¿Qué significa “infuso”?

 


Cuando decimos “infuso” parece que nos referimos a nuevos dones que Dios da a las personas. Dones que no dependen de su naturaleza sino que son nuevas iniciativas divinas.

Sin embargo, desde la Antropología trascendental, podemos darnos cuenta de que la persona humana es también naturalmente “novedad”.

El ser personal humano es “novedad” creada por Dios.

Por lo tanto podemos decir que la iniciativa es siempre divina, es decir, es siempre "infusa", también para las virtudes que adquirimos con nuestro esfuerzo.

Por ejemplo, aunque la templanza es una perfección de la voluntad adquirida por la repetición de actos “templados”, la voluntad  es, anteriomente, activada por la sindéresis, habito innato del intelecto personal, y por tanto don de Dios “infuso”.

-------------------------------------

¿Qué es lo que caracterizaría a las clásicas virtudes morales infusas? ¿Cómo abordarlas desde la Antropología trascendental poliana?

A mi modo de ver, las virtudes infusas “sobrenaturales” son una anticipación de cómo veremos lo que ha sido nuestra vida, cuando lleguemos al Cielo.

Esta “anticipación” es un nuevo don de Dios, que nos llega por el Espíritu de Cristo y cuyo signo eficaz es el Bautismo.

.



¿Qué son los dones del Espíritu Santo?

 






Son las llamadas más altas de Dios a la santidad.
Atribuidas al Espíritu Santo.

Coronan el crecimiento de los cuatro trascendentales personales.

.

¿Es mejor estudiar los dones del Espíritu Santo desde arriba?



Sí.

Porque los dones son el “coronamiento del ser personal humano”. Las llamadas más altas y permanentes hacia la santidad, pues el Espíritu Santo habita en el corazón de los fieles (Lumen Gentium, 9).

 

Cada don eleva o corona un trascendental personal.

 

El don de piedad corona el Amar personal.

 

Cuatro dones coronan el Intelecto personal:

El don de sabiduría corona el hábito innato de sabiduría.

El don de inteligencia corona el hábito innato de los primeros principios.

El don de ciencia corona el ver-yo del hábito de sindéresis.

El don de consejo corona el querer-yo del hábito de sindéresis.

 

El don de fuerza corona la Libertad trascendental.

El don de temor corona la Coexistencia trascendental.

 

Esta pregunta surgió con motivo de las clases impartidas por el profesor Juan Fernando Sellés, por zoom, a partir de septiembre de 2023.

 

Concretamente, esta pregunta fue suscitada escuchando la sesión TEOINC nº1.  La Introducción del libro “Teología para inconformes”.

 

Como verán, no estoy de acuerdo completamente con su planteamiento.

Pues el profesor Sellés dice esquemáticamente:

El don de piedad eleva la justicia y la amistad (no coincidimos)

El don de sabiduría eleva el hábito innato de sabiduría (coincidimos)

El don de inteligencia eleva el hábito de los primeros principios (coincidimos)

El don de ciencia eleva el hábito adquirido de ciencia (no coincidimos)

El don de consejo eleva el hábito de sindéresis (coincidimos en parte)

El don de fortaleza eleva la virtud de la fortaleza de la voluntad (no coincidimos)

El don de temor eleva la virtud de la templanza (no coincidimos)

 

He notado que el profesor Sellés, en los puntos en los que no coincidimos suele decir “a mi modo de ver”.

 

Quizá mi punto de vista viene del verbo “coronar” que empleo en la descripción de los dones.

A mi modo de ver si los dones coronan deben ser lo más alto.

De ahí que incidan directamente sobre lo más alto de la persona humana que son los cuatro trascendentales personales.

 

Pienso, y así matizo el punto de vista del profesor Sellés, que la elevación de los hábitos adquiridos y de las virtudes es por redundancia y no directamente.

Y me complace especialmente el pensar que el don más alto para nosotros es el don de Piedad, pues somos Hijos

Intervención de Louis Cardona sobre los dones del Espíritu Santo.

 

Desde nuestro punto de vista (humano), según el criterio que elijamos, un Don nos parece superior a otro.

 

La Revelación Divina se adapta a nosotros: por eso revela una pluralidad de Dones.

