de la llamada inicial de Dios.
 
La llamada inicial de Dios se puede describir según los cuatro radicales personales:
gracia inicial (según la co-existencia).
esperanza (según la libertad)
fe (según el entender personal)
caridad (según el amor donal).
 
Me explico:
Dios, al crearnos libres, nos llama.
 
La llamada inicial crea, en libertad, los cuatro radicales personales.
 
Y la persona se abre así, en su interior, al nacer, según las cuatro aperturas que llamamos transcendentes y que son el fruto sabroso de la llamada inicial.
 
No son la gracia santificante ni las virtudes teologales de la teología. Son aperturas transcendentes que todos tenemos y que, me parece, ayudarán a los teólogos en su comprensión del organismo sobrenatural.
 
Estas cuatro aperturas se pueden describir como:
1. aceptar. Fruto de la llamada inicial. Es la “humildad natural  trascendental”
 
2. además. Fruto de la llamada inicial. Es la “esperanza natural  trascendental”
 
3. buscar. Fruto de la llamada inicial. Es la “fe natural  trascendental”
 
4. dar. Fruto de la llamada inicial. Es la “caridad natural trascendental”
 
 
Las virtudes infusas teologales las estudiaremos en la etiqueta 12.8.0 y también en la etiqueta 5.16.2, en tanto que "nueva" creación.

Otras etiquetas sobre el tema:
5.13.2 Humidad o abajamiento
5.13.3 Fe o alumbramiento
5.13.3 Misterio
5.13.4 Esperanza o alianza o amanecer o aurora
5.13.5 Caridad o arrullo

Juan Fernando Sellés no es un repetidor

 

Ayer 20 de septiembre de 2022, Juan Fernando Sellés dio una clase magistral en el Instituto Hapax. La siguieron más de 100 participantes.

Empezó diciendo que Polo rechazaba como discípulos a los que se limitaran a repetir lo que él mostraba.

 La Antropología trascendental poliana es de “dualidades”. Polo, además de ser el filósofo de la distinción es también un pensador de dualidades.

 Salvador Piá habló en su día de “el hombre como ser dual”.

Pues bien, ayer, para no repetir, Juanfer, nuestro profesor, dijo que iba a “añadir”. Y propuso pasar del 2 al 3.

El hombre es también un ser triádico.

 

Pensándolo bien parece muy lógico.

Si somos hijos en el Hijo (dualidad), también somos a imagen de la Trinidad (tríada amorosa).


Pues bien, yo, para no repetir, paso del tres al cuatro, porque añado la humildad de María.


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¿Cuáles son las elevaciones trascendentales de la persona humana?

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La persona humana, independientemente de su querer, crece, trascendentalmente, hacia su destino, al ir siendo elevada, por Dios, hacia la felicidad (ordo amoris) y Dios lo hace según cinco elevaciones que podemos llamar “trascendentales”, a saber: la creación, la llamada inicial, la insistencia o mantenimiento de la llamada, la santificación y la glorificación.
Inicialmente, Dios crea cada persona con tres elevaciones que son simultáneas y necesarias, no cesan: creación, llamada inicial e insistencia.
 
Las elevaciones no son “estados”, sino crecimiento. El miembro superior tira para arriba del miembro inferior.
Las elevaciones no son “etapas”. Es la persona la que es elevada hacia la unidad en sus distintas dimensiones.
Dualizarse es prolongarse y se describe como “elevación”.
En lo más alto, Dios.
Somos un ascensor.
El profesor Juan García llama elevación “creacional” a la relación subsistente, en orden al Origen, que somos cada uno de nosotros.
Pienso que esta elevación “creacional” contiene tres dimensiones: Creación, Llamada inicial e Insistencia en la llamada.
 
a) Creación
La Creación de la persona humana es la creación de su dualidad radical, su nacer destinándo.se.
Podemos llamarla creación inicial.
Según la propuesta de Adam Solomiewicz, el miembro nativo de la dualidad radical humana es el nacer trascendental y el miembro destinativo de dicha dualidad es el destinarse trascendental.
Un acto de ser personal, radicalmente dual.
 
b) Llamada inicial (creación segunda o gracia inicial).
Si llamamos creación primera a la creación del universo físico, la creación segunda será la creación de cada persona humana, en tanto que llamada.
Es la llamada del Destino.
La llamada inicial es el modo peculiar como Dios crea cada persona humana. Dios la crea, "llamándola".
 
Noten la exquisita ternura de un Dios que no nos crea despóticamente, sino en libertad. Nos "llama".
 
Llamamos creación segunda a la creación de cada persona humana. Dicho en términos clásicos, la unión del alma con el cuerpo.
 
Dios crea la persona humana como libertad de destinar su mundo.
La persona habita el universo físico convirtiéndolo en su “mundo”.
 
