¿Cómo juega la libertad trascendental, que es cada persona, con los hábitos?

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Articulándolos.

Allá dentro, donde habita el ser, pasan tantas cosas sin darnos cuenta.

Pongamos un ejemplo: el corazón late, la sangre llega a la cara y aparece el rubor en las pieles blancas y sensibles.

Análogamente, en el hontanar del ser, bulle la libertad trascendental o acto vital que somos cada uno.
Pero ahora el corazón "personal" no es un motor a pistones, que se limita sencillamente a manar hematíes.
La complejidad de nuestra intimidad no es un mecano de hábitos. No somos robots.

La libertad trascendental posee una lógica superior, metalógica, que coordina, impulsa o frena las veras del alma, según los deseos del amor.

La persona nunca está desnuda. Está siempre vestida, de ahí su dignidad, de hábitos íntimos, que llamaremos personales, sabiamente dispuestos.

Ese arreglo interior de la persona es lo que Polo llama metalógica de la libertad.
Articulación armoniosa y bella del misterio del hombre.

La metalógica de la libertad articula los hábitos cognoscitivos innatos y todos los demás hábitos personales.

De esto se habla en Juan A. García. La metalógica de la libertad… Studia Poliana nº 10, 2008, p. 7,1.

Para saber más:
Etiqueta 1.9.2………….. hábitos superiores
Etiqueta 5.5.2..……….. hábitos innatos
Etiqueta 5.13.2 ………..aperturas transcendentales
Etiqueta 12.7……………..la gracia


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