¿Quizás es solamente una sola Acción Divina, dado que Dios es Identidad y que el Espíritu Santo nos es dado como Don?

 

Me parece que para Santo Tomás el don más alto es el de sabiduría (cfr. S.Th. II-II, q. 45).

 

S. Agustín no pone jerarquía en los Dones, me parece. Considera la Caridad como superior. Y ésta es un fruto, una virtud, no un Don.

 

Tengo la impresión de que hay soluciones para todos los gustos.

 

Me parece que la sabiduría, como la entiende Polo (con respeto a las notas que podemos recibir desde el yo -que, en el fondo, es la conciencia-), aparece como lo más elevado y en sintonía con el amar personal.

 

Si el Espíritu Santo, que nos es dado como Don habitante en nuestro ámbito personal, nos eleva en cuanto amar, lo puede hacer de dos modos: como Caridad (elevación del amar personal), como elevación de los hábitos innatos (y, entonces, la sabiduría es el más alto).

 

Pero, ya lo dije, desde nuestro punto de vista (el yo que nota lo superior), todo depende de lo que notamos…: y, ahí, ponemos la estructura que nos parece más "lógica" (aquí se unifican las vías prosecutivas del conocer).

 

Dicho de otro modo: también tu modo de expresar este importante tema me parece muy bueno y digno de ser tomado en consideración.

¿Azar o Providencia?

 

He aprendido del profesor Sanguineti varias distinciones que me permiten  entender cómo la Providencia divina gobierna la Historia.

 En primer lugar el azar es querido y creado por Dios. El azar, las coincidencias caprichosas, no se opone a la Providencia, al contrario, es un modo del juego de Dios con los hombres.

 En el lado opuesto se encuentra el milagro. Dios se salta las leyes que Él mismo crea, para mostrar su presencia en nuestro beneficio.


Y entre estas dos nociones se encuentran los favores. Si con la tecnología podemos cambiar, sirviéndonos de las leyes naturales, el curso de la historia (inventar el internet y la bomba atómica), mucho más Dios interviene en nuestro favor, sin alterar sus leyes, combinándolas y sirviéndose de ellas.

 

Los milagros pueden ser verificados. Los favores no, pues no cambian las leyes, simplemente se sirven de ellas con inteligencia divina, para darnos lo que nos conviene.

 

Una consecuencia clara es que si yo rezo, Dios puede acordarme lo que le pido, como un favor, o como un milagro, incluso si, tonto de mí, lo considero solamente una casualidad, olvidando que las casualidades también han sido queridas por Dios, es un regalo de Dios (sonó la flauta por casualidad, querida por su Providencia).

.

¿Por qué me parece que el don del Espíritu Santo más alto es el don de Piedad?

 


Me lo parece porque corona nuestra filiación divina.

 

La persona humana es hija. Somos hijos.

 

Es cierto que el Espíritu Santo, con su gracia santificante, nos da las tres virtudes teologales sobrenaturales, y sus siete dones, y sus frutos.

Pero en la diversidad siempre tenemos que respetar la jerarquía.

El trascendental personal más alto es el Amor personal.

Después viene el Intelecto personal con sus hábitos innatos de sabiduría, primeros principios y sindéresis.

 

«Los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios. Porque no recibisteis un espíritu de esclavitud para estar de nuevo bajo el temor, sino que recibisteis un Espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos: “Abbá, Padre”» (Rm 8, 14-15).

 

No es lo mismo conocer que amar.

El sentido de la filiación divina exige conocimiento, pero sobre todo exige la piedad de un hijo.

Por encima del don de Sabiduría, debe situarse, a mi entender, el don de Piedad.

 

La apertura transcendente correspondiente es la esperanza trascendental que se abre a Dios Padre.

.

¿Dónde radican las virtudes infusas?

.


Las virtudes infusas son aperturas transcendentes del ser personal.
Radican en el co-ser personal.

Las "no sobrenaturales" son el fruto de la llamada inicial de Dios o gracia primera. (Etiqueta 5.15.0).

Las virtudes infusas "sobrenaturales" siguen al bautismo, es decir, al inicio de la "nueva creación" (estudiamos la nueva creación en la etiqueta 5.16.2).

