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¿Qué es la fe intelectual?

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La fe intelectual, racional o personal, también llamada filosófica o natural, es un don infuso propio a la persona humana.
 
Es potencia obediencial que se activa crecientemente, cada vez con más intensidad, naturalmente, en la medida en que el intelecto se abre a su destino.
 
Se distingue de la fe sobrenatural como entre lo propio y lo recibido por anticipación del Cielo.
 
La fe intelectual es la culminación de la intelección humana.
No es un don "añadido", sino propio, última fase del desarrollo de la intelección.
 
Esta fe natural, racional, intelectual y personal, es el conocimiento verdadero de Dios, fuente de Amor que desea darse a conocer.
 
El tema de la fe será siempre "misterio".
 
En suma, la fe personal es el saber lúcido de la índole irrestricta de nuestra intelección.
 
 
 
Ideas sacadas del libro de Polo "Epistemología, creación y divinidad". Capítulo 2, 2. Itinerario de la razón hacia la fe
 
Para saber más ir a las etiquetas:
5.13.3 fe
5.13.3 misterio
12.8.1 fe sobrenatural


¿Cuál es el carácter de cada apertura trascendente?

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1. El carácter del co-ser es la humildad trascendental.
 
2. El carácter de la libertad es la fidelidad trascendental.
 
3. El carácter del conocer es la filiación divina trascendental.
 
4. El carácter del amar es la comunión trascendental (servir).
 
La apertura trascendental tiene cuatro puertas que se convierten entre sí.


Presentación de Ignacio Falgueras





. Lo más rápido es que vayan ustedes a la web personal : http://webpersonal.uma.es/~JIFALGUERAS/ 

Allí encontrarán un BREVE CURRICULUM VITAE: Nacido en Málaga (España) en 1940. 
1959-64: estudios de Teología (con especial atención al pensamiento de s. Agustín, bajo la dirección del P. Agostino Trapé) en el Institutum Patristicum Augustinianum de Roma, obteniendo el grado de Bachiller en Teología por la Pontificia Universidad Lateranense (1963), y el de licenciado en Teología, Magna cum laude, por la Universidad Pontificia de Salamanca (1964). 
1966-1969: estudios de filosofía en las Universidades de Granada y Navarra, obteniendo el grado de licenciado (1971) junto con el premio fin de carrera de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra. 

1969-1978: actividad docente, primero como profesor ayudante (69-71), después como profesor contratado (71-74), y -tras defender la tesis doctoral con la calificación de sobresaliente cum laude en 1974- profesor adjunto en la Universidad de Navarra. 

1977: ingreso por concurso-oposición en el Cuerpo Nacional de Profesores Adjuntos de Universidad, tomando posesión (1978) de la plaza de Historia de la Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Málaga. 
En 1979: obtención de la plaza de Profesor Agregado de Historia de la Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Málaga mediante concurso-oposición nacional. 

En 1979: obtención de una beca de la Fundación Alexander von Humboldt para investigar sobre la doctrina de las potencias en Schelling en la Ludwig Maximilian Universität de München, donde trabajó con el Prof. Dr. Hermann Krings durante los años 1980 y 1981; y durante el verano de 1984 en la Universidad de Münster. 

En 1982: nombramiento, por concurso de méritos nacional, de Catedrático de Historia de la Filosofía Moderna y Contemporánea de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Málaga. 

Entre 1978 y 1983 director del Departamento de Filosofía en la misma Facultad y Universidad. Fue fundador de la Sociedad Andaluza de Filosofía y de la Revista Thémata. 

Es profesor visitante de la Universidad Católica de Valparaíso (Chile). En la actualidad dirige el Grupo de Investigación sobre el Idealismo Alemán, que él mismo fundó en la Universidad de Málaga (1984), y fue consolidado oficialmente (1989) en el Plan Andaluz de Investigación (HUM 172). Ha organizado y participado en numerosos congresos nacionales e internacionales. 

 PUBLICACIONES: Aparte de los apuntes de clase de Introducción a la Filosofía, Historia de la Filosofía Moderna y Teología racional, así como de gran número de libros en colaboración y de artículos, sus principales publicaciones son: 

La "res cogitans" en Espinosa, Eunsa, Pamplona, 1976; 
Los comienzos filosóficos de Schelling (Ed.), Universidad de Málaga, Málaga, 1988; 

Esbozo de una filosofía trascendental (I), Cuadernos de Anuario Filosófico, Universidad de Navarra, Pamplona, 1996; 

Crisis y renovación de la metafísica, Universidad de Málaga, Málaga, 1997; 

Hombre y destino, Eunsa, Pamplona, 1998; 

Perplejidad y filosofía trascendental en Kant, Cuadernos de Anuario Filosófico, Universidad de Navarra, Pamplona, 1999; 

El abandono final. Una meditación teológica sobre la muerte cristiana, Universidad de Málaga, Málaga, 1999. 


