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¿Cuál es el modo puro de ganar el tiempo, o no perderlo?

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Para un viviente, no perder el tiempo es crecer.

Al crecer usamos el tiempo a nuestro favor. El tiempo no nos desgasta, sino que nos viene muy bien.

Copio entero el párrafo segundo de la p. 110 de "Quién es el hombre": La ética es el modo de usar el propio tiempo según el cual el hombre crece como un ser completo, no sólo somáticamente.

El crecimiento orgánico acontece en gran parte en la embriogénesis, el período que abarca desde el zigoto fecundado hasta el nacimiento; es éste un período de crecimiento puro; en el seno de la madre el niño no hace otra cosa que ganar tiempo, se dedica a hacerse a sí mismo, orgánicamente.

Después del nacimiento se sigue creciendo, por ejemplo, al domesticar el propio cuerpo, es decir, al aprender a usarlo con la adquisición de los reflejos condicionados básicos.

Luego, a través de la vida, se adquieren más conocimientos, constituyendo los órganos –la imaginación, por ejemplo– cuya formación no es sólo embriogénica (la imaginación es una facultad que crece con su uso, sobre todo en la adolescencia).

El hombre aprovecha el tiempo creciendo: adquiriendo hábitos, desplegando libremente su vida como un don para su Creador.

El mayor crecimiento en esta vida se da en la medida en que el hombre encuentra el valor donal de su muerte, en la que la vida se consuma.

Y si Dios acepta el don, la persona sigue creciendo, según la metalógica de su libertad, jugando, cantando, explorando.

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¿Cómo saber quiénes son personas?

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Sabemos que un ser es una persona humana cuando se manifiesta su naturaleza.
Como una persona es un animal que tiene razón, cuando un animal habla, sabemos que es persona.
Ésta es doctrina clásica, poseída pacíficamente.
Tomás de Aquino dirá que hay persona cuando hay forma humana, naturaleza humana.

Desde un planteamiento nominalista las cosas cambian, pues para el nominalismo cada individuo es distinto de los demás. No hay una naturaleza común.
Somos nosotros los que inventamos la etiqueta "hombre" y la ponemos a ciertos individuos. Habrá que recurrir al consenso o a la autoridad del legislador para saber quién es hombre y quién no.
Para unos el determinante será la autoconciencia, para otros el uso de razón y la libertad, para otros la edad.

En la práctica estas teorías han tenido mucha importancia a la hora de legislar sobre el aborto, la experimentación con embriones humanos, la esterilización de los deficientes mentales, y casos semejantes.

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En ambos casos, ya sea porque la naturaleza humana aún no se ha manifestado suficientemente, o ya sea porque no admitimos la existencia de una naturaleza humana, parece difícil llamar persona a un embrión.

¿Cómo reconocer la persona que es un embrión humano?
Primero tenemos que darnos cuenta de que la noción de persona designa a un ser con una dignidad superior a los demás seres, pues la persona es un ser abierto a la trascendencia. Aunque a veces no lo manifieste, aunque no tenga aún la capacidad de enterarse de los primeros principios de la realidad, ya los posee.
La persona humana es una luz siempre encendida, llamémosle intelecto agente, o inteligir como persona, o libertad trascendental.
Para ver tenemos que abrir los ojos.
Un embrión humano no conoce (aún tiene los párpados cerrados) pero por dentro está abierto, es una relación subsistente.

El ser no se "identifica" nunca con sus manifestaciones externas.
(La composición real de acto de ser y esencia vige siempre en la criatura).
Gracias a las manifestaciones externas podemos tener indicios. Pero la persona se puede manifestar más o menos, o nunca.

El óvulo fecundado es persona humana.
Tiene un destino trascendente.
Es un ser abierto por dentro, aunque aún no lo esté por fuera.





Ideas sacadas de Rafael Corazón. Filosofía del conocimiento, pp 118-121.

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¿Qué ventaja tiene estudiar la ética en relación con la teoría de la evolución?

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Estudiar la ética en relación con la teoría de la evolución tiene la ventaja de darnos cuenta de cómo la ética impregna todo lo que existe en el hombre y correlativamente toda la acción humana.

No hay nada en el hombre que no tenga que ver con la ética. No hay nada en el hombre impermeable, aislado, autónomo de la ética.

O crecemos (y eso es la ética, el crecer del hombre, la ciencia del crecimiento humano hacia la felicidad), o nos extinguimos. Cada célula de mi cuerpo tiene una misión, un deber personal, mío. No está al servicio de la especie humana sino de mi libertad.

Así se esclarece el inicio de la vida del embrión humano y el sentido de la muerte y del dolor que la acompaña.
Éticamente triunfan la concepción y los cuidados paliativos.








De esto habla Polo en "Ética". Hacia una versión moderna de los temas clásicos. 2ª edición. Unión Editorial. p. 27.2

Para saber más sobre la teoría de la evolución ver la etiqueta 9.1.0

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¿Está la ética entrelazada con la biología humana?