Son regalos gratuitos incrementados por los dones del Espíritu Santo.

Las virtudes infusas, al abrirnos a la transcendencia, redundan en la esencia humana, elevando la inteligencia, la voluntad y demás potencias del hombre de acuerdo con su "proceder" de la persona.

Radican, pues, en la persona.


.

¿Elevación es Crecimiento?

 


 Sí, Elevación, en la Antropología trascendental poliana, significa Crecimiento.

.

¿Cuando hablamos de “elevación”, nos referimos a una sola “elevación”?

 .


Si queremos introducirnos en la teología, aparece inmediatamente la noción de “elevación”.
Sugiero al lector abrir la etiqueta 5.7.0 elevacionestrascendentales, donde intento explicarlas.
 
Al menos he encontrado cinco elevaciones distintas.
En teología sobrenatural interesa especialmente la llamada “santificación”.


 
Ideas sacadas con motivo de las clases impartidas por el profesor Juan Fernando Sellés, por zoom, a partir de septiembre de 2023.
Concretamente, esta pregunta fue suscitada leyendo la Nota Preliminar del libro “Teología para inconformes”.


¿Cuáles son las elevaciones trascendentales de la persona humana?

 .


La persona humana, independientemente de su querer, crece, trascendentalmente, hacia su destino, al ir siendo elevada, por Dios, hacia la felicidad (ordo amoris) y Dios lo hace según cinco elevaciones que podemos llamar “trascendentales”, a saber: la creación, la llamada inicial, la insistencia o mantenimiento de la llamada, la santificación y la glorificación.
Inicialmente, Dios crea cada persona con tres elevaciones que son simultáneas y necesarias, no cesan: creación, llamada inicial e insistencia.
 
Las elevaciones no son “estados”, sino crecimiento. El miembro superior tira para arriba del miembro inferior.
Las elevaciones no son “etapas”. Es la persona la que es elevada hacia la unidad en sus distintas dimensiones.
Dualizarse es prolongarse y se describe como “elevación”.
En lo más alto, Dios.
Somos un ascensor.
El profesor Juan García llama elevación “creacional” a la relación subsistente, en orden al Origen, que somos cada uno de nosotros.
Pienso que esta elevación “creacional” contiene tres dimensiones: Creación, Llamada inicial e Insistencia en la llamada.
 
a) Creación
La Creación de la persona humana es la creación de su dualidad radical, su nacer destinándo.se.
Podemos llamarla creación inicial.
Según la propuesta de Adam Solomiewicz, el miembro nativo de la dualidad radical humana es el nacer trascendental y el miembro destinativo de dicha dualidad es el destinarse trascendental.
Un acto de ser personal, radicalmente dual.
 
b) Llamada inicial (creación segunda o gracia inicial).
Si llamamos creación primera a la creación del universo físico, la creación segunda será la creación de cada persona humana, en tanto que llamada.
Es la llamada del Destino.
La llamada inicial es el modo peculiar como Dios crea cada persona humana. Dios la crea, "llamándola".
 
Noten la exquisita ternura de un Dios que no nos crea despóticamente, sino en libertad. Nos "llama".
 
Llamamos creación segunda a la creación de cada persona humana. Dicho en términos clásicos, la unión del alma con el cuerpo.
 
Dios crea la persona humana como libertad de destinar su mundo.
La persona habita el universo físico convirtiéndolo en su “mundo”.
 
El fruto de la llamada inicial es la apertura transcendente: el hombre es capaz de Dios. Co-existencia libre.
 
Dios nos abre, llamándonos, atrayéndonos a su Intimidad, elevándonos.
Es la elevación de nuestro espíritu, proveniente del favorecer de Dios, que abre cada uno de los trascendentales personales.
La persona humana es orientada y elevada “hacia” Dios abriendo cuatro aperturas transcendentales, fruto de esa llamada inicial.
El panorama se amplía así, en el ascensor acristalado gracias a esas cuatro aperturas transcendentales, que son infusas y naturales.
 
A la llamada inicial podemos llamarla gracia inicial (que abre el radical co-ser hacia Dios). A esta apertura transcendental la denomino humildad trascendental).
 
