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¿Es radical la esponsalidad?




 Escuchando a CarlosVillar me confirmo en mi opinión de la esencialidad de la esponsalidad.

Lo radical en el hombre, y en la mujer, es la filiación.

Y un corazón célibe es un corazón filial. 

Los esposos y la esponsalidad son camino hacia Dios pues guían hacia la filiación. 

Mi Padre no me abandona nunca, tal como papá y mamá nunca se separan. 

La plenitud humana es filial. 
Jesús Dios perfecto y Hombre perfecto. Corazón célibe para amar a cada uno y cada una como si fueran uno.

La esponsalidad es, pues, a mi parecer, temporal.
Tras el Juicio será Don-don.
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Aún hay más:

Para entender la esponsalidad debemos distinguir entre trascendencia y transcendencia (o si quieren "trascendente").

Trascendentalmente, radicalmente, la persona humana es hijo. Su carácter es la filiación. Y en el Cielo seremos Hijos, célibes, virginales.

 
Pero transcendeltamente (o también puede decirse: trascendentemente) el Hijo vive esponsalmente con el Espíritu Santo en Padre. En esa esponsalidad vive María, Esposa del Espíritu Santo.

Entonces, trascendentemente vamos "hacia" el Hijo, para llegar al Padre con la esponsalidad del Espíritu Santo.

Somos hijos de Dios y no esposos de Dios.

 

Hay quien ante el problema lo resuelven distinguiendo entre conyugalidad y esponsalidad. 
Y pretenden vivir esponsalmente con Dios, como cuando estemos en el Cielo. 
No se dan cuenta, a mi entender, de que en el Cielo tampoco seremos esposos. 
Ese sitio está reservado para María. 
Nosotros seremos siempre hijos en el Hijo, aprendiendo de María.

¿Necesitamos una esposa o un esposo para ser personas?

 .


Para ser personas necesitamos un Padre.
Él es el Origen.
 
La paternidad divina implica que tengamos hermanas y hermanos.
De ahí que podamos sostener que la fraternidad es también radical en la persona humana.
 
Dios, sin embargo, ha querido darnos una Madre, que nos enseña a ser hijos y hermanos.
 
Es Madre por ser la mejor hija.
Y es la mejor hija porque fue "elegida", por su humildad, para ser esposa del Espíritu Santo.
 
La esponsalidad es un don para colaborar con la paternidad divina.
 
Pero solo María es Esposa de Dios.
 
Nosotros no somos ni esposos ni esposas del Espíritu Santo. Somos hijos e hijas en el Espíritu Santo.
 
Nuestra paternidad o maternidad "espiritual" procede de nuestra filiación y de nuestra fraternidad. No procede de nuestra esponsalidad.
 
La esponsalidad es, pues, esencial, y por lo tanto, no radical. No pertenece al acto de ser humano.
La persona humana no tiene su réplica en su interior, debe buscarla fuera, al aportar su don, su esencia humana, su vida.
 
La esponsalidad es un don subordinado a nuestra misión.
María es esposa de Dios.
 
Los demás hijos de Dios somos esposos y esposas si somos llamados a procrear.
La procreación es necesaria a la especie y no al individuo.

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Dicho lo anterior debemos añadir, siempre además, algo muy importante.
"Felices los invitados al banquete de bodas del Cordero".
¿Con quién se casa el Cordero?
Con la Humanidad.

En el Cielo viviremos la Comunión, el Amor del Espíritu Santo, que es el Amor por cada persona. Amor global, Amor mundial.

Aquí en la tierra aprendemos a amar.
En el Cielo amaremos en el Espíritu Santo. 
Estaremos de bodas con María, para alegría y gloria del Padre.