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Ciertamente.
El hombre es un ser ético desde su concepción. O crece, en tanto que hombre, o se muere.

Fíjense que ya la hominización no fue un proceso de adaptación al medio.

El proceso de hominización tendía a la aparición de manos hábiles para el trabajo.
O el hombre se pone a trabajar o la especie no puede subsistir.

Los problemas éticos están engarzados ante todo en la biología tecnológica del ser humano.

El cuerpo humano está hecho para ser instrumento de una inteligencia espiritual. Si la inteligencia no aparece, no es viable.
De ahí que hasta que aparezca en los niños, hay que ocuparse de ellos. Tenemos el deber, ético, de cuidar a los seres humanos cuyo cuerpo no permite que el espíritu se manifieste.

La ética nunca debe ser marginada. Por ejemplo, modificar el código genético humano, sin conocer las implicaciones  de la modificación, es un atentado a la dignidad de la persona humana. Aquí está la base para explicar si querer cambiar de sexo es ético, es decir, si una persona, cognoscente y amante, debe hacerlo. Les dejo reflexionar.












De esto habla Polo en "Ética". Hacia una versión moderna de los temas clásicos. 2ª edición. Unión Editorial. p. 45.4.


Para saber más:
sobre la ética, ver etiqueta 9.0.0
sobre la evolución, ver etiqueta 9.1.0
sobre el arranque de la ética, ver etiqueta 9.1.0

sobre la hominización, ver etiqueta 9.1.0
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¿Cuándo arranca la ética?

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La ética arranca en el momento en que aparece la inteligencia de la persona humana.

La evolución de los homínidos, que no son personas, llega a su cima cuando son capaces de trabajar. Entonces, o inventan instrumentos para adaptar el medio a sus necesidades o se extinguen dada su inadaptación al medio.

O aparece la inteligencia o desaparecen.

La inteligencia trae consigo el conocer "lo que" nos hace sobrevivir y crecer, lo ético.

Entonces, el "deber" de los hombres es actuar inteligentemente.

El trabajo no es un proceso automático (como el laborar de las hormigas y de los homínidos) sino ético.

Para sobrevivir el hombre "debe" trabajar, pues al culminar la hominización, como acabamos de decir, el cuerpo del hombre queda libre de la necesidad primaria y refleja de adaptarse al medio.
Ahora "debe" adaptar él el medio.

Las neuronas libres permiten que la vitalidad del hombre conecte con su potencialidad manual: ya puede producir novedades.
Luego "debe" producir novedades.
En éste instante arranca la ética.

Son de notar los muchos asuntos humanos de toda índole que se esclarecen cuando tenemos en cuenta que el hombre ya puede trabajar.
Sin embargo, de nada le serviría poder trabajar si no es capaz de controlar su conducta, "sabiendo" a dónde va, "conociendo" lo que quiere.

El hombre "debe" saber que "debe" trabajar.
Sin saber de sí, sin espíritu, el hombre es inviable. La ética arranca al aparecer la inteligencia, espiritual: al llegar al uso de la razón.

¿Sólo habrá ética, entonces, cuando alcanzamos los siete años?
No. Hemos defendido que el crecimiento del embrión también es ético. De una parte porque los padres "deben" dejarle vivir y desarrollarse, pero también porque el cuerpo del embrión humano pertenece a la especie humana y la humanidad es una especie "humanizada", que vive en comunión "inteligente" para cuidar unos de otros.

Más aún, cuando usted y yo éramos embriones, lo mejor que pudimos hacer es desarrollarnos.
Aquel embrión era ya nuestro cuerpo, no tenemos otro.

La especie humana es "racional", luego es "ética". Tiene su destino en sus manos.






De esto habla Polo en "Ética". Hacia una versión moderna de los temas clásicos. 2ª edición. Unión Editorial. p. 40.2

Le puede a usted interesar echar una ojeada a la etiqueta 9.2.1 que habla de la "humanización"

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¿Deben ser neutras las ciencias?

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Las ciencias son neutras.

Los científicos no deben serlo.

La economía, la medicina o la arquitectura no pueden hacer juicios éticos.

El economista, el médico o el arquitecto sí deben hacer juicios éticos, pues deben trascender la autonomía de sus ciencias, subordinándolas a los criterios de la vida buena.

La ética tiene la última palabra.


La biología es también neutra. Pero el biólogo debe conocer la bioética, subordinando su ciencia a la vida buena creciente.
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¿Podremos recuperar el tiempo perdido?

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La vida vivida ya es como es. El tiempo humano como medida de nuestras decisiones terrenas se acaba y el crecimiento de la vida en este mundo termina.

Podemos perder el tiempo al no tomar, audazmente, las opciones que convienen.