La llamada inicial en cuanto que también abre los otros tres trascendentales personales hacia Dios, podemos también llamarla gracia primera.
A estas tres aperturas transcendentales las denomino de la siguiente manera: la esperanza trascendental es la apertura de la libertad. La fe es la apertura del inteligir personal. La caridad trascendental es la apertura del amar. (Ustedes comprenden que no se trata de las virtudes teologales de la teología, sino aperturas naturales de la persona humana a Dios, desde su creación).
 
 
c) Insistencia o mantenimiento de la llamada.
Es la elevación propiamente dicha.
Dios mantiene insistentemente la llamada (es un diálogo creador), para que el hombre aporte su don.
Esta insistencia permite comprender la condición temporal de la vida.
 
Esta insistencia o mantenimiento de la llamada no es otra cosa que el tirar de Dios, hacia arriba, que no cesa de elevarnos libremente.
Recuerden que “elevación” no significa que “estemos” elevados, sino que estamos siendo elevados. Cuando decimos "elevación", hablamos de un movimiento que no cesa.
Insistencia en la llamada.
 
Aquí se incluyen también intervenciones sobrenaturales de Dios que nos favorecen aún más. Por ejemplo, cuando Dios llama a un pagano a reconocerle como el Dios vivo.
---------------------------------------
Debemos explicar ahora otras dos elevaciones que no tenemos de entrada: la santificación y la glorificación.
 
d) La santificación: para entenderla nos servirá volver al mito del ascensor acristalado: imaginemos en el interior del ascensor, una sala enorme, con pantallas en color, donde se pueden ver, por anticipado,  los misteriosos juegos eternos, que están más allá de la azotea.
Esas pantallas (cual un VAR) nos hacen gozar de una elevación sobrenatural que los teólogos suelen llamar "gracia santificante", anticipación de la vida eterna. (Tras la caída, la llamamos “nueva creación”).
 
e) La glorificación es el encuentro definitivo con Dios,  más allá de la azotea, en el que conoceremos cómo Dios nos conoce: como hijos que serán siempre "además", jugando y cantando eternamente.
 
x) Pero además de estas cinco elevaciones no debemos olvidar que "trascendentalmente" hubo una caída (que se corresponde con lo que la teología llama pecado original). No es otra cosa que la comunión con el maligno, con el don "nadie". Es la caída trascendental. La pandemia original. Un obscurecimiento del ascensor que dificulta la visión hacia afuera y hacia adentro. Las consecuencias de este apagón inicial son patentes. La principal, la ignorancia. Sin embargo, el ascensor no ha dejado de subir y la esperanza no cesa de renacer. La humanidad subsiste hacia su Destino.


¿Cómo presenta Salvador Piá la apertura transcendente o llamada inicial?

 .


En “El hombre como ser dual”, concretamente, en la Síntesis conclusiva, n. 41, Piá habla de la llamada inicial. 
Y describe así la apertura transcendente:
 
La apertura transcendente de la persona humana hacia Dios estrictamente considerada equivale al modo en que inicialmente es transcendida la intimidad personal humana por Dios: esta apertura también recibe el nombre de auto-transcendimiento de la intimidad personal o llamada inicial.
 
La razón es ésta : es imposible para el hombre abrirse a Dios desde el hombre (auto-trascenderse desde sí), ; por eso es Dios quien abre al hombre a Dios desde Dios, o sea, es Dios quien transciende inicialmente a todo hombre.
 
La apertura transcendente de la persona humana hacia el Origen no puede ser activada desde un acto de ser creado, pues el ser Originario transciende por completo y en todos los órdenes al ser dual.
 
En definitiva, desde cualquier actividad ex nihilo el Origen es inaccesible (ya que es Originario).


¿Qué es el amor?

.


Amor es comunión fructífera y sabrosa entre personas.

Dicho de otra manera, el amor es la comunión de personas que se afirman mutuamente.
Comunión asentada por la afirmación que uno hace del otro, del ser del otro.

Cuando dos personas se aman, se afirman mutuamente, al aportarse su "querer que el otro sea más". Estamos revelando que queremos añadirle nuestro "querer que sea más". Nos estamos "declarando".