 PROPUESTA FILOSÓFICA: No es mi filosofía tanto una propuesta doctrinal, cuanto la propuesta de una tarea: la del autotrascendimiento

Autotrascenderse es ejercer la actividad trascendedora de nuestra inteligencia incluso por encima de nuestro propio inteligir. Esta propuesta se inscribe dentro del método del abandono del límite mental propuesto por mi maestro Leonardo Polo, pero formulándolo dentro de la tradición filosófica agustiniana y prolongando dicho abandono hasta un trascendimiento del propio entender humano tal que nos abra el orden de los trascendentales. El núcleo de mi aportación es el descubrimiento del dar como actividad trascendental que al comunicarse ni se pierde ni hace perder nada. 
 Según esto, autotrascenderse no es perderse ni quedarse atrás, sino darse trascendentalmente, dejando traslucir el propio ser y entender desde más allá de ellos. El rendimiento propio del autotrascendimiento como dar(se) es la interna conveniencia de sus hallazgos entre sí y con la realidad, es decir: la congruencia, que es el signo y requisito más alto de la verdad, muy por encima de la mera no contradicción, o mera pensabilidad. 
 Precisamente por razón de congruencia hablo de propuesta y no de doctrina filosófica, porque el autotrascendimiento y el dar son ejercicios de la libertad. 

En primer lugar, no se trata tanto de convencer o demostrar, cuanto de buscar la verdad y proponer los resultados hallados a la libertad de los que buscan filosófica o puramente la verdad. 

Además, la propuesta es una forma de donación que no rechaza otras propuestas, por lo que permite adscribirse a una tradición, más aún, entiende la filosofía como una tradición dentro de la cual se enrola para hacer congruente los legados precedentes y para servir a futuros desarrollos mejores que los propios. No implica eso que considere mis averiguaciones como falsas o perecederas, sino como mejora de otras precedentes y como ilimitadamente mejorables por futuros filósofos. Según los datos precedentes, mi propuesta filosófica puede ser descrita como una filosofía trascendental, en atención a su método, como una filosofía del dar, en atención a su descubrimiento, o como una filosofía de la congruencia, en atención a los resultados de su método. .

¿Qué es el autotrascendimiento?

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Frente a la visión pagana del hombre que lo presenta como alguien que busca autorealizarse, es decir, frente a la “pretensión de sí”, Polo habla de autotrascendencia.

 En lugar de autorealizarnos, nos autotrascendemos, es decir, dependemos libremente de Dios.

 A algunos no les gusta el auto- ; pero si se explica bien, me parece que se puede entender como “respuesta” del hombre a Dios.

En lugar de autorealización, autotrascendimiento.

 

Me he decidido a utilizar el término “autotrascendimiento” (sin n) porque es así como Ignacio Falgueras lo llama atendiendo sobre todo a la luz, el autotrascendimiento en transparencia, el siempre poder entender más o futuro inagotable.

 Polo en su libro póstumo p.71, 2 también utiliza autotrascendimiento sin n.

 

Intentaré explicar la distinción entre ambos.

 Llamo autotrascendencia  a la respuesta de la persona humana a Dios, que va más allá de su trascendencia para alcanzar lo tracendente que es Dios (la trascendencia es lo radical en la persona humana, es decir, los trascendentales personales- lo trascendente es Dios).

La autotrascendencia es la respuesta a la llamada inicial.

No autorealizarse sino autotrascenderse hacia Dios.

 

¿Y qué es la autotrascendencia?

Me atrevo a decir que es el autotrascendimiento eterno.

 

Para entenderlo tenemos que aceptar la propuesta de Salvador Piá sobre las aperturas trascendentes.

 

La apertura trascendente de la persona humana hacia Dios, estrictamente considerada, según Piá, equivale al modo en que inicialmente es trascendida la intimidad personal humana por Dios : esta apertura también recibe el nombre de auto-trascendimiento de la intimidad personal o llamada inicial.

Las aperturas trascendentes no son lo mismo que las trascendentales.

Lo trascendental en la persona humana es lo radical. (Es decir, repito), los trascendentales personales.

Lo trascendente es más allá de lo radical.


Las aperturas trascendentes son llamadas de Dios que nos comunica, en el tiempo humano, su vida íntima.

No son la gracia santificante, pues la santificante nos comunica su vida eterna, lo que seremos en el Cielo, como una anticipación.

 

Inspirándome en Juan A. García que dice que la persona es el ser que sabe de sí, yo diría que el autotrascendimiento es un saber más de sí.

 

Y el autotrascendimiento eterno, o vida eterna, es la aceptación de nuestra glorificación.

¿Es el crecimiento personal un autotrascenderse?

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Adam Sołomiewicz tiene una propuesta sumamente aclaratoria al estudiar la dualidad radical de la persona humana.
 
Esta dualidad tiene dos miembros:
 ‘El miembro nativo de la dualidad radical humana es el nacer trascendental y el miembro destinativo de dicha dualidad es el destinarse trascendental’.
 
‘Nacer trascendental’ significa la relación humana nativa en Dios –su Origen personal– que se extiende a las dimensiones humanas inferiores personalizándolas o empapándolas con el valor trascendental.
 