El fruto de la llamada inicial es la apertura transcendente : el hombre es capaz de Dios. Co-existencia libre.
 
Dios nos abre, llamándonos, atrayéndonos a su Intimidad, elevándonos.
Es la elevación de nuestro espíritu, proveniente del favorecer de Dios, que abre cada uno de los trascendentales personales.
La persona humana es orientada y elevada “hacia” Dios abriendo cuatro aperturas transcendentales, fruto de esa llamada inicial.
El panorama se amplía así, en el ascensor acristalado gracias a esas cuatro aperturas transcendentales, que son infusas y naturales.
 
A la llamada inicial podemos llamarla gracia inicial (que abre el radical co-ser hacia Dios). A esta apertura transcendental la denomino humildad trascendental).
 
La llamada inicial en cuanto que también abre los otros tres trascendentales personales hacia Dios, podemos también llamarla gracia primera.
A estas tres aperturas transcendentales las denomino de la siguiente manera: la esperanza trascendental es la apertura de la libertad. La fe es la apertura del inteligir personal. La caridad trascendental es la apertura del amar. (Ustedes comprenden que no se trata de las virtudes teologales de la teología, sino aperturas naturales de la persona humana a Dios, desde su creación).
 
 
c) Insistencia o mantenimiento de la llamada.
Es la elevación propiamente dicha.
Dios mantiene insistentemente la llamada (es un diálogo creador), para que el hombre aporte su don.
Esta insistencia permite comprender la condición temporal de la vida.
 
Esta insistencia o mantenimiento de la llamada no es otra cosa que el tirar de Dios, hacia arriba, que no cesa de elevarnos libremente.
Recuerden que “elevación” no significa que “estemos” elevados, sino que estamos siendo elevados. Cuando decimos "elevación", hablamos de un movimiento que no cesa.
Insistencia en la llamada.
 
Aquí se incluyen también intervenciones sobrenaturales de Dios que nos favorecen aún más. Por ejemplo, cuando Dios llama a un pagano a reconocerle como el Dios vivo.
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Debemos explicar ahora otras dos elevaciones que no tenemos de entrada: la santificación y la glorificación.
 
d) La santificación: para entenderla nos servirá volver al mito del ascensor acristalado: imaginemos en el interior del ascensor, una sala enorme, con pantallas en color, donde se pueden ver, por anticipado,  los misteriosos juegos eternos, que están más allá de la azotea.
Esas pantallas (cual un VAR) nos hacen gozar de una elevación sobrenatural que los teólogos suelen llamar "gracia santificante", anticipación de la vida eterna. (Tras la caída, la llamamos “nueva creación”).
 
e) La glorificación es el encuentro definitivo con Dios,  más allá de la azotea, en el que conoceremos cómo Dios nos conoce: como hijos que serán siempre "además", jugando y cantando eternamente.
 
x) Pero además de estas cinco elevaciones no debemos olvidar que "trascendentalmente" hubo una caída (que se corresponde con lo que la teología llama pecado original). No es otra cosa que la comunión con el maligno, con el don "nadie". Es la caída trascendental. La pandemia original. Un obscurecimiento del ascensor que dificulta la visión hacia afuera y hacia adentro. Las consecuencias de este apagón inicial son patentes. La principal, la ignorancia. Sin embargo, el ascensor no ha dejado de subir y la esperanza no cesa de renacer. La humanidad subsiste hacia su Destino.


¿Cuáles son los trascendentales personales?

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Los trascendentales personales o antropológicos son los siguientes:
 
el acto de ser personal, al que Polo llama co-existencia, intimidad o ser segundo;
 
la transparencia intelectual, que denomina intellectus ut co-actus;
 
el amar que acepta, es decir, la estructura
donal de la persona o amar donal;
 
y la libertad.
 
 
Polo presenta los 4 trascendentales personales  en el tomo I de su "Antropología trascendental", el tomo que tiene como subtítulo "La persona humana".
 
En la p. 36 dice que a su modo de ver a los trascendentales tradicionales (a los que llama trascendentales metafísicos y que estudiamos en las etiquetas 5.2) hay que añadir cuatro: el acto de ser co-existencial,
la libertad,
el intelecto
y lo que denomino amar donal.
 
Son pues :
 
La co-existencia ;
El intelecto personal ;
El amar donal (amar y el aceptar personales);
La libertad trascendental.
 
Quizá existan otros, pero habrá que descubrirlos mostrando que lo son, tal como ha hecho Polo.
 
No parece apropiado llamarlos simplemente "radicales", pues cualquier dimensión del ser personal es radical.
 
Salvador Piá escribe: en la persona humana se distinguen convertiéndose como trascendentales
la co-existencia,
la libertad,
el intelecto personal
y el amor donal.
 