Todos los actos de la voluntad, en cuanto que se diferencian de las operaciones cognoscitivas, tienen un carácter de autorevelación. La persona se compromete queriendo.
(No así las operaciones cognoscitivas, cuya intención es de "semejanza").

Los actos de la voluntad no actúan de la misma manera. Así, por ejemplo, cuando digo, "me gusta el chocolate", estoy revelando que "a mí" me gusta el chocolate.

Y no porque me guste como le pueda gustar la leche al gato, sino porque "la persona que soy" está constituyendo el acto de mi voluntad.
Los actos de la voluntad necesitan ser constituidos por la persona, que se manifiesta "aportando", desde su querer-yo.

El yo está en nuestras acciones, incluso cuando sencillamente escribo, pero la manifestación del yo en el escribir es una manifestación muy pequeña, casi ínfima.

Hay amores más altos, hay una jerarquía del amor.

Se debe llamar propiamente "amor" al analogado principal de esa automanifestación: al amor dirigido a un ser que cumpla la condición de grandeza e inagotabilidad.
Y que corresponda a ese amor.

Amor es, pues, la comunión fructífera y sabrosa entre personas.




Ideas inspiradas en la pregunta nº 1 de "ANALÍTICA DEL AMOR". Entrevista de Juan Cruz Cruz con Leonardo Polo, que pueden ustedes encontrar en el nº 33 de la revista Miscelánea poliana.

Para saber más vayan a las etiquetas de este blog:
18.1.1 analítica del amor;
1.2.2 amor ;
6.9.6 enamoramiento.



¿Contento con la exposición del profesor Sellés sobre la caridad?

 

Les paso el enlace para seguir la magnífica conferencia del profesor Sellés (con la ayuda del profesor Louis Cardona).

A mí me hubiera gustado que fuera más explícito en la distinción entre caridad natural y caridad sobrenatural.
 
Ya saben que yo pienso que la caridad sobrenatural (la Caridad de la Teología clásica) es una anticipación, mayor o menor, de nuestro Amor en el Cielo.
 
Y que existe una dimensión natural de ese Amor, es decir, que todas las personas humanas tenemos de entrada, y que forma parte de nuestra Dignidad infinita.
 
En el Medievo, cuando los doctores cristianos tuvieron que explicar el amor sobrenatural lo vincularon a la voluntad, considerándolo como una virtud “infusa”.

Pero pienso que el amor natural es también infuso, concretamente es una de las aperturas transcendentes de la persona humana, fruto de la llamada inicial de Dios al crearnos.

 Por lo tanto, cuando el profesor Sellés expone en esta conferencia lo que es la caridad, opino que está hablando casi exclusivamente de ese amor natural.

  En la conferencia, el profesor Sellés habla muy poco de la Caridad sobrenatural.
Lo hace a partir de una hora y tres minutos (1.03.20).
 Aquí tienen ustedes la transcripción de lo que dice en la conferencia:
 
“Bueno, (dice), éste es el planteamiento natural ¿qué hay que añadir a todo esto?, pues  la Caridad evidentemente”.
 (va a hablar ahora de la Caridad sobrenatural) :
 
¿Qué es la Caridad?, (se sobreentiende que se trata de la caridad sobrenatural), la caridad es una elevación de eso cuyo tema nuclear son las personas divinas.
(“Eso” son las aperturas transcendentes que nos abren a Dios “naturalmente”).
(Y aquí profesor Sellés hace una estupenda síntesis de lo que es la caridad sobrenatural) :
 
“En primer lugar ser Cristo.

En segundo lugar, desde Cristo aceptar la voluntad del Padre tal cual la quiere para nosotros para cada uno de nosotros.

Y en tercer lugar manifestar eso con obras es decir que las obras estén suficientemente inspiradas por el Espíritu Santo, de modo que respondan al carácter filial que uno es y el Padre las pueda aceptar  eternamente”.”
(Muy bien, profesor Sellés).
------------------
Me parece una síntesis excelente.
Sin embargo, pienso que esa “elevación” sobrenatural  no es otra cosa que una “anticipación” del Amor que seremos en el Cielo.
 
 
Pongo un ejemplo:
Naturalmente, mi apertura transcendente al Hijo, me lleva a dar una limosna. Es una cierta participación en la vida del Hijo.
 
