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¿Cómo se abandona el límite para "advertir" los primeros principios reales?

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Concentrando la atención.

La primera dimensión del abandono del límite mental es la "advertencia" de los primeros principios.

El límite mental se abandona aquí "eliminándolo" de la advertencia. Se excluye.

La "advertencia" coincide metódicamente con los primeros principios reales.
No olviden que el meollo del conocimiento es la "coincidencia" entre método y tema (sin tocarse: "separación").
"Coincidir metódicamente" o "separar" significa "conocer".

De ahí que digamos que el límite mental se abandona aquí en tanto que la advertencia "se separa" o "coincide" con los primeros principios.

Los primeros principios (Dios o principio de Identidad, la causalidad trascendental y el principio de no contradicción o ser extramental) son actos de ser extramentales vigentes entre sí.

Esta "advertencia" es una luz iluminante que se describe como "concentración de la atención".

La concentración de la atención es pues la descripción de la 1ª dimensión del abandono del límite mental.

En efecto, la advertencia habitual de los primeros principios, (hábito de los primeros principios), se ejerce "concentrando la atención". Es una luz iluminante que elimina la presencia mental.

Los actos intelectuales atienden a su tema. No son reflexivos. Y lo atienden con mayor o menor concentración según su nivel.
Dicha concentración es máxima cuando el tema es el primer principio de Identidad, originario e insondable.




De esto habla Polo en Antropología trascendental II, p. 60.5.


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¿A qué llama Polo la generosidad de la persona?

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Al ejercicio del hábito de los primeros principios reales.

La persona es generosa porque se olvida de sí, de su yo que quiere actuar, y se abre hacia el exterior, hacia la creación, hacia fuera, contemplando el ser del universo, dejándole ser, aceptando generosamente que sea.

También advierte la causalidad trascendental y el principio de identidad (que es el Origen, Dios).

La persona advierte estos primeros principios abandonando el límite mental (1ª dimensión).

Ayer me llegué a los rápidos del río Congo, cuando huye de Kinshasa.
No fui yo solo el que abandonó el límite.



Glosa a Juan A. García González: Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, nota 31, p. 346.3


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