Prefiero este orden al que dan otros estudiosos de Polo, que siguiendo la exposición que hace en el tomo I de la Antropología trascendental los colocan tal como he escrito más arriba, es decir
 
La co-existencia ;
El intelecto personal ;
El amar donal (amar y el aceptar personales);
La libertad trascendental.

 


¿Cuál es el método y el tema de cada trascendental personal?

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Aunque "método" se refiera en rigor al ejercicio de la “operación” intelectiva, se aplica la noción de "método" a toda “actividad” intelectiva. Por ejemplo, llamamos "método" al ejercicio del abandono del límite mental, aunque ese abandono no sea una “operación”.

 

Y más ampliamente, llamamos también "método" al uso metódico del miembro inferior de cada trascendental personal.

 

Sin embargo, es más correcto hablar del “sentido” metódico de cada trascendental personal. Y del “sentido” temático de cada trascendental personal.

 

 

El sentido metódico del carácter de además es, precisamente, el hábito de sabiduría.

Y entonces podemos decir que el método para conocer el ser de la persona humana (los cuatro trascendentales personales) es el ejercicio del hábito de sabiduría, en tanto que además.

 

Cada trascendental personal es dual, tiene un miembro inferior y un miembro superior.

 

Trascendental 1 :

Al ejercer el hábito de sabiduría conocemos la persona, primero como co-existir personal o actuosidad insistente.

 

El uso metódico del co-existir personal, en tanto que miembro inferior de su dualidad intrínseca, es el abrirse hacia afuera,  o sea  ser además del universo físico, en donde no encuentra réplica; el tema, en tanto que miembro superior de su dualidad intrínseca, es la coexistencia en busca de réplica. Es el abrirse hacia adentro.

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Trascendental 2 :

El uso metódico de la libertad trascendental, en tanto que miembro inferior de su dualidad intrínseca, es la libertad nativa; su miembro superior es la libertad de destinación.

 

Conocemos la libertad que somos, también por el hábito de sabiduría, como para cada trascendental personal, pero la libertad no es un tema. Es atemática. Mejor dicho, la libertad, al animar la búsqueda, no desvela necesariamente un tema, sino que está abierta a la pluralidad de temas.

Es el método cuyo tema es seguir siendo método.

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Trascendental 3 :

Tema del hábito de sabiduría es también el inteligir personal (tercer trascendental personal).

El uso metódico del inteligir personal es alcanzar o encontrar; su tema es buscar más.

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Trascendental 4 :

En fin, la sabiduría tiene también como tema el amar personal.

El uso metódico del amar personal es el aceptar personal; su tema es el dar personal. Sus dos miembros son amantes. No se dualizan entre ellos directamente, sino que requieren de un tercer elemento para completar la estructura amorosa en tríada dual. Ese tercer elemento es el don, que se encuentra en la esencia humana. 


¿Si cada trascendental personal es intrínsecamente dual, cuál es el miembro inferior y el miembro superior de cada trascendental personal?

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Co-ser (actuosidad insistente o co-existencia) : el miembro inferior es la coexistencia carente de réplica, el miembro superior es la coexistencia en busca de réplica.
El co-ser, como los demás trascendentales personales, se alcanza ejerciendo el hábito de sabiduría.
El miembro inferior del co-ser se abre al universo al estar carente de réplica.
El miembro superior se abre a la libertad al buscar la réplica que le falta.
 
Libertad trascendental: el miembro inferior es la libertad nativa, el miembro superior es la libertad de destinación.
 
Intelecto personal : el miembro inferior es el encontrar trascendental, el miembro superior es el buscar trascendental.
 
Amar personal : El miembro inferior es el aceptar trascendental, el miembro superior es el dar trascendental.
 
Si tenemos en cuenta la intuición de Adam Solomiewicz respecto a la dualidad radical humana, podemos profundizar en la exposición de las dualidades intrínsecas a cada trascendental personal.
Y así podemos decir:
 
Co-ser : el miembro inferior es un “nacer coexistiendo hacia fuera” carente de réplica; el miembro superior es un “destinarse, coexistiendo hacia dentro” en busca de réplica.
 
Libertad trascendental: el miembro inferior es la libertad nativa, el miembro superior es la libertad de destinación.
 
El miembro inferior, metódico, equivale a desaferrarse de la presencia mental y alcanza la libertad trascendental; el miembro superior, temático, se equipara con la no desfuturización del futuro.
 
Está claro que al miembro inferior de la libertad Polo lo denomina libertad nativa y el superior libertad de destinación.
Lo afirma también así: «la libertad tiene dos caras: una libertad recibida y otra destinada».
La libertad es nativa, en tanto que es un don de Dios y equivale al método de alcanzar la libertad trascendental (por eso equivale al hábito innato de sabiduría), en cambio «la libertad de destinación se convierte con la búsqueda intelectual y con la búsqueda amorosa»
 
La libertad de destinación, por ser un tema sin tema, «ha de convertirse con los otros trascendentales personales»: es lo que Polo llama la «comunicación de la actividad».
La libertad nativa, en cambio, en tanto que da lugar a los demás hábitos innatos, Polo la denomina «extensión de la libertad».
 