Si en ese momento recibo una gracia actual, me daré cuenta, más o menos, del significado de esa limosna en la eternidad. Es una anticipación que aparece en mi vida actual. 

Es una cierta participación en la plenitud de la Vida del Hijo.
 


¿Qué es el amar donal?

 .


El amar donal es el cuarto trascendental personal descubierto por Polo.
Es también la tríada amorosa de la persona.
 
Leonardo Polo descubrió cuatro trascendentales personales :
 
la co-existencia,
la libertad,
el intelecto personal
y el amar donal.
 
Pues bien, el amar donal de la persona humana, está formado por una tríada amorosa:
Dar
don o (Don-don)
Aceptar
 
El Don-don es “la esencia” de la persona humana cuando es aceptada por Dios. Antes de ser aceptada la esencia humana es solamente "don". 
    Y el Don de Dios es el acto de ser personal humano al ser creado, que espera la aceptación de la parte del hombre (a través de su don, de su esencia o vida).
 
La tríada amorosa de cada persona humana es pues: dar, don y aceptar.
Pero debemos hacer algunas aclaraciones:
La persona humana “da” en esta vida su esencia, “su don”, que debe ser Aceptada por Dios en el Juicio.
 
Al ser aceptado, su don esencial es elevado al orden trascendental, entonces podemos llamarlo Don-don.
 
Adam Solomiewicz aclara la cuestión al proponer que en el amar personal hay, por lo menos, dos estructuras amorosas.
 
Pueden ustedes seguir su exposición en este enlace: https://drive.google.com/file/d/1X4l9Fh9EG8wMGoSWZ7NtNcNu-BICaktx/view
 
Estarán ustedes de acuerdo en que el amar personal hay que explicarlo como relación entre dos personas.
No se puede explicar solamente en el interior de una sola persona. Tienen que haber dos personas.
 
Pues bien, el amar personal tiene una estructura triádica : Aceptar, Dar, don, que hay que poner en relación con Otra persona: con Dios.
 
aceptar y dar son trascendentales.
 
actividad acogedora (aceptar)
actividad otorgadora (dar)
 
Hay distinción real entre aceptar y dar.
 
El referente del “aceptar” trascendental humano es el Dar de Dios
El Don de Dios es el ser de la Persona humana. Este Don es trascendental porque solamente Dios puede dar dones trascendentales.
 
El referente del “dar” trascendental humano es el Aceptar de Dios.
Y lo que la persona humana da es, su don, es el don esencial. Su vida.
 
El don del trascendental amar personal es doble: el ser de la persona humana creada por Dios (Don trascendental) y el don de la vida humana que la persona da a Dios (don esencial).


¿Existen hábitos infusos además de los que habla la teología?

.


La teología habla de hábitos "sobrenaturales" infusos (por ejemplo, la gracia santificante como hábito "sobrenatural" entitativo, y las virtudes "sobrenaturales" de la fe, la esperanza y la caridad).

Desde la perspectiva de una antropología trascendental se descubren también otros hábitos infusos que no son sobrenaturales.

Me explico, porque se necesita una cierta familiaridad con lo trascendental antropológico para situarse.

En la etiqueta 5.13.1 hemos llamado apertura transcendente a una apertura más íntima que la apertura íntima, pues abre el ser humano más allá de su propia intimidad.

Esta apertura no es sobrenatural. Todos los hombres la tenemos y es el fruto de la llamada inicial de Dios, propio a toda persona humana, también cuando no ha recibido los efectos de la salvación.

La llamada inicial de Dios, que no es "sobrenatural", la estudiaremos en la etiqueta 5.15.0 y es una de las etapas trascendentales del ser personal (la etiqueta 5.7.0 estudia esas etapas).

Pues bien, teniendo en cuenta la caída y el querer de Dios de que todos los hombres se salven, podemos entender que hay una nueva etapa trascendental que es la nueva creación o redención. Una nueva elevación que nos salvará, "si queremos".
(La estudiamos en la etiqueta 5.16.2).
Es la etapa "sobrenatural" de la que habla la teología.

Ese "si queremos" es nuestra respuesta a la gracia sobrenatural, es decir la manifestación esencial de cómo acogemos la salvación.