Este es un primer modo de morir: nos morimos porque somos mortales y al separarse el alma del cuerpo, las decisiones tomadas son lo que han sido.

Ese tiempo es irrecuperable.

Hay, sin embargo, un segundo sentido del morir: llegar a término, interpretando nuestro pasado histórico al modo del amor.

Al morir podemos completar o consumar nuestra vida como un don.

En este sentido sí podemos recuperar, antes o después de la muerte, el tiempo perdido, pues es posible desandar lo andado, rectificar, acelerar, alcanzar nuestro destino.

Esto es la buena hermenéutica. No quedarse en el estudio del contexto que explique lo que pasó, sino sacar provecho del pasado.

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Además, en la novedad de la eternidad, Dios puede rehacernos, refundirnos, como se funden las campanas.

La ética es la ciencia de saber hacer crecer la vida, completarla aprovechando el pasado, y lanzarla hacia adelante, aprendiendo a morir.

Más que de muerte digna conviene hablar de una vida acabadamente consumada hacia la felicidad.

Que la muerte no sea como un aborto. No morir como un imbécil.

Conviene, pues, instar a todos a recuperar el tiempo perdido, porque realmente pocos hombres nos libramos de perder el tiempo.

Una larga enfermedad puede ser la oportunidad para refundirnos.

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¿Es malo abortar?

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El aborto es un atentado contra el hombre, porque es la interrupción del crecimiento humano.

Un embrión no pierde el tiempo. Se dedica sin interrupción a multiplicarse celularmente, diferenciándose: ¡magnífica existencia la del embrión!

Todo lo que vaya contra el crecimiento humano es simplemente malo.
Abortar es malo.

No educar a la gente, no darle la verdad según la cual puede perfeccionarse, es malo.

También es malo reducir al hombre a la condición de pieza de un sistema de montaje cuya misión es hacer coches; durante toda su vida de trabajo, a ese obrero le resultará difícil mejorar como hombre. El empresario que gerencia tal organización atenta contra el hombre: hace perder el tiempo a sus empleados y lo pierde él.


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¿Tiene la noción de "tipo" relevancia en bioética?

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Si, pues uno de los criterios que permiten discernir si estamos respetando la dignidad de la procreación humana es el no inmiscuirse o alterar la originalidad de cada ser humano.

Lo que la persona esencializa, añadiéndose a la vida recibida de los padres, no es su especie, sino su tipo (lo importante no es que nazca un humano sino que nazcas tú).

No somos espíritus angélicos que escogen un cuerpo para manifestarse, encarnándose. En nuestro origen somos ya mujer o varón, situados en el tiempo, dependiendo también físicamente de nuestros padres.

Despreciar el tipo, no queriendo que un hijo sea, por ejemplo, varón; manipular los genes queriendo enmendarle la plana al Creador, convierte la procreación humana en producción de un artefacto. La igualdad del hombre y la mujer, la igualdad de las razas y de las combinaciones que el amor humano puede engendrar exige que la procreación respete el aparente azar en la descendencia.

Otra cosa es intervenir para corregir algún defecto, si se puede. Pero ser negro no es un defecto. Y ser mujer tampoco.

Las personas que sienten frustración por su situación en el mundo o de sus hijos, médicos, investigadores, padres, no acaban de comprender la originalidad, el deseo amoroso de Dios (y el derecho de cada uno a ser amados como Dios le ama).





Para saber más :
Etiqueta 8.7.0  bioética.
Etiqueta 6.1.0  especies y tipos
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¿Cómo se socializan los hombres?

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Los hombres se socializan típicamente.
Albañiles, chóferes, médicos, maestros, políticos, empresarios…

(Para los que no les gusta la palabra "socializar", podemos decir que crecemos en sociedad gracias a los tipos).

Así se puede organizar el trabajo y la convivencia.

Los tipos sociológicos básicos son las mujeres y los varones.

Pero cada persona humana es un tipo que aporta su originalidad.




Para saber más:
Etiqueta 6.1.0 especies y tipos
Etiqueta 7.6.0 la sociedad humana
Etiqueta 8.7.0 bioética
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¿Qué tiene de particularidad la reproducción humana?

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La reproducción humana tiene de particularidad el estar transida de sentido ético.

Por ser el hombre un animal, su generación tiene una dimensión biológica, pero como tanto los padres como el hijo son seres inteligentes (aunque transitoriamente no se den cuenta) esa dimensión es inmediatamente trascendida: hay que cuidar al hijo para que crezca humanamente, inteligentemente. (Una mala solución, éticamente destructora, sería eliminar al hijo).

Lo engendrado por los padres no es un animal, sino una persona. De ahí el reconocimiento en las sociedades humanamente civilizadas de la dignidad de la reproducción humana.

Y de ahí también el valor civilizador de la familia.




De esto habla Polo en "Ética". Hacia una versión moderna de los temas clásicos. 2ª edición. Unión Editorial. p. 58
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