 
Intelecto personal: el miembro inferior es el encontrar trascendental en la medida en que se conoce el Origen; el miembro superior es el buscar trascendental atraído por el Destino.
 
Amar personal :
El miembro inferior es el aceptar trascendental de mi ser personal; el miembro superior es el dar trascendental de mi esencia (esperando la aceptación divina).


¿Qué significa “infuso”?

 


Cuando decimos “infuso” parece que nos referimos a nuevos dones que Dios da a las personas. Dones que no dependen de su naturaleza sino que son nuevas iniciativas divinas.

Sin embargo, desde la Antropología trascendental, podemos darnos cuenta de que la persona humana es también naturalmente “novedad”.

El ser personal humano es “novedad” creada por Dios.

Por lo tanto podemos decir que la iniciativa es siempre divina, es decir, es siempre "infusa", también para las virtudes que adquirimos con nuestro esfuerzo.

Por ejemplo, aunque la templanza es una perfección de la voluntad adquirida por la repetición de actos “templados”, la voluntad  es, anteriomente, activada por la sindéresis, habito innato del intelecto personal, y por tanto don de Dios “infuso”.

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¿Qué es lo que caracterizaría a las clásicas virtudes morales infusas? ¿Cómo abordarlas desde la Antropología trascendental poliana?

A mi modo de ver, las virtudes infusas “sobrenaturales” son una anticipación de cómo veremos lo que ha sido nuestra vida, cuando lleguemos al Cielo.

Esta “anticipación” es un nuevo don de Dios, que nos llega por el Espíritu de Cristo y cuyo signo eficaz es el Bautismo.

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¿Es mejor estudiar los dones del Espíritu Santo desde arriba?



Sí.

Porque los dones son el “coronamiento del ser personal humano”. Las llamadas más altas y permanentes hacia la santidad, pues el Espíritu Santo habita en el corazón de los fieles (Lumen Gentium, 9).

 

Cada don eleva o corona un trascendental personal.

 

El don de piedad corona el Amar personal.

 

Cuatro dones coronan el Intelecto personal:

El don de sabiduría corona el hábito innato de sabiduría.

El don de inteligencia corona el hábito innato de los primeros principios.

El don de ciencia corona el ver-yo del hábito de sindéresis.

El don de consejo corona el querer-yo del hábito de sindéresis.

 

El don de fuerza corona la Libertad trascendental.

El don de temor corona la Coexistencia trascendental.

 

Esta pregunta surgió con motivo de las clases impartidas por el profesor Juan Fernando Sellés, por zoom, a partir de septiembre de 2023.

 

Concretamente, esta pregunta fue suscitada escuchando la sesión TEOINC nº1.  La Introducción del libro “Teología para inconformes”.

 

Como verán, no estoy de acuerdo completamente con su planteamiento.

Pues el profesor Sellés dice esquemáticamente:

El don de piedad eleva la justicia y la amistad (no coincidimos pues pienso que el don de piedad corona el amar personal)

El don de sabiduría eleva el hábito innato de sabiduría (coincidimos)

El don de inteligencia eleva el hábito de los primeros principios (coincidimos)

El don de ciencia eleva el hábito adquirido de ciencia (no coincidimos pues pienso que el don de ciencia eleva la sindéresis, concretamente en el ver-yo y redunda en la prudencia)

El don de consejo eleva el hábito de sindéresis (coincidimos en que eleva la sindéresis pero habría que añadir concretamente en el querer-yo y redunda en la justicia)

El don de fortaleza eleva la virtud de la fortaleza de la voluntad (no coincidimos pues pienso que eleva la libertad personal y redunda en la fortaleza de la voluntad)

El don de temor eleva la virtud de la templanza (no coincidimos pues pienso que eleva el co-ser personal y redunda en la templanza)

 

He notado que el profesor Sellés, en los puntos en los que no coincidimos suele decir “a mi modo de ver”.

 

Quizá mi punto de vista viene del verbo “coronar” que empleo en la descripción de los dones.

A mi modo de ver si los dones coronan deben ser lo más alto.

De ahí que incidan directamente sobre lo más alto de la persona humana que son los cuatro trascendentales personales.

 

Pienso, y así matizo el punto de vista del profesor Sellés, que la elevación de los hábitos adquiridos y de las virtudes es por redundancia y no directamente.

Y me complace especialmente el pensar que el don más alto para nosotros es el don de Piedad, pues somos Hijos