La elevación salvadora de Dios redunda esencialmente en nuestra vida, elevando nuestras potencias, la inteligencia y voluntad, elevando toda nuestra vida con lo que los teólogos llaman gracia santificante y virtudes "sobrenaturales" infusas.

Son infusas a la esencia humana como redundancia de la elevación "sobrenatural" de las aperturas transcendentes de los radicales personales.
Elevación que es propiciada por  el encuentro de la persona humana con Aquél de quien es réplica y que es su Salvador.

De ahí que digamos que la gracia santificante es una anticipación.
Es una anticipación del encuentro.
(El encuentro definitivo con Dios lo estudiamos en la etiqueta 5.18.0).

Las virtudes "sobrenaturales" de la teología son pues elevaciones de las aperturas transcendentes, debidas a la anticipación del encuentro con Dios,  que redundan en la esencia humana.
Son pues virtudes infusas "sobrenaturales".

Pero como hemos dicho, existen también otros hábitos infusos que no son sobrenaturales.

La existencia de los hábitos infusos naturales y sobrenaturales muestra que las personas humanas tenemos una potencia "obediencial" superior a las criaturas del universo físico. Polo prefiere hablar de "segunda" creación y "nueva creación".



En las etiquetas que comienzan por 5.13 estudiamos en detalle las aperturas "transcendentes", que son hábitos infusos no "sobrenaturales".

Estudiamos la segunda creación en la etiqueta 5.15.0
Y la nueva creación en la etiqueta 5.16.2

 .

¿Qué son las virtudes teologales?

 

Las virtudes teologales, según Polo, son elevaciones de los distintos trascendentales del acto de ser personal humano.
 
No olvidemos que hay una fe “transcendente” (elevación natural) y una fe sobrenatural (anticipación de nuestro “ver” en el Cielo).
 
Por lo tanto, y desde la inconformidad del profesor Sellés, las elevaciones de los distintos trascendentales personales pueden ser transcendentes y sobrenaturales (éstas, las sobrenaturales, se corresponden con las virtudes teologales clásicas de la teología).
.

¿Cómo se resuelve la polémica entre franciscanos y dominicos con respecto del amor?



¿En el Cielo, la felicidad se alcanza con la voluntad o con la inteligencia?

Ambos, franciscanos y dominicos vincularon el amor a la voluntad.

Entienden el amor como una operación inmanente.
Lo ven como suma amistad.
La amistad es la virtud superior de la voluntad.
 
No se han dado cuenta todavía que hay un Amar radical, el Amar personal.

El Amar personal es uno de los trascendentales personales descubiertos por Polo.

Tanto la inteligencia como la voluntad (que son del nivel esencial de la persona humana), se nutren del Acto de ser personal (la Persona).

En el Cielo rige el Amar, que es superior tanto a la inteligencia como a la voluntad, y que se convierte con los otros tres trascendentales personales : co-ser, libertad e intelecto personal.
.

¿Ponen los griegos el amor en Dios?

 


No.
Pues lo consideran un defecto.
Lo consideran como una tendencia a algo que nos falta.
Pero los cristianos sabemos que Dios es Amor.
 
Veamos lo que dice el profesor Sellés:
“Leonardo Polo acostumbraba a reiterar que la importancia del amor personal es un descubrimiento netamente cristiano, porque en la filosofía clásica griega se consideraba como una pasión, o en el mejor de los casos se vinculaba a la voluntad, la cual se tenía como tendencia, no como acto y, por tanto, inferior al entendimiento.
 
Pero Polo advierte que el mejor de los filósofos griegos, Aristóteles, se equivocó en relación a la voluntad. Porque, si bien es verdad que la voluntad es apetito, resulta falso reducirla a apetito.
Un cristiano lo sabe perfectamente; si no lo sabe le falta caridad. ¿Cómo va a ser un apetito amar al prójimo? El samaritano ¿qué apetito tenía de recoger al herido tendido en el camino, cargar con él y pagar sus gastos?
 Está claro que no se trata de eso”[1], es decir, que ni el amor personal ni su elevación son una tendencia (deseo, apetencia, orexis)".



[1]Polo, L., Presente y futuro del hombre, 242-243.