Es evidente que es bueno curar, aunque sea
sábado.
Lo misterioso es que la misericordia de Jesús
desencadene lo contrario a la misericordia: el odio y los deseos homicidas.
Cuando no se quiere dar fe a Jesús, aunque diga y
haga cosas buenas, será recibido como el buen vino en un estómago avinagrado.
En este caso, se trata de un corazón endurecido.
Están ciegos para la misericordia.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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