.
La "igualación"
de los sexos, tal como es reclamada por el feminismo radical, es un absurdo.
En la esencia intramundana
de cada persona hay unos vectores radicales, genéticos, distintos, que exigen cumplimiento idóneo.
Borrar la diferencia es
eliminar la riqueza del ser humano que aporta, distintamente, la vida añadida
por cada persona.
Es muy bueno que en el
mundo haya mujeres-mujeres y hombres-hombres.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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