Destinarse trascendental’ es sobrepasar lo nativo: es autotrascenderse como apertura a Dios, su Destinatario personal.
 
Entiendo que este autotrascenderse, es el crecimiento personal del que venimos hablando.
 





Gracias al mito del ascensor acristalado podemos entender el crecimiento de la persona humana. Se trata de una Página del Blog a la que se accede desde este enlace : https://preguntaspolianas.blogspot.com/p/el-mito-del-ascensor-acristalado.html


¿Qué decir a los que no les gusta el auto- del autotrascendimiento?

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Yo les pondría el ejemplo de la puerta que no tiene manilla por fuera.
 
Dios quiere comunicarse a cada persona.
Pero cada persona es libre. Debe abrir la puerta desde dentro.
Ese abrir la puerta desde dentro es el auto-.
 
Llamo autotrascendencia  a la respuesta de la persona humana a Dios, que va más allá de su trascendencia (la trascendencia es lo radical en la persona humana), para alcanzar la transcendencia (la glorificación).
Es la respuesta a la llamada inicial.

Encarnación del Misterio

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Misterio es iniciativa divina. 

El verdadero misterio es una iniciativa divina.

 

Un misterio es algo escondido que la fe puede desvelar.

 

Todos los gestos y acciones de Jesús son Misterio.

Son los Misterios de la Vida divina.

 

Polo está convencido de que todas las dimensiones humanas están abiertas a Dios. (Encierran un misterio).

Las dimensiones humanas se distinguen jerárquicamente. (Profundizando en ellas podemos llegar a Dios).

 

Desde cada dimensión se puede alcanzar, subiendo la escalera, algo distinto de Dios.

Una mirada humana de Jesús es un Misterio.

 

La autotrascendencia es el intento de desvelar un misterio.

La autotranscendencia es ver a Dios, cara a cara. El desvelamiento del Misterio.


La Autotrascendencia como propuesta filosófica de don Ignacio Falgueras

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El autotrascendimiento es una propuesta filosófica de don Ignacio Falgueras.

Una propuesta que se inscribe dentro del método poliano del abandono del límite mental.

 

Es posible abandonar el límite mental y alcanzar los trascendentales, entre ellos el Inteligir personal. Podemos descubrir que somos "transparentes", luz transparente.

 

Pues bien, también es posible trascender nuestro Inteligir y alcanzar progresivamente la Luz Originaria (y el orden y la jerarquía de lo trascendente). Noten ustedes los atisbos de la Trinidad de la propuesta.

 

¿Cómo se trasciende el Inteligir personal?

Falgueras descubre que esa actividad autotrascendedora no es otra cosa que el "darse", sin perderse ni perder nada. La entrega a Dios. Autodestinarse.

 

Autotrascenderse, dice, es ejercer la actividad trascendedora de nuestra inteligencia incluso por encima de nuestro propio inteligir.

 

Ejercemos esa actividad según el modo más alto de nuestro Dar.

 

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Pienso, sin embargo, que el dar más alto en la persona humana es un aceptar.

Admito la autotrascendencia, pero la veo como un autotranscenderse, al aceptar el Don de Dios

Al mismo tiempo, la manifestación de ese aceptar es el don de la vida humana, que la persona da, en su más alto dar, que coincide con el Dar de Fagueras, a mi entender.

En definitiva, un Don-don, que se abre al encuentro definitivo con Dios.


¿Cómo culmina la fe intelectual?

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El entendimiento humano culmina en co-acto de fe, según el cual se abre sin interrupción, como luz transparente, en búsqueda inagotable.

 

Es un acto transparente.

 

Transparentar no es destacar objetos.

 

Es un dejar que aparezca el futuro del entender.

No se trata de pensar "algo", o de demostrar algo.

Es un autotrascendimiento en transparencia: siempre podré entender más. Futuro inagotable.

 

(No olviden ustedes que el autotrascendimiento poliano consiste en el acto supremo del dar).

 

En suma, la fe personal es el saber lúcido de la índole irrestricta de nuestra intelección.

 

Ideas sacadas del libro de Polo "Epistemología, creación y divinidad". Capítulo 2, 2. Itinerario de la razón hacia la fe

 

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12.8.1 fe sobrenatural


¿Es la fe un "no ver"?

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La fe intelectual es búsqueda personal.
 De ahí que se hable de la fe como un "no ver".

 Cierto que no se ve "algo", pero tampoco es un no ver nada, sino vislumbrar un futuro no desfuturizable.

 La fe intelectual es actividad transparente e inabarcable.

 Y eso es precisamente el destino.

Mi destino es Dios. Fuente inagotable.

 Mi destino es la Verdad: estoy incluido en el ámbito de la máxima amplitud. Soy trascendentalmente libre.

 

En suma, la fe personal es el saber lúcido de la índole irrestricta de nuestra intelección.

 En Dios nos movemos y existimos. Somos inmortales.

 

 

Ideas sacadas del libro de Polo "Epistemología, creación y divinidad". Capítulo 2, 2. Itinerario de la razón hacia la